jueves, 30 de abril de 2015

Del Libro “Caldo de Pollo para el Alma” de Jack Canfield y Mark Victor Hansen




Vayamos a capturar insectos con más frecuencia



Una tarde de otoño salí corriendo de la universidad donde daba clases rumbo a casa.  Preparé una cena rápida, amenacé a mi hija de nueve años, Christi, para que se apresurara y terminara su tarea  “o de lo contrario….”, y reprendí con seriedad a Del, mi esposo, por dejar sus zapatos sucios sobre la alfombra.  Luego aspiré desesperada la alfombra de la entrada porque un grupo de prestigiadas damas pasaría a recoger ropa usada en buen estado para una buena causa;  más tarde, un estudiante graduado iría a nuestra casa para trabajar en una tesis muy importante – una que estaba segura haría una acertada contribución a la investigación.

Al detenerme a tomar un respiro escuché a Christi platicando con una amiga en el teléfono.  Sus comentarios fueron algo así:  “Mamá está limpiando la casa porque algunas damas que ni siquiera conocemos van a venir a recoger ropa vieja usada…. Y un estudiante de la universidad viene a trabajar en una tesis… no, no sé qué es una tesis… sólo sé que mamá no está haciendo nada importante…. Y no irá a capturar insectos conmigo”.  
Antes de que Christi colgara el teléfono, yo me había puesto un pantalón y unos tenis viejos, había convencido a Del para que hiciera lo mismo, había colocado en la puerta una nota para el estudiante diciéndole que volvería pronto, y había colocado la caja con ropa usada en la terraza del frente con una nota que decía que Del, Christi y yo habíamos ido a capturar insectos.



                                                               Doctora en filosofía Bárbara Chesser

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jueves, 23 de abril de 2015

Del Libro “Primero tu” de Gaby Vargas






Los beneficios de Leer


v       Leer activa tu mente.  A diferencia de cuando te sientas frente a la televisión y te quedas          hipnotizado, leer hace que uses tu cerebro.  No importa si se trata de una novela, un cuento o lo que  sea;  leer provoca encontrarte con muchas ideas, lugares, cosas o emociones desconocidas.  Esto te  obliga a usar la razón, la materia gris del cerebro, para pensar y ser más inteligente.
v       Leer mejora tu vocabulario.  No sólo porque tu abanico de palabras se amplía, se enriquece, sino que mejora tu gramática y ortografía.
v      Viajas a otros lugares y culturas.  A través de un libro viajas no sólo al pasado, al futuro y al otro  lado del mundo, aprendes estilos de vida y costumbres, sino que también viajas al interior del alma,  del cerebro de las personas, de sus emociones, sus experiencias y sus historias.
v       Mejora tu concentración.  Leer un libro requiere que enfoques tu mente más tiempo del que  requiere leer una revista o un correo electrónico;  como un músculo, tu cerebro se fortalece y tu  concentración mejora.
v      Mejora tu autoestima.  Entre más lees, más sabes.  Entre más sabes, la confianza en ti mismo  aumenta.
v      Mejora tu memoria.  Ya sabes que la memoria es como un músculo:  si no la usas, la pierdes.   Como leer requiere acordarte de detalles, hechos, temas, caracteres, sitios, etcétera, tu capacidad de  retención se fortalece.
v      Mejora tu creatividad. Leer sobre la diversidad de la vida te expone a nuevas ideas e información,    que te ayudan a desarrollar el lado derecho del cerebro.
v      Siempre tienes tema de conversación.  Las posibilidades de compartir temas y conocimientos se  vuelven ilimitadas.
 Leer te conecta, amplía tu horizonte, te acerca a ti mismo, expande la mente, la memoria y el gozo.   ¿Por qué no leer más?   
 Date ese ratito en el día o por las noches, en una deliciosa posición horizontal para sumergirte en el  silencio de un mundo atemporal, ajeno a la realidad exterior y a salvo de todo, al menos por un lapso.
 Te invito a apagar la televisión para disfrutar de ese rato de lectura, sin el peso de tratar de conciliar  el sueño tras haberte enterado de las últimas violencias y catástrofes en el mundo.  Asimismo, motiva  a tus hijos a que lean.  La peor forma es imponerlo.  Se predica con el ejemplo, así que si tú lees, será  más fácil que les pidas que lean y puedes contarles historias, cuentos y lugares encantados, que  surgen de los libros y de la imaginación.  Limita su tiempo en los juegos electrónicos porque crean  una adicción estéril y negativa que los desconecta, los aleja de sí mismos, de la realidad y les llena  de violencia la mente y la imaginación.  Cultiva la lectura y, sin duda, ¡vivirás mejor!

