jueves, 17 de diciembre de 2015

Del Libro “Primero tu” de Gaby Vargas





Tu coeficiente de soledad

El doctor Russell, uno de los creadores de la Escala de la Soledad, de la UCLA, ha creado esta medida para determinar tu coeficiente de soledad.  Los resultados del test son muy similares a los rangos de la escala original (que la reservan sólo para investigación).  Contesta cada pregunta usando la siguiente guía:

Nunca = 1         Rara vez = 2         Algunas veces = 3        Siempre = 4

1.-  ¿Te sientes desafortunado (infeliz) haciendo cosas solo?
2.-  ¿Sientes que no tienes a nadie con quién platicar?
3.-  ¿Sientes que no toleras estar solo?
4.-  ¿Te sientes como si nadie te entendiera?
5.-  ¿Te encuentras solo esperando a que la gente te llame o escriba?
6.-  ¿Te sientes completamente solo?
7.-  ¿Te sientes incapaz de comunicarte con las personas que están a tu alrededor?
8.-  ¿Sientes necesidad de compañía?
9.-  ¿Sientes que te es difícil hacer amigos?
10.-  ¿Te sientes excluido por otros?

Puntuación:  suma tus respuestas.  El promedio de soledad general es de 20 puntos.  Un puntaje de 25 o más refleja altos niveles de soledad; 30 o más indican un nivel muy elevado de soledad y lo mejor es buscar ayuda profesional.


Para evitar la Antártica del alma

Así le llama Weiss al sentimiento de soledad, lo cual me parece muy descriptivo.  Aunque éste aparezca por causas externas, más allá del control de la persona – reubicación a una nueva ciudad, pérdida de la pareja, del trabajo, entre otras, puedes hacer algo para remediarlo.  Aquí presento algunas propuestas:
1.-  Esforzarse en salir de la casa, sólo para cambiar de aire, es un buen comienzo.
2.-  Procurar establecer comunicación con otras personas;  un comentario amable con el dependiente de la tienda puede suavizar lo duro del día.
3.-  Dado que la autoestima de quien se siente solo suele bajar, vale la pena probar cualquier cosa que eleve la auto-imagen – un entrenador personal, cambio de peinado, un nuevo atuendo o lentes de contacto morados.
4.-  Involucrarse con alguna causa social.  Esto puede ayudar a ver el mundo como un lugar más amable.
5.-  Unirse a alguna asociación o grupo de estudio que tenga un proyecto pero que no sea una actividad pasiva:  buscar acciones, tareas de actividad donde los participantes tengan algo que hacer y de qué hablar forzosamente.
6.-  Pedir pequeños favores a algún compañero de trabajo, algo así como que busque alguna información o pida a un vecino la típica taza de azúcar.  A través de los encuentros cotidianos es como, eventualmente, la persona puede encontrar esas conexiones que le hacen falta.
7.-  Por último, cuidar el lenguaje corporal y enviar señales positivas.  Evitar cruzar los brazos, fruncir el ceño o mostrar nerviosismo pues son hábitos que alejan a los demás.


Hay instantes para disfrutar de la soledad y son deliciosos, pero para la vida en general…. El uno es un número muy solo, ¿no crees?

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jueves, 10 de diciembre de 2015

Del Libro “Y colorín colorado este cuento aún no se ha acabado” de Odin Dupeyron




¿Sabes una cosa, Escritor? – dijo la Princesita con la boca llena de fresas.  Aunque a veces no lo tengo muy claro y aunque a veces me da un poco de miedo, salir de esa torre ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.  ¿Cómo me pude haber perdido de todo esto? ¿De la vida?
Sí, los árboles, el bosque, el cañón, la libertad.  Si lo pienso un poco, en realidad no tengo nada, no sé a dónde voy, no sé todavía lo que va a pasar con mi vida, pero me siento inmensamente feliz y satisfecha.

Estás aprendiendo a disfrutar lo que tienes.
Sí, de verdad que sí.
Y eso que casi no tenemos nada.
Va a sonar a texto barato de un panfleto de superación personal, pero …. Tengo la luna, el sol y las estrellas, tengo las nubes, tengo el aire que respiro, tengo un mundo entero en mis manos, tengo mis ojos y mis piernas, mi boca, mis oídos, mis manos, estoy viva y tengo todas las posibilidades.

Tienes toda la razón Princesa, suena a texto barato de un panfleto de superación personal… pero no deja por eso, de ser una verdad.
Recuerdo cuando era niña e iba a la escuela… ¡Me enseñaron tantas cosas!  Algunas importantes, otras no tanto, pero la mayoría de las cosas que me aprendí concienzudamente…. Ya se me olvidaron por completo.  Nunca, nunca me enseñaron que tenía una vida en mis manos, nunca me dijeron que de mí dependía todo lo que yo quisiera ser o hacer, que tenía un proyecto más importante que todo lo que pudiera aprender: mi vida.  Y hasta ahora lo estoy aprendiendo.



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