lunes, 31 de mayo de 2021

Del Libro “No te preocupes, ¡enfádate si quieres! De Ajahn Brahm

 

Cara de camello

 



 

En ocasiones, algunas personas se enfadarán contigo.  Incluso tus seres queridos.  Nos ocurre a todos.  ¡Algunos incluso se enfadan con el Buda!  ¿Qué puedes hacer cuando estás en el punto de mira de la rabia de otro? La respuesta se puede encontrar en la siguiente historia.

Un marido estaba disfrutando de una tarde de descanso en su casa,   Su mujer estaba ocupada preparando la cena cuando se dio cuenta de que andaba escasa de huevos.

-  ¡Oh, querido!  – dijo –. Querrías ir al mercado y comprar unos huevo que me hacen falta?

- Claro, cariño  – respondió diligente el marido.

Aquel hombre nunca antes había ido al mercado a comprar, así que su mujer le dio dinero, le entregó una cesta y le indicó que el puesto de los huevos estaba en el centro del mercado.

Cuando entraba en el mercado, un hombre se le acercó y le dijo en alta voz:

- ¡Hola, cara de camello!

- ¿Cómo? – respondió el sorprendido marido –. ¿A quien está llamando cara de camello?

Pero eso solo sirvió para estimular más al joven que empezó a insultar al marido de forma todavía más agresiva.

- ¡Eh, Aliento –de- murciélago!  ¿Usaste mierda de perro para afeitarte esta mañana?  ¡Que las pulgas de un millar de perros callejeros infesten tus sobacos!

Lo peor de todo era que el marido estaba siendo insultado a gritos en público, en medio del mercado, sin que hubiera hecho nada malo en absoluto.  Estaba tan disgustado y avergonzado que se dio media vuelta y salió de allí tan rápido como pudo.

- ¡Qué pronto has vuelto, querido! – le dijo la esposa a su regreso –. ¿Compraste los huevos?

- ¡No! – resopló el marido –. ¡Y no me pidas nunca más que vaya a ese incivilizado, detestable y grosero pozo de mierda que es el mercado!

Ahora bien, el secreto de un matrimonio duradero es saber cómo alisar las plumas encrespadas de tu pareja cuando acaba de pasar por una experiencia desagradable.  Así que su mujer lo consoló y lo apaciguó  hasta que el termómetro interior de su corazón registró una temperatura más  aceptable.  Entonces ella le preguntó suavemente qué aspecto tenía aquel joven.

- ¡Oh, es él! – dijo su mujer riendo entre dientes –. Hace lo mismo con todo el mundo.  ¿Sabes?, cuando era niño, se cayó y se dio un golpe en la cabeza.  Sufrió un daño permanente en el cerebro y desde entonces se ha quedado trastornado.  Pobre chico, no pudo ir a la escuela, no pudo hacer amigos, no puede encontrar un trabajo, ni encontrará una chica con la que casarse y tener una familia.  El pobre está loco de remate. Insulta a todo el que encuentra.  No te lo tomes como algo personal.

Cuando el marido escuchó la explicación, su indignación desapareció.  Ahora sentía más bien compasión por el joven.

Su mujer advirtió el cambio de actitud y le dijo:

- Querido, sigo necesitando los huevos.  ¿Te importaría …?

- Claro que sí, cariño – respondió el marido y volvió al mercado.

El joven lo vio acercarse y le gritó:

-¡Eh, mirad quién viene! ¡El viejo cara de camello ha regresado con su aliento de murciélago! ¡Tapad vuestras narices! ¡Una mierda de perro con patas entra en nuestro mercado!

Esta vez, el marido no estaba enfadado.  Caminó directamente al puesto de huevo con el joven siguiéndolo, aullando sus insultos.

- No le haga caso – dijo la vendedora de huevos – Se  pone así con todo el mundo.  Está loco.  Tuvo un accidente de niño. 

- Sí, ya sé.  Pobre muchacho – respondió el marido mientras pagaba los huevos.

El joven siguió al hombre hasta el límite del mercado, gritándole cada vez más obscenidades.  Pero esta vez el marido no se alteró, pues sabía ya que el muchacho estaba loco.

 

Ahora que conoces esta historia, la siguiente vez que alguien te diga cosas terribles, o que tu pareja se enfade contigo, simplemente puedes suponer que se ha dado un golpe en la cabeza y que sufre un momentáneo trastorno en el cerebro.  Pues en el budismo, enfadarse con los otros e insultarlos se considera una “locura temporal”.

Cuando comprendes que la persona que se enfada contigo está temporalmente trastornada, eres capaz de responder con ecuanimidad e incluso con compasión:  ¡pobrecillo! 


