Del Libro “Educar
el carácter” de Alfonso Aguiló
Susceptibilidad. Piensa bien y acertarás
Las personas
susceptibles acarrean una pesada desgracia:
la de ser retorcidos. Complican lo sencillo y agotan al más
paciente. Viven siempre con la
guardia en alto, a pesar de lo cansado que resulta. Son capaces de encontrar secretas
intenciones, conjuras o malévolos planteamientos en las cosas más
sencillas. Imaginan en los ojos de los demás miradas llenas de censura. Una pregunta cualquiera es interpretada como
una indirecta o una condena, como una alusión a un posible defecto
personal. Con ellos hay que medir bien las palabras y andarse con pies de plomo
para no herirles.
La
susceptibilidad tiene su raíz en el egocentrismo y la complicación
interior: “que si no me tratan como
merezco…, que si ése qué se ha creído…,
que no me tienen consideración…,
que no se preocupan de mí…, que
no se dan cuenta…”, y así ahogan la confianza y hacen difícil convivir.
Veamos algunos ejemplos
de ideas para alejar ese peligro:
·
Guardarse
de la continua sospecha, que es un fuerte veneno contra la amistad y las buenas
relaciones familiares.
·
No
querer ver segundas intenciones en
todo lo que hacen o dicen los demás.
·
No
ser tan ácidos, tan críticos, tan cáusticos, tan demoledores: no se puede ir por la vida dando manotazos a diestro y siniestro.
·
Salvar
siempre la buena intención de los demás:
no tolerar en la casa críticas
sobre familiares, vecinos, compañeros o profesores de los hijos.
·
Confiar
en que todas las personas son buenas mientras no se demuestre lo contrario: cualquier ser humano, visto suficientemente
de cerca y con buenos ojos (Plotino decía que todo es bello para el que tiene el alma bella), terminará por
parecernos, en el fondo, una persona encantadora: es cuestión de verle con buenos ojos, de no
etiquetarle por detalles de poca importancia o juzgarle por la primera
impresión externa.
·
No
hurgar en heridas antiguas, resucitando viejos agravios o alimentando ansias de
desquite.
·
Ser
leal y hacer llegar nuestra crítica antes al interesado: darle la oportunidad de rectificar antes
de condenarle; y no basta con decir : “si ya se lo dije y no hace ni
caso….”, porque además muchas veces no es verdad.
·
Soportarse
a uno mismo, porque muchos que parecen resentidos contra las personas que le
rodean, lo que en verdad les sucede es que no consiguen luchar con deportividad
contra sus propios defectos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario