domingo, 16 de diciembre de 2018

Del Libro “Una vida sin límites” de Nick Vujicic



 Del Libro  “Una vida sin límites”  de Nick Vujicic



Para que alcances el éxito y la felicidad, son cruciales los siguientes aspectos:  el arte de ver a través de la gente, de relacionarse con ella, de involucrarse, de ponerse en sus zapatos, de saber en quien confiar y cómo ser confiable.  Si las personas no cuentan con la habilidad de construir relaciones basadas en la comprensión mutua y la confianza, es muy raro que lleguen a tener éxito. 
No sólo necesitamos alguien a quien amar, también necesitamos amigos, mentores, modelos a seguir y gente que nos apoye, que crea en nuestros sueños y que nos ayude a alcanzarlos.

Para construir tu Dream Team (o sea, tu “equipo soñado”) de seguidores que en verdad se preocupen por tu bienestar, primero tienes que demostrar que eres confiable, que tú también puedes apoyarlos.  Si depositas tu energía en su éxito, si los apoyas, los motivas y les ofreces consejos honestos, puedes esperar que hagan lo mismo por ti.  Si no lo hacen, entonces deberás alejarte y encontrar a alguien que sí desee pertenecer a tu equipo.



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domingo, 9 de diciembre de 2018

Del Libro “Los diez retos” de Leonard Felder…..


Del Libro  “Los diez retos”  de Leonard Felder…..




Durante nueve veranos me ofrecí para un taller de una semana en Los Ángeles al que asistían doscientos alumnos de preparatoria.  Parte del programa requería que los africano-estadounidenses, los asiático-estadounidenses, los latinos y los blancos entablaran diálogos no censurados acerca de sus diferencias raciales y culturales.  Invariablemente, cada verano las conversaciones empezaban con un tono santurrón y acusatorio, pero eventualmente surgía en el aula el deseo de algún camino hacia la curación.
Un verano se produjo en el taller un terrible atolladero entre el grupo de africano-estadounidenses y el de coreano-estadounidenses.  Un miembro del grupo coreano-estadounidense insistía; “No sé por qué ustedes se portan con tanta grosería y falta de respeto cuando entran en la tienda de abarrotes de mi padre. En mi cultura el respeto es muy importante”.  En respuesta, un miembro del grupo africano-estadounidense dijo:  “¿Por qué debiera yo tratarlos con respeto? Ustedes me miran como si fuera un animal y les importan un bledo mi cultura, mis valores, o respetar quien soy”.
La discusión continuó por casi una hora, hasta que uno de los adolescentes africano-estadounidenses se puso de pie y dijo:  “No creo que podamos trabajar juntos a menos que veamos que todo esto tiene una finalidad más elevada.  Y en este momento me pregunto qué significa que la mayoría de los que estamos en este cuarto, negros y coreanos, seamos cristianos.  No creo que Jesús quisiera que nos enfrentáramos unos con otros de esta manera”.
Tras unos minutos de examinar distintas ideas, uno de los miembros del cuerpo docente, una mujer que pertenecía al clero y que trabajaba jornada parcial, planteó la siguiente sugerencia:  “En lugar de denigrarse unos a otros o tratar de competir en cuanto a quién siente más dolor, me gustaría que pasáramos unos momentos pensando un poco en lo que quiso decir Jesús con  No juzgues, para no ser juzgado’.”
Esos momentos de profunda búsqueda interior disiparon el atolladero y ambos grupos comenzaron a tratarse mutuamente con mucho más respeto y curiosidad acerca de quiénes eran como seres humanos.  Esto no solucionó todos los conflictos profundos entre los dos grupos, pero para los adolescentes que se encontraban en ese cuarto había tenido lugar un importante cambio.

Otro ejemplo de lo difícil e importante que es para la gente desprenderse de su mojigatería se dio una tarde en mi oficina de terapia, cuando una madre y su hijo adolescente se esforzaban para hallar una manera de convivir.  Ambos se habían propuesto tan rígidos y a la defensiva que ninguno de los dos era muy optimista con respecto a su relación.
En plena sesión, la mamá le preguntó por milésima vez a su hijo cuándo iba a ordenar su cuarto.  El hijo de 14 años se paró y dijo:  “¡Se acabó!  ¡Me voy!”  Pero antes de que pudiera marcharse le hice una propuesta.  Le dije que si era capaz de pasar cinco minutos imaginando ser su madre que entraba en su cuarto y veía el revoltijo, y luego nos decía qué impresión le causaba, podría abandonar la sesión.
De modo que el hijo, que era bastante dotado como actor y tenía una gran imaginación, pasó los siguientes cinco minutos imitando brillantemente a su mamá, diciéndonos exactamente qué sentía al entrar en su desordenado cuarto y qué decepcionante era que él no quisiera ordenarlo.  Después de los cinco minutos, la mamá lo aplaudió y el rígido comportamiento del hijo comenzó a ablandarse.  Por primera vez había podido comprender la decepción de su madre, y por primera vez su madre había apreciado y aplaudido algo con respecto a él.  Ese fue el comienzo de una mejoría en su relación.  
Nuevamente, no se resolvieron todas las tensiones y conflictos, pero se abrió la posibilidad para madre e hijo de verse mutuamente desde un nuevo punto de vista.




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domingo, 2 de diciembre de 2018

Del Libro “Dios nunca parpadea” de Regina Brett



Del Libro  “Dios nunca parpadea”  de  Regina Brett

“Me tomó cuarenta años descubrir la felicidad y aferrarme a ella.  Sentía que al momento de mi nacimiento, Dios había parpadeado. El instante había pasado inadvertido para Él y jamás supo que yo había llegado.  Mis padres tuvieron once hijos, y aunque amo profundamente a mis papás y a mis cinco hermanos y cinco hermanas, algunas veces me sentía perdida entre la camada.



