viernes, 27 de diciembre de 2013

Del Libro “Comunícate, Cautiva y Convence” de Gaby Vargas


Muérete de la risa







“Ayer tenía que hacer un examen.  Media hora antes me di cuenta que estaba materialmente helado de miedo.  Repasé mis notas y mi mente estaba completamente en blanco. Cosas que había estudiado durante mucho tiempo me resultaban completamente desconocidas y fui presa de pánico.  Me dije:  ¡No me acuerdo de nada! ¡No voy a pasar este examen! Sobra decir que el miedo aumentaba conforme pasaban los minutos, y los apuntes me resultaban cada vez menos familiares.  Las manos me sudaban y el miedo aumentaba cada vez que repasaba los apuntes.  Cinco minutos antes del examen estaba convencido de que si me seguía sintiendo así durante el mismo, era seguro que me reprobarían”.
Muchos hemos experimentado esta sensación que un alumno le describe al doctor Víctor Frankl en su carta.  No sólo con relación a un examen, sino en lo que sentimos antes de una competencia, de una junta de negocios crucial, en las torpezas que decimos en la primera cita a alguien  del sexo opuesto que nos atrae o ante un reto al que encaramos.
Por ejemplo: ¿Te ha sucedido alguna vez, que, conforme más fluido quieres expresarte, más tartamudeas? ¿Te han sudado las manos cuando más secas querías que estuvieran? ¿Mientras más rápido quieres conciliar el sueño porque al día siguiente tienes que tomar un vuelo muy temprano, menos te puedes dormir? El miedo a que sucedan las cosas es, precisamente, lo que provoca todo esto.  Ante esta realidad, la pregunta que debemos hacer es:  ¿Cómo es posible romper este mecanismo?
Lo irónico es que esta angustia anticipada desencadena precisamente aquello que tememos que suceda.  Esto genera un círculo vicioso, que empeora la situación.  Es decir, el miedo al miedo aumenta nuestro miedo.

La intención paradójica
Víctor Frankl, psiquiatra fundador de la logoterapia, y autor del libro El hombre en busca de sentido, propone un método tan sencillo, rápido y eficaz que, desde su aplicación, los terapeutas del comportamiento se han sorprendido de sus resultados.  La intención paradójica.
 Frankl dice que ante estos miedos, la reacción más típica es querer “huir” del miedo.  Sin embargo, el esfuerzo por evitar la situación es lo que nos provoca ansiedad.  Es decir, en el caso del estudiante, la angustia de reprobar el examen es precisamente lo que provoca que todo se le olvide.  Ante esto, el método de Frankl a simple vista nos parecería absurdo y ridículo.  Por medio de la intención paradójica, nos anima a “hacer o desear” que suceda lo que tememos. Un deseo y un temor son mutuamente excluyentes.  No podemos tenerle miedo a aquello que deseamos que suceda.

Veamos cómo el estudiante enfrentó su miedo al examen, en la carta que continúa:

“… y entonces me acordé de lo que usted me dijo sobre la ‘intención paradójica’.  Me dije a mi mismo: ‘Ya que de todos modos voy a reprobar, procuraré hacer cuanto pueda en este sentido. Le presentaré al profesor un examen tan malo que le va a mantener confuso durante días.  Voy a escribir una porquería de examen, respuestas que no tengan nada que ver con las preguntas.  Voy a demostrar cómo un estudiante hace un examen auténticamente malo.  Será el examen más ridículo que tenga que calificar en toda su carrera.’  Pensando en estas cosas, me estaba riendo para mis adentros, cuando me tocó examinarme.  Lo crea o no, comprendí perfectamente cada pregunta.  Me sentía relajado y, por raro que parezca, en un estado de humos magnífico.  Pasé el examen y obtuve una buena calificación.”
Así pues, la intención paradójica cura el miedo.  Si a propósito intentamos tenerlo, no podemos.  Para Frankl lo más importante de la intención paradójica es usar deliberadamente el sentido del humor.  Comenta al respecto, que es increíble que “hasta ahora no se haya tomado el humor lo suficientemente en serio”.  La intención paradójica nos enseña a bromear acerca de nosotros mismos, a reírnos y ridiculizar nuestros propios miedos.  Esto en virtud de la capacidad del ser humano de autotrascender para olvidarse de sí mismo, entregarse y abrirse a encontrar un sentido a su existencia.  

Por ejemplo, si temes que te suden las manos al saludar a alguien, de acuerdo con Frankl, imagínate que te van a escurrir ríos de agua por tus manos.  En el momento en que logras imaginarlo de verdad, notarás cómo tus manos ya no se humedecen.  Incluso imagínate diciéndole al otro: “Disculpe por tanta agua, pero es que así sudan mis manos.”  ¿Te imaginas? Bueno, pues haz la prueba y verás que ¡santo remedio!
Una joven se mostraba nerviosa en su primera consulta y tartamudeaba.  En lugar de que el doctor le dijera lo que naturalmente se espera: “Relájese, no tenga miedo”, o “tranquilícese”, lo que aumentaría su tensión, le dijo precisamente todo lo contrario:  “Linda, quiero que esté usted lo más tensa que pueda, y que se ponga lo más nerviosa posible.”  “Muy bien” dijo, “eso me resulta fácil”.  Intentó ponerse más nerviosa aún.  De pronto se dio cuenta de lo cómica que resultaba tal situación y dijo:  “Estaba realmente muy nerviosa, sin embargo ya no lo puedo estar.  Es curioso, pero cuanto más intento ponerme tensa, menos lo consigo.”

La intención paradójica nos permite alejarnos de nosotros mismos para observar nuestros patrones de conducta con sentido del humor. Es un alivio saber que, al reírnos, podemos salir de los miedos y las reacciones automáticas para ver el poder desafiante de nuestro espíritu humano en acción.  Así que ya sabes, ante el miedo;  muérete de la risa. 

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jueves, 19 de septiembre de 2013

Del libro “El Esclavo” de Francisco José Ángel Real





  
Cuando aceptas que eres libre, que eres el único responsable de que tu vida marche mejor, te das cuenta de que todos hacemos lo mismo, y no tienes mas remedio que tener compasión por los demás y no me refiero  a  sentir compasión entendida como lástima, sino como ponerte en los zapatos de otros y tratar de entender sus motivos.
 
La muerte puede ser tu mejor amiga.  Y no me refiero a obsesionarte con ella, o a desearla, o a deprimirte porque es inevitable, sino a recordar que todos tenemos los días contados, que en cualquier momento podemos dejar de existir. Si la gente tuviera esto en mente, te aseguro que  vivirían mucho mejor.  Cuando la muerte se hace presente, los problemas  de la vida diaria no son tan graves, las preocupaciones no tienen sentido, las discusiones, el odio, y el resentimiento desaparecen de nuestras relaciones porque queremos aprovechar al máximo el poco tiempo que tenemos.
 
