sábado, 27 de febrero de 2021

Del Libro “FRANCESCO - El llamado” de Yohana García

 

Del Libro “FRANCESCO  -  El llamado”  de  Yohana García

 



Ven, te contaré una historia:  hace mucho tiempo, alrededor de quince años, yo tenía diez añitos.  En una noche lluviosa y fría mi padre nos abandonó.  Dijo estar harto de mi mamá, y el señor muy tranquilamente se fue y no regresó nunca más.  Al principio pensé que podía ser una pelea pasajera, pero luego, al pasar los días, me di cuenta que debería ser algo más serio.

Mamá no paraba de llorar, de culparme y culpar a mi hermano de su cansancio. Así que nos dejó en la casa de una vecina y nunca más volvió ni ella ni su esposo.

La vecina consiguió el teléfono de una tía y ahí nos colocó.  Quedamos al cuidado de ella hasta la mayoría de edad.

Al principio nos culpamos de cansar a mamá y a papá, porque en todo abandono, sea del tipo que sea, el que se queda abandonado se siente culpable.

Las dudas que aparecían en nuestra mente eran las siguientes

¡Seguro algo les hice para que nos dejaran así!

¡Yo no valgo lo suficiente!

Pero luego te vas dando cuenta de que hasta el abandono es cultural, ancestral e incluso costumbre de la misma familia.  Un día, recorriendo mi árbol genealógico, encontré muchos casos parecidos al mío.

- Será abandonos por ignorancia, o por lo que quieras llamarle, pero son abandonos al fin – dijo Camila, pues estaba en contra de justificar cualquier otra opción.

Pero Ingrid, que a esta altura del relato se había dado cuenta de que todavía el tema la angustiaba, pareció no escuchar el comentario bienintencionado de Camila y siguió contando su historia.

- Y estas huellas quedan tan marcadas en el alma que la podrían partir en dos.  Duelen las pérdidas, las despedidas, el quedarse mirando como la puerta se cierra en tus narices y nunca más deciden regresar.

Camila abría los ojos más y más, asombrada de la amarga historia.

- Entonces ¿nunca más los volviste a ver? – preguntó Camila, esperando con ingenuidad una respuesta con final feliz.

- No, nunca más, pero ¿sabes Camila qué creo?, que quien abandona está peor.  Quien abandona sabe que cerró una puerta con un portazo mal dado, que dejó mal cerrada una parte de su vida y que lo que está sin concluir termina siendo un infierno en la cabeza.  Que si a ti te partieron el alma, al que abandona, en algún momento, se le parte la conciencia.

Toda persona sabe cuándo se equivoca, cuándo lastima o cuándo no da lo que tiene que dar.

 Así que cuando alguien te deje porque quiera hacerlo, tú sólo pídele que cierre bien la puerta.

- No entiendo – dijo Camila –, ¿qué me quieres decir?

- que cuando te vayas de la vida de alguien sepas decir adiós, que le digas por qué te vas.  Porque no querer decirlo es de cobardes.

Es muy fácil irse de la vida de los demás sin dar explicaciones, ni dejar constancia que se ha cortado un vínculo que se construyó con la participación de dos.

Vivir desapegado es un estilo de vida, en el cual se evita la obsesión o la necesidad sobre algo o alguien y se libera en gran parte el ser.

El único abandono que no está permitido, el que no te mereces, es el abandono de ti misma.

 

 

sábado, 20 de febrero de 2021

 

Del Libro “No te preocupes, ¡enfádate si quieres! De Ajahn Brahm

 



Cómo una ratonera mató a un pollo, un cerdo y una vaca

 

Cinco ratones, un pollo, un cerdo y una vaca eran amigos y vivían en una granja muy lejos de aquí.  Los ratones que vivían en la granja siempre ayudaban a sus amigos.  Cuando uno de los ratones oyó que el granjero quería pollo frito para comer, dijo al pollo que se ocultara.  Cuando oyeron que la mujer del granjero estaba planeando preparar un plato de salchichas de cerdo, dijeron al cerdo que se tumbara sobre un costado y que fingiera estar enfermo.  Y cuando oyeron que el granjero quería comerse un filete de vaca, dijeron a la vaca que se fuera a otro prado.  El pollo, el cerdo y la vaca llamaban a sus cinco amigos MI5 (Mouse Intelligence Five).