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jueves, 16 de abril de 2015

Del Libro “En honor a la verdad” de Martha Alicia Chávez…..



Las Culpas Familiares


De Alejandro Jodorowsky escuché un interesantísimo análisis al respecto.  El propone que hay cinco culpas existenciales-familiares que impactan fuertemente la vida de los seres humanos:   
     a)       La culpa por haber sido una carga para la familia.
     b)      La culpa por “irse” (¿quién va a acompañar, cuidar, apoyar, etc?)
     c)       La culpa por ser “traidor” (pensar o ser diferente de la familia)
     d)       La culpa por ser fundamentalmente “malo” (por ser diferente del resto de la familia, por no ser lo       que ellos quieren que seas).
     e)      La culpa por sobrepasar al padre o a la madre (tener mejor relación de pareja que ellos, ser felices       cuando ellos no lo han sido, ser capaz de hacer más dinero de lo que el padre ha podido, etc).
Quiero ahondar en este espacio acerca de las tres últimas:  un día llegó a mi consultorio una mujer de 34 años, muy deprimida y confundida.  Hacía ocho meses que había regresado de Europa, donde vivía una vida que ella definió como “de cuento de hadas”.  Estaba casada con un exitoso, generoso, bueno, inteligente y atractivísimo europeo.  Tenía también un alto y muy bien remunerado puesto en una importante empresa transnacional y el dinero, la salud, los viajes, las fascinantes experiencias, la felicidad y muchos sueños realizados eran parte de su vida cotidiana.
Sin embargo, su vida de cuento de hadas se veía ensombrecida cada vez que llamaba por teléfono a su constantemente deprimida madre, quien la ponía al tanto de todo lo que sucedía a los miembros de la familia por acá en su país:
¡Ay hija!, ¡estoy tan deprimida otra vez;  no he tenido ánimos de levantarme de la cama en toda la semana!  Tu hermano está bebiendo otra vez y lo despidieron del trabajo de nuevo, el pobre no tiene dinero ni para la renta.  Tu hermana seguramente ahora sí se va a divorciar, porque ese maldito otra vez la golpeó y al parecer anda de nuevo con otra.  Yo no puedo ni dormir de la preocupación.  ¡Ah hija!.... puros problemas….!  Y tú  ¿Cómo has estado?
Imagínate, después de eso, lo difícil que resulta para cualquiera responder: “ ¡Muy bien!” y platicar todas las maravillas que le están sucediendo en la vida.  Pero esta sensación de culpa por “lo bien que a mí me va y lo mal que a ellos les va”  es generalmente imperceptible en el nivel consciente, por eso es difícil reconocerla para hacernos cargo de ella antes de que nos lleve a auto sabotearnos, echándonos a perder lo bueno que tenemos en la vida.
Así sucedió con mi paciente.  Después de tres años y medio de su vida de cuento de hadas, un día, sin más ni más, dijo a su marido de cuento de hadas:  “Me quiero divorciar.  Voy a regresar a mi país”.  Su atónito esposo no podía entender su decisión y le preguntó una y otra vez el porqué.  Yo también le pregunté y me respondió:  “No lo sé, Martha.  No sé por qué renuncié a mi maravilloso trabajo y dejé a mi maravilloso marido”.  ¡Porque eso fue lo que hizo!
La razón fue la siguientela culpa inconsciente por estar “traicionando” a su familia llegó a ser tan insoportable, que dejó todo lo bueno que tenía y regresó con su madre a deprimirse también y a acostarse en una cama al lado de ella.  Ahora estaba deprimida, sin dinero, preocupada e infeliz como el resto de la familia…. ¡qué solidaridad!