La vida no es justa, pero de todas maneras es buena.


  Yo había pasado por mi primera quimioterapia y me podía imaginar calva.  Poco después, vi a un hombre usando una gorra de béisbol con las siguientes palabras inscritas:  LA VIDA ES BUENA.
La vida no se sentía buena para mí, y estaba por sentirse peor, así es que le pregunté al hombre dónde había conseguido su gorra.  Dos días más tarde, Frank atravesó la ciudad y se detuvo en mi casa para darme una.  Frank es un hombre mágico, pintor de casas, de oficio, él vive de acuerdo a una sencilla palabra:  Puedo.
La palabra le recuerda tener gratitud por todo.  En vez de decir, “Tengo que ir hoy al trabajo”, Frank se dice a sí mismo, “Puedo ir hoy al trabajo”.  En vez de decir, “Tengo que ir a la tienda”, él puede ir.  En vez de decir, “Tengo que llevar a los niños a su entrenamiento de béisbol”, lo puede hacer.  Funciona para todo.
La gorra en alguien más que no fuera Frank quizá carecería del mismo poder.  Era azul marino con un parche ovalado que anunciaba su mensaje en letras blancas.
Y la vida fue buena, aunque mi cabello cayó, mi cuerpo se debilitó y mis cejas desaparecieron.  En lugar de ponerme una peluca, usé esa borra como mi respuesta al cáncer, como mi cartelera ante el mundo.  La gente experimenta una morbosa fascinación al ver a una mujer calva;  cuando husmeaban, recibían el mensaje.
Gradualmente, fui mejorando, mi cabello volvió a crecer y guardé la gorra hasta que a una amiga le dio cáncer y preguntó por ella.  Quería una.  Al principio, no deseaba desprenderme de la mía, era como mi chupón, la cobijita que me daba seguridad, pero debía cederla;  si no lo hacía, la suerte podría terminarse.  Ella hizo la promesa de mejorar y cederle la gorra a otra mujer.  En su lugar, ella me la regresó para que yo se la diera a otra sobreviviente.
La llamamos Gorra de la Quimio.
No sé cuántas mujeres la hayan usado en estos últimos once años, he perdido la cuenta.  Tantas amigas han sido diagnosticadas con cáncer de mama:  Arlene, Joy, Cheryl, Kaye, Sheila, Joan, Sandy.  Mujer tras mujer la fueron pasando.
Cuando la gorra regresó a mí, siempre parecía más cansada y gastada, pero cada muer tenía una nueva chispa en sus ojos.   Todas las mujeres que usaron la Gorra de la Quimio están llenas de vitalidad.
El año pasado se la di a mi amigo y compañero de trabajo, Patrick.  A él le habían diagnosticado cáncer de colon a los 37 años.  Patrick recibió la gorra, aunque yo no estaba segura de que pudiera hacerle frente a ningún otro tipo de cáncer.  Le contó a su mamá sobre la gorra, cómo él era hora un eslabón en esta cadena de supervivencia.  Ella encontró la compañía Life is Good, Inc., que fabricaba las gorras y otros productos con el lema.  Llamó a la compañía para contar la historia y pedir una caja completa de cachuchas.
La señora se las envió a los amigos y parientes más cercanos de Patrick, quienes se tomaron fotos usándola.  En su refrigerador, él puso las fotos de amigos de la universidad y sus hijos y perros con la gorra de  LA VIDA ES BUENA.
Mientras tanto, las personas de Life is Good, Inc., se sintieron conmovidas por el relato de la mamá de Patrick, y debido a ello hicieron una junta de personal y retrataron a sus empleados,  “en el espíritu de la gorra viajera y de la suerte”, a pasar sus gorras a alguien que necesitara apoyo.  La compañía envió a Patrick una foto de los 175 empleados con la gorra puesta.
Patrick terminó la quimioterapia y está bien.  Tuvo tanta suerte;  jamás perdió su cabello, sólo se le hizo más delgado.  Jamás tuvo que ponerse la gorra, pero ésta tuvo el poder de conmoverlo.  Él la mantuvo en una mesa junto a las escaleras donde pudiera ver el mensaje cada día.
El gorro lo hizo superar los días realmente malos, cuando quería dejar la quimioterapia y rendirse.  Cualquiera que haya tenido cáncer conoce esos días;  incluso las personas que jamás han tenido cáncer los conocen.
Resulta que no era la gorra, sino el mensaje lo que nos hizo seguir adelante a todos, lo que todavía nos hace seguir adelante.

La visa es buena.
Transmite el mensaje.


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sábado, 24 de noviembre de 2018

La vida es como un rompecabezas. Autora: Alicia Campos



Del Libro ….  de Alicia Campos


 