Perdonar no es una acción en si misma, perdonar es simplemente comprender. Cuando logras comprender que todos buscamos lo que creemos que es mejor para nosotros, que nuestras acciones son por lo regular, bien intencionadas, que todo lo que hacemos tiene como objetivo acercarnos a lo que creemos que es la felicidad, entonces te das cuenta

de que no hay nada que perdonar.  La mayor parte de la gente no tiene la intención de hacerte daño.  Todos tomamos nuestras decisiones a partir de los conocimientos que tenemos y de las circunstancias que nos rodean en ese momento.  Si tu pareja decide terminar tu relación e irse con otro, lo hace porque la relación que tiene contigo ya no le hace feliz y  porque cree que estará mejor con esa otra persona; no lo hace por molestarte o por herirte, lo hace porque es lo mejor que puede hacer en ese momento Muchas personas dicen "me abandonó," en realidad no te  abandonan, simplemente se van.  La gente no te desilusiona, simplemente hace lo que puede hacer, y si no coincide con lo que tú crees que deberían hacer, entonces tú te desilusionas.

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viernes, 30 de agosto de 2013

"La última oportunidad" de Carlos Cuauhtémoc Sánchez




Si el problema es entre tu y yo, lo arreglamos tu y yo, y queda prohibido hacer partícipes a otros o discutir en presencia de otros". 


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jueves, 22 de agosto de 2013

Del Libro "La Vocecita" de Blair Singer....




Mi trabajo, así como el tuyo y el de cualquier líder, padre, amigo o coach es identificar la fortaleza en los demás, ir por ella, sacarla y ayudarlos a que la vean por sí mismos. 

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miércoles, 14 de agosto de 2013

Del Libro Perdonar y Olvidar de Lewis B. Smedes






Nuestro odio ni siquiera tiene la decencia de morir cuando mueren aquellos en los que se inspira, pues es un parásito que chupa nuestra sangre, no la de ellos. 

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jueves, 1 de agosto de 2013

Del Libro “Sobre las alas del Dragón Rojo” de Ricardo Homs Quiroga…..






VIRTUDES Y DEFECTOS


No podemos evaluar
a una persona con justicia
en tanto no aceptemos
que la condición humana no es perfecta:
más bien, consiste en una mezcla equilibrada
de virtudes y defectos.

La valía de una persona
se mide a partir de que en la balanza
pesen más sus virtudes que sus defectos.


R.H.

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jueves, 25 de julio de 2013

Del Libro “Los 7 peores errores que cometen los padres” de John & Linda Friel




Tú puedes descubrir que algo del dolor que experimentas como padre es causado, al menos en parte, por algunos de estos SIETE errores de la paternidad.

1)       Mimar a tu hijo
2)       Dejar tu matrimonio en último término
3)       Someter a tu hijo a una actividad excesiva
4)       Ignorar tu vida emocional o espiritual
5)       Querer ser el mejor amigo de tu hijo
6)       No ofrecerle a tu hijo una estructura
7)       Esperar que tu hijo haga realidad tus propios sueños.


NO OFRECERLE A TU HIJO UNA ESTRUCTURA

De acuerdo con nuestra experiencia, como padres y psicólogos es mucho más eficaz establecer unas cuantas reglas que puedan ponerse en vigor de manera consistente, que tener muchas caóticamente impuestas.

Una inconsistencia diseminada inhibe el crecimiento de la estructura interna que necesitamos para convertirnos en seres humanos civilizados.
¿Cómo podemos esperar que nuestros niños tengan una estructura interna, así como habilidades de autodisciplina y autorregulación, si nosotros carecemos de ellas?
¿Alguna vez te preguntaste por qué es tan común que los padres lleven a sus hijos a terapia, para descubrir que son ellos quienes deben continuar en terapia sin la presencia de los niños?  Tener una gran cantidad de reglas insignificantes y no saber como imponerlas es síntoma de algo.  Es un marcador, un signo, un indicador, una bandera roja, la punta del iceberg, que grita:  “¡Algo anda mal!”  La parte más triste de esta película es ver a los padres enojados con sus hijos por ser unos pequeños monstruos, cuando éstos sólo responden a un sistema que ha sido caótico durante años y años.

Si creciste en una familia típicamente estadounidense aprenderás que, sin importar lo que hagas, puedes contratar a un abogado para salir de la situación en la que te has metido.  Si creciste en Inglaterra o Irlanda, es más probable que aprendas a ser cortés con los demás. 
Si tus padres te permitieron maldecir, contestar con insolencia  y ser grosero con ellos, crecerás con gran dificultad para reprimir tus impulsos cuando, por decir algo, estás hablando con tu jefe.  Sin una estructura interna que te diga: “Comunícate con tus superiores de manera respetuosa,”  puedes atestiguar  tus despidos sucesivos, y a la vez, sentirte “agraviado,:  “incomprendido”  y  “juzgado injustamente”  cuando, de hecho, se ha conducido de manera terriblemente impropia.

Si tu familia se encuentra fuera de control, si cada vez tienes más reglas, más y más regaños, menos y menos obediencia por parte de tus hijos, dolores de cabeza cada vez más frecuentes y explosiones emocionales, estás listo para un cambio.  Ve a algún lugar silencioso y reflexiona sobre todas tus reglas y expectativas, como también las de tu pareja, y escríbelas en un pedazo de papel.

Cuando termines, ve el papel con tu pareja y observa lo que sientes.  ¿Vergüenza?  ¿Miedo al caos?  ¿Enojo porque los hijos no cumplen tus peticiones?  Está bien.  Pon el papel en un lugar seguro.  Y haz algo distinto durante el resto del día.  Después de esperar al menos veinticuatro horas, vuelve a tomar el papel y escoge un punto de la lista.  Quizá sería bueno que escogieras uno pequeño.  Uno fácil.  Elige uno con el que sepas que vas a tener éxito.  Tu pareja y tú deben acordar que ésta es la única regla en la que se concentrarán durante las siguientes semanas.  Además, deben ponerse de acuerdo en que, por el momento, olvidarán las otras.

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jueves, 18 de julio de 2013

Del Libro “Psicología del mexicano en el trabajo” de Mauro Rodríguez y Patricia Ramírez.






Aspectos POSITIVOS del trabajador mexicano.


