jueves, 2 de abril de 2015

Del Libro “¿Quién te llorará cuando mueras?” de Robin S. Sharma….



Deja de condenar 


Como ocurría con el vicio de quejarse, del que he hablado antes, es fácil caer en el hábito de condenar a los demás, incluso a nuestros seres más queridos.  Criticamos la manera de comer de alguien o su manera de hablar.  Nos concentramos en los más mínimos detalles y encontramos defectos en todos.  Pero aquello en lo que nos centramos crece.  Y si continuamos centrándonos en alguna pequeña flaqueza de alguien, esta crecerá en nuestro pensamiento y acabaremos percibiéndola como un grave defecto.

¿De verdad te gustaría vivir en un mundo en el que todos mirasen, actuasen y pensasen exactamente como tú?  Sería un lugar bastante aburrido.  Para llevar una vida más feliz y pacífica, empieza por comprender que la riqueza de nuestra sociedad nace de su diversidad.  Lo que convierte las relaciones, comunidades y naciones en grandes no son las cosas que tenemos en común, sino las diferencias que nos hacen únicos.  En vez de buscar aspectos que criticar en quienes te rodean, ¿por qué no empiezas a respetar las diferencias?

Con frecuencia advertimos en los demás los defectos que deberíamos trabajar en nosotros mismos.  Deja de echar culpas y condenar.  Acepta toda la responsabilidad de cómo están las cosas y resuélvete a esforzarte por cambiar tú antes de intentar cambiar a los otros.  Esa es la verdadera medida de una persona de carácter fuerte.  Como dijo Erica Jong:  “Toma tu vida en tus manos y…. ¿Qué sucede?  Algo terrible:  no hay nadie a quien culpar”. 



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