Del Libro “SEÑALES” de Patrick Lencioni
- Bien, quiero
haceros una pregunta a todos. Pero no
contestéis de inmediato. Pensadlo sólo
un segundo. – Hizo una pausa –. ¿Creéis que tenéis un buen trabajo?
Brian dejó que la
pregunta flotara un momento en el aire.
- Este trabajo en
Desert Mountain, ¿creéis que tiene la categoría de un buen trabajo?
Después de dejar
que lo pensaran unos momentos, intentó provocar una respuesta.
- ¿Alguien quiere
empezar?
Durante los
minutos siguientes, los miembros del personal dieron sus respuestas, que iban
desde “No lo sé” hasta “Sí, creo que sí”, pasando por “Quizás”. Una mujer de unos veinticinco años ofreció la
respuesta más sincera.
- Espero no
pasarme de la raya – dijo, mirando a Erick-, pero no creo que éste sea un
trabajo especialmente bueno.
Brian la animó.
-No, no es
pasarse de la raya, en absoluto. Quiero
que seáis francos. Decidme que
consideráis un buen trabajo. ¿A quién
conocéis que tenga un buen puesto de trabajo?
La joven lo
pensó.
- Creo que un
buen trabajo es donde no tienes que trabajar mucho y cobras mucho dinero. –Los
otros miembros del personal soltaron unas risitas.
Brian insistió:
-Bien, ¿a quién
conocéis que tenga un trabajo así?
- ¿Se refiere a
quién conozco personalmente?
-No
necesariamente. Quiero decir qué clase
de trabajo sería y quién tiene un trabajo de ese tipo.
-No lo sé. –Luego
se le ocurrió algo –. Tal vez una modelo.
Brian asintió,
como si estuviera de acuerdo.
-Bien, una modelo
del mundo de la moda. Algunas de las
famosas ganan bastante y no parece que tengan que trabajar mucho. Es una respuesta sensata.
La joven estaba
satisfecha de que el director general pareciera aprobar su respuesta.
- ¿Creéis que a
la mayoría de modelos les gusta su trabajo?
Nadie respondió,
así que Brian continuó:
-Me refiero a
que, según parece, muchas de ellas
tienen trastornos de alimentación y conflictos de relación y problemas con las
drogas. No sé vosotros, pero yo
nunca he mirado a las modelos y he pensado: “Vaya, ahí tenemos un grupo de
personas que parecen realmente felices”.
Los miembros del
personal demostraron que estaban de acuerdo con su afirmación riendo y
asintiendo con la cabeza.
Otro empleado
levantó la mano.
-Me parece que
ser un jugador profesional suena
bien.
Brian se alegró
de que la participación aumentara.
- ¿Por qué?
- Bueno, porque
ganan mucho dinero por hacer algo divertido delante de millones de
espectadores.
Brian asintió,
pero frunciendo el ceño.
-Vale, supongo
que algunos jugadores ganan mucho dinero por pasárselo bien. Pero
no son demasiados los que alcanzan ese nivel. Y me parece que incluso muchos de los que lo
alcanzan no son tan felices. Me refiero
a que muchos se meten en problemas
porque pegan a su mujer, toman drogas o acaban puliéndose todo el dinero.
Ahora fue Eric
quien habló.
- La mayoría
sabéis que jugué al béisbol profesional.
Para los Rangers. Llegué a la
Doble A, que está bastante cerca de las ligas mayores. Aunque os cueste creerlo, no ganaba tanto
dinero entonces como gano ahora y no lo pasaba tan bien. Hasta que llegas a la cima, las ligas menores
son una carrera de obstáculos.
Los presentes
parecían a la vez interesados y sorprendidos por lo que decía Eric.
Alguien al fondo
lanzó una pregunta:
-¿Qué tal ser un
consejero delegado? A mí, eso me suena muy bien.
Más risas entre
los empleados.
Brian sonrió.
-No os voy a
mentir. Me gusta ser consejero
delegado. De verdad. Pero muchos de los consejeros delegados que
conozco no son demasiado felices. De hecho,
diría que hay más insatisfechos que felices en su trabajo. Y ésa es la verdad.
Los presentes
parecían sorprendidos, sino un poco recelosos, por el comentario de su
consejero delegado.
Brian continuó:
- Qué creéis que
hace que un trabajo sea bueno? Dejando
el dinero aparte, ¿qué hace que a
alguien le guste su trabajo?
Como ya se habían
animado un poco, más empleados ofrecieron sus opiniones, que iban desde un
ambiente cómodo hasta un jefe justo, pasando por la libertad para tomar sus
propias decisiones. Un hombre dio la
respuesta más interesante cuando dijo:
- Yo solo quiero ganar.
Brian lo escuchó
todo.
- Muy bien. Ahora voy a dejar de hacer preguntas y
deciros lo que yo creo y lo que vamos a hacer.
Y lo que voy a decir quizá no sea lo que todos queréis oír, y no pasa
nada, porque nadie tiene la obligación de trabajar aquí. No os lo tendré en cuenta si decidís que no
queréis ser parte de nuestra nueva realidad, pero creo que la mayoría os
gustará.
Hizo una pausa
para crear un poco de suspense.
-Primero, creo
que todos nos merecemos que nos guste
nuestro trabajo, y que es responsabilidad de los directores hacer
que eso sea posible. A partir de
ahora, el trabajo de Eric va a consistir en trabajar duro para ayudaros a que
os guste vuestro trabajo. Lo mismo que
Rob va a hacer por él, y yo voy a hacer por Rob.
La cara de los
empleados era una mezcla de escepticismo y esperanza.
- Segundo, creo
que una empresa se merece que a sus
empleados les importe el negocio
y hagan todo lo que puedan para que prospere. A partir de ahora, todos seréis responsables
de hacer lo que debéis hacer para Desert Mountain y para nuestros clientes.
“Espero
sinceramente – continuó con una sonrisa – que en las próximas semanas y los
próximos meses a todo el que quiera estar aquí le guste venir a trabajar más
que ahora, que a los clientes les guste venir a comprar aquí más que ahora, y
que a nuestra directora financiera, Kelly, le cueste más tiempo contar nuestro
dinero que ahora.
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