jueves, 17 de noviembre de 2022

 

Del Libro  “Una vaca se estacionó en mi lugar”  de Leonard Scheff / Susan Edmiston

 

 

OFRECER Y RECIBIR REGALOS

 


 

Durante el día, busca oportunidades para hacer un pequeño regalo.

Detén la puerta a la persona que entre detrás de ti. 

Di “si” cuando alguien te pida que vean juntos una película aunque no sea la que tú tenías en mente. 

En el trabajo da crédito a un asistente o a un colega que haya contribuido al éxito de tu proyecto. 

Comparte tu almuerzo con algún compañero que mire con envidia lo que tu pareja te ha preparado.

Tenlo presente para ti mismo.  “Acabo de dar un regalo” y analízate para saber cómo te sientes.   Más importante que el aprecio que recibas en retribución es que cultives en ti la compasión y la generosidad.

 

De igual manera, ten presentes los momentos en que alguien se ha esforzado por ti o te ha dado algo: 

Cuando tu esposo hizo un esfuerzo especial por preparar tu platillo favorito; 

Cuando tu esposa se ofreció a llevar el auto a servicio para que tuvieras la tarde libre; 

Cuando un amigo, que sabe que has sufrido una desgracia, te llama para preguntar cómo estás. 

Alguien honra tu bienestar por encima del suyo.

Quizá no hayas tenido la oportunidad de decir “gracias”, pero di para tus adentros:   “Acabo de recibir un regalo”.

 

 .

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Del Libro “Educar el carácter” de Alfonso Aguiló - Susceptibilidad

 

Del Libro “Educar el carácter”  de  Alfonso Aguiló

 

Susceptibilidad.  Piensa bien y acertarás


 

Las personas susceptibles acarrean una pesada desgracia:  la de ser retorcidos.  Complican lo sencillo y agotan al más paciente.  Viven siempre con la guardia en alto, a pesar de lo cansado que resulta.  Son capaces de encontrar secretas intenciones, conjuras o malévolos planteamientos en las cosas más sencillas.  Imaginan en los ojos de los demás miradas llenas de censura.  Una pregunta cualquiera es interpretada como una indirecta o una condena, como una alusión a un posible defecto personal.  Con ellos hay que medir bien las palabras y andarse con pies de plomo para no herirles.

La susceptibilidad tiene su raíz en el egocentrismo y la complicación interior:  “que si no me tratan como merezco…, que si ése qué se ha creído…,  que no me tienen consideración…,  que no se preocupan de mí…,  que no se dan cuenta…”, y así ahogan la confianza y hacen difícil convivir.

Veamos algunos ejemplos de ideas para alejar ese peligro:

·         Guardarse de la continua sospecha, que es un fuerte veneno contra la amistad y las buenas relaciones familiares.

·         No querer ver segundas intenciones en todo lo que hacen o dicen los demás.

·         No ser tan ácidos, tan críticos, tan cáusticos, tan demoledores:  no se puede ir por la vida dando manotazos a diestro y siniestro.

·         Salvar siempre la buena intención de los demás:  no tolerar en la casa críticas sobre familiares, vecinos, compañeros o profesores de los hijos.

·         Confiar en que todas las personas son buenas mientras no se demuestre lo contrario:  cualquier ser humano, visto suficientemente de cerca y con buenos ojos (Plotino decía que todo es bello para el que tiene el alma bella), terminará por parecernos, en el fondo, una persona encantadora:  es cuestión de verle con buenos ojos, de no etiquetarle por detalles de poca importancia o juzgarle por la primera impresión externa.

·         No hurgar en heridas antiguas, resucitando viejos agravios o alimentando ansias de desquite.

·         Ser leal y hacer llegar nuestra crítica antes al interesado:  darle la oportunidad de rectificar antes de condenarle; y no basta con decir : “si ya se lo dije y no hace ni caso….”, porque además muchas veces no es verdad.

·         Soportarse a uno mismo, porque muchos que parecen resentidos contra las personas que le rodean, lo que en verdad les sucede es que no consiguen luchar con deportividad contra sus propios defectos.

 

.

Del Libro “Cuando alguien se va” de Raquel Levinstein - Hay veces

 

Del Libro “Cuando alguien se va”  de Raquel Levinstein

 

 

HAY  VECES


“Hay veces que tu ausencia duele más.

Hay veces, te confieso,

que siento un deseo infinito de llorar

Porque tú no estás.

Hay veces que me siento sola.

Hay veces que pienso que ya no

caminas conmigo.

Hay veces que creo que tú ya no estás.

Hay veces que el silencio parece eterno

y tu ausencia pesa más.

Pero es que… ¿sabes?

hay veces que te busco en la materia,

en donde bien sé que ya no estás.

Pero, entonces, me acuerdo de cerrar los ojos,

de abrir el corazón para percibir el cielo

y me doy cuenta, al instante,

que sigues conmigo,

que no te has ido del todo,

que en ese lugar secreto de mi pensamiento

y de mi corazón…

compartes conmigo todo lo importante.

En esos momentos, tan nuestros,

me doy cuenta que nadie como tú me escucha,

que nadie como tú me entiende.

Y me doy cuenta, de nuevo,

que caminas conmigo

y que tu corazón sigue latiendo

al ritmo de mi propio corazón.

¿Que te fuiste del todo?

¡No es cierto!, sigues aquí conmigo”

 

Raque Levinstein.



.