Del Libro “No te
preocupes, ¡enfádate si quieres! De Ajahn Brahm
Cómo una ratonera mató a un pollo, un cerdo y una vaca
Cinco ratones, un
pollo, un cerdo y una vaca eran amigos y vivían en una granja muy lejos de
aquí. Los ratones que vivían en la
granja siempre ayudaban a sus amigos.
Cuando uno de los ratones oyó que el granjero quería pollo frito para
comer, dijo al pollo que se ocultara.
Cuando oyeron que la mujer del granjero estaba planeando preparar un
plato de salchichas de cerdo, dijeron al cerdo que se tumbara sobre un costado
y que fingiera estar enfermo. Y cuando oyeron
que el granjero quería comerse un filete de vaca, dijeron a la vaca que se
fuera a otro prado. El pollo, el cerdo y
la vaca llamaban a sus cinco amigos MI5 (Mouse Intelligence Five).
Una tarde, uno de
los ratones vio a través de una grieta en la pared que el granjero estaba
desembalando un paquete. Casi se quedó
sin aliento cuando vio que el paquete contenía nada menos que una ratonera.
- ¡Oh, no! ¡Estamos
perdidos! ¿Qué haremos ahora?
Decidieron
entonces ir a pedir ayuda a su amigo el señor pollo.
- ¡Clo! ¡Clo! ¡Clo! – dijo el pollo –. ¿Y qué daño
puede hacerme a mí una ratonera?
- Los ratones se
quedaron sorprendidos de que el señor Pollo no quisiera ayudarlos, ni siquiera
consolarlos, después de toda la ayuda que le habían prestado a él. Así que fueron a ver a su amigo el señor
Cerdo.
- ¡Oink! ¡Oink! –
dijo el señor Cerdo –. Estoy un poco atareado ahora. Me ocuparé de lo vuestro más tarde. Después de todo, ¿en qué puede afectarme a mí
una ratonera?
Tras esta nueva
decepción, los ratones fueron a ver a la más grande y amable de sus amigos, la
señora Vaca.
La señora Vaca
estaba demasiado ocupada comiendo hierba incluso para decir “¡Muuuu!”.
Después de que
los angustiados ratones le imploraran con insistencia, ella les dijo:
- De acuerdo. Rumiaré sobre ello cuando pueda, aunque no
sea mi problema.
Los ratones
volvieron a casa desanimados. Después de
toda la ayuda que habían prestado a sus amigos, lo único que ahora habían
conseguido de ellos era un “¡Clo! ¡Clo!
¡Clo!” del señor Pollo, un “¡Oink! ¡Oink!” del señor Cerdo y ni siquiera un
“¡Muuuu!” de la señora Vaca.
Más tarde aquella
noche, mientras buscaban algo para comer a medianoche, uno de los ratones cayó
en la trampa. ¡Clack! y el ratón fue derechito al cielo (pues había
sido bueno durante su vida).
Los otros cuatro
ratones oyeron el ruido y fueron a ayudarlo, pero nada pudieron hacer ya por su
querido y difunto hermano, salvo llorar, sollozar y lamentarse.
La mujer del
granjero también oyó el ruido de la ratonera cuando saltó y fue a investigar. Cuando vio al ratón muerto con los otros
cuatro ratones llorando apesadumbrados y turnándose para sostenerlo en sus
pequeños brazos, lanzó un grito de espanto y se desmayó.
Al día siguiente por
la mañana la mujer estaba todavía en estado de shock y seguía en la cama. El granjero pensó qué podría dar a su mujer
para que mejorara. Y enseguida se le
ocurrió: ¡un buen caldo de pollo! Así
que agarró al señor Pollo, lo decapitó y lo puso a hervir en una cacerola con
un poco de sal y unos cuantos ajos.
Cuando los amigos
de la mujer del granjero se enteraron que estaba enferma, fueron a visitarla,
tal como suele hacer habitualmente la gente.
El granjero no tenía nada para dar de comer a sus invitados, así que
mató al señor Cerdo y preparó unas chuletas a la parrilla para sus visitantes.
Por desgracia, la
mujer del granjero no se recuperaba del shock que le había producido ver el
duelo de los cuatro ratones y murió. Una
gran cantidad de gente fue a su casa para el entierro y el granjero tuvo que
preparar un montón de filetes de vaca para los asistentes. Y ya se puede suponer de dónde salieron esos
filetes…
Así es como una
pequeña ratonera mató a un pollo, un cerdo y una vaca.
Moraleja: nunca pienses: “Eso no es mi problema”. Si tus amigos vienen a pedirte ayuda, eso es
también tu problema. Para eso están los
amigos.
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