Los aspectos más positivos del trabajador mexicano los encontramos en su actitud servicial, inclinada a la colaboración siempre y cuando se sienta aceptado y valioso.  Las empresas de servicio harían bien en aprovechar estas cualidades recompensando a sus trabajadores por su actitud servicial y cooperativa.  Fácilmente pueden, por este medio, desarrollar lealtad a la empresa.

Su arraigada religiosidad lo defiende: permite que pese a ser inhibido y melancólico, no sea desesperanzado ni desesperado;  en las más tristes carencias o situaciones conserva su fe en Dios y en la vida.  Su sentido del humor también permite al mexicano adaptarse a cualquier adversidad. 

Por otra parte, su capacidad imaginativa conviene orientarla más hacia el esfuerzo creador que a las soluciones improvisadas de último momento.  Existen características en nuestro pueblo que lo predisponen o lo acercan a lograr una alta calidad en la producción; al mexicano le gusta lo bonito, el nuestro es un pueblo que valora la belleza y el arte.  Vasconcelos decía hace más de 50 años que “el arte es la única salvación de México.”

Otra cualidad del mexicano es su flexibilidad, que en el ámbito laboral hace que se encuentre dispuesto a tipos de producción muy diferenciados, a fin de cumplir las exigencias de los clientes.  Asimismo, su ingenio puede aprovecharse para el mejoramiento de la calidad de los servicios y productos.

El respeto y la obediencia, unidos a su flexibilidad e ingenio, hacen que el trabajador mexicano sea muy apreciado en otras culturas.  ¿Por qué no valorarlo aquí mismo y reconocer abiertamente su actitud servicial y generosa?

La facilidad con que se puede relacionar y la alta valoración de los amigos, así como su extroversión al manifestar sus sentimientos, propician su integración a los equipos de trabajo y ponen una plataforma para construir un ambiente cordial y armonioso que permite la satisfacción tanto de necesidades sociales como de seguridad emocional.

En condiciones favorables, el mexicano puede ser un excelente trabajador, dispuesto a todo, a colaborar con su esfuerzo y con el deseo de lograr lo mejor, pero necesita saberse valorado, útil e importante.

Su predisposición a sobrellevar la vida y su actitud un tanto lúdica, le permiten no sólo una apreciable capacidad hacia el trabajo, sino también encontrar la vida lo suficientemente agradable como para poder gozarla.  Aunque también puede ser pasivo, fatalista y dependiente, es afectuoso, obediente, humilde, y cooperativo.

Tenemos tanto o más potencial que los habitantes de otros países, sólo hace falta aumentar la responsabilidad por parte de unos (los trabajadores) y fomentar el aprecio de estos valores por parte de otros (empresarios y gerentes).


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jueves, 11 de julio de 2013

Del Libro "Bullying Acoso escolar" de María Guadalupe Rincón



FACTORES FAMILIARES DETERMINANTES



Uno de los principales factores que influyen en la victimización y el acoso escolar, es la intimidación en la familia (hermanos, padres, abuelos, trabajadores domésticos), en la guardería o en el barrio.  Es decir, los niños que son testigos o víctimas de amenazas, gritos, golpes, castigos omnipresentes, injurias, mensajes despreciativos, críticas frecuentes, exigencias desmesuradas, amenazas de abandono, etc., suelen afrontar el miedo que esta violencia les causa de diferentes maneras, ya sea identificándose con el agresor o la víctima.  Así, algunos niños reaccionan atacando; y otros, replegándose sobre sí mismos para protegerse. Muchos de ellos presentan en la escuela reacciones hostiles o de ansiedad, y los más sensibles son generalmente los más afectados.
Otro de los factores importantes de riesgo es la sobreprotección;  los padres que supervisan a sus hijos de manera exagerada y no les permiten tomar iniciativas o riesgos propios de su edad, o los padres que no dan ninguna responsabilidad a sus hijos para evitarles esfuerzos.  Estos niños estarán a menudo en espera de aprobación y dependerán de la ayuda de otras personas para actuar.  Esta pasividad y dependencia pueden constituir un obstáculo mayor para la afirmación de sí mismo, uno de los motivos por el cual el niño no aprende a defenderse, o un irritante en la relación con los otros niños y profesores.
Desafortunadamente se encuentran con frecuencia la sobreprotección y la intimidación juntas en un mismo ámbito familiar.  Uno de los padres se muestra exigente, crítico, inflexible y poco compasivo, mientras que el otro se muestra poco firme, servicial y permisivo.  Uno de los padres duro y el otro blando, y hasta se podría decir que uno compensa las carencias del otro.  En esta dinámica familiar, los hijos pueden inhibir cualquier acción en espera de aprobación, igualmente pueden mostrarse angustiados, agresivos o intolerantes.  ¿Es falta de comprensión o demasiada? ¿Es un marco rígido o demasiado permisivo?  Lo que sí es, es un contexto incoherente en el interior de la familia.
Incluso si los padres están de acuerdo, la falta de constancia en la aplicación de las reglas de funcionamiento y en la realización de las responsabilidades es otro de los factores que influyen en la adaptación social de los niños en la escuela.  La constancia puede verse afectada por el estado de ánimo de los padres.  Si están de buen humor, exigen menos, pero si están de mal humor, exigen más.  O bien, cuando el niño muestra un buen funcionamiento, los padres abandonan los límites, pero cuando las cosas van mal, recrudecen los castigos.  Esta manera de funcionar crea patrones de comportamiento inestable de tipo montaña rusa.
La falta de límites claros respecto a la expresión del enojo y la falta de habilidades sociales de los padres para manejar esta emoción se refleja igualmente en el comportamiento de los niños en la escuela.
Las tensiones familiares, como peleas, separación, divorcio, dificultades laborales, desempleo, deudas y problemas económicos, pueden provocar gran irritabilidad de los padres y poca disponibilidad para mantener la constancia y coherencia en el marco de referencia.
Los niños que viven en la pobreza muestran un rendimiento escolar, una capacidad de adaptación emotiva y un desarrollo de competencias sociales menores que los niños de clase media.

Como se puede ver, el contexto familiar puede tener una influencia en el acontecer de la intimidación entre alumnos, pero hay que ser prudentes para no atribuir toda la responsabilidad a la familiaExisten niños que tienen un entorno familiar muy adecuado y, sin embargo, se comportan como verdaderos verdugos solamente para sentirse superiores o mejores, ya sea física o psicológicamente hablando.    

