viernes, 10 de mayo de 2019

Del Libro “Límites y berrinches” de Juan Pablo Arredondo


Del Libro  “Límites y berrinches”  de  Juan Pablo Arredondo



¿Qué hacer en caso de un berrinche?


A continuación encontrarás algunas estrategias para combatir los berrinches, disminuirlos o, en el mejor de los casos, erradicarlos.  Posteriormente hallarás una serie de recomendaciones que te orientarán en el manejo de los berrinches.

1.-  De inicio, identifica y entiende los factores que predispongan al berrinche e intenta ser conducente, modifica o dale manejo a las situaciones que lo provocan.  No se trata de que el mundo se adapte a tu hijo, pero si es posible, puedes cambiar algunas cosas que sabes que los provocan.
2.-  Anticipa al niño lo que sucederá cuando presente esta conducta.  Sobre todo que sepa que no obtendrá lo que quiere con esos comportamientos.
3.-  NADA que sea pedido a través de un berrinche, se debe otorgarle.
4.- Retira la carga afectiva que te representa e ignora el berrinche; es decir, evita que se convierta en centro de atención, pues eso es lo que busca y desea.
5.-  No grites, te desesperes o pierdas el control ante un berrinche.
6.-  No otorgues, concedas o premies al niño, posterior  a presentarlo.
7.-  Marca límites claros, firmes y consistentes, de manera tranquila y paciente.
8.-  Evita la sobre protección y el miedo a traumarlos.
9.-  Estimula, deposita carga afectiva y refuerza los comportamientos apropiados, positivos o deseables.
10.-  Hazle saber y sentir que el amor que sientes por él o ella es incondicional, pero que esto no implica que le vayas a permitir ciertos comportamientos.
11.-  Anticípate a las situaciones problemáticas, halando con tu niño de lo que sucederá o de lo que harán más adelante, situación que le representará certeza y confianza.
12.-  Remarca y señala los cambios de actividad con cierta anticipación (cinco minutos antes).



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domingo, 5 de mayo de 2019

La cura para el sentimiento de CULPA. Autora: Alicia Campos

Del Libro….. de  Alicia Campos




La cura para el sentimiento de CULPA

Si eres de las personas que se cuestionan y reprochan con frases como  debí haber hecho tal o cual cosa….  O ante una tragedia te recriminas con frases como….  “si no lo hubiera dejado ir a tal parte, no le hubiera pasado nada…. ” O si conoces a alguien que en repetidas ocasiones se dice frases como…  Si tan solo hubiera comido sano y hecho ejercicio, o  en situaciones familiares hacen comentarios como  … “debimos haberlo llevado a otro hospital o pedido una segunda opinión”,  o personas que  voltean a ver el pasado y se expresan con frases como …  “no debí permitir que pasara…”, ”etc., etc., todas esas expresiones indican que hay un sentimiento de CULPA.   
¡El sentimiento de culpa es peor que el  CANCER!   El simple recuerdo puede provocar dolor, angustia, depresión, tristeza, enojo con uno mismo y con los demás, neurosis, conflictos, y conforme pasan los años ocasiona más DOL0R, ansiedad, desesperación, aislamiento, apatía  y enfermedades varias.

Mucha gente quisiera UNA PASTILLA que cure ese doloroso sentimiento de CULPA  que quita el sueño y en el extremo quita hasta las ganas de vivir.   La buena noticia es que  SI  existen algunas “pastillas” para curar el sentimiento de CULPA y al tratamiento en su conjunto se le  llama ….  PERDÓN!
Ahora bien, una simple pastilla no va a curar, se requiere de todo un  TRATAMIENTO de varios días y en algunos casos hay EFECTOS  SECUNDARIOS como el dolor de recordar, la pérdida de sueño o todo lo contrario (letargo), la pérdida de apetito o lo contrario (atracones), sentimientos de vulnerabilidad y llanto, coraje e indignación, pero todo eso es parte del proceso de curación. 

Hay que iniciar identificando de donde nace ese sentimiento de culpa, luego reconocer quienes están involucrados, posteriormente contabilizar el tiempo que se ha vivido con esa culpa y cómo ha evolucionado, para así determinar como “tomar el medicamento”, o sea, como pedir perdón y a quien. La  DOSIS dependerá de la “gravedad”.   Dicho de otra forma, decir la palabra perdón no es suficiente.
Durante el proceso es común negar síntomas, culpar a otros, no confiar en la “receta”, no querer tomar la “pastilla”, suspender el “tratamiento”, es algo así como tener que ponerse 20 inyecciones y a la mitad del proceso ya no saber si soportar el malestar de la enfermedad, o el dolor de las inyecciones; y entonces se buscan otros remedios menos dolorosos (la evasión, las adicciones, etc).   
En cuanto al tratamiento, hay  TRES tipos de PASTILLAS  para el perdón y aunque NO tienen un orden para tomarlas, si es importante seguir las instrucciones de tu terapeuta o las indicaciones de tu propio corazón, cuando  a través de la introspección se tome conciencia de lo que ocasiona el sentimiento de culpa.