LA  VIDA  ES  COMO  UN ROMPECABEZAS


Ya hay algunas publicaciones sobre el tema y creo que hasta existe una película con ese título, pero yo quiero agregar algunas reflexiones personales, no solo el hecho de que “cada pieza tiene una razón, un lugar y un por qué,  y que NO debemos insistir en poner las piezas donde no caben”. 
A mí me encanta armar rompecabezas y  por ello es un verdadero deleite para mí el comparar esa actividad con la vida misma, y considero que mi enfoque es un poco diferente.
Para quienes no saben mucho de las estrategias para armar un rompecabezas, a continuación les comparto una forma cronológica y organizada, pero a su vez hago la comparación con la vida misma…..
      1)       Se inicia con pocas piezas e imágenes sencillas  (infancia)
      2)       Se prepara el área de trabajo  (educación, valores, familia)
      3)       Se clasifican las piezas por colores  (familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, pareja, compañeros de escuela, conocidos de agrupaciones, etc., etc.)
      4)       Por lo general se empieza a armar segregando las piezas que tienen un lado liso que representa la orilla o borde del rompecabezas. (problemas sencillos)
      5)      Empieza a armar piezas del mismo color que vayan formando imágenes  (problemas más complejos)
      6)      Cuando tengas duda de donde debe ir cierto grupo de piezas ya armadas, consulta la imagen que trae la caja del rompecabezas.  (problemas más complejos requieren de apoyo familiar, consejo de amigos, sesiones terapéuticas, abordaje espiritual o religioso, etc.)
      7)      No trates de forzar la unión de las piezas.  Si no puedes unirlas con facilidad significa que no corresponden a esa posición  (relaciones de pareja que no están dando felicidad, trabajar en algo que no va con nuestros sueños, habilidades y pasiones, negar una pérdida, estudiar una carrera que no te gusta por presión familiar, hacer cosas por presión social, etc.   

Los rompecabezas van desde las 12 piezas hasta el más grande del mundo que es de 33,600 piezas, y comparado con la vida, para mí el número de piezas va en relación con el número de años vividos.  En todos los casos se requiere no solo tiempo y estrategia, sino también esfuerzo, dedicación, valor, visión, concentración, cuidado, paciencia, perseverancia y sobre todo el gusto por esa actividad (el gusto  y  ganas de vivir).
Va a haber momentos en que quieras dejar inconcluso tu rompecabezas, ya sea por cansancio (sentir que todo está en tu contra), por no tener un área apropiada para armarlo  (familia disfuncional), por lo complejo del ensamble de las piezas (carencias económicas, abusos y mal trato), o por buscar soluciones fáciles (adicciones).  Lo recomendable es que cuando sientas que no puedes más, te tomes un descanso y reanudes la actividad cuando te hayas cargado de energía (después de una terapia tal vez).

Al final, cuando todas las piezas son acomodadas donde deben ir,  todos los rompecabezas son  UNA  OBRA  DE  ARTE”, la diferencia está en la cantidad y forma de las piezas, así como  lo complicado de la imagen. 
Habrá vidas con muy pocas piezas (años) porque su transitar por este mundo fue muy corto,  algunas otras pueden ser bastante complejas y con muchas piezas, otras más pueden ser con piezas bastante complejas en forma, o que se parecen y por error se pusieron en el lugar equivocado para luego corregir el acomodo (problemas y soluciones que nos vuelven sabios con los años). 
Ahora bien, me consta que al terminar un rompecabezas puede tener piezas faltantes, en algunos casos así vienen de fábrica (discapacidades), otras veces se pierden ya sea por descuido, accidentes o circunstancias de la vida. Por ejemplo:   No vivir tu niñez porque tus padres te dieron responsabilidades de adulto (cuidar a hermanos pequeños).  Otro ejemplo es nunca haberte enamorado, tal vez por miedo a ser rechazado (a),  por cumplir con un matrimonio pactado por los padres, etc.  Otra pieza faltante puede ser el  NO REÍR, yo he conocido personas que me han dicho “no sé reír”.  Una pieza que puede dejar un gran hueco es la falta de libertad, desde los padres dictadores y controladores, hasta las parejas posesivas que asfixian.  Tengan cuidado de no perder sus piezas.

Así como los rompecabezas, que entre más piezas y con paisajes o imágenes más complejas resultan ser fascinantes de observar y admirar, de la misma forma la vida de las personas pueden resultar inspiradoras, por los años de experiencia, o por sus logros a pesar de las dificultades que atravesaron en su andar por este mundo. Aunque también puede haber rompecabezas pequeños con coloridos paisajes que te cautiven por si sencillez.

Por último, un rompecabezas es asombroso ya terminado, pero la apreciación se vuelve mayor cuando dicha obra de arte es enmarcada y colocada en alguna pared.   A esto yo le llamo, trascender, dejar huella y tocar la vida de las personas, independientemente de la cantidad de piezas.  Dicho de otra forma, una vida bien vivida no solo es enfrentar los problemas con éxito a lo largo de tus años, sino que compartas tu sabiduría, tu tiempo, tu riqueza, tu felicidad, y todo tu ser con gente que lo necesite, dejando un legado para la comunidad, sirviendo de ejemplo y haciendo felices a los demás.  Aquí quiero remarcar que, aún los rompecabezas (vidas) con piezas faltantes siguen siendo obras de arte dignas de ser enmarcadas, ya que tienen su propio encanto y para muchos representará un gran enigma, digno de admiración y respeto.

Deseo que tu rompecabezas sea de muchas piezas, y que aunque sea muy complicado lo termines (sin forzar el ensamblaje de piezas) para que al final lo enmarques y todos podamos admirar tu vida.



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Del Libro “Límites y berrinches” de Juan Pablo Arredondo


Del Libro  “Límites y berrinches”  de  Juan Pablo Arredondo



SE  SOLICITA

NIÑO O NIÑA DE LA EDAD DE MI HIJO

REQUISITOS:
·         Que obedezca a sus padres cuando le piden algo.
·         Que no sea agresivo con sus padres.
·         Que no le pegue a su hermano y que no abuse de él.
·         Que sea tolerante y q no se enoje por todo.
·         Que cuando hable utilice un tono adecuado
·         Y no conteste mal cuando se le habla.
·         Que se levante por las mañanas, se vista y desayune con una buena actitud.
·         Que no tire o aviente la comida.
·         Que coma bien.
·         Que no intente contrapuntear a sus padres.

