sábado, 23 de enero de 2021

 

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 


81.-  Para lograr una transición plena y legar la responsabilidad a una nueva generación hay que atreverse a tomar decisiones heroicas a tiempo, decisiones que, aunque sean difíciles, garanticen la paz familiar y la continuidad empresarial. 

 

82.-  Ante un problema, siempre sigo cuatro pasos fundamentales:  ver, analizar, juzgar y, sólo después de pensar, plantear soluciones concretas.

 

83.-  Sólo un consejo le di a Daniel cuando tomó la dirección del grupo:  que el director de personal le reporte siempre directamente a él, sin intermediarios.

 

84.-  Soy un defensor de la mujer, me opongo rotundamente a quienes piensan que contratarlas es comprar un problema.

 

85.-  Considero anacrónica y obsoleta la geometría política de izquierda y derecha.  Soy una extraña mezcla de conservadurismo, liberalismo y socialismo, un hombre que desconfía de todos los mesianismos, sin importar el color, la tendencia o la religión.  Cualquier extremismo o dueño de la verdad me parece nefasto para la humanidad.

 

86.-  A la humanidad le ha costado mucho salir de la barbarie y, si somos responsables, deberíamos pugnar por no retornar a ella.  Los medios e Internet se han vuelto un poder demasiado grande para la democracia y ésta no sobrevivirá si no limita los abusos de este poder.

 

87.-  Censurar es tabú, es políticamente incorrecto, pero no dar límites a la libertad de expresión es una de las paradojas más reveladoras de la fragilidad de la democracia.

 

 

88.- Aun en las circunstancias más negras de la vida, siempre hay atajos de crecimiento que se pueden aprovechar si hay inteligencia, creatividad, optimismo y capacidad de análisis.

 

 

89.-  Cuando necesitaba un aliado para alguna causa, siempre buscaba a colegas que estuvieran ocupados, muy atareados.  Quien ha logrado cumplir metas, sabe organizarse con disciplina, trabajo, liderazgo y creatividad, es gente que puede volver a emprender sin dificultad.

 

 

90.-  El éxito no lo coloca a uno en una cumbre, hay que temerle.

 

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 Del Libro “EL  ESCLAVO”  de  Anand Dílvar

 



Estimado Amigo:

 Me llamo amigo porque eso es lo que quiero ser conmigo mismo ahora.  Por mucho tiempo yo fui mi peor enemigo, de hecho, fui mi único enemigo.

Fui yo el que permitió que el miedo dominara mi vida.  Fui yo el que se aferró a las penas del pasado para llenar mi presente de sufrimiento.  Era mi propia voz la que escuchaba en mi cabeza y que me convencía de no merecer lo bueno, y me hacía sentir menos que los demás. 

Fui yo mismo el que me llené de inseguridades y dudas, de celos y resentimientos.  Fui yo mismo el que me juzgué y me critiqué en todo lo que hacía.  Yo mismo afecté mi salud y mi bienestar, y fui yo mismo el responsable de los problemas de mi vida.  En mi estaba la solución y en mi estaban todas las respuestas.

Fui yo mismo el acusado, el juez y el verdugo de mi propia vida.  Yo mismo dicté las sentencias y yo mismo me impuse los castigos.

Y, sin embargo…  hoy me perdono todo, porque me doy cuenta que siempre hice lo mejor que pude.  Comprendo que fui un ser sensible y vulnerable como lo son todos los seres humanos y que las experiencias de mi vida moldearon mi personalidad.  Hoy rechazo la culpa que siento por mis errores, ya que en nada ayuda y nada soluciona.

Aprendí tarde  que yo era capaz de cambiar mi vida a pesar de mis heridas y de las situaciones que me rodearon.  Tarde comprendí que yo era mi propio dueño, que mis pensamientos moldearon mi existencia, que no era un esclavo de las circunstancias y que en mi estaba el poder de mejorar, de cambiar y de vivir en armonía.

Puedo ver ahora que mi vida fue maravillosa a pesar de las pérdidas y heridas que todos compartimos.  Agradezco la oportunidad que tuve de ver, de oír, de sentir, de saborear, la oportunidad de compartir con otros mi vida y la oportunidad de amar a mis semejantes.

Hoy me deshago de viejos resentimientos hacia otros y hacia mí mismo.

Hoy rompo las cadenas con las que yo mismo me até.

Hoy me libero del miedo y la culpa.

Hoy me perdono por todos mis  errores.

Hoy admito que nadie tiene control sobre mis pensamientos.

Hoy admito que nadie tiene control sobre mis sentimientos.

Hoy me declaro libre de todas mis heridas.

Hoy es un buen día para morir.

Me quiero.

 

Atentamente,

La persona más importante de mi vida.

 

Al terminar de redactar estas cartas en mi mente, me sentí liberado, aun cuando sabía que no tendría la oportunidad de escribirlas ni de entregarlas a sus respectivos destinatarios.

- La decisión de dejar atrás la culpa y el resentimiento es algo que tiene que ver contigo y no tanto con los demás – comentó mi guía –  Cuando decides perdonar, eres tú el que se libera y el que se deshace de la pesada carga del rencor.

Mucha gente vive cargando un costal en la espalda.  Un costal lleno de ofensas del pasado, de rencores, de culpas, de resentimientos, de heridas, de amores fallidos, de desilusiones, de corazones rotos, de infidelidades, de miserias…

- Muchos dicen que todos tenemos una cruz que cargar – le interrumpí.

-  ¡¿De dónde sacaron esa idea?!  Ellos mismo se pusieron la cruz a cuestas aferrándose al pasado y es de ellos la decisión de dejarla en el momento que quieran.  Nadie les ha pedido que sufran.

- Dicen que tienen que pagar lo que reciben – comenté.

- ¡ ¡ ¡ Eso está peor ! ! !  ¿A quién tienen que pagárselo?  Y además, ¿lo tienen que pagar con sufrimiento?  Se les olvida que la vida es generosa con sus hijos, y que el amor que reciben es incondicional, que se les da sin esperar nada a cambio.  Tal y como reciben todo lo que necesitan las plantas, lo animales y todas las criaturas del mundo.


jueves, 7 de enero de 2021

Del Libro “Los SIETE PODERES” de Alex Rovira Celma

 

Del Libro  “Los  SIETE PODERES”  de  Alex Rovira Celma



- Tener esperanzas es arriesgarse a perderlas;  amar es arriesgarse a no ser correspondido; invertir es arriesgarse a perder; comprometerse es arriesgarse a no lograrlo… En definitiva, vivir es arriesgarse a morir.  Si no arriesgamos nada, es probable que evitemos sufrimientos y preocupaciones, pero no aprenderemos, no sentiremos, no cambiaremos, no amaremos, no creceremos, no prosperaremos ni viviremos.  ¡Sin arriesgarnos, nos encadenamos a nuestro propio miedo al fracaso!  Es así como nos convertimos en esclavos de nuestra falsa seguridad y perdemos la verdadera libertad.

 

  Anduvo largo rato y, mientras caminaba, pensaba:   “Confianza y bondad van de la mano, ya que al confiar renunciamos momentáneamente a todo control, nos abandonamos y nos exponemos a lo imprevisto, a la incertidumbre.  Sabemos que no lo podemos controlar todo y necesitamos del otro.  Pero confiar y asumir riesgos es la única forma de descubrir los límites de lo posible y realizar lo aparentemente imposible”.

 

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