PASTILLA 1 .-  Perdonar a quienes nos hicieron daño.  Los primeros días será una dosis suficiente para reconocer el dolor, rencor y odio hacia quienes marcaron nuestra vida de una forma desagradable, gritar, maldecir y llorar si fuese necesario, para sacar el coraje por los que nos hayan hecho daño.  Esta pastilla te da la libertad de desearle mal a quien te lastimó, de revelarte contra Dios, de manifestar rabia contra tus propios padres si los crees culpables, (pero debes hacerlo sin dañarte ni dañar a nadie), tal vez externando tu sentir en un lugar solitario como una playa, bosque, en lo alto de un edificio, en el consultorio de un terapeuta, o en casa de alguien de mucha confianza, donde puedas expresarte sin que te vayan a juzgar o limitar de lo que quieras sacar de tu corazón.
Una vez que hayas exteriorizado todo ese dolor contra los culpables, deberás tomarte un tiempo para analizar sus vidas, para tratar de entender que esa persona debió tener una historia personal desagradable, dolorosa y triste tal vez, y aunque no fue correcto que te lastimaran, ellos hicieron lo único que sabían hacer, su carencia de valores no les permitió ver el daño que estaban ocasionándote, su necesidad económica o de adicción los cegó, o su simple inmadurez que los llevó a realizar actos repudiables los cuales con el tiempo, es muy probable que les resulte tormentoso recordarlos y muy caro pagarlos (como es el caso de sentencias en prisión o muerte por adicciones).
Ya que hayas tratado de ser “empático (a)” en la medida de lo posible, solo te queda considerar el suceso como una desagradable experiencia que corresponde a un pasado y ahí se debe quedar, no debemos traer arrastrando esos acontecimientos al presente y por lo tanto debemos perdonar.  Perdonar su acción, su inmadurez, su locura, su odio, su inseguridad, su sentir y todo aquello que hayas identificado al analizar sus vidas. Cuando perdonas de corazón puedes ver que también aprendiste de quienes te hicieron daño, a veces aprendes a ser mejor, a identificar la malicia en una mirada, a no repetir patrones de conducta, a ser cauteloso o precavido en tu entorno, a ver la realidad social, a defenderte, a superar el dolor y ayudar a otros a superarlo, etc.  Cada quien aprende las lecciones de vida conforme a su fortaleza y capacidad de sanación. 

PASTILLA 2.-  Pedir Perdón a quienes hayamos hecho daño.  Todos hemos dicho o hecho cosas de las que luego nos arrepentimos, pero no nos atrevemos a pedir perdón.  Desde la culpa por haber robado un objeto que después el propietario estuvo buscando afanosamente, hasta el haber herido a alguien o incluso haberle quitado la vida.  Son culpas que carcomen la consciencia sobre todo con la madurez que dan los años, y se pueden convertir en fantasmas que quitan el sueño, la tranquilidad y  la paz, sobre todo en la vejez.  Por lo tanto, es importante pedir perdón sinceramente a quienes hicimos daño.  A veces esas personas ni siquiera lo recuerdan!  Otras siguen odiándonos y no van a aceptar la disculpa.  Y otras más, tal vez ya ni siquiera estén vivas. Aquí la clave es que nosotros vamos a exteriorizar esos sentimientos de culpa con la convicción de haber cometido un error y estar arrepentidos, independientemente de la aceptación o rechazo del perdón.  Para quienes ya no viven, se puede hacer a través de una tercera persona, un terapeuta, en el panteón, o en un lugar donde te sientas cómodo y puedas sentir que hablas con esa persona donde quiera que se encuentre.
Cuando la persona a quien pides perdón te conteste “no, no te perdono”, tú simplemente puedes decirle… “estas en todo tu derecho de no aceptar mi disculpa por lo mucho que te lastimé, pero solo quería que supieras que estoy arrepentido (a)”.     En los casos de infidelidad por ejemplo, donde se pierde la confianza y muchos otros valores clave en una relación de pareja, tal vez no se acepte un perdón, pero por lo menos cada quien continúa su vida con ese capítulo cerrado y sanado.  Al pedir perdón nos estamos haciendo responsables de nuestros actos y aceptando las consecuencias de los mismos.

PASTILLA 3.-  Perdonarse uno mismo.  Aún en la edad adulta muchas personas se sienten culpables de no haberse defendido ante abusos, de haber hecho cosas incorrectas por pertenecer a un grupo, de haber ofendido a sus familiares, de haberle deseado la muerte a alguien que días después falleció, de haber ocultado sus preferencias sexuales, de haber dejado solos a los hijos pequeños en casa y se hubieran lastimado, de haber abortado, etc.  Ante esos sentimientos de culpa, hay que tomar una pastilla para perdonarse a sí mismo y entender que siempre actuamos motivados por TRES CAUSAS,
1) Porque no tuvimos opción,
2) Porque nos cegó la rabia y
3) Porque pensamos que era lo mejor en ese momento y bajo esas circunstancias.   

Es muy diferente cuando miras las cosas después del evento, ya que en su momento era la mejor salida o el pronto escape de una emoción (como maldecir), y una hora después puede no tener sentido la acción y es cuando se reconoce que no estuvo bien;  pero insisto, ¡en su momento tenía mucho sentido!  Por eso el sentimiento de culpa debe quedar en el pasado, perdonando tus faltas de la inmadurez, de la desesperación, del enamoramiento (que es cuando se cometen muchas locuras), del dolor que puede llegar a cegarnos, de la necesidad, de la falta de tiempo para tus hijos, y de todo aquel detonador de la culpa.  
Como mencioné al principio, puede haber momentos en los que quieras suspender el tratamiento porque resulta muy doloroso, pero al final es una decisión muy personal el dejar que la culpa te haga sentir mal, te limite en tus relaciones interpersonales, te persiga como un fantasma y hasta afecte tu salud física, o bien, hacerte responsable de tu salud emocional y terminar el “set de pastillas” hasta llegar al perdón, la sanación y la paz espiritual.
La duración va a depender de la gravedad de los sucesos, de la fortaleza y convicción de llevar a cabo el perdón, así como la apertura de tu alma para expresar tus emociones, la apertura de tu mente para reconocer y aceptar cada situación y a cada persona con quienes lleves a cabo el proceso del perdón, y sobre todo la apertura de tu corazón para que salgan los rencores, el odio y el dolor y en su lugar albergues bondad, humildad y amor.   


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