SE  OFRECE:
Asistentes personales encargados de todos sus asuntos.  Un lugar confortable donde vivir.  Tener todas las necesidades cubiertas.  Contar con mucho amor y disposición para ayudarle.  Tres (o más) balanceadas y deliciosas comidas diarias.  Asistencia personalizada las 24 horas del día los 365 días del año.  Una habitación con todos los servicios gratuitos (dependiendo de la edad), incluyendo cama, sábanas, cobijas, servicio de lavandería, planchaduría, baño con servicio de hotel con agua caliente todos los días, luz, teléfono, televisión, DVD, iPod, consolas de video juegos con una colección privada de títulos y películas, juguetes, celular con tiempo aire, computadora con conexión a internet, ropa (más de la necesaria), dinero para diversión y esparcimiento, una cantidad mensual fija, dinero para colegiatura, consultas médicas, medicamentos, dulces y comida chatarra.  Se incluye mamá y papá amorosos, recamarera, maestra, enfermera, cuidadora, lavandera, cocinera, auto con chofer a la puerta, y personal doméstico las 24 horas.  Se ofrece incondicionalidad, lealtad y compromiso permanente en el trato.

INTERESADOS  PRESENTARSE  EN  CASA.



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jueves, 18 de octubre de 2018

Damas chinas… Autor desconocido







Damas chinas…  Autor desconocido

El juego de damas chinas es como una filosofía de vida.  Si uno reflexiona sobre las reglas de este juego da en el blanco con las reglas del éxito de la vida.  Debemos aprender a leer los mensajes ocultos. Las reglas son:
1. A veces, una pieza tiene que sacrificarse para ganar otra.
2. Nunca puedes avanzar dos casilleros de una sola vez.
3. Paciencia… Sólo puedes avanzar, nunca retroceder.

Cuando has llegado hasta arriba puedes moverte hacia donde quieras, hacia donde se te de la gana.
La vida es como un juego de damas chinas donde tienes que soltar una cosa para obtener otra. Tienes que avanzar y nunca retroceder, hay ciclos que se acaban tal como se acaban los años.
Lo que hicimos ya no lo podemos deshacer, lo más importante es aprender del pasado, para aprender a jugar en el presente y así, en el futuro movernos con mayor libertad y seguridad.
Cuando uno se da cuenta de que esto es sólo un juego que termina y vuelve a comenzar, aprende a divertirse más y por ende a jugar mejor.

Si al terminar un ciclo quieres ver la luz, no veas lo que termina, observa lo que comienza.



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jueves, 11 de octubre de 2018

Del libro “Tiende tu cama” de William H. McRaven




Del libro “Tiende tu cama” de William H. McRaven




Durante la fase de combate terrestre del entrenamiento, se lleva en avión a los aspirantes a la isla de San Clemente, la cual se encuentra frente a las costas de San Diego en California. Las aguas de San Clemente son un criadero de tiburones blancos. Para aprobar el entrenamiento SEAL hay una serie de largos recorridos a nado que debemos llevar a cabo. Uno de ellos se hace a la medianoche.

Antes del recorrido, los instructores les informan jubilosamente a los cadetes sobre cada especie de tiburones que habita en las aguas de San Clemente. Sin embargo, les aseguran que ningún recluta ha muerto en las fauces de un tiburón, al menos no recientemente.

Pero también enseñan que si un tiburón empieza a nadar a tu alrededor, debes mantenerte firme. No debes alejarte, no debes actuar con miedo. Y si, de casualidad, el tiburón tiene antojo de un bocadillo nocturno y se precipita hacia ti, debes hacer acopio de todas tus fuerzas para darle un golpe en la punta del hocico, lo que ocasionará que se dé la vuelta y se aleje de ti.

Hay un sinfín de tiburones en el mundo. Si tienes esperanzas de finalizar tu recorrido a nado, tendrás que lidiar con ellos.

Si quieres cambiar al mundo, no te acobardes frente a los tiburones.






Del Libro “Cómo curar un corazón roto” de Gaby Pérez Islas



Del Libro  “Cómo curar un corazón roto”  de Gaby Pérez  Islas





De 12 a 14 años

Los jóvenes pasan por un duelo intenso, como todo lo que viven, al enfrentar una pérdida.  No porque los veamos salir o reírse significa que no lo están sintiendo y no les afecta.  Los chicos se ríen, juegan y van a fiestas como una necesidad biológica y emocional;  el juego les da la oportunidad de crecer, simular, resolver y lo necesitan tanto como la comida o la afectividad.
Su duelo es intermitente, a veces están muy, muy bien, y otros días los vemos sumidos en una profunda tristeza.  Debemos estar disponibles para ellos, cercanos; y recordar que en esta etapa la música y los buenos amigos siempre ayudan.  Es muy importante no tener una actitud persecutoria con ellos, sino más bien de estrecha vigilancia.  Si hemos desarrollado un hogar abierto donde los amigos sean bien recibidos y se fomente la convivencia en grupo, tendremos dos barandales importantes de los cuales sostenernos en un momento de pérdida.
Conviene enormemente hablar con los jóvenes sobre el hueco que sentimos en el corazón tras haber perdido  a alguien.  Ese vacío no debe llenarse con comida, alcohol ni drogas.  Simplemente debemos aprender a vivir con él como otros han aprendido a vivir con una bala alojada en la cabeza.

Bernardo, de 14 años, nos habla acerca del tema.
La muerte, para mí, es el fin tanto de tu “espíritu” como de tu cuerpo.  Después de la muerte no hay nada;  quien muere no recordará a nadie y no estará con nadie.  Yo no creo en otra vida ni, mucho menos, en la reencarnación.  Pienso que mis seres queridos que han muerto no están en otro lado, simplemente ya no existen.  Mucha gente para hacer el duelo más fácil dice de la persona muerta:  “está en un lugar mejor”, “ya está con su familia”, “este mundo ya no era el mejor para ella”, “ya está curada”, etcétera.  Pero como ya he dicho, es únicamente un pretexto para pensar que ella sigue aquí.  Yo, en vez de quedarme con una persona en el corazón, la conservo en mis recuerdos y memorias porque ahí estará siempre presente.

