jueves, 18 de junio de 2015

Del Libro “Te voy a contar una historia” de Martha Alicia Chávez



Prevención de adicciones….
Ø  Reglas y Disciplina
Ø  Comunicación
Ø  Apoya sus sueños
Ø  Motívalos reconociendo sus logros y lo que hacen bien
Ø  Aprende a manejar los conflictos
Ø  Conoce a los amigos de tus hijos
Ø  Disfruta a tus hijos
Ø  Permite que en tu hogar se expresen los sentimientos
Ø  Información

Según el Dr. D. J. Wilmes, experto en el tema de adicciones:
Cuando se trata de prevención de adicciones no hay garantías.  Una familia puede hacer todo correctamente y aun así tener problemas de adicción.  Igualmente, las familias pueden hacer todo equivocado y aun así no tener problemas de adicción en ninguno de sus miembros.  La prevención es un proceso de reducir, no de eliminar el riesgo de adicción.
No obstante, hay mucho que sí podemos hacer para aumentar las probabilidades de que nuestros hijos no consuman drogas y alcohol.
Si bien el proceso de adicción se puede disparar en cualquier momento de la vida, las estadísticas muestran que la edad más riesgosa (porque es la más común) para que esto suceda es entre los 11 y los 20 años.
Los siguientes son algunos lineamientos útiles al respecto, que a fin de cuentas no sólo son aplicables a la prevención de adicciones, sino al funcionamiento sano de cualquier familia.

Ø Reglas y Disciplina:
Estos aspectos son básicos para el desarrollo sano de cualquier ser humano.  Las reglas en la familia hacen sentir a los hijos seguros y protegidos, porque saben qué esperar y dónde están parados.  Pero éstas deben ser consistentes.  Cuando las reglas dependen del humor de los padres, de si la mamá está experimentando el síndrome premenstrual, de si el papá trae encima una cerveza o un pesado día de trabajo, los hijos se sienten perdidos como un barquito sin timón en alta mar.

Las reglas se establecen de antemano y se explican bien claro a los hijos, hasta por escrito, para que no haya dudas.  El resto del trabajo es hacer que se cumplan y aplicar consecuencias cuando eso no sucede, las cuales también se establecerán de antemano.  La razón es simple;  si decides cuál será la consecuencia por no cumplir la regla hasta el momento en que tu hijo la infringe, es probable que estés tan enojado que exagerarás en la sanción, y más tarde, cuando se te baje el enojo, probablemente te sentirás culpable y no la cumplirás.  Establecer una regla, amenaza, consecuencia o promesa, y no cumplirla, es el mejor camino para perder la confiabilidad, la credibilidad y la autoridad ante tus hijos.      

jueves, 11 de junio de 2015

Del Libro “Sobre las alas del Dragón Rojo” de Ricardo Homs Quiroga…..





Los Paradigmas


A veces nos derrotamos antes de emprender un reto
porque dependemos de la opinión ajena
que nos condiciona con la experiencia de otros
o porque tememos al fracaso.

Quien no se arriesga, no se equivoca.
Equivocarse es un privilegio humano
que da valor al reto de intentar
imponer el propio estilo
y superar a los demás.

El común de las personas evita el riesgo
porque es más cómodo seguir el camino de los visionarios.
El reto es….
pasar por la vida
siguiendo el camino abierto por otros
o crear un nuevo camino,
por el que pasarán los demás.

Esta es la diferencia
entre vivir
como un viento ligero
que desaparece sin dejar huella,
o como un vendaval
que deja signos de su paso.



R.H.

jueves, 4 de junio de 2015

Del Libro “Por favor sea feliz” de Andrew Matthews






MANEJO DE LA DEPRESION


Todos pasamos por etapas en que la vida nos parece extremadamente difícil:  cuando nos quedamos solos, cuando no podemos pagar nuestras deudas, cuando nos quedamos sin empleo, cuando perdemos a un ser querido.  En circunstancias así nos preguntamos si lograremos sobrevivir otra semana ¡El hecho es que, de una forma u otra, generalmente lo logramos!
Puede ocurrir que perdamos la perspectiva e imaginemos que las cosas son más sombrías de lo que realmente son.  Podemos pensar que el futuro es un campo minado de problemas y dudamos que alguien pueda lidiar con lo que nosotros enfrentamos.
Sería estúpido el que una persona que va a hacer un viaje de un día llevara provisiones para toda la vida.  ¿No es extraño entonces, que muchos de nosotros nos echemos encima todas las aflicciones de los próximos veinticinco años, y luego nos preguntemos por qué la vida es tan difícil?  Fuimos diseñados para vivir no más de veinticuatro horas al día.  Ni una más.  No tiene sentido angustiarnos hoy por los problemas de mañana.
La próxima vez que te asalte la desesperación pregúntate lo siguiente:  “¿Tengo suficiente aire para respirar?” ¿Tengo comida para hoy?”.  (¡Si las respuestas son afirmativas, ya van mejorando las cosas!)

Frecuentemente no advertimos que nuestras necesidades básicas están satisfechas.  Me gusta la historia del hombre que llamó por teléfono al doctor Robert Schuller.  La conversación transcurrió de la siguiente manera:
- Este es el fin – dijo el hombre.  Estoy acabado.  Se me terminó todo mi dinero.  Lo he perdido todo.
- ¿Aún puedes ver? – Preguntó el doctor Schuller.
- Sí, aún puedo ver – respondió el hombre.
- ¿Aún puedes caminar? – inquirió nuevamente el doctor.
- Sí, aún puedo caminar – contestó aquél.
- Evidentemente aún puedes ori – agregó el doctor Schuller. Porque de otro modo no me habrías llamado por teléfono.
- Sí, aún puedo oír.
- Es claro que aún conservas todo – dijo el doctor Schuller.  ¡Lo único que perdiste fue tu dinero!

Otra pregunta que podemos hacernos es:   “¿Qué es lo peor que podría pasar?  Y si eso pasara,  ¿seguiría con vida?”.  Con demasiada frecuencia exageramos las cosas fuera de toda proporción.  En la mayoría de los casos lo peor que puede pasar es, sin duda, muy grave, pero no es el fin del mundo.
La siguiente pregunta que tienes que hacerte es:  “¿Me lo estoy tomando demasiado en serio?”.  ¿Alguna vez has pasado una semana casi sin dormir por un asunto que tus amigos ni siquiera considerarían?  Esto se debe a que tomamos las cosas demasiado en serio.  Nos imaginamos que todo el planeta está al pendiente.  Pero no es así.  ¿Y si así fuera, qué?  Quizá vives tu vida como mejor sabes hacerlo.

Siguiente pregunta:  “¿Qué estoy aprendiendo de esta situación?”.  Si miramos retrospectivamente, por lo general podemos aprender de las épocas difíciles.  Lo complicado es ser lo bastante equilibrados y conscientes como para aprender mientras sufrimos.  La gente feliz tiende a considerar las épocas difíciles como valiosas experiencias.  Mantienen la frente en alto, no dejan de sonreír, saben que las cosas habrán de mejorar y que cuando salgan de la prueba por la que están pasando serán mejores seres humanos.  ¡Se dice fácil!

Otra pregunta:  si el problema realmente es grave, ¿voy a estar bien dentro de cinco minutos?  Una vez que hayas logrado salir adelante en esos cinco minutos, ponte como meta los cinco minutos siguientes.  Consume el sufrimiento a mordiditas.  Te ayuda a evitar la indigestión.  También procura mantenerte ocupado.  Dedícate a un trabajo que te permita volcar toda tu energía.  Siempre nos sentimos mucho mejor cuando nos mantenemos ocupados.
¿Qué más puedo hacer?

Quizá la mejor manera de sentirnos en paz interiormente es hacer algo por otra persona.  La autoconmiseración y preocupación excesiva derivan del hecho de estar absortos en nosotros mismos.  En cuanto empiezas a hacer felices a otros, ya sea que les mandes flores, les arregles el jardín o les dediques tu tiempo, ¡te sientes mejor! Es automático, simple y hermoso.
 

EN  SINTESIS:  Los desastres son menos desastrosos si lidiamos solo con un problema a la vez.  Mientras más pronto nos demos cuenta de la ganancia que puede derivarse de dicha experiencia, más fácilmente podremos enfrentarla.

,