jueves, 20 de febrero de 2014

Del Libro “Aguántate” de Gary Morris…..





Vive un día a la vez

 No podemos cambiar el pasado;  sólo conservar  los  gratos recuerdos y ganar sabiduría de los errores cometidos. 
No podemos predecir el futuro;  sólo confiar y rogar  que suceda lo mejor, y creer que así será. 
Podemos vivir un día a la vez,  disfrutar el presente  procurando siempre convertirnos en una persona más amorosa y mejor.  

Karen Berry

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jueves, 13 de febrero de 2014

Del Libro “Francesco una vida entre el cielo y la tierra” de Yohana García….





Te voy a explicar que son el amor y el odio.  Amar es una tarea fuerte y de personas audaces;  los cobardes no se animan a amar, porque temen salir lastimados.
El amor nace desde el espíritu, luego pasa por la mente y por fin llega al cuerpo como último eslabón, para lograr la unión de las personas que se aman.
Amar es como subir una montaña empinada, con algunos caminos fáciles de transitar y otros llenos de obstáculos.  Llevas en la mano una lámpara encendida para que ilumine tu vida y para que te de algo de calor; vas subiendo, tratando de que el viento no apague la luz, y buscas reparo para que la llama no se apague.  Vas subiendo, con energía e ilusiones, por el sendero de la montaña, mientras el clima te acompaña y los olores de la naturaleza te elevan, y te vas preguntando qué se sentirá al llegar a la cima, con qué te encontrarás, qué sensación tendrás y dónde estará la paz.  Sin embargo, es mucho más placentero subir por la mañana que llegar a la cima, porque a veces llegar a la cúspide no nos satisface.  Estamos acostumbrados a que siempre nos falte algo, y esto nos hace muy poco agradecidos.
En cambio, el odio no da trabajo, sale solo;  es como estar arriba de la montaña, tirar una piedra y mirar hacia abajo para ver como cae, hasta llegar al pie de la montaña.
Seguramente habrás escuchado decir que del amor al odio hay un paso, y así es;  lo que amé, lo que fue importante para mí, si no responde en algún momento a mis expectativas, lo crucifico y lo transformo en odio;  total, no cuesta esfuerzo odiar; simplemente lo siento, no necesita paciencia ni cuidado.  El odio crece solo, crece con el paso de los días, más y más.
Todo lo que amé en el otro, cuando di algo y no tuve respuesta, ahora se convierte en rencor, en odio, y lo quiero ver de rodillas, pidiendo perdón por sus acciones.
Pero, aunque aceptara hacerlo, eso no te bastaría, porque todo ese odio no le llegó. Te llegó a ti, te envenenó la sangre y las palabras y condenó tus buenos momentos.
Y sigues echando la culpa de tu desdicha a quien crees que ha sido el responsable de haberte arruinado la vida.
Reconoce que tú le permitiste que te la arruinara.  No dejes que ese odio siga dentro de ti, porque tu maldición seguirá cayendo sobre tu vida.  Deja tranquilo a quien te dañó, para que tú te quedes tranquilo.
Deja que el infierno de sentimientos negativos que vive dentro de ti desaparezca, para que pueda quedar sólo un gran remanso que te deje respirar con toda el alma.
Debatirse entre el amor y el odio, entre la alegría y la tristeza, entre la certeza y la apatía, es seguir animando el fuego de tu propio infierno.
Amar, muchacho, amar, esa tarea que nos dejó nuestro Señor, parece fácil y, sin embargo, ¡cuesta tanto!
Debes perdonar a los que no te quieren, a los que te abandonan, pero debes hacerlo por ti, por tu paz;  puede ser que el otro necesite tu perdón, pero hazlo, sobre todo, por ti.
No te castigues sufriendo; no te lo mereces.  Puedes fracasar, sentirte derrotado, triste, y hasta aceptar, por un momento, sentirte así.  Mas es importante que sepas que siempre tienes otra oportunidad para ser, para hacer, para sentir.
No te aferres a lo que te hace sufrir, porque sufrirás más.
No siempre uno es sabio para hacer buenas elecciones, pero puedes seguir eligiendo siempre, porque eres libreTienes otra oportunidad cada vez que te propongas volver a empezar.


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sábado, 8 de febrero de 2014

Del Libro “Francesco una vida entre el cielo y la tierra” de Yohana García….





- Cuando era chico, me gustaba la música.  Trabajé y trabajé hasta que me pude comprar mi primer instrumento; luego aprendí  a ejecutar mis melodías preferidas, y fue pasando el tiempo hasta que lo hice cada vez mejor.
A pesar de que era muy feliz con mi querido saxo, no creía que podría llegar a ser famoso.  En el fondo, tenía miedo de tener compromisos y de no poder cumplirlos.  Me fui limitando tanto que terminé dejando el saxo en un armario, y fue otra cosa más que jugó en mi contra.  Para mí la música era un bálsamo, mi cable a la tierra.
Pero había algo que me molestaba y era que mi familia no reconocía mi talento para la música, y yo necesitaba mucho el reconocimiento de ellos;  en cambio tenía la admiración y la aceptación de gente más ajena a mí.

- Bueno, eso muy común.  Muchas veces, en su casa, uno deja escapar la peor parte de su personalidad: después de todo, uno no tiene que hacer cumplidos, ni sonreír si no tiene ganas.   Para los que viven contigo, es natural todo lo que haces y, por más que acepten y valoren tus virtudes, es probable que no te lo hagan saber.
Acepta que, el que tiene que reconocerse y valorarse eres tú mismo.

Uno transmite al otro lo que cree que es.
Si crees ser un sol, lo iluminarás con tus rayos.  Si crees que eres tormenta, el otro verá los nubarrones y no se te acercará.

Tú eres un ser especial.  Nadie puede ver como eres realmente, porque no te conocen de verdad.

Tú eres valioso porque eres parte de Dios y debes ser el primero en reconocer cómo eres y el primero en tenerte fe y en amarte.

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