sábado, 19 de diciembre de 2020

 

Del Libro “No te preocupes, ¡enfádate si quieres! De Ajahn Brahm

 

Cuando no existe silencio

 


 En mi primer año de monje en el nordeste de Tailandia, la aldea local celebró una fiesta de tres días de duración.  La electricidad estaba todavía por llegar al pueblo, pero había grupos electrógenos, amplificadores y enormes altavoces.  Aunque el pueblo estaba a más de un kilómetro de distancia, el sonido de la fiesta perturbaba la preciada serenidad de nuestro monasterio.

El budismo enseñó siempre la filosofía del “vive y deja vivir”, pero cuando la fiesta seguía a todo volumen a las dos de la madrugada, decidimos pedir un compromiso tipo “duerme y deja dormir”.  Después de todo, nosotros los monjes, teníamos que levantarnos a las tres de la mañana para iniciar nuestro día monástico.

Preguntamos al responsable si podían parar a la una de la noche, dándonos así dos horas para dormir.  La respuesta fue una educada negativa.  Así que enviamos una delegación para ver a nuestro muy venerado maestro, Ajahn Chah, solicitándole que pidiera a los lugareños que dejaran de hacer ruido a la una.  Sabíamos que el responsable aceptaría cualquier cosa que le pidiera Ajahn Chah.

Fue en esa ocasión cuando Ajah Chah nos enseñó que “No es el sonido lo que os molesta.  ¡Sois vosotros quienes molestáis al sonido!”

No era eso lo que esperábamos, pero funcionó.

El ruido seguía reverberando en nuestros tímpanos, pero ya no en nuestras mentes.  Hicimos las paces con la molestia.  Eran solo tres días, y pasaron pronto.

Muchos años más tarde, visitó nuestro monasterio de Australia el hermano de uno de los monjes.  Por desgracia, todas las habitaciones de invitados estaban llenas, así que el monje me preguntó si podía compartir habitación con su hermano, solo por una noche.  Después de todo, habían crecido juntos compartiendo habitación.

-          Ah, pero ahora los dos sois mucho más viejos – señalé –. Probablemente los dos roncáis.  El monje insistió en que no habría ningún problema, así que se concedió el permiso.

El hermano del monje fue el primero en dormirse, y, como predije, roncaba tan fuerte que el monje no podía conciliar el sueño.  Agotado al no poder conciliar el sueño, el monje recordó el consejo que se le había dado: “No es el sonido lo que te molesta.  ¡Eres tú quien molesta al sonido!”

Así que empezó a jugar con su percepción del ronquido, superponiendo al sonido la imaginación de que era una relajante melodía de un célebre compositor clásico.  No podía cambiar la forma en que sonaba el ronquido, pero podía cambiar la manera de percibirlo.

Cuando se levantó a la mañana siguiente, lo último que recordaba, antes de caer en un sueño reparador, era ¡lo melodioso que había sido el ronquido de su hermano!

Así pues, si tu marido ronca, imagina que estás oyendo a Grateful Dead o cualquier música que te guste.  Cuando el perro ladre en mitad de la noche, percíbelo como una interpretación de la Obertura 1812 de Tchaikovsky, o algo similar.  

Cuando no puedas escapar al ruido, cambia tu percepción de él.


.

jueves, 10 de diciembre de 2020

Del Libro “No te preocupes, ¡enfádate si quieres! De Ajahn Brahm

 

Del Libro “No te preocupes, ¡enfádate si quieres! De Ajahn Brahm

 

 



Los peligros de conducir bebido

A los monjes budistas no se les permite convertir el agua en vino, y quizá por eso haya más cristianos que budistas en Australia.

Hace muchos años, en Sídney, un hombre volvía a su casa conduciendo su coche después de asistir a una fiesta donde había habido cerveza en abundancia.  Nuestro hombre pensó que aquella era una oportunidad que no podía dejar escapar y se había puesto de cerveza hasta las cejas.