Afortunadamente trabajamos con su culpa para que fuera capaz de entender que cada miembro de su familia era responsable de la clase de vida que tenía y podía trabajar en cambiarla, para que descubriera cuál era la forma “sana” de ayudarlos y para que se pudiera dar a sí misma el permiso de ser feliz, de utilizar todo su potencial y crear y disfrutar todo lo bueno que podía tener en su vida, empezando por su maravilloso marido, quien la llamaba constantemente para decirle que la amaba y pedirle que recapacitara y regresara.  ¡Por fortuna lo hizo!
Conozco a un joven profesional que es también un claro ejemplo de este tipo de culpa.  El posee un talento impresionante;  sin embargo, desde hace unos siete años está constantemente en la ruina.  Antes de entrar en este bache, había conseguido un excelente trabajo con grandes oportunidades de seguir creciendo en la empresa y con un jugoso salario.  Rentó una preciosa casa en una muy buena zona de la ciudad y compró un coche nuevo.
Su familia de origen está conformada por cinco fracasados y atormentados hermanos y unos padres por el mismo corte.  Todos viven aglutinados en la misma y nada bonita zona de la ciudad, uno al lado de otro, a la siguiente cuadra o a la vuelta y cada uno tiene un viejo y deterioradísimo coche.  
La presión inconsciente por estar “traicionándolos” por ser el exitoso de la familia fue más fuerte que su tremendo potencial y su gran motivación por crecer profesionalmente.  De modo inconsciente se auto saboteó haciendo todo lo que pudo, para echar a perder esa gran oportunidad, cometiendo toda clase de errores y tomando absurdas y tontas decisiones hasta que fue despedido del trabajo.
Dejó su hermosa casa porque no pudo seguir pagando la renta, vendió su coche nuevo para solventar gatos urgentes, compró uno viejo y deteriorado y se fue a vivir a esa zona de la ciudad donde vive su familia, a una casa al lado de su hermana.  Y ahí sigue, metido desde hace siete años en ese agujero de fracaso, acompañando al resto de la familia.
Esa culpa inconsciente por traicionar a la familia ocurre también en relación con otros aspectos, por ejemplo:  si la madre ha sido infeliz en su matrimonio, la hija no se permite ser feliz en el suyo e inconscientemente hace toda clase de cosas para crear problemas, o echar a perder las vacaciones o la relación.  El hijo varón puede sentirse culpable porque su padre pasó la vida con un bajo sueldo y un arduo trabajo, y él ha sido capaz de crear un próspero negocio o conseguir un alto y bien remunerado puesto.
Cuando no es consciente esa culpa por haber creado unas condiciones de vida mejores que otros a nuestro alrededor, muy probablemente nos autocastigaremos de una y mil formas.  Un amigo me comentó que cada vez que compra un coche nuevo, el primer día tiene un tremendo dolor de cabeza que no se le quita con nada.  Un paciente descubrió que las únicas ocasiones en que por accidente le da un “golpecito” o un raspón a su coche es cuando está estrenando alguno, como para que no esté ¡tan bonito!  Otra paciente solía sentirse tan culpable cada vez que se iba de vacaciones, que invariablemente se enfermaba, como para no disfrutar tanto.
Cuando echamos a perder lo bueno que tenemos en la vida para solidarizarnos con el sufrimiento o fracaso de nuestros seres queridos, no les hacemos ningún bien, ni nos lo hacemos a nosotros.  Es como si creyéramos que para apoyar a alguien con sida o con cáncer, tenemos que adquirir la enfermedad con el fin de ayudarlos.
La verdad es que cuanto más sanos y felices seamos, mejor podremos servir a otros.  Cuanto más dinero, armonía, éxito, logros, júbilo y salud tengamos, más útiles seremos para colaborar en la solución de los problemas del mundo, de la forma en que cada uno esté destinado a hacerlo.
Este mundo necesita gente feliz, rica, sana, exitosa y muy luminosa para salir adelante.
 

