sábado, 20 de febrero de 2021

 

Del Libro “No te preocupes, ¡enfádate si quieres! De Ajahn Brahm

 



Cómo una ratonera mató a un pollo, un cerdo y una vaca

 

Cinco ratones, un pollo, un cerdo y una vaca eran amigos y vivían en una granja muy lejos de aquí.  Los ratones que vivían en la granja siempre ayudaban a sus amigos.  Cuando uno de los ratones oyó que el granjero quería pollo frito para comer, dijo al pollo que se ocultara.  Cuando oyeron que la mujer del granjero estaba planeando preparar un plato de salchichas de cerdo, dijeron al cerdo que se tumbara sobre un costado y que fingiera estar enfermo.  Y cuando oyeron que el granjero quería comerse un filete de vaca, dijeron a la vaca que se fuera a otro prado.  El pollo, el cerdo y la vaca llamaban a sus cinco amigos MI5 (Mouse Intelligence Five).

Una tarde, uno de los ratones vio a través de una grieta en la pared que el granjero estaba desembalando un paquete.  Casi se quedó sin aliento cuando vio que el paquete contenía nada menos que una ratonera.

- ¡Oh, no! ¡Estamos perdidos! ¿Qué haremos ahora?

Decidieron entonces ir a pedir ayuda a su amigo el señor pollo.

- ¡Clo!  ¡Clo! ¡Clo! – dijo el pollo –. ¿Y qué daño puede hacerme a mí una ratonera?

- Los ratones se quedaron sorprendidos de que el señor Pollo no quisiera ayudarlos, ni siquiera consolarlos, después de toda la ayuda que le habían prestado a él.  Así que fueron a ver a su amigo el señor Cerdo.

- ¡Oink! ¡Oink! – dijo el señor Cerdo –. Estoy un poco atareado ahora.  Me ocuparé de lo vuestro más tarde.  Después de todo, ¿en qué puede afectarme a mí una ratonera?

Tras esta nueva decepción, los ratones fueron a ver a la más grande y amable de sus amigos, la señora Vaca.

La señora Vaca estaba demasiado ocupada comiendo hierba incluso para decir  “¡Muuuu!”.

Después de que los angustiados ratones le imploraran con insistencia, ella les dijo:

- De acuerdo.  Rumiaré sobre ello cuando pueda, aunque no sea mi problema.

Los ratones volvieron a casa desanimados.  Después de toda la ayuda que habían prestado a sus amigos, lo único que ahora habían conseguido de ellos era un “¡Clo!  ¡Clo! ¡Clo!” del señor Pollo, un “¡Oink! ¡Oink!” del señor Cerdo y ni siquiera un “¡Muuuu!” de la señora Vaca.

Más tarde aquella noche, mientras buscaban algo para comer a medianoche, uno de los ratones cayó en la trampa.  ¡Clack!  y el ratón fue derechito al cielo (pues había sido bueno durante su vida).

Los otros cuatro ratones oyeron el ruido y fueron a ayudarlo, pero nada pudieron hacer ya por su querido y difunto hermano, salvo llorar, sollozar y lamentarse.

La mujer del granjero también oyó el ruido de la ratonera cuando saltó y fue a investigar.  Cuando vio al ratón muerto con los otros cuatro ratones llorando apesadumbrados y turnándose para sostenerlo en sus pequeños brazos, lanzó un grito de espanto y se desmayó.

Al día siguiente por la mañana la mujer estaba todavía en estado de shock y seguía en la cama.  El granjero pensó qué podría dar a su mujer para que mejorara.  Y enseguida se le ocurrió:  ¡un buen caldo de pollo! Así que agarró al señor Pollo, lo decapitó y lo puso a hervir en una cacerola con un poco de sal y unos cuantos ajos.

Cuando los amigos de la mujer del granjero se enteraron que estaba enferma, fueron a visitarla, tal como suele hacer habitualmente la gente.  El granjero no tenía nada para dar de comer a sus invitados, así que mató al señor Cerdo y preparó unas chuletas a la parrilla para sus visitantes.

Por desgracia, la mujer del granjero no se recuperaba del shock que le había producido ver el duelo de los cuatro ratones y murió.  Una gran cantidad de gente fue a su casa para el entierro y el granjero tuvo que preparar un montón de filetes de vaca para los asistentes.  Y ya se puede suponer de dónde salieron esos filetes…

Así es como una pequeña ratonera mató a un pollo, un cerdo y una vaca. 

Moraleja:  nunca pienses:  “Eso no es mi problema”.  Si tus amigos vienen a pedirte ayuda, eso es también tu problema.  Para eso están los amigos.


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