Aquella noche la policía de Sídney había establecido un control en varias carreteras transitadas para vigilar el nivel de alcohol de los conductores.  Quiso la fortuna que uno de los controles se instalara precisamente en el camino a su casa, y se vio atrapado en él.  No había salida.

Mientras esperaba en la fila para realizar la prueba, se resignó a ser severamente multado, incluso a perder su carné de conducir.  Maldijo su mala suerte, pero todo lo que podía hacer era esperar a que se consumara la inevitable desdicha y la humillación consiguiente.  Sintió la oscuridad del destino a punto de tragárselo.

Cuando llegó su turno, el guardia le pidió que saliera del coche y le entregó un alcoholímetro para que soplara.

Justo cuando estaba a punto de hacerlo, se produjo una estruendosa colisión.  Un vehículo había frenado con demasiada brusquedad en el control y había sido embestido desde atrás por el coche que venía tras él.  El policía oyó el estruendo y dejó a un lado el aparato diciendo:

- Tengo que ocuparme de ese accidente.  Es más importante que la prueba del alcohol. Así que súbase al coche y siga su camino.

De modo que no lo pillaron por cuestión de segundo.  Se sintió afortunado.  Se volvió a meter, dando tumbos, en el coche y se fue, cantando durante todo el camino.

A la mañana siguiente lo despertó alguien que llamaba al timbre con insistencia.  Se arrastró fuera de la cama para vestirse, con la cabeza dándole vueltas todavía, pues tenía una terrible resaca de la fiesta de la noche anterior.  Poco después, al abrir la puerta, se encontró con dos policías de Sídney ante él.

 

Se alarmó al principio, pero luego pensó:  “No pueden hacerme nada ahora.  No estoy conduciendo”

- Buenos días, señor.

- Buenos días, oficial.    ¿En qué puedo servirle?

- ¿Le importaría que echásemos una ojeada a su garaje?

¡Vaya ocurrencia!  Estaba seguro de que él no tenía nada que ocultar en el garaje.

- Naturalmente, oficial, siempre me gusta colaborar con la policía local – respondió – . Vengan conmigo.

Y el hombre los condujo confiadamente hacia su garaje. 

Cuando abrió la puerta, su cara se quedó blanca, sus labios comenzaron a temblar, y sus ojos casi se salen de sus órbitas.  Pues lo que había dentro del garaje era…. ¡un coche de policía!

¡Había llegado a su casa en el coche equivocado!

Son los peligros de conducir borracho.


.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Del Libro “Un sombrero para su mente” de Edward de Bono

 

Del Libro  “Un sombrero para su mente”  de  Edward de Bono

 

La Educación




Sencillamente eres estúpido.

Esa es la mayor tontería que he oído en mucho tiempo.

Eso no es así.

Eso no tiene lógica.

No estoy de acuerdo con nada de lo que has dicho.

¡Que estúpido puedes llegar a ser!

 

Todo esto son formas bastante duras y groseras de expresar  DESACUERDO.  Expresarlo mejor puede seguir transmitiendo desacuerdo   SIN  SER  OFENSIVO.

 

No estoy seguro de estar de acuerdo con tu razonamiento.

Puede que haya otra forma de ver este asunto.

Eso es sólo un punto de vista.

¿Qué me dices de esta otra posibilidad?

Creo que tengo dudas respecto a tu conclusión.

Quizá sea de este modo y quizá no.

Puede haber otra explicación alternativa.

 

El desacuerdo cortés puede ser tan válido como el agresivo.  En general, es más bonito ser educado que agresivo.


.

jueves, 26 de noviembre de 2020

Del Libro: “Las Tres Preguntas” de Jorge Bucay

 

Del Libro:  “Las Tres Preguntas”  de  Jorge Bucay

 



Un campesino encontró una tarde, en la parte de atrás de su jardín, un huevo muy grande y moteado.  Nunca había visto nada igual.

Entre sorprendido y curioso, decidió meterlo a la casa.

-¿Será  un huevo de ñandú?– le preguntó su mujer.

