jueves, 23 de junio de 2011

Del Libro “De Oruga a Mariposa” de Ma. Esther Erosa

No aceptes los problemas de los “Mundos” ajenos, ni sus tristezas, fracasos, conflictos, miedos y dudas. Si puedes ayudarlos sin contaminar tu propio mundo, ¡HAZLO! Si no, deséales lo mejor, reza por ellos, recomiéndales a quien pueda ayudarlos, pero NO PERMITAS que TU VIDA se contagie.

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jueves, 16 de junio de 2011

Del Libro “ ¿Quién te llorará cuando mueras? De Robin S. Sharma

Sé mejor padre

El modo en que educas a tus hijos es el modo en que educas a las futuras generaciones. Puesto que pocos de nosotros hemos recibido formación en el delicado arte de ser padres, la mayoría nos conformamos con tratar a nuestros hijos como nos trataron nuestros progenitores. No conocemos otra manera de hacer las cosas.


Aunque ser padre es una gran alegría, también es un privilegio que conlleva una tremenda responsabilidad. Es cierto que haría cualquier cosa por mis dos hijos, pero esa buena voluntad no es suficiente. Es necesario que desarrollemos el oficio de los padres excelentes. No podemos limitarnos a pensar que el modo en que estamos educando a nuestros hijos será el adecuado y rezar para tener la suerte de que se conviertan en adultos sensatos, solícitos y sabios. Tenemos que tomar la iniciativa para mejorar nuestra calidad como padres asistiendo a seminarios, leyendo libros y escuchando casetes grabados por expertos en la materia. Luego debemos tener el valor de continuar refinando las ideas que aprendamos en el laboratorio de nuestra propia vida para de ese modo encontrar las estrategias que nos permitan desempeñar una paternidad responsable más adecuada a nuestra familia.

Sé que todos llevamos vidas ajetreadas, y que hay demasiadas cosas que hacer y muy poco tiempo disponible. Pero esos años milagrosos de la infancia de tus hijos no volverán. Y si no dedicas el tiempo y el esfuerzo necesario para convertirte en el mejor de los padres, un día lamentarás amargamente haber perdido la oportunidad. Como dijo un padre que asistió a un seminario que di en Toronto: “De niño, mi hijo tenía la costumbre de pedirme que lo montara a caballito. Aunque yo sabía lo mucho que le gustaba, siempre estaba demasiado ocupado para jugar con él. Tenía informes que leer, reuniones a las que asistir o llamadas que hacer. Ahora que se hecho adulto y ha dejado nuestro hogar, he descubierto una cosa: daría cualquier cosa para poder montar a aquel chiquillo a caballito”.

jueves, 9 de junio de 2011

Del Libro “Porque lo mando Yo! 3 de John K. Rosemond……

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Los límites son herramientas importantísimas en el desarrollo de los niños y de los jóvenes. Una persona que no tiene límites jamás reconoce sus defectos y mucho menos tendrá la humildad para reconocerse como persona, como un ser humano integrado a un conjunto viviente en donde se aprende de los aciertos, pero también de los errores.

Un adolescente que tiene luz verde para hacer lo que quiera se estará capacitando para ser un patán en potencia, en donde en cualquier momento le puede faltar respeto a una chica, a sus padres o en el peor de los casos a él mismo.

Una persona que no conoce sus limitaciones se convierte en un ser inmaduro, “verde”, berrinchudo, en donde se tiene que hacer su santa voluntad a fin de no desesperar a los padres con sus rabietas.

Pero lo más grave es que aquellos que no tienen límites se convierten en los seres más temerosos y traicioneros con los que uno se pueda encontrar.

Les dará miedo saber que si las cosas no salen como ellos quieren, no se podrán enfrentar ante lo desconocido, y se vuelven traicioneros desde el momento en el que aprenden a mentir, a fin de hacerse de gente que les pueda servir.

El asunto del respeto, de los límites y de la obediencia no son condiciones espontáneas, es decir no nacen en los niños y ya estuvo.