Una tarde, uno de los ratones vio a través de una grieta en la pared que el granjero estaba desembalando un paquete.  Casi se quedó sin aliento cuando vio que el paquete contenía nada menos que una ratonera.

- ¡Oh, no! ¡Estamos perdidos! ¿Qué haremos ahora?

Decidieron entonces ir a pedir ayuda a su amigo el señor pollo.

- ¡Clo!  ¡Clo! ¡Clo! – dijo el pollo –. ¿Y qué daño puede hacerme a mí una ratonera?

- Los ratones se quedaron sorprendidos de que el señor Pollo no quisiera ayudarlos, ni siquiera consolarlos, después de toda la ayuda que le habían prestado a él.  Así que fueron a ver a su amigo el señor Cerdo.

- ¡Oink! ¡Oink! – dijo el señor Cerdo –. Estoy un poco atareado ahora.  Me ocuparé de lo vuestro más tarde.  Después de todo, ¿en qué puede afectarme a mí una ratonera?

Tras esta nueva decepción, los ratones fueron a ver a la más grande y amable de sus amigos, la señora Vaca.

La señora Vaca estaba demasiado ocupada comiendo hierba incluso para decir  “¡Muuuu!”.

Después de que los angustiados ratones le imploraran con insistencia, ella les dijo:

- De acuerdo.  Rumiaré sobre ello cuando pueda, aunque no sea mi problema.

Los ratones volvieron a casa desanimados.  Después de toda la ayuda que habían prestado a sus amigos, lo único que ahora habían conseguido de ellos era un “¡Clo!  ¡Clo! ¡Clo!” del señor Pollo, un “¡Oink! ¡Oink!” del señor Cerdo y ni siquiera un “¡Muuuu!” de la señora Vaca.

Más tarde aquella noche, mientras buscaban algo para comer a medianoche, uno de los ratones cayó en la trampa.  ¡Clack!  y el ratón fue derechito al cielo (pues había sido bueno durante su vida).

Los otros cuatro ratones oyeron el ruido y fueron a ayudarlo, pero nada pudieron hacer ya por su querido y difunto hermano, salvo llorar, sollozar y lamentarse.

La mujer del granjero también oyó el ruido de la ratonera cuando saltó y fue a investigar.  Cuando vio al ratón muerto con los otros cuatro ratones llorando apesadumbrados y turnándose para sostenerlo en sus pequeños brazos, lanzó un grito de espanto y se desmayó.

Al día siguiente por la mañana la mujer estaba todavía en estado de shock y seguía en la cama.  El granjero pensó qué podría dar a su mujer para que mejorara.  Y enseguida se le ocurrió:  ¡un buen caldo de pollo! Así que agarró al señor Pollo, lo decapitó y lo puso a hervir en una cacerola con un poco de sal y unos cuantos ajos.

Cuando los amigos de la mujer del granjero se enteraron que estaba enferma, fueron a visitarla, tal como suele hacer habitualmente la gente.  El granjero no tenía nada para dar de comer a sus invitados, así que mató al señor Cerdo y preparó unas chuletas a la parrilla para sus visitantes.

Por desgracia, la mujer del granjero no se recuperaba del shock que le había producido ver el duelo de los cuatro ratones y murió.  Una gran cantidad de gente fue a su casa para el entierro y el granjero tuvo que preparar un montón de filetes de vaca para los asistentes.  Y ya se puede suponer de dónde salieron esos filetes…

Así es como una pequeña ratonera mató a un pollo, un cerdo y una vaca. 

Moraleja:  nunca pienses:  “Eso no es mi problema”.  Si tus amigos vienen a pedirte ayuda, eso es también tu problema.  Para eso están los amigos.


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jueves, 11 de febrero de 2021

Del Libro: “Las Tres Preguntas” de Jorge Bucay

 

Del Libro:  “Las Tres Preguntas”  de  Jorge Bucay

 

 UN PEQUEÑO EJERCICIO TRASCENDENTE ACERCA DEL “¿CON QUIÉN?”

 

Tómate unos minutos para hacer una lista de las personas que hoy forman parte de tu respuesta a esta tercera pregunta.  ¿Quiénes son las quince, ocho, dos o cincuenta personas en el mundo que verdaderamente te importan?  No te preocupes si te olvidas de alguien, si no le recuerdas en este momento quiere decir que no es tan importante como para estar en la lista (no incluyas a tus hijos, ya sabemos que nos importan más que nada y los vamos a excluir de esta tarea).

Una vez terminada la lista, probablemente confirmes lo que ya sabías… aunque podría pasar que algunos nombres te sorprendan.  En ambos casos será bueno para ti tener tu lista de afectos actualizada y por escrito.

Atrévete a más.

Da la vuelta a la página y, ahora, sin ver la lista anterior, anota los nombres de las diez  o quince personas para quienes crees ser importante.  Dicho de otra manera, la lista de aquellos que te incluirían en sus listas.  Hazla sin tener en cuenta si alguno de ellos figura o no en la lista anterior.  Puede ser que esta pequeña tarea te confirme que hay personas a quienes queremos y valoramos, pero que quizá mucho no nos quieran, y que también hay gente que nos quiere y quizá cuenta con nosotros, pero que mucho no nos importa.

Vale la pena investigarlo y tiene sentido la sorpresa de comparar las listas.  Solamente teniendo claro el concepto de que las relaciones entre las personas no son por fuerza simétricas emocionalmente, podremos decidir con más propiedad el tiempo, la energía y la fuerza que usamos en cada uno de nuestros encuentros.

Cuando alguien te quiere, lo que hace es ocupar una parte de su vida, de su tiempo y de su atención en ti.  Y cuando tú quieres haces lo propio.


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domingo, 7 de febrero de 2021

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

 



91.-  Sólo los inseguros van por la vida colgándose las medallas del trabajo de los otros.

 

92.-  No hay fortuna que sobreviva a hijos que sólo saben gastar y no aprenden a trabajar.  Como hijo de inmigrante, yo tuve como modelo a aquellos hombres que trabajaban lo doble y gastaban la mitad.  Ese sigue siendo mi legado para mis descendientes.

 

93.-  Cuando converso con los jóvenes, incluso con mis nietos, me doy cuenta de que piensan que el éxito es gratuito.  Con la mesa puesta algunos no acaban de entender que, sin trabajo y perseverancia, sin idealismo, austeridad y esfuerzo diario, no hay forma de llegar lejos.

 

94.-  Una sociedad que permite que silenciosamente vayan minándose sus valores fundamentales, que permite que ciertas clases despilfarren y pierdan todo recato, necesariamente va despertando resentimientos que un día la destruirán.

 

95.-  Un ser humano que no alcanza el amor de su familia y de sus amigos, es un pobre hombre.

 

96.-  Tengo por costumbre no irme a la cama con pendientes.  Si algo me comprometo a hacer, aunque sea minúsculo, lo anoto en una tarjetita que llevo en la bolsa de mi traje y ese mismo día intento cumplir.

 

97.-  Escribir un diario puede ser un espacio fundamental para incitar el análisis, la reflexión y la auto-crítica.

 

98.-  Antes de tener hijos, deberíamos graduarnos de papás.  Igualmente, antes de ser esposos, deberíamos licenciarnos de novios.  Los seres humanos somos de tal irresponsabilidad que, en las tareas más importantes de nuestras vidas, carecemos de preparación.

 

 

99.-  Cuando Carmen murió sentí por vez primera que me derrumbaba, su ausencia nos dejó desamparados.  Tarde entendí que el sentido de la vida no es otro que llenar de amor nuestro breve espacio.

 

100.-  Un bromista dice, y yo lo adopto en la vejez:  sé siempre moderado, al peligro no te arrojes, pero si ya estás ensartado, ni te aflijas ni te aflojes.