Como los animalitos heridos, el adolescente se enconcha para sentir su dolor.  Lo vive de manera solitaria y callada, limitándose mucho a expresar lo que siente a través de lágrimas.  Invitemos a nuestros chicos a llorar con nosotros, a encontrar en hermanos y padres una fuente inagotable de esperanza y apoyo, y no un pozo de silencio donde cada uno de los integrantes deposita su cuota diaria.  Lo que funciona para amortiguar el dolor de la ausencia son las redes de apoyo, pues las cadenas se rompen, pero las redes contienen y soportan.

David frente al alcoholismo de su hermana
Estoy harto de mi casa.  Me revientan todos.  Mi hermana se la pasa en la fiesta y aunque la amenazan y le gritan, nunca le cumplen lo que le dicen.  Ella una vez se tomó unas pastillas para dizque suicidarse y a partir de ahí tiene a mis papás agarrados de las manos.  Le tienen tal miedo que entran a su cuarto dos o tres veces en la noche para ver si está bien.
Yo sí estudio, me porto más o menos bien y conmigo es con quien se desquitan.  Siento un gran peso sobre mis hombros porque yo no puedo fallarles también.
Ella promete que ya no va a tomar y nunca lo cumple.  Yo no sé cómo mis papás pueden creerle, si ni yo le creo.  Pobre, pero la verdad me parece que sí tiene broncas ya con el alcohol y nos está llevando a todos entre las patas.


La vida a veces nos pide perder, soltar, dejar ir, y es solo cuando nos quedamos con las manos abiertas y vacías que podremos recibir de nuevo.
Nadie puede aplaudir o acariciar con los puños cerrados.



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jueves, 27 de septiembre de 2018

Del Libro “Cómo curar un corazón roto” de Gaby Pérez Islas


Del Libro  “Cómo curar un corazón roto”  de Gaby Pérez  Islas





De 9 a 11 años

Los chicos a punto de entrar a la adolescencia son especialmente sensibles a estos temas.  Lo entienden y captan todo, es imposible tratar de ocultarles algo.  Pareciera que lo huelen y es mejor hablarles claro y con la verdad.  El tratar de excluirlos de los que está pasando les crea ansiedad y confusión.  Ellos resienten el que se les haga a un lado, pues lo interpretan como falta de confianza en su capacidad para integrarse y apoyar a la familia.  Debemos, sin embargo, ser muy cautelosos, ya que es una etapa de autoconocimiento e introversión, especialmente frente a otros adultos de no tanta confianza.

Las noticias deben dárseles en privado para que no frenen sus sentimientos.  Recibir demasiada atención en velorios y funerales les resulta abrumador y tienden a encerrarse en sí mismos.  Recordemos que ellos no quieren ser diferentes al resto, no quieren ser el que se le murió el hermanito o el que secuestraron a su papá y ser señalados por ello.
Esta es la época que mayormente recordamos cuando de adultos revisamos nuestra niñez.  Es cuando empiezan a formarse las pandillas y verdaderos grupos de amistad.  Al sufrir una pérdida, el joven tal vez no quiera comunicarlo a sus amigos, porque no quiere que sientan lástima por él o ella, pues teme no ser aceptado.

Aquí necesitan nuestro apoyo para asegurarles que sus amigos le brindarás su amistad, no se burlarán de ellos y explicarles que no tiene nada de malo sufrir una pérdida.  Todos estamos expuestos a ello en un momento dado.
Pareciera que no necesitan tanto afecto y demostraciones de cariño, pues si antes eran cariñosos, ahora se han vuelto un poco fríos.  Esto es falso porque, tras esa aparente indiferencia, siguen necesitando nuestro contacto físico, besos, abrazos y alguien que emocionalmente los rescate cuando se sienten perdidos.  Un hijo nunca es demasiado grande como para no caber en los brazos de su padre y ser consolado por él.
Mantén una respetuosa pero siempre afectiva distancia con ellos.  Necesitan experimentar su independencia.
A esta edad podemos trabajar con los chicos la importancia de decir adiós, de que se despidan de su ser querido si hay la posibilidad de que muera, pero también enseñarles que hay que demostrarle nuestro afecto todos los días a quienes amamos e ir a la cama cada noche con las cuentas claras con ellos.

Si existe una idea macabra y aterrorizante de la muerte, esta es la edad perfecta para cambiar esa imagen y reprogramarlos en la naturalidad de dicho acontecimiento.  Ya tendrán conocimientos de biología y ciencias, y entenderán mucho mejor todos estos procesos.  Pero seguirá siendo vital la congruencia entre lo que les decimos y lo que ellos ven que nosotros hacemos.
Al ser partícipes de lo que ocurre, podrán opinar y ser consultados hasta cierto límite en cosas como qué pasará con los objetos del ser querido, qué tanto van a contar a los demás, etcétera.  Inclusive pueden pedir quedarse con algo que les sea significativo.

Algo importante es que si no conoces la respuesta de lo que los niños te pregunten, no la inventes, reconoce que no la sabes e investíguenlo ambos.  El duelo y el dolor vivido juntos une para siempre;  en cambio, cuando cada quien vive su duelo a su manera y por separado, en aislamiento, la muerte crea resentimientos y corajes.

Los siguientes puntos pueden ayudarte a que la comunicación fluya con tus hijos:
      ·         Escúchalos y préstales total atención.
      ·         Pon en palabras sus sentimientos (lo que ellos están sintiendo y tal vez no saben expresar).
      ·         No estés constantemente cuestionándolos, culpándolos o aconsejándolos.
      ·         Invítalos a explorar sus propios pensamientos y sentimientos.
      ·         No siempre seas lógico, concédeles en la imaginación lo que no puedes darles en la realidad.  Por ejemplo:  “Mamá, quiero que mi papá vuelva, que no esté muerto”.  “Hijo, desearía tener una varita mágica y volverlo a la vida” o bien,  “Sería maravilloso que eso pudiera darse”.
      ·         Únete a sus deseos, aunque sea por una sola vez.  Eso no los confundirá, únicamente se sentirán más cercanos a ti.  Tampoco vuelva los sueños una meta o una oración, vivan su realidad un día a la vez.

  
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lunes, 24 de septiembre de 2018

Del Libro “Cómo curar un corazón roto” de Gaby Pérez Islas


Del Libro  “Cómo curar un corazón roto”  de Gaby Pérez  Islas




De 5 a 8 años

Es increíble lo que los niños han avanzado a esta edad, son adorables.  Los berrinches  (si se han manejado bien) desaparecen y cada vez son más cooperativos, inquietos y activos miembros de la familia.  Son sumamente perceptibles a los mensajes no verbales que solemos transmitirles.  Si por ejemplo decimos:  “No, mi vida, estoy tranquila de que tu abuelito ya murió, porque ya no va a sufrir”, pero nos ven llorar, ausentarnos emocionalmente y cambiar toda nuestra rutina familiar de manera inexplicable y dolorosa, no nos lo van a creer.  “La muerte es algo natural, pero vente a dormir a mi cama para que no me sienta solita” transmite el mensaje de que la muerte es dolorosa, separa y  además es algo de lo que no puede hablarse mucho.  Debemos ayudarles a comprender que las separaciones duelen, que existe un binomio amor-sufrimiento porque quien ama se compromete y eso es dar una parte de ti al otro que, cuando se va, te va a hacer mucha falta.  La ausencia duele.

Al final de esta etapa de desarrollo aparecen en casa los videojuegos y todos esos pasatiempos electrónicos que dan una idea equivocada a los niños de lo que es la muerte.  En primera se juega a matar, lo cual debería de cuestionarse por el nivel de agresión en nuestra sociedad y en segunda se le da un carácter de reversible a la muerte.  Acabé contigo, pero el siguiente encuentro lo empiezo de nuevo y ahí estás.  En la vida real no puede simplemente reiniciarse el juego.  La muerte es definitiva e irreversible.
Los medios de comunicación son otra vía por la cual los niños se enteran de la muerte.  Los noticieros están llenos de ella y es imposible tratar de protegerlos de cualquier noticia que implique muerte o destrucción.  Es mejor escuchar sus dudas e inquietudes, darles definiciones de las palabras que ellos escucharán y que tal vez son nuevas en su vocabulario:  secuestro, abuso, crimen organizado, etcétera.

Un niño que guarda silencio ante la muerte de un familiar no es que no le haya afectado el acontecimiento, es tal vez que está asustado y que hay que invitarlo a hablar al respecto.
Existen muchas técnicas para que el niño o la niña se sienta en confianza y pueda ir hablando de lo que le preocupa o duele.  Esto generalmente se hace por medio del juego, el dibujo o usando títeres o muñecos que representen a los personajes de su propia familia.
No conviene presionar, alzar la voz o condicionar regalos o paseos para conseguir que el niño ventile sus emociones.  Se debe ir paso a paso, ganándose su confianza y mostrándole verdadero interés en su situación.



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sábado, 15 de septiembre de 2018

Del Libro “Cómo curar un corazón roto” de Gaby Pérez Islas


Del Libro  “Cómo curar un corazón roto”  de Gaby Pérez  Islas




De 1 a 4 años

Esta es sin duda una de las etapas más tiernas e inolvidables en la vida de una persona.  La búsqueda principal es la independencia, ya que va a comenzar con el desplazamiento y cada vez se podrá alejar más de sus padres y explorar y descubrir el mundo.
En los dos primeros años de esta etapa, que Jean Piaget denominaba sensomotora, la pérdida de un ser querido no daña tanto a los niños, pues para ellos no existe lo que no entra en sus sentidos y como no lo ven lo les hace falta.  El daño viene después, con los años y la necesidad que siempre tendrá del apoyo y consejo de esa persona significativa.  También hay daño en el cambio de actitud de todos hacia él; la desatención o los cuidados en exceso que no se hubieran dado sin la muerte de esa persona van determinando qué temperamento y qué debilidades tendrá ese pequeño.  En esta primera etapa existe poca comprensión de la muerte.  A los ocho meses pasan por un periodo de angustia de separación, pero la permanencia del objeto (mamá en este caso) les va haciendo superar ese momento.

En su búsqueda por pertenecer al mundo de los adultos, los niños muchas veces imitan las actitudes de los grandes.  Así pues, bien valdría la pena sumergirnos en nuestro pasado para identificar cuál fue nuestra propia escena y mito, repasar cómo lo vivimos y cómo ahora, con conocimientos y madurez, podemos cambiar nuestra postura ante la muerte.
Los celos son muy comunes en esta etapa de la vida, hay un enamoramiento de mamá si se es niño y de papá si se es niña.  Estos complejos de Edipo y Electra, según la teoría psicoanalítica, los lleva muchas veces a desear que su padre o madre desaparezcan para ellos ocupar su lugar en la pareja.  Esto es parte normal del desarrollo y es conocido como identificación con el mismo sexo y apego al sexo opuesto.
Si en este proceso de desarrollo emocional y afectivo sobreviniera la muerte de uno de los padres, habría que manejar la culpa en estos pequeños, pues dentro de su omnipotencia imaginaria creen que si su padre falta es porque ellos lo provocaron.  Claro que no tienen la capacidad de lenguaje y pensamiento para expresarlo como tal, pero nosotros como adultos debemos confrontarlos con esto, poner sus sensaciones en palabras y aclararles que no hay culpables, es parte de la vida, y si el deceso fue por una enfermedad, explicarles a su nivel cómo el cuerpo de esta persona querida se enfermó y debilitó, y por ende murió, no a causa del deseo de nadie.