Por supuesto que no. Esas cualidades son consecuencia de la honestidad y del trabajo diario de los padres, las 24 horas los 365 días al año. La misión es inagotable y por momentos inalcanzable o frustrante, pero bien vale la pena el esfuerzo.

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jueves, 2 de junio de 2011

Del libro “La violencia está en casa” de Dr. Ernesto Lammoglia

TESTIMONIO DEL CHALE

Yo me salí de mi casa bien chico porque, chale, estaba cañón. Mi papá es un pinche borracho cabrón que nomás agarra a garrotazos a mi mamá. A veces la amarraba y a mi también, y luego dale con el palo. Después, como teníamos hartos mallugones nos dejaba amarrados o nos encerraba pa’ que nadie nos viera.

Antes tenía un hermano más grande al que le pegaba más, pero se fue hace mucho, cuando mi mamá lo mandó con un dinero para que dejaran bajar a mi papá de la patrulla, porque ya lo tenían agarrado, y el güey, chale, que se pela con todo y lana y ya nunca volvió.

Mi papá siempre andaba borracho y casi no daba dinero, entonces mi mamá iba a lavar ajeno pa’ que comiéramos. A veces no venía en muchos días a la casa y entonces. mi mamá la agarraba conmigo y, chale, también me sonaba. Una vez, que me defiendo y que le doy una patada. Ella que agarra la olla de la lumbre y yo que corro, pero me cayó el agua en las piernas; mire usté cómo me quedaron: como chicharrón. Entonces yo sí gritaba de lo que me dolía y después de mucho rato me llevó al doctor. Le decía puras mentiras, quesque yo había jalado la olla, ¿usté cree? Luego por muchos días yo no podía caminar y casi no me daba de comer. También ella se ponía borracha.

Un día llegó mi papá y, chale, sacó una pistola, dijo que nos iba a matar, venía bien borracho. Y que le dispara a mi mamá y yo que me echo a correr, y él que corre atrás de mí, y mi mamá venía gritando, y él que tiraba balazos, y yo patas pa’ que las quiero, me fui bien lejos. Ya luego encontré unos chavos que me vieron así como muy chiquito y me quedé con ellos.

Primero nos atajábamos debajo de un puente que está bien oscuro y luego ya encontramos otro lugar que no le voy a decir donde está, pero ahí estamos muchos. A veces andamos vendiendo chicles, a veces, pues sí, robamos o pedimos. Todos nos echamos aguas. Las niñas, unas venden chicles o lavan coches. Otras, ya sabe, le chambean de noche. Está la Rosy que dice que tiene trece años. Legó el año pasado y ella se fue porque su papá se la echaba y luego le hacía que se fuera con otros tipos y él se quedaba con la lana. Dice que así está mejor porque ahora ella se queda con la lana y ya no tiene que aguantar a su papá, dice que es un marrano. También está la Camelia que ya tuvo bebé. Ahí nació y, chale, todos lo vimos cuando nació. Eso fue hace mucho porque El Ratón, así le decimos, ya hasta camina.

Algunos sí le hacen a eso de las drogas y se ponen muy locos, pero yo no, no vaya usté a creer ¿pa’ qué quiero andar loco? A mí me gustaría ser policía. Si fuera policía dejaría a los chavos en paz y no les quitaba su dinero….

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Estos niños escapan a reglas disciplinarias denigrantes, pero, por desgracia, se incorporan a otras formas de esclavitud, como bandas, una vida controlada por las drogas, las mafias que someten a menores para corromperlos en prostitución, tráfico de drogas, etc.

… Para ellos, el concepto de familia no representa un elemento de arraigo y mucho menos factor de unidad. Si llegan a formar una familia van a reproducir los mismos esquemas deteriorados con los cuales subsistieron; con sentimientos de autodestrucción, abandono, incomprensión, baja autoestima y depresión. Generarán relaciones destructivas totalmente alejadas de lo que podría ser una verdadera familia y, por consiguiente, sus relaciones con el entorno serán violentas o con tendencias autodestructivas.

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