Del Libro “Los Diez Retos” de Leonard Felder

 Del Libro “Los Diez Retos” de Leonard Felder

 



La técnica de preguntarte constantemente:  “¿Cómo puedo ser útil?” podría ser fuente de muchas ideas gratificantes y proyectos significativos.  Evidentemente deberás asegurarte de no comprometerte en exceso ni agotarte.  Pero nunca carecerás de sentido y finalidad si te acuerdas de enfrentar cada momento difícil de tu vida con esta actitud:  “¿Cómo puedo transformar esto en algo útil para los demás?”

Por ejemplo, Nina es una mujer divorciada de poco menos de 50 años con dos hijos adolescentes  y un empleo como gerente en una gran empresa.  Hace poco Nina oía hablar constantemente a sus hijos y a otros padres de su escuela de que había escasez de computadoras de calidad para las clases de los niños.  Por lo general Nina no se considera una persona de inclinaciones políticas ni una activista.  De hecho me dijo:  “Soy una de esas personas que están  tan ocupadas con el trabajo, los hijos y las demás responsabilidades de la vida que raramente tengo tiempo de leer el diario o mantenerme al tanto de lo que ocurre”.

Pero la idea de que sus hijos y muchos otros niños estuvieran en desventaja porque sus escuelas no podían proporcionarles computadoras de calidad la inquietó tanto que decidió involucrarse.  Para empezar, simplemente llamó a varios ejecutivos de su propia empresa y discutió con ellos si les interesaría conseguir una disminución de impuestos para la compañía a cambio de que donaran algunas de las viejas computadoras que ya no usaban.  Estas máquinas no tenían más de entre dos y seis años, lo cual significaba que la corporación las consideraba obsoletas, pero a las escuelas les habría encantado tenerlas.

Trabajando sólo media hora por día en este proyecto, Nina comenzó a explorar otras empresas que no usaban sus computadoras levemente envejecidas.  Bastante pronto consiguió en donación más veinticinco máquinas para la escuela de sus hijos.  Pensó en detenerse ahí, pero cuando el director de la escuela cercana pidió ayuda, siguió dedicando media hora diaria a sus consultas telefónicas con diversas empresas.  Antes de un año había logrado acordar que más de doscientas computadoras fueran donadas a escuelas de presupuesto restringido.

La historia de Antonio es un segundo ejemplo de cómo tomar un poco de distancia de una situación frustrante y preguntarse:  “¿Cómo puedo transformar esta experiencia en algo que ayude a los demás y aumente mi sensación de finalidad?”  Hombre sensible e inteligente de poco menos de 40 años que ha trabajado en varios campos, hace poco Antonio creyó que finalmente había encontrado el rumbo de su carrera.  Le parecía que su trabajo como ejecutivo de cuenta en una agencia de publicidad finalmente le daba un empleo  con futuro y cierta seguridad.  Luego una crisis económica de toda la industria del trabajo publicitario puso en bancarrota la empresa donde trabajaba.  Se quedó desolado.  Durante varias semanas se regañó repitiéndose que, una vez más, esto demostraba que era un irresponsable, un fiasco, y que nunca hallaría un rumbo que valiera la pena.

Sin embargo, cuando transformó su contrariedad en la pregunta “¿Cómo puedo utilizar esta experiencia para serle útil a los demás?” se le ocurrieron varias ideas constructivas.  Pensó en crear una empresa de consultoría para capacitar a personas que habían perdido sus empleos.  Consideró la posibilidad de escribir un libro acerca de cómo lidiar con las dudas y voces críticas interiores cuando se está sin trabajo.  También examinó actividades voluntarias que le darían una sensación de finalidad y satisfacción mientras buscaba otro empleo.  Escogió cuidadosamente de entre varias oportunidades de actividades voluntarias y decidió trabajar sin remuneración mientras enviaba su curriculum y aguardaba saber de los empleadores.

Trabajando dos veces por semana como voluntario en un hospital, Antonio volvió a descubrir el sentimiento de su propio valor que le había sido arrebatado al perder su trabajo.  Según dice, “Aunque fue frustrante solicitar empleo en agencias publicitarias y ser rechazado, al ir todas las semanas a mi trabajo voluntario volví a sentirme útil.  Trabajar con gente que tiene interés en lo que hace y ayudar a personas que realmente aprecian a quien demuestra interés produjo un cambio significativo en mi situación.  Dejé de criticarme retrospectivamente y comencé a sentir nuevamente que estoy aquí con una finalidad”.