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jueves, 4 de julio de 2013

Del Libro “Los Diez Retos” de Leonard Felder……





* Alguna vez tus compañeros de clase se burlaron injustamente de ti, o fuiste el blanco de crueles comentarios o chismes maliciosos debido a que en algún aspecto eras diferente de la mayoría?
*  En tu círculo de amigos, parientes, compañeros de trabajo o colegas, ¿alguna vez te sientes incómodo porque alguien habla de más o le gusta difundir rumores o anécdotas despectivas acerca de ti u otros?
*  ¿Has estado alguna vez en una situación de trabajo o social en la que un adversario o rival se propuso perjudicarte con una anécdota exagerada o falsa?
* ¿Alguna vez te has sentido ofendido o traicionado porque un amigo íntimo, compañero de cuarto, pareja romántica o miembro de la familia divulgó algo embarazosamente personal sobre ti a gente a quien no le incumbía oír cosas tan privadas?

Como plumas en el viento

  
Hay una famosa historia hasídica que describe perfectamente lo difícil que es reparar el daño resultante de las habladurías y rumores sobre una buena persona.  En este relato un alumno ha estado diciendo cosas dañinas y difundiendo chismes acerca de su maestro, pero termina por sentirse culpable, va a ver al maestro y le pide perdón.
El maestro le sugiere:  “Si quieres reparar lo que hiciste, recomiendo que tomes varias almohadas de plumas, las cortes para abrirlas y dejes que el viento disperse las plumas”.
El alumno hace lo que se le dijo y regresa a ver al maestro, quien le dice con calma:  “Hay un paso más.  Ve afuera y junta todas las plumas.”
El alumno contesta:  “¿Pero cómo lo haré?  Es imposible.  Los vientos las desparramaron en todas direcciones.”
El maestro explica:  “Ahora estás comenzando a enterarte del poder de las palabras.  Una vez que has dado inicio o has repetido un rumor dañino, y éste se desparrama en todas direcciones, es muy difícil tratar de deshacer todo el daño”.



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jueves, 27 de junio de 2013

Del Libro “Cuando los niños preguntan” - Sobre DINERO y ESCUELA, de Chick Moorman y Thomas Haller.




¿Tienes Tarea?


Quién cree usted que menciona primero la tarea, los hijos o los papás?  Si usted dijo  “el papá”, está en lo correcto.  Los padres sacan el tema de la escuela mucho más a menudo que los niños.  Y los padres preguntan la mayoría de las veces   “¿Te dejaron tarea?” cuando no han pasado ni cinco minutos desde que los saludaron al salir de la escuela.
Mencionar la tarea apenas llegan a casa de la escuela le dice al su hijo que la cantidad de tarea es más importante para usted que él mismo.  Al no haberlo visto durante todo el día, podría ser de mucha ayuda hacer una pregunta o utilizar una forma de hablar más estimulante y que promueva el vínculo entre ustedes.  Tal vez su comentario inicial pudiera ser alguno que se enfocara en dar la bienvenida y mantener la relación”
“Espero que hayas tenido un día muy feliz”
“Hey, ¡qué gusto que estés de vuelta!  Hay un refrigerio sobre la mesa.  Toma lo que quieras”.
“Bienvenida a casa.  Espero que hoy te haya ido muy bien”
- Qué gusto ver que ya estuvieras aquí cuando llegué a casa.  Siempre me da gusto verte”.
Sacar el tema de la tarea antes de que lo haga su hijo es señal de que a usted le interesa más ésta que él. Es una señal de que usted pudiera estar haciendo demasiado.  Cuando a usted le importa más de lo que le importa a su hijo, hay menos espacio para que a éste le preocupe.  Alguien más está asumiendo la responsabilidad.  Y esa persona es usted.
Si usted toma la responsabilidad de mencionar la tarea, el niño ya no tendrá que hacerlo.  No será su trabajo.  Será el de usted.  Sus hijos no se ofrecerán ni asumirán su responsabilidad por la tarea, a menos de que la persona que actualmente tiene ese rol ceda su papel.  Ceda el puesto y déle oportunidad a su hijo para ser responsable…..

Los papás de Misty están convencidos de motivar a su hija a salir bien en la escuela.  Van a las reuniones con los maestros, muestran interés en las comunicaciones escolares y en las boletas de calificaciones, y hacen su mejor esfuerzo en apoyarla si se traba con alguna tarea.  Incluso tienen un horario establecido entre siete y ocho de la noche para hacer la tarea.
Cada noche, a las siete, el papá de Misty anuncia “es hora de hacer tarea” y comienza lo que generalmente estalla en un descomunal argumento.   La conversación típica sería:
“Es hora de hacer tarea”.
“No tengo tarea. La hice toda en la escuela”.
“Siempre tienes tarea”
“No siempre, y no esta noche.  Hoy no tengo tarea”
“Déjame ver tu cuaderno de matemáticas y lo que hiciste en clase”.
“Lo dejé en mi casillero porque ya había terminado”.
“Y lo de inglés? ¿No tenías algo que terminar para la siguiente semana?”.
“Ya casi está terminado. Puedo terminarlo en una tarde y tengo más de una semana para hacerlo.  No te preocupes”.
“¿Estás segura de que no tienes tarea? ¿Y de historia? ¿Ya terminaste todo?”
“Si, ya terminé lo de historia.  La maestra nos dio tiempo para leer en clase.  ¿No me crees?”
“Me es difícil creer que no tienes tarea cuando en la reunión que tuvimos el mes pasado con la maestra nos dijo que has dejado muchos trabajos incompletos en clase.”
“Bueno, no tengo tarea”.
Tanto lío respecto a la hora de hacer la tarea podría ser reducido significativamente con un ligero cambio en la forma de hablar que está utilizando.  Cambie el concepto de la hora de hacer la tarea a es la hora de alimentar al cerebro.
La hora de alimentar al cerebro es tiempo familiar en el que todos hacen algo para nutrirlo.  Ya tuvo una hora para alimentar el cuerpo.  Es la hora de la cena.  Probablemente la hora de alimentar el cerebro pueda ir inmediatamente después de la hora de alimentar el cuerpo.  Comemos juntos y después nutrimos nuestro cerebro.
“Es hora de hacer la tarea” crea la impresión de que el tiempo asignado solo es para hacer la tarea.  Cuando esa rutina ha sido establecida, es un paso natural para el niño el asumir que si no tienen tarea, pueden utilizar el tiempo para cualquier otra actividad que les plazca.
Es la “hora de alimentar el cerebro” anuncia que esta es una oportunidad para hacer crecer a nuestro cerebro.  Comunica la importancia de hacer crecer nuestros cerebros al alimentarlo con nutrientes sanos.
Al reunirse todos para la hora de alimentar el cerebro, cada persona puede tomar un turno y decir cómo es que él o ella utilizarán el tiempo.  La mayoría de los niños que tienen tarea, elegirán hacerla durante ese momento.  A pesar de que el tiempo de alimentar el cerebro es utilizado para actividades relacionadas con la escuela, tales como hacer la tarea, repasar, estudiar, o leer para buscar información, no se utiliza exclusivamente para ese propósito.  Este tiempo de familia puede ser utilizado para jugar juegos de vocabulario, leer artículos educativos, buscar temas de interés, practicar un idioma extranjero, o cualquier cosa que alimente al cerebro  con material saludable.