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jueves, 9 de abril de 2015

Del Libro “Primero tu” de Gaby Vargas




 ¿Que tienen las personas atractivas?


Según las investigaciones de la británica Peta Heskel, experta en el tema, ésta es la lista de lo que hace a una persona muy atractiva:

   -    Se gusta a sí misma.
   -    Sabe qué quiere y lucha por lograrlo.
  - Es positiva y alegre.
    -    Confía en sí misma sin ser arrogante.
     -   Es capaz de abrirse y mostrar su vulnerabilidad.
   - No depende de los demás para ser feliz.
      -   Disfruta de la aventura de su vida, no sólo la ve pasar.
      -   Está satisfecha y completa con lo que hace, no importa si se trata de barrer calles o practicar la medicina.
      -  Es emocional y espiritualmente madura.
    -   Tiene un sistema de creencias y de valores que inspira optimismo, emoción y determinación.
    -   Posee un fuerte sentido de la integridad y sabe lo que debe hacer.
     -   Se puede reír de sí misma.
    -   Se preocupa y hace cosas por los demás.
   -   Es capaz de deslizarse sobre las olas más fuertes del océano.
    -  Ve el potencial en los demás.
  - Siempre habla bien de la gente.
   -   Es leal y considerada.
   -   Tiene habilidades sociales.
   -   Se mueve y habla de manera elegante.
     -  Es excitante estar con ella.
  -  Es sexualmente madura y segura de sí misma.
    -   Tiene una cualidad casi hipnótica de “sígueme”, por eso es líder.
    -   Es muy flexible y fácilmente puede adaptarse a los otros sin dejar de ser.
    -  Da la impresión de que consigue lo que quiere sin esfuerzo.
   -   Experimenta el fracaso como una lección en el camino al éxito.
   -   Confía en su intuición.
    -  Su cuerpo refleja todo esto, con calma y una disposición desinhibida frente a la acción.
De entrada, esta lista nos intimida, y nos lleva a cuestionar: “¿Tengo algo de esto?”  Y la verdad es que todos tenemos este potencial y más, porque contamos con un gran aliado: el cerebro, que hará lo posible por hacer lo que le ordenemos.

Recurro a Norman Vincent Peale, que dice: “Formula y graba en tu cerebro, de manera indeleble, una imagen de ti mismo como una persona atractiva.  Sostén esta imagen tenazmente.  Nunca permitas que se escape.  Tu mente buscará que esa imagen se haga real.” 


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jueves, 2 de abril de 2015

Del Libro “¿Quién te llorará cuando mueras?” de Robin S. Sharma….



Deja de condenar 


Como ocurría con el vicio de quejarse, del que he hablado antes, es fácil caer en el hábito de condenar a los demás, incluso a nuestros seres más queridos.  Criticamos la manera de comer de alguien o su manera de hablar.  Nos concentramos en los más mínimos detalles y encontramos defectos en todos.  Pero aquello en lo que nos centramos crece.  Y si continuamos centrándonos en alguna pequeña flaqueza de alguien, esta crecerá en nuestro pensamiento y acabaremos percibiéndola como un grave defecto.

¿De verdad te gustaría vivir en un mundo en el que todos mirasen, actuasen y pensasen exactamente como tú?  Sería un lugar bastante aburrido.  Para llevar una vida más feliz y pacífica, empieza por comprender que la riqueza de nuestra sociedad nace de su diversidad.  Lo que convierte las relaciones, comunidades y naciones en grandes no son las cosas que tenemos en común, sino las diferencias que nos hacen únicos.  En vez de buscar aspectos que criticar en quienes te rodean, ¿por qué no empiezas a respetar las diferencias?

Con frecuencia advertimos en los demás los defectos que deberíamos trabajar en nosotros mismos.  Deja de echar culpas y condenar.  Acepta toda la responsabilidad de cómo están las cosas y resuélvete a esforzarte por cambiar tú antes de intentar cambiar a los otros.  Esa es la verdadera medida de una persona de carácter fuerte.  Como dijo Erica Jong:  “Toma tu vida en tus manos y…. ¿Qué sucede?  Algo terrible:  no hay nadie a quien culpar”. 



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