… Cerca de los cuatro años comienzan las pesadillas más elaboradas y vuelven los terrores nocturnos que llegaron a presentarse de más pequeños.  Una actitud abierta y límites claros permiten al niño un desarrollo adecuado.
Si esta etapa coincide con la muerte de un hermano o un padre, no es momento de cambiar hábitos de sueño y mandar al pequeño a dormir en la cama de los padres o en la misma que otro hermano.  Es tiempo de reforzar que su casa es un lugar seguro y no hay por qué temer.  Recordemos aquí lo que se expuso en la introducción acerca de no decirles a los niños que la muerte es como dormir, porque lógicamente el miedo a cerrar los ojos se vuelve mucho más intenso.

Los libros nos ayudan mucho en este momento, pues los niños sienten fascinación por las figuras grandes y coloridas, y las pequeñas historias que semejen en algo a su vida cotidiana.
Existen libros de cuentos que hablan sobre qué pasa cuando se muere alguien que queremos.  Lo relevante  aquí es la empatía que el chico pueda sentir con el personaje de la historia y ver qué salida le dio él a sus emociones.
Cabe mencionar que si alguno de los padres se ha llevado al pequeño a dormir a su cama es también porque el mismo adulto no quiere enfrentar lo doloroso de un lado vacío de la cama.  Si ya lo han hecho, no se preocupen, empiecen paulatinamente a regresar al niño o niña a su cama, primero los fines de semana, luego desde el viernes y así, poco a poco, hasta que dormir en el lecho paterno se convierta en lo extraordinario y no en la norma.
Recomiendo ampliamente acudir a librerías especializadas para niños, solicitar libros de estos temas y empezar a formar una biblioteca en casa, donde pueda recurrirse a esta biblioterapia tan sencilla y educativa.

En relación con la muerte y los niños, no debemos perder de vista que los chicos sí viven el duelo.  No por ser pequeños dejan de experimentar este proceso, es algo que registran y sufren por ello.  Evitarles o al menos tratar de evitarles  sufrimientos, al no involucrarlos directamente en el tema, solo inhibe sus preguntas, que son lo más sano y la manera socrática de aprender.
A esta edad, los niños quieren saberlo todo y se preguntan todo.  No se conforman con que “lo que empieza debe terminar”, quieren saber cómo se siente estar muerto, cómo se ve un cadáver, a dónde van los muertos y en los casos en que se use la religión o la fe para dar explicación a estos fenómenos, se preguntan también por qué Dios se lleva a las personas.

Por dura que pueda parecernos esta pregunta, la respuesta no es: “Niña, no digas eso”.  Si nosotros mismos no la sabemos, podemos consultarla con un sacerdote que tenga experiencia en misas para niños y el trato con ellos.  Su orientación y consejo serán muy oportunos, como lo serían los de un pastor, un rabino o cualquier guía espiritual.



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sábado, 8 de septiembre de 2018

Del Libro “Los cinco ladrones de la felicidad” de John Izzo




Del Libro  “Los cinco ladrones de la felicidad”  de John Izzo

Primer ladrón:       El control
Segundo ladrón:   La arrogancia
Tercer ladrón:       La codicia
Cuarto ladrón:      El consumismo
Quinto ladrón:      La comodidad



El quinto ladrón es el más sutil de todos.  Nos gusta la comodidad porque hace que nos sintamos seguros y porque es eficaz, pero estos mismos hábitos de comodidad debilitan los cimientos de nuestra felicidad.  Es la capacidad de sorprendernos, no la rutina, lo que nos aporta vitalidad.  Cuando controlemos al caballo, tomemos las riendas y alteremos el curso de los hábitos que una vez nos presentaron su servicio, podremos encontrar nuevas formas de vivir en el mundo que sean realmente útiles.   La especie humana cabalga sobre el caballo del hábito que se encamina hacia la destrucción de su entorno y que está creando una sociedad que no beneficia a todos.  Un nuevo mundo nos está esperando, pero sólo cuando desterremos a este ladrón y reconozcamos lo que realmente es.

Cuatro formas de alejar al quinto ladrón
·         Comprométete a intentar una o dos cosas nuevas cada semana.  Cambia tus rutinas, desde ir por otro camino a tu trabajo hasta tener una cita diferente con tu pareja un viernes por la noche.  Proponte aprender cosas nuevas:  es bueno para tu salud mental y física.
·         Observa los patrones básicos de comodidad de tu vida.  ¿Qué acarreas de tu pasado que ya no se adapta a tu vida actual?  Identifica un patrón importante y trabaja dos meses en él;  observa cómo se manifiesta y elige ir en otra dirección.
·         Ten presente que puedes cambiar tus viejos hábitos.    Enfréntate a cada hábito que ya no te sirva.
·         Es sociedad, iniciemos nuevas conversaciones sobre cómo vivir en armonía con la naturaleza, controlar los excesos del capitalismo y pensar en otras formas de solventar nuestras diferencias.

Mantra
No soy mis patrones.  El hecho de que éste sea mi canal habitual no significa que todavía me sirva.  Puedo elegir otro camino.