Estamos sugiriendo cambiar la confrontación en su familia respecto al trabajo de la escuela al cambiar su forma de hablar y la noción de la hora de la tarea a la hora de alimentar al cerebro.  Cuando su forma de hablar se convierte en “es hora de alimentar el cerebro” la respuesta “no tengo tarea” tiene un nuevo significado.  Un niño no necesita de la tarea para engancharse al hecho de alimentar su cerebro.  Por lo tanto, argumentar, cuestionar y defender alrededor del tema de la tarea se reducen significativamente. 
Quisiéramos ser bien claros respecto a esto.  La hora de alimentar el cerebro es tiempo para estar en familia.  Esto significa que todos en la familia están nutriendo su cerebro.  Sí, es importante que los adultos también hagan algo para alimentar sus cerebros durante este tiempo.  ¿Usted realmente espera que sus hijos hagan cosas sanas que usted no modele?  Si espera que se sienten en la mesa de la cocina y que alimenten su cerebro mientras usted ve un programa de TV, usted tiene expectativas irreales.  Este es un compromiso familiar para una vida saludable.  Si usted no está dispuesto a hacer este compromiso, entonces tampoco pida a sus hijos que lo hagan. 

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jueves, 20 de junio de 2013

Del Libro “¡Póngase a trabajar!” de Frank McNair…..





PARTICIPAR….

Es una verdad administrativa que las personas más cercanas al trabajo por lo general tienen la mejor idea de cómo deben hacerse las cosas.  ¿Por qué no? Lo viven cada día.  Sin embargo, los administradores regularmente se olvidan de consultar las ideas y opiniones de sus seguidores cuando desarrollan su visión estratégica y los planes operativos para sus organizaciones.  Eso es lamentable, porque unas cuantas contribuciones producirían un aumento increíble de: 
'1)  el compromiso del empleado con la estrategia y el plan,  y 
'2) la calidad del propio plan.
A la gente le gusta aportar ideas y éstas aumentan la probabilidad de que el personal se comprometa.


MOTIVACION ….

Los trabajadores
se sienten motivados cuando
creen que si lo intentan (esfuerzo)
triunfarán (desempeño)
y serán recompensados (retribución)
y
creen que si no triunfan (mal desempeño)
sufrirán las consecuencias (retribución)
y las consecuencias serán tan
graves que desearán evitarlas.


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jueves, 13 de junio de 2013

Del Libro "Don Luis, una vida con valor y valores" de Alicia Campos



Ultimo viaje en familia

  
Con todos los hijos trabajando y estudiando, las oportunidades para salir de vacaciones con toda la familia ya se dificultaban, sin embargo Luis sabía que ningún miembro de su familia desaprovecharía la oportunidad de viajar juntos, así que con un estilo muy propio, hacía una especie de  invitación abierta.  
-          Quiero ir a Michoacán – comentaba sorpresivamente a su familia.
-          ¡Yo voy!  - decía Martha, casi antes de que completara la frase.
-          ¡Yo también! – inmediatamente después contestaba Ada, quien ya había aprendido a gozar los paseos.
-          ¡Y yo!  - decía José Luis, quien tenía vacaciones en la escuela.
-          ¡Híjole, yo tengo que trabajar! – decía Alicia angustiada por pensar que sería la única que no podría ir.
-          Pues entonces tú te quedas – contestaba Luis en un tono de burla.
-          ¡Ah no!  Voy a pedir permiso, o a ver cómo le hago pero yo voy.
-          ¿Cómo nos vamos a ir todos?,  ¿quien les va a dar de comer a los perros y los pericos?  ¿Quién va a regar las plantas? -  decía Guadalupe bastante preocupada, porque anticipaba que no se podrían llevar a los perros como en otras ocasiones lo hacían al viajar a lugares más cercanos.
-          No te apures, los encargamos con los vecinos, tal vez éste sea el último viaje con toda la familia -  decía Luis.

Ese viaje resultó ser uno de los más recordados por todos  muchos años después.  Con la solvencia que le daba su trabajo, ya podía elegir entre hospedarse en un hotel de 5 estrellas, o en una posada.  A él le gustaba combinar ambos estilos para apreciar lo bueno de cada uno de ellos.  Aparte, quería que sus hijos aprendieran a conocer todo lo que ofrece México, así que un día podían comer en un buen restaurante, al otro  taquear en un puesto al aire libre, y luego cenar en una fondita de algún rincón del pueblo que visitaran.

Definitivamente Luis había transmitido a cada uno de sus hijos el gusto de viajar y conocer lugares, él siempre dijo que cuando uno se muere, lo único que en realidad se lleva consigo son esas satisfacciones y el gusto personal, ya que lo material siempre se iba a quedar y a deteriorar con el tiempo, pero los logros y las experiencias personales, ésas se las lleva uno hasta la tumba.



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jueves, 6 de junio de 2013

Del Libro “Como controlar la IRA” de M.K. Gupta…..





   

Perdón – apagar el fuego de la ira




El perdón es la medicina más potente para extinguir el fuego de la ira.  Desarrolla el hábito de perdonar las pequeñas faltas que te hagan los demás.  No andes mucho tiempo por ahí con pequeños resentimientos en tu corazón.  El perdonar a los demás inmediatamente te aliviará de la pesada carga de los sentimientos de venganza que constantemente llevas contigo, creando una inquietud y agitación en tu mente.  Si dices, “Puedo perdonar, pero no olvidar”, implica que no has perdonado.  El perdón significa una completa libertad de todos los sentimientos negativos asociados con el incidente.

Los actos de perdón son un bálsamo tranquilizante para tu corazón ardiente y te vuelven inmediatamente más ligero y libre.  No importa si la otra persona se merece el perdón o no, pero por lo menos tú mereces la libertad de tu mente.  La carga del odio y de la malicia, la cual cargas al no perdonar a alguien, te lastima mucho más que la persona que te hirió.