-No tiene la forma – dijo el abuelo –, es demasiado abultado.

-¿Y si lo comemos? – propuso el hijo.

-Podría ser venenoso – reflexionó el campesino.  Antes deberíamos saber qué clase de bicho pone estos huevos. 

-Pongámoslo en el nido de la pava que está empollando –, propuso la menor de las niñas – así, cuando nazca, veremos qué es…

Todos estuvieron de acuerdo y así se hizo.  Aunque todos en la casa se olvidaron del pobre huevo.

A los quince o veinte días, rompió el cascarón un ave oscura, grande, nerviosa, que, con mucha avidez, comió todo el alimento que encontró a su alrededor.

Cuando el alimento disponible se había terminado, el extraño pajarito miró a la madre con vivacidad y le dijo entusiasta:

-¿No vamos a salir a cazar?

-¿Cómo a cazar? – preguntó la madre un poco asustada.

-¿Cómo que cómo? – acotó el polluelo –. Volando, claro.  ¡Anda, vamos a volar!

Mamá pava se sorprendió muchísimo con la proposición de su flamante crío y armándose de una amorosísima paciencia le explicó:

-Mira, hijo, los pavos no vuelan.  Estas cosas se te ocurren por ser glotón.  Hace muy mal comer tan rápido y peor aún comer de más.

De allí en adelante, advertida por su madre de las locas veleidades de su nueva cría, la familia avícola intentó ayudar a que el pavito comiera menos y más despacio.  Le acercaban el alimento más ligero y lo animaban a comer más serena y pausadamente.

Sin embargo, apenas el pavito terminaba su almuerzo o su cena, su desayuno o merienda, irremediablemente solía gritar:

-Ahora, muchachos, vamos a volar un poco.  

Todos los pavos de corral le explicaban entonces nuevamente:

-No entiendes que los pavos no vuelan.  Mastica bien, come menos y abandona esas locuras, que un día te traerán problemas.

El tiempo pasó y el pavito fue creciendo, hablando cada vez más del hambre que pasaba y cada vez menos de volar.

El polluelo creció y murió junto con los demás pavos del corral y terminó como todos, asado al horno una Navidad, en la mesa del campesino.

A nadie le gustó su carne, era dura y no sabía a pavo.

Y eso era lógico, porque el polluelo no era un pavo, era un águila, un águila montañesa capaz de volar a tres mil metros de altura y de levantar una oveja pequeña entre sus patas….

Pero se murió sin saberlo…. Porque nunca se animó a desplegar sus alas… ¡Y porque nadie le dijo nunca que su esencia era la de un águila!

 

 

domingo, 22 de noviembre de 2020

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 



81.-  Para lograr una transición plena y legar la responsabilidad a una nueva generación hay que atreverse a tomar decisiones heroicas a tiempo, decisiones que, aunque sean difíciles, garanticen la paz familiar y la continuidad empresarial. 

 

82.-  Ante un problema, siempre sigo cuatro pasos fundamentales:  ver, analizar, juzgar y, sólo después de pensar, plantear soluciones concretas.

 

83.-  Sólo un consejo le di a Daniel cuando tomó la dirección del grupo:  que el director de personal le reporte siempre directamente a él, sin intermediarios.

 

84.-  Soy un defensor de la mujer, me opongo rotundamente a quienes piensan que contratarlas es comprar un problema.

 

85.-  Considero anacrónica y obsoleta la geometría política de izquierda y derecha.  Soy una extraña mezcla de conservadurismo, liberalismo y socialismo, un hombre que desconfía de todos los mesianismos, sin importar el color, la tendencia o la religión.  Cualquier extremismo o dueño de la verdad me parece nefasto para la humanidad.

 

86.-  A la humanidad le ha costado mucho salir de la barbarie y, si somos responsables, deberíamos pugnar por no retornar a ella.  Los medios e Internet se han vuelto un poder demasiado grande para la democracia y ésta no sobrevivirá si no limita los abusos de este poder.

 