lunes, 31 de mayo de 2021

 Del Libro  “SEÑALES”  de  Patrick Lencioni

 


- Bien, quiero haceros una pregunta a todos.  Pero no contestéis de inmediato.  Pensadlo sólo un segundo.  – Hizo una pausa –. ¿Creéis que tenéis un buen trabajo?

Brian dejó que la pregunta flotara un momento en el aire.

- Este trabajo en Desert Mountain, ¿creéis que tiene la categoría de un buen trabajo?

Después de dejar que lo pensaran unos momentos, intentó provocar una respuesta.

- ¿Alguien quiere empezar?

Durante los minutos siguientes, los miembros del personal dieron sus respuestas, que iban desde “No lo sé” hasta “Sí, creo que sí”, pasando por “Quizás”.  Una mujer de unos veinticinco años ofreció la respuesta más sincera.

- Espero no pasarme de la raya – dijo, mirando a Erick-, pero no creo que éste sea un trabajo especialmente bueno.

Brian la animó.

-No, no es pasarse de la raya, en absoluto.  Quiero que seáis francos.  Decidme que consideráis un buen trabajo.  ¿A quién conocéis que tenga un buen puesto de trabajo?

La joven lo pensó.

- Creo que un buen trabajo es donde no tienes que trabajar mucho y cobras mucho dinero. –Los otros miembros del personal soltaron unas risitas.

Brian insistió:

-Bien, ¿a quién conocéis que tenga un trabajo así?

- ¿Se refiere a quién conozco personalmente?

-No necesariamente.  Quiero decir qué clase de trabajo sería y quién tiene un trabajo de ese tipo.

-No lo sé. –Luego se le ocurrió algo –. Tal vez una modelo

Brian asintió, como si estuviera de acuerdo.

-Bien, una modelo del mundo de la moda.  Algunas de las famosas ganan bastante y no parece que tengan que trabajar mucho.  Es una respuesta sensata.

La joven estaba satisfecha de que el director general pareciera aprobar su respuesta.

- ¿Creéis que a la mayoría de modelos les gusta su trabajo?

Nadie respondió, así que Brian continuó:

-Me refiero a que, según parece, muchas de ellas tienen trastornos de alimentación y conflictos de relación y problemas con las drogas.  No sé vosotros, pero yo nunca he mirado a las modelos y he pensado: “Vaya, ahí tenemos un grupo de personas que parecen realmente felices”. 

Los miembros del personal demostraron que estaban de acuerdo con su afirmación riendo y asintiendo con la cabeza.

Otro empleado levantó la mano.

-Me parece que ser un jugador profesional suena bien.

Brian se alegró de que la participación aumentara.

- ¿Por qué?

- Bueno, porque ganan mucho dinero por hacer algo divertido delante de millones de espectadores.

Brian asintió, pero frunciendo el ceño.

-Vale, supongo que algunos jugadores ganan mucho dinero por pasárselo bien.  Pero no son demasiados los que alcanzan ese nivel.  Y me parece que incluso muchos de los que lo alcanzan no son tan felices.  Me refiero a que muchos se meten en problemas porque pegan a su mujer, toman drogas o acaban puliéndose todo el dinero.

Ahora fue Eric quien habló.

- La mayoría sabéis que jugué al béisbol profesional.  Para los Rangers.  Llegué a la Doble A, que está bastante cerca de las ligas mayores.  Aunque os cueste creerlo, no ganaba tanto dinero entonces como gano ahora y no lo pasaba tan bien.  Hasta que llegas a la cima, las ligas menores son una carrera de obstáculos.

Los presentes parecían a la vez interesados y sorprendidos por lo que decía Eric.

Alguien al fondo lanzó una pregunta:

-¿Qué tal ser un consejero delegado? A mí, eso me suena muy bien.

Más risas entre los empleados.

Brian sonrió.

-No os voy a mentir.  Me gusta ser consejero delegado.  De verdad.  Pero muchos de los consejeros delegados que conozco no son demasiado felices.  De hecho, diría que hay más insatisfechos que felices en su trabajo.  Y ésa es la verdad.

Los presentes parecían sorprendidos, sino un poco recelosos, por el comentario de su consejero delegado.

Brian continuó:

- Qué creéis que hace que un trabajo sea bueno?  Dejando el dinero aparte, ¿qué hace que a alguien le guste su trabajo?

Como ya se habían animado un poco, más empleados ofrecieron sus opiniones, que iban desde un ambiente cómodo hasta un jefe justo, pasando por la libertad para tomar sus propias decisiones.  Un hombre dio la respuesta más interesante cuando dijo:

  - Yo solo quiero ganar.

Brian lo escuchó todo.

- Muy bien.  Ahora voy a dejar de hacer preguntas y deciros lo que yo creo y lo que vamos a hacer.  Y lo que voy a decir quizá no sea lo que todos queréis oír, y no pasa nada, porque nadie tiene la obligación de trabajar aquí.  No os lo tendré en cuenta si decidís que no queréis ser parte de nuestra nueva realidad, pero creo que la mayoría os gustará.

Hizo una pausa para crear un poco de suspense.

-Primero, creo que todos nos merecemos que nos guste nuestro trabajo, y que es responsabilidad de los directores hacer que eso sea posible.  A partir de ahora, el trabajo de Eric va a consistir en trabajar duro para ayudaros a que os guste vuestro trabajo.  Lo mismo que Rob va a hacer por él, y yo voy a hacer por Rob.

La cara de los empleados era una mezcla de escepticismo y esperanza.

- Segundo, creo que una empresa se merece que a sus empleados les importe el negocio  y hagan todo lo que puedan para que prospere.  A partir de ahora, todos seréis responsables de hacer lo que debéis hacer para Desert Mountain y para nuestros clientes.

“Espero sinceramente – continuó con una sonrisa – que en las próximas semanas y los próximos meses a todo el que quiera estar aquí le guste venir a trabajar más que ahora, que a los clientes les guste venir a comprar aquí más que ahora, y que a nuestra directora financiera, Kelly, le cueste más tiempo contar nuestro dinero que ahora.

Los empleados rieron cortésmente. 

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