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Del Libro “Los cinco ladrones de la felicidad” de John Izzo


Del Libro  “Los cinco ladrones de la felicidad”  de John Izzo

Primer ladrón:       El control
Segundo ladrón:   La arrogancia
Tercer ladrón:       La codicia
Cuarto ladrón:      El consumismo
Quinto ladrón:      La comodidad




El último ladrón – la comodidad – es muy insidioso.  De hecho, a simple vista puede parecernos que más que un obstáculo es un motivo de felicidad.  Este ladrón es como una persona apática sentada en un sofá con el mando a distancia de la televisión en la mano.  Quiere que veas siempre el mismo canal, en la misma posición cómoda, estancado en una rutina que no alienta la vida.  No le preocupan las consecuencias de esta rutina, aunque el canal que estás viendo ya no te interese o ya no te sea útil para satisfacer otras necesidades más importantes.
La siguiente historia nos proporciona una maravillosa imagen de cómo somos cuando este ladrón controla nuestra vida.

Un hombre cabalgaba a lomos de un caballo grande que corría a toda velocidad por una pequeña aldea.  El caballo estaba desbocado y parecía que el jinete se fuera a caer en cualquier momento. 
-  ¿A dónde vas?  - le gritó un desconocido.
-  No lo sé, ¡pregúntale al caballo! -  respondió el jinete. 

Cuando este ladrón se adueña de nuestra casa, somos como el jinete que montaba el caballo; vamos con el piloto automático, nos dejamos llevar por las rutinas y los hábitos, que aunque puedan parecernos cómodos, no nos benefician.
… Desde una perspectiva neurocientífica, nuestro cerebro está predispuesto al hábito. La inmensa mayoría de nuestras decisiones las toma nuestro subconsciente.  Esto es muy útil y nos ahorra energía para las decisiones importantes o novedosas, que son las que tomamos con nuestra mente consciente.  Por eso, tenemos una tendencia natural a ir con el piloto automático el máximo tiempo posible.  Como le gusta decir a mi amigo y escritor Marshall Goldsmith:  “Los seres humanos están diseñados para seguir haciendo lo que han hecho siempre”.

Pero aunque nuestro cerebro esté diseñado para la rutina, nos encanta el cambio.  Cada vez que tenemos una experiencia nueva, conocemos a alguien, aprendemos algo, comemos un alimento por primera vez o visitamos un lugar nuevo, recibimos una inyección de sustancias químicas de felicidad en el cerebro.  La razón es muy simple:  tener información nueva significa que puede que tengamos que adaptarnos y nuestro cerebro se pone alerta.


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viernes, 24 de agosto de 2018

Del Libro “Los cinco ladrones de la felicidad” de John Izzo



Primer ladrón:       El control
Segundo ladrón:   La arrogancia
Tercer ladrón:       La codicia
Cuarto ladrón:      El consumismo
Quinto ladrón:      La comodidad





El yogi en la playa

Hace algunos años, mientras estaba de vacaciones en Jamaica, fui a clases de yoga diariamente con un gran maestro.  Al final de cada sesión nos pedía que visualizáramos un lugar hermoso, real o imaginario.  Teníamos que elegir un entorno hermoso, real o imaginario.  Teníamos que elegir un entorno donde nos sintiéramos tranquilos, felices y contentos.  Podía ser una playa, una habitación silenciosa, un templo o la cima de una montaña.  Yo elegí un claro en el bosque, rodeado de grandes árboles centenarios, que dejaban pasar la suficiente luz solar para calentarme donde estaba sentado.  Los pájaros cantaban; el cielo estaba despejado.
Nos pedía que fuéramos a ese lugar y que experimentáramos un profundo sentimiento de satisfacción.
“Éste – nos decía – es vuestro lugar.  Está en vuestro interior.  En cualquier momento, cualquier día, pase lo que pase a vuestro alrededor;  éste será vuestro refugio.  Nadie habrá de guiaros hasta él;  nadie deberá daros permiso;  y cuando estéis allí, nadie os podrá arrebatar la satisfacción.  No olvidéis nunca que podéis ir a este lugar siempre que lo deseéis y que el único que puede impediros ir sois vosotros mismos”.
Esto me hizo reflexionar sobre algunas historias que había leído de personas que habían sobrevivido a circunstancias espeluznantes, como secuestros o como prisioneras de guerra.  Muchas de ellas, especialmente las que consiguieron mantener una paz relativa, escribieron de un modo u otro sobre esta misma idea.  Afortunadamente, para la mayoría de nosotros nuestras dificultades diarias para lograr la felicidad son mucho más llevaderas.  Recuerda que el ladrón quiere que pienses que necesitas algo ajeno a ti para elegir la felicidad.  Este ladrón no es tu amigo.  Hay un lugar donde mora la satisfacción y se encuentra en tu interior.


Cuatro formas de alejar al cuarto ladrón

      ·          Medita diariamente empezando por repetir el mantra:  “Elijo la satisfacción”.  Busca la forma de recordar que la felicidad no está fuera.

      ·          Siempre que te des cuenta de que estás pensando:  “Seré feliz cuando….”  O  “Sería feliz si…”,  detén estos pensamientos y regresa a la morada interior donde se encuentra la felicidad.  Concéntrate en la elección de ser feliz ahora.

      ·         Plántale cara al consumista que hay en ti.  Siempre que sientas la tentación de comprar algo, pregúntate si te aportará verdadera felicidad.  El problema no está en el objeto en sí, sino en creer que te hará feliz.

      ·         En la sociedad, hagámonos esta pregunta más profunda:  ¿cómo podemos crear un sistema que permita la vida humana sin esclavizarnos a los objetos y al consumismo incesante que causa estragos en el planeta?  Elige empezar a caminar con menos peso en tu mochila.  Comparte cosas, compra menos y deshazte de aquellas que restan valor más que aportarlo.


Mantra
Puedo elegir la felicidad y la satisfacción ahora mismo.  Son un producto de mi mente, no el resultado de lo que me está sucediendo.  Elijo la felicidad en este momento,



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