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viernes, 31 de mayo de 2013

Del Libro “Una vaca se estacionó en mi lugar” de Leonard Scheff / Susan Edmiston




Un viernes durante una sesión de terapia de pareja, una mujer le dijo a su esposo que le gustaría que él le regalara flores;  no sólo en su cumpleaños o en su aniversario de bodas, sino simplemente como una expresión de su afecto por ella.  La siguiente semana, el esposo llamó al florista y éste le envió un espléndido ramo con una nota que decía:  “Te amo”.  El siguiente viernes, él llegó a la sesión suponiendo que por fin había hecho algo bien.  En cambio, su esposa estaba ofendida porque, aunque él le había enviado flores, no había firmado la tarjeta.
Era obvio que la esposa tenía varias peticiones no expresadas;  Su esposo tenía que saber, sin que se lo pidiera, que debía darle regalos de vez en cuando y sin una razón en particular.
Si ella tenía que pedirlo, el regalo no contaba.
Si su esposo le daba un regalo, no debía tan sólo ordenarlo por teléfono, sino tomarse la molestia de personalizarlo.
El deseo de la esposa por un tipo de sensibilidad e intimidad que se expresa por medio de un regalo espontáneo quizá  no había formado parte de la experiencia del esposo.
Ella pudo haber elegido apreciar el regalo en vez de fijarse en lo que faltaba.  En lugar de enojarse, pudo haber dicho;  “Gracias por el ramo tan hermoso”.  Al recompensar sus esfuerzos, ella pudo haber creado una cordialidad entre los dos que condujera a una mayor intimidad.
Muchas relaciones están en riesgo porque uno o más de los participantes tienen exigencias incumplidas de las cuales no se dan cuenta o no están dispuestos a expresarlas.  Estas relaciones pueden ser entre esposos, amantes, vecinos, socios o miembros de una organización.  Mientras más importante sea la relación – por ejemplo, un matrimonio en comparación con la pertenencia a un club de lectura – más tienen que perder sus partes.  Donde hay mucho que perder es menos probable que las personas involucradas hagan explícitas sus demandas, porque el riesgo de hacerlo es mayor.
Quizá uno de los cónyuges tema que si el otro sabe cuánta es su necesidad, ese hecho podría perjudicar la relación.  Otro miedo común es del siguiente tipo:  “Si la gente se entera quién soy o qué quiero en realidad, me va a rechazar o algo peor”.  Un tercer miedo es sentirse rechazado por la eventual negativa de la otra persona a satisfacer la demanda.
Expresar  tus deseos tal vez sea un paso esencial para cumplirlos, pero no garantiza que se cumplan.  A veces la gente se guarda sus exigencias para sí porque entiende que manifestarlas conlleva un riesgo.  Por ejemplo, un hombre podría desear que su esposa no se oponga a que él tenga una amante.  En este caso, es improbable que la relación mejore al expresarse la petición.  La esposa, por su parte, podría esperar que su esposo respete los votos matrimoniales y le sea fiel.  La restricción de ambas partes respecto de expresar sus deseos subyacentes podría ser todo lo que mantiene intacta la relación.
Sin embargo, podría ser constructivo terminar con una relación en la que no se puedan cumplir peticiones importantes.   A menudo, perpetuamos relaciones que no satisfacen nuestras necesidades porque tenemos un sentimiento de escasez.  Es decir,  no estamos dispuestos  a aceptar el riesgo de dejar la relación que tenemos por creer que no somos capaces de encontrar una que satisfaga mejor nuestras necesidades.  Dejar nuestra vida estancada es otra manera de perpetuar nuestra ira.
No hay regla que sostenga que tenemos que dejar que las otras personas conozcan nuestras exigencias.  Podemos elegir no revelarlas.  Sin embargo, debemos ser conscientes de las consecuencias de mantener en secreto nuestras necesidades.

Ejercicio
EXPRESA TUS NECESIDADES
¿Tienes necesidades que esperas que se cumplan y que no has expresado a las personas importantes en tu vida?  Enlístalas aquí.  Será muy útil que pienses en las personas importantes de tu vida, una a la vez, y si acaso tienes algún sentimiento de ira o insatisfacción hacia ellas y, si es así, por qué.
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Examina cada una de tus demandas y pregúntate si crees que se cumplirán si las expresaras.  ¿No las has expresado por miedo a hacerlo o porque supones que la otra persona debería saberlo sin que se lo dijeras?  ¿Esperas, inconscientemente, que tu pareja, o quienquiera que sea, sea capaz de leerte la mente?

Experimenta haciendo peticiones; quizá no todas a la vez, sino una por una.  Si por alguna razón no estás dispuesto a revelar lo que quieres, pregúntate si tu razón para no hacerlo es válida.  Si lo es, al menos entenderás tu papel y tu responsabilidad en la ira que sientes cuando no se cumple tu exigencia.  En otras palabras, es importante que reconozcas que tienes una opción y nada te impide actuar en la situación. 

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jueves, 23 de mayo de 2013

Del Libro “Como controlar la IRA” de M.K. Gupta…..




Cómo abordar la ira de los demás


Mediante algunos esfuerzos, podrás haber eliminado la posibilidad de la ira dentro de ti.  Pero aún queda otra pegunta vital, ¿cómo enfrentar o abordar la ira de una persona o de una multitud?
Un hecho básico que tendrás que recordar, es que cuando una persona se enoja pierde la razón y la discriminación.  Es como una persona que está loca o intoxicada, dependiendo de la intensidad de su ira.  Así que en ese momento, no deberás darle mucha importancia a lo que dice, ni enredarte en discusiones lógicas, ya que en ese momento no podrá apreciar tu lógica.  En este estado mental, permanece completamente predispuesto e influenciado emocionalmente.
Así que lo mejor en estas circunstancias es que permanezcas callado y digas solamente una frase, “ya que no estás de humor, hablaré congio más tarde.”  Después de que se calme, explícale tranquilamente tu punto de vista.  De esta manera te darás cuenta que la misma persona te entenderá y se dará cuenta de lo tonto que fueEn caso de que la ira de la persona sea genuina y que tú sí hayas cometido una falta, siempre es mejor disculparte y reconocer tus errores en vez de tratar de esconderlos.  Todos cometemos errores en la vida, así que el cielo no se va a caer si los reconoces.  Algo importante es aprender las lecciones que nos dan los errores para que de esta manera no los repitamos en el futuro.
Enojarte por la ira de otra persona, es como invitar a una catástrofe.  Aumenta su ira original multiplicándola y entonces se vuelve completamente loco.  Y una persona loca e intoxicada, puede hacer cualquier cosa al calor del momento.  Puede ser capaz de asesinar, involucrarse en actividades violentas, insultar a personas respetables, verse involucrado en accidentes automovilísticos si se encuentra manejando en el momento, aventar a sus hijos desde el techo de la casa, divorciarse de su esposa y muchas otras cosas inimaginables.  Podrá arrepentirse más tarde, cuando se calme, pero el daño que causó al calor del momento es irreparable. 