Tras seis meses como voluntario, le pidieron que se encargara de un nuevo puesto como coordinador de servicios voluntarios.  Aunque había creído que su futuro estaba en el campo de la publicidad, descubrió que su satisfacción provenía de trabajar con gente de las profesiones asistenciales.  Lo que comenzó como un contratiempo en su carrera se convirtió en una oportunidad gratificante.  Antonio admite: “No sé si éste es un puesto para siempre, pero lo que sí sé es que he aprendido mucho acerca de mí mismo y lo que soy capaz de lograr si confío en mis instintos y no dejo de concentrarme en lo que parece valer la pena”.

En tu propia vida, ¿cuáles son la ideas creativas no expresadas, las pasiones no aprovechadas y los dones o aptitudes ocultas que tal vez quisieras comenzar a considerar?  Intercambia ideas con un amigo, pariente, o asesor acerca de las diversas opciones con que cuentas para dar más sentido y satisfacción a tu vida.  No tienes que encontrar un proyecto inmediato.  Puede que a veces respondas a una situación en donde de momento se necesite tu ayuda; otras veces puede que recuerdes un sincero interés que hayas tenido que postergar o pasar por alto hace un tiempo pero que ahora podrías reanudar con buen éxito.  No hay mayor satisfacción que ser útil para un propósito más elevado.

No hay mejor manera de vivir que saber que estás siendo útil a los demás.  Todos sabemos que el mundo necesita reparación;  encontrar una manera útil de hacer todo lo que puedas en tu propio rincón del mundo es importante y vale la pena.

 Del Libro  “SEÑALES”  de  Patrick Lencioni

 


- Bien, quiero haceros una pregunta a todos.  Pero no contestéis de inmediato.  Pensadlo sólo un segundo.  – Hizo una pausa –. ¿Creéis que tenéis un buen trabajo?

Brian dejó que la pregunta flotara un momento en el aire.

- Este trabajo en Desert Mountain, ¿creéis que tiene la categoría de un buen trabajo?

Después de dejar que lo pensaran unos momentos, intentó provocar una respuesta.

- ¿Alguien quiere empezar?

Durante los minutos siguientes, los miembros del personal dieron sus respuestas, que iban desde “No lo sé” hasta “Sí, creo que sí”, pasando por “Quizás”.  Una mujer de unos veinticinco años ofreció la respuesta más sincera.

- Espero no pasarme de la raya – dijo, mirando a Erick-, pero no creo que éste sea un trabajo especialmente bueno.

Brian la animó.

-No, no es pasarse de la raya, en absoluto.  Quiero que seáis francos.  Decidme que consideráis un buen trabajo.  ¿A quién conocéis que tenga un buen puesto de trabajo?

La joven lo pensó.

- Creo que un buen trabajo es donde no tienes que trabajar mucho y cobras mucho dinero. –Los otros miembros del personal soltaron unas risitas.

Brian insistió:

-Bien, ¿a quién conocéis que tenga un trabajo así?

- ¿Se refiere a quién conozco personalmente?

-No necesariamente.  Quiero decir qué clase de trabajo sería y quién tiene un trabajo de ese tipo.

-No lo sé. –Luego se le ocurrió algo –. Tal vez una modelo

Brian asintió, como si estuviera de acuerdo.

-Bien, una modelo del mundo de la moda.  Algunas de las famosas ganan bastante y no parece que tengan que trabajar mucho.  Es una respuesta sensata.

La joven estaba satisfecha de que el director general pareciera aprobar su respuesta.

- ¿Creéis que a la mayoría de modelos les gusta su trabajo?

Nadie respondió, así que Brian continuó:

-Me refiero a que, según parece, muchas de ellas tienen trastornos de alimentación y conflictos de relación y problemas con las drogas.  No sé vosotros, pero yo nunca he mirado a las modelos y he pensado: “Vaya, ahí tenemos un grupo de personas que parecen realmente felices”. 

Los miembros del personal demostraron que estaban de acuerdo con su afirmación riendo y asintiendo con la cabeza.

Otro empleado levantó la mano.

-Me parece que ser un jugador profesional suena bien.

Brian se alegró de que la participación aumentara.

- ¿Por qué?

- Bueno, porque ganan mucho dinero por hacer algo divertido delante de millones de espectadores.

Brian asintió, pero frunciendo el ceño.

-Vale, supongo que algunos jugadores ganan mucho dinero por pasárselo bien.  Pero no son demasiados los que alcanzan ese nivel.  Y me parece que incluso muchos de los que lo alcanzan no son tan felices.  Me refiero a que muchos se meten en problemas porque pegan a su mujer, toman drogas o acaban puliéndose todo el dinero.

Ahora fue Eric quien habló.

- La mayoría sabéis que jugué al béisbol profesional.  Para los Rangers.  Llegué a la Doble A, que está bastante cerca de las ligas mayores.  Aunque os cueste creerlo, no ganaba tanto dinero entonces como gano ahora y no lo pasaba tan bien.  Hasta que llegas a la cima, las ligas menores son una carrera de obstáculos.

Los presentes parecían a la vez interesados y sorprendidos por lo que decía Eric.

Alguien al fondo lanzó una pregunta:

-¿Qué tal ser un consejero delegado? A mí, eso me suena muy bien.

Más risas entre los empleados.

Brian sonrió.

-No os voy a mentir.  Me gusta ser consejero delegado.  De verdad.  Pero muchos de los consejeros delegados que conozco no son demasiado felices.  De hecho, diría que hay más insatisfechos que felices en su trabajo.  Y ésa es la verdad.

Los presentes parecían sorprendidos, sino un poco recelosos, por el comentario de su consejero delegado.

Brian continuó:

- Qué creéis que hace que un trabajo sea bueno?  Dejando el dinero aparte, ¿qué hace que a alguien le guste su trabajo?

Como ya se habían animado un poco, más empleados ofrecieron sus opiniones, que iban desde un ambiente cómodo hasta un jefe justo, pasando por la libertad para tomar sus propias decisiones.  Un hombre dio la respuesta más interesante cuando dijo:

  - Yo solo quiero ganar.

Brian lo escuchó todo.

- Muy bien.  Ahora voy a dejar de hacer preguntas y deciros lo que yo creo y lo que vamos a hacer.  Y lo que voy a decir quizá no sea lo que todos queréis oír, y no pasa nada, porque nadie tiene la obligación de trabajar aquí.  No os lo tendré en cuenta si decidís que no queréis ser parte de nuestra nueva realidad, pero creo que la mayoría os gustará.

Hizo una pausa para crear un poco de suspense.

-Primero, creo que todos nos merecemos que nos guste nuestro trabajo, y que es responsabilidad de los directores hacer que eso sea posible.  A partir de ahora, el trabajo de Eric va a consistir en trabajar duro para ayudaros a que os guste vuestro trabajo.  Lo mismo que Rob va a hacer por él, y yo voy a hacer por Rob.

La cara de los empleados era una mezcla de escepticismo y esperanza.

- Segundo, creo que una empresa se merece que a sus empleados les importe el negocio  y hagan todo lo que puedan para que prospere.  A partir de ahora, todos seréis responsables de hacer lo que debéis hacer para Desert Mountain y para nuestros clientes.

“Espero sinceramente – continuó con una sonrisa – que en las próximas semanas y los próximos meses a todo el que quiera estar aquí le guste venir a trabajar más que ahora, que a los clientes les guste venir a comprar aquí más que ahora, y que a nuestra directora financiera, Kelly, le cueste más tiempo contar nuestro dinero que ahora.

Los empleados rieron cortésmente. 

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domingo, 2 de mayo de 2021

 

Del Libro “LOS  NIÑOS  DE LA ESTRELLA AMARILLA”  de  Mario Escobar

 


 

-  ¿Por qué nos quieren encerrar?  ¿Qué les hemos hecho?

Jacob no supo qué responder.  Había escuchado a sus padres y su tía hablar del odio que los nazis tenían a los judíos, pero nunca había comprendido la razón.

-  Algunos dicen que matamos a Cristo…  - contestó al fin.

-  ¿A quién? – dijo el hermano, sorprendido.

-  Al Dios de los cristianos.  Le crucificaron y ellos no echan la culpa.  Otros nos odian porque triunfamos o tenemos mucho dinero….

-  Pero nosotros no hicimos nada a ese Cristo, ¿verdad? Tampoco tenemos mucho dinero ni vivimos en un palacio.

-  No, pero una vez que la gente comienza a odiar, deja de hacerse preguntas.  Simplemente continúa despreciando a los demás – contestó Jacob.

-  ¿Qué es odiar?  ¿Cuándo alguien te cae mal?

-  El rostro inocente de su hermano parecía lleno de dudas.  El mismo no entendía bien qué era el odio.  Tal vez era lo que había sentido al ver a aquel gendarme pegando a su hermano.

- Es lo contrario del amor.  Cuando amas, pasas todo por alto;  cuando odias, no soportas nada de lo que hace el otro, aunque lo que haga sea por ayudarte.  La portera nos odia.  No soporta vernos ni que seamos felices.  Cuando la gente que odia supera a la que ama, se producen las guerras, que consiguen que el odio aumente hasta destruirlo todo.


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