jueves, 24 de febrero de 2022

Del libro “El contador de historias” del Dr. Camilo Cruz - El perro quejumbroso

 

Del libro “El contador de historias”  del  Dr.  Camilo Cruz


El perro quejumbroso


Un forastero llegó a la casa de un viejo labrador.  Junto a la puerta se encontraba sentado uno de sus perros.  Era evidente que algo le molestaba, ya que ladraba y se quejaba sin parar.  Después de unos minutos de presenciar su evidente estado de incomodidad y dolor, el visitante le preguntó al granjero qué le estaría sucediendo al pobre animal.

“No se preocupe ni le preste atención”, respondió este sin mostrar mayor preocupación.  “Ese perro lleva varios años en las mismas”.

“Pero… ¿nunca lo ha llevado a un veterinario a ver qué le estará sucediendo?  Mire que puede ser algo grave”, señaló el visitante visiblemente consternado por el lamentable estado del animal.

“Ah no, no hay nada de qué preocuparse; yo sé qué es lo que le molesta.  Lo que sucede es que es un perro perezoso”.

“¿Y qué tiene eso que ver con sus ladridos?”, indagó al no entender la relación entre la flojera del animal y sus lamentos.

Vera usted, ocurre que, justo donde está acostado, se encuentra la punta de un clavo que sobresale del piso y lo pincha y lo molesta cada vez que se sienta ahí; por eso, sus ladridos y quejas”.

“Pero… ¿por qué no se mueve a otro lugar?”

“Porque, seguramente, el clavo lo molesta lo suficiente como para quejarse, pero no lo suficiente como para moverse”.

 

 

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Cuando trabajamos con otros, ya sea fijando nuevas metas de ventas con nuestros empleados, asignándole un proyecto a un grupo de estudiantes, guiando a nuestros hijos en cualquiera de las etapas de su vida o ayudándole a un nuevo empresario a dar los primeros pasos en su negocio, tarde o temprano nos encontramos con algún perro quejumbroso –personas que se quejan por todo; -  tienen mil excusas para no hacer nada, no le ven solución a ningún problema, pero parecen siempre encontrarle mil problemas a cada solución que les propongamos.  Se han acostumbrado a jugar el papel de víctimas y dan la impresión de estar más interesadas en buscar culpables que en encontrar respuestas.  Esto hace que anden siempre a la defensiva y que cualquier mención que hagamos sobre su pobre actitud la perciban como un ataque personal.  En tales circunstancias, la tensión es alta y, a menos que hagamos algo drástico, la comunicación no prospera.

Una historia como esta puede hacer que ellas bajen la guardia un poco, que abran su mente y consideren si a lo mejor no están actuando como el lastimero protagonista de nuestro relato.  La terca actitud del perro nos confronta con el peor enemigo del éxito: el conformismo.  El obstinado animal ha terminado por conformarse con su sufrimiento.  Gime y ladra sin consuelo para dejarle saber a todo el mundo sobre su dolor e incomodidad, pero no está dispuesto a moverse un centímetro para solucionar su problema.

 

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jueves, 17 de febrero de 2022

 

Del libro “Educar el carácter” de Alfonso Aguiló

 

Desconfiados y resentidos

 


Muchas personas tienen un profundo convencimiento de que en el mundo todo es egoísmo y mezquino interés.

Y como ellos así lo piensan, les parece que lo normal y lo corriente es que todos los humanos sean también egoístas de muchísimo cuidado.

Viven así una vida empobrecida, parece como que miran siempre de reojo.  Son desconfiados.  Es algo casi enfermizo.

No hace falta insistir en lo negativo de ese planteamiento para la educación del carácter de los hijos.  La familia debe vivir en un clima de generosidad y confianza, de prestar ayuda siempre, de no llevar cuenta de los favores, de no pensar en si alguien es merecedor de un servicio, de no tener en cuenta si nos lo va a devolver o agradecer.

Hay padres y educadores que empujan habitualmente a desconfiar, y cometen un grave error.

-          Bueno, pero tampoco hay que pensar por el otro extremo, porque pueden efectivamente hacerles unos ingenuos y que todo el mundo les engañe y nunca espabilen…

Tendríamos que volver a hablar del equilibrio famoso… Ese peligro también existe, pero creo que es bastante menor que su contrario y, además, es más fácil de corregir.  Repasemos algunas ideas para facilitar un clima de confianza en la familia.

 

·         Más vale ser engañados alguna vez por los hijos que educarlos en un clima de desconfianza o de control policíaco.

·         Yo perdono, pero no olvido, dicen algunos.  En muchos casos, eso probablemente no sea perdonar, sino un refinado sucedáneo de resentimiento.

·         Las listas de agravios que guardan celosamente algunas personas, esclavas de sus viejos rencores.  En lugar de dedicarse a vivir, parece que se recrean en recordar lo malo de sus vidas para sufrir doblemente.

·         Se dice que para quien tiene miedo todo son ruidos, y es verdad:  para el que desconfía, todo son maniobras para aprovecharse de él.  Sin embargo, las más de las veces son fruto de su imaginación; y es su miedo quien les angustia:  no han logrado descubrir la maravilla de la confianza, son hombres solitarios de espíritu.

·         Confianza en los demás, para poder perdonar: perdonar es ser generoso en conceder oportunidades de enmendarse.

·         A veces somos rígidos porque estamos inseguros, porque no nos lanzamos a educar en la confianza.  Y la confianza es un gran medio de unidad y de educación.

La desconfianza está detrás de los resentidos que, después de recibir una herida, están decididos a no volver a confiar.  Detrás de los solitarios, de los desamorados.  De los viejos que se esconden desconfiados porque piensan que ya no valen para nada y todos les desprecian.  De los enfermos que temen que nadie les comprende.  De los jóvenes que ven a los mayores como gente que jamás les podrán entender.  De los tímidos, que se encierran dentro del propio corazón por miedo a abrirse.



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Del libro “Manual del guerrero de la luz” de Paulo Coelho” - Apariencias

 

Del libro “Manual del guerrero de la luz”  de Paulo Coelho”

 



“Es curioso – comenta para sí el guerrero de la luz -. Cuanta gente he conocido que en la primera oportunidad intenta mostrar lo peor de sí mismo.  Esconden la fuerza interior detrás de la agresividad; disfrazan el miedo a la soledad con aires de independencia.  No creen en su propia capacidad, pero viven pregonando a los cuatro vientos sus virtudes.”

 

El guerrero lee estos mensajes en muchos hombres y mujeres que conoce.  Nunca se deja engañar por las apariencias y permanece en silencio cuando intentan impresionarlo.  Pero usa la ocasión para corregir sus propios fallos, ya que las personas son siempre un buen espejo.

 

Un guerrero aprovecha toda y cualquier oportunidad para enseñarse a sí mismo.


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