Llegará un momento en tu lucha por vencer a la ira en donde ya no te enojarás con las personas que se enojan, en vez de eso, sentirás lástima por su estado mental.
Otro importante punto a considerar es qué hacer cuando te enfrentas a una multitud enojada.  A esta situación normalmente te enfrentarás si eres un ejecutivo a nivel dirección y tienes bajo tu mando a muchos empleados y trabajadores.  La mejor manera de prevenir este tipo de situaciones es tratar de evitar que sucedan.  Para esto, la dirección tendrá que jugar un papel importante.  Deberá enlistar diferentes factores en los cuales los trabajadores podrían crear algún tipo de conflicto o situaciones con las que se puedan enojar y de esta manera crear directrices apropiadas, decisiones políticas, reglas y normas junto con los representantes de los trabajadores, de manera que todas esas áreas de conflicto y agitación queden cubiertas.
Sin embargo, puede haber ciertas situaciones en donde, a pesar de todas las precauciones o debido a un auténtico error por tu parte, te conviertas en el blanco de una multitud enardecida.  En este tipo de situaciones, primero te tendrás que encargar de tu propia seguridad, al igual que de la seguridad de las instalaciones.  Cuando sepas que te enfrentarás a una multitud enojada y violenta, llama a la policía, pon bajo llave los equipos costosos y lo que es vulnerable y, lo más rápido que puedas, vete a un lugar seguro.  Nunca enfrentes directamente a una multitud enojada.  Cuando se controle un poco la situación y la ira haya cedido un poco (lo que seguramente sucederá después de algún tiempo), podrás entonces hablar con los representantes de los trabajadores y llegar a una solución amigable.


jueves, 16 de mayo de 2013

Del Libro “Comunícate, Cautiva y Convence” de Gaby Vargas




Salte del Club de la Queja



“Es injusto.” “Sí, pero…”  “El maestro me trae de bajada.” “Todo me sale mal siempre.” “¡Ay, me duele todo!” “Tengo pésima suerte,” “No puedo hacer nada.” “Nunca me vienen a visitar.”  “¡Estoy gordísima!”  “¡Está muy difícil!”
Este club es muy popular y lo constituyen numerosos miembros.  Ser uno de sus socios implica incontables beneficios ya que es muy cómodo.  Es el Club de la Queja.   ¿Conoces algún socio? ¿Eres uno de ellos?
Aunque no lo creas, muchos de nosotros, consciente o inconscientemente, somos miembros fundadores, porque preferimos quedarnos en el limbo de la queja, de la enfermedad imaginaria y de la baja autoestima, antes que entrar al mundo de los “muy seguros de sí mismos”; esto, por temor a perder algunas cosas que consideramos muy útiles para sobrevivir.
Como gozamos de muchos beneficios psicológicos, se dificulta renunciar a ellos para salir adelante.  ¿Te parece descabellado? ¡Por supuesto!. Nunca pensamos en los beneficios como tales y jamás admitiríamos su existencia en forma consciente, sin embargo ahí están.
No importa si tenemos o no la intención de salir de este club: en el fondo podemos llegar a tener una adicción a él y a jugar el papel de socio vitalicio.  Es irónico e increíble lo que te voy a decir, pero nos llegamos a  “sentir bien por sentirnos mal”.  Sí, leíste bien: Nos llegamos a sentir bien por sentirnos mal.  ¡Claro!, porque de esa manera es muy cómodo, si pusiéramos un anuncio en el periódico que invitara a incrementar el número de miembros del club; el anuncio podría decir algo así:
¡Gran oportunidad! Inscríbase al Club de la Queja y obtenga los siguientes beneficios:
·         Siempre logrará captar la atención de los demás
·         Tendrá una excusa permanente para no concentrarse en sus deberes
·         Encontrará el pretexto perfecto para comer lo que quiera y dejarse llevar por los malos hábitos.
·         Podrá evadir sus responsabilidades y culpar a otro si algo sale mal
·         Logrará que la gente sienta lástima por usted
·         Conseguirá que los demás se transformen en sus motivadores permanentes y recibirá, constantemente, halagos y flores que le levantarán el ánimo
·         Será aceptado fácilmente debido a que no representa ninguna amenaza para nadie
·         Nunca fracasará porque nunca intentará nada
·         Si se comporta de una manera inadecuada, no importa.  Los demás lo disculparán porque saben que es una persona que tiene problemas.
·         Todos se compadecerán de usted.  ¡inscríbase ya!
Inscripciones al teléfono…..

Suena tentador, ¿no? Y, ¿te digo una cosa?  Muchos de nosotros somos socios expertos de este club.  Piensa en la cantidad de veces en que; quizá sin darte cuenta, los demás escuchan tus quejas:  “Me siento apachurrado.”  “Estoy en la depre.” “Me lleva el tren.” “Me siento como araña fumigada.” O bien: “La culpa es del maestro, del gobierno o del vecino.”  Criticamos todo y a todos.
…  Es fundamental darte cuenta que, a la larga, pertenecer a este club termina por no funcionar y los aparentes beneficios se revelan como grandes limitaciones para el desarrollo del espíritu y la mente.  Recuerda que la queja degrada al ser humano.  Además, tus pensamientos son como imanes.  Todo aquello que piensas, lo atraes y se refleja en tu vida.  Es increíble, pero nuestra actitud y manera de pensar es lo que le da forma a nuestra vida.  
¿Por dónde empezar?
El primer paso es darte cuenta y hacerte consciente de cada vez que te quejas de algo.  Piensa, ¿cómo cambiarías tu vida si en lugar de una queja saliera de tu una palabra amable, un “gracias”, un comentario de aprecio hacia el otro?
Comparto contigo una de las muchas maneras para salir de este club.  Todas las noches, antes de dormir, haz una lista de cinco o 10 cosas por las que tengas que dar gracias a Dios, a la vida o a quien tú quieras.  Agradece tu salud, tus amigos, los momentos agradables del día.
Poco a poco nos iremos dando cuenta de que cuando la mira está enfocada en la queja, pasamos por alto las innumerables bendiciones que la vida nos da. El cambio en tu actitud se reflejará en toda tu persona y te aseguro que los demás lo notarán de inmediato.  ¡Es cierto!
Se necesita valor y decisión para salir de un cómodo círculo vicioso.  Sin embargo, cuando lo logras, podrás descubrir que tu autoestima crece y, lejos de perder la atención de los demás, la sumarás a la admiración por haber tenido el coraje de desafiliarte del Club de la Queja. 

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viernes, 10 de mayo de 2013

Del Libro “Bienveida al Club de las cuarentonas felices” de Rosaura Rodríguez….



Otra ocupa mi lugar

 

… Pero es que así me he empezado a sentir desde que entré a los cuarenta.  Como si otra mujer se estuviera apoderando de mí y me llevara a serme infiel.  Una infidelidad que se reflejaba en mis apreciaciones, en mi buena educación, en mis juicios, en mi personalidad, y hasta en mis gustos.

Ya no podía confiar en mí misma porque la otra se ha ido apoderando de mi cabeza como si fuera su casa y decidió, sin avisarme, hacer cambios y arreglos en mi hogar mental.  De pronto, en mi casa aparecía el color verde, el cual no era de mi agrado, pero que sin saber cuándo ni cómo, me fascinaba.  En mi nevera había yogur, antiguamente vomitivo y ahora delicia, y ya no me atreví a asegurar “yo no como eso, no me gusta, o me cae bien”, porque la mostaza ya me había dejado mal con los demás y conmigo misma.  Y es que siempre la odió, pero en la última cena con las amigas el lomo en salsa de mostaza se me hizo lo máximo y lo vanaglorié ante el desconcierto de la dueña de casa que no entendía si era una redomada mentirosa por haber pregonado durante años que la detestaba y la puse en el trabajo de hacerme un pescadito aparte.  De pronto, del disgusto a ciertas cosas pasé al gusto excesivo de ellas, como si estuviera cambiando de personalidad.

Pero aparentemente, esto de cambiar de personalidad cuando uno llega al cuarto piso es un mal generalizado y si a mí me estaban cambiando los gustos, muchas de mis amigas se estaban convirtiendo en unas desconocidas hasta para ellas mismas.  Sin previo aviso, Claudia, la menos doméstica, la que odiaba la cocina hasta el punto de no pisar ni siquiera el supermercado y que dejaba todo lo que tuviera que ver con el ala alimenticia de su hogar en manos de la cocinera, empezó a sentir una fascinación desconocida por las recetas.  Al principio simplemente las leía, sin saber cómo se encontró en el supermercado con una gran ilusión comprando los ingredientes y llevada por esa otra que ahora ocupaba su lugar, se ha convertido en una cocinera de alto turmequé.  El primer aterrado ha sido su marido, quien estaba seguro de que se había vuelto loca, o que algo muy importante y costoso le iban a pedir.  Tanta belleza no podía ser cierta.

Y no sólo es cierta para Claudia.  Diana cambié su deporte favorito, las compras, por la flora.  Las carteras Gucci y Fendi fueron remplazadas por las orquídeas, los zapatos y las chaquetas por una manguera.  Con la misma pasión que antes nombraba las mejores marcas del mundo de la moda, a los cuarenta, se sabe el nombre de cada una de las plantas de su patio y disfruta de la salida de una flor de la misma forma que antes se emocionaba con la nueva colección de primavera de Chanel.  Ella, que ha sido la más fiel exponente de aquello que dice “mujer que no gasta, marido que no progresa”,  cambió Saks por los viveros para alegría del bolsillo de su esposo y para el aterre de todas sus amigas que ni opinar podemos ya que aquello de la flora y sus nombre no es de nuestra especialidad.

Lo más increíble de estos cambios no es el descubrimiento de nuevas aficiones o el recién adquirido gusto por lo que antes detestábamos, sino el hecho de que aparentemente eran habilidades que estaban allí, talentos dormidos o invernando y que de pronto afloran sin que sepamos de dónde salieron.  Porque una cosa es que uno decida dedicarse a la cocina sin tener sazón ni para cocinar un huevo y otra muy distinta resultar ser chef digna del mejor restaurante.  En el caso de todas estas mujeres, el común denominador es el mismo, con la nueva personalidad viene incluido el talento para hacerlo bien sin haber estudiado el tema.

Según Carl Gustav Jung, uno de los pioneros en el estudio de la personalidad, el síndrome de la otra que se nos ha metido en el cuerpo y que decidió cambiarnos las reglas del juego, tiene nombre y se llama   MADUREZ.  Según este reconocido sicoanalista, el ser humano nace con unos rasgos de personalidad definidos, pero son condicionados por la cultura y la sociedad en la que hemos sido educados.  En la primera parte de la vida estamos más propensos a desarrollar lo que tiene que ver con el mundo exterior debido a la educación y a los llamados buenos modales.  Cuando llegamos a la adolescencia la presión social, unida a la necesidad de pertenecer y de ser como los demás, nos obliga a seguir desarrollando los rasgos de nuestra personalidad que tienen que ver con el mundo exterior.  De la adolescencia pasamos a la edad adulta y empezamos a cumplir con los requisitos básicos de trabajar para mantenernos, casarnos y tener hijos, lo que implica seguir viviendo para los demás.  Es así como parte de esa personalidad con la que nacemos se reprime en pos de lo que es cultural y socialmente aceptable, pero cuando llegamos a la edad mediana las características de nuestra personalidad que hemos ignorado o dejado a un lado se detonan exigiendo su lugar.  Iniciamos, sin quererlo y sin saberlo, una búsqueda de quiénes somos y en vez de buscarnos en el mundo exterior, empezamos a hacerlo adentro.

Palabra más, palabras menos, estamos ante algo desconocido para el sector femenino y es la crisis de la mediana edad.  Si, así como los hombres se han dado ese lujo desde tiempos inmemoriales, de igual forma las mujeres, después de la liberación, han tomado conciencia de su propia crisis.  Y digo después de la liberación porque antes no teníamos opciones y al no tenerlas ni modo de entrar en cuestionamientos sin sentido.  No había forma de que mis abuelas se preguntaran qué estaban haciendo con sus vidas o si querían hacer algo más.  Para ellas lo que tenían era lo máximo a lo que podían aspirar y ni se les ocurría que a los cuarenta pudieran ir a la universidad, salir a trabajar, montar un negocio o cambiar de marido.

Las crisis eran departamento exclusivo de los hombres que en los cuarenta se vuelven locos, compran un Porsche o un descapotable, se buscan una mujer más joven y empiezan a vestirse como si tuvieran veinte años.  Pero es que hasta para esto de la crisis los hombres y las mujeres vemos las cosas de forma diferente.  Mientras el miedo masculino se relaciona con su propia mortalidad, el adiós a la juventud, y la recuperación inmediata de los años mozos, en el caso de las mujeres la cuestión radica en el futuro.  No miramos hacia atrás con añoranza sino que más bien nos preguntamos cómo queremos vivir el resto de nuestras vidas.  Iniciamos un proceso de aceptación de nosotras mismas e independientemente de los resultados hacemos limonada o naranjada.  Sabemos que un carro nuevo, un amante más joven, o un cambio de look no son la solución para un problema que NO radica en envejecer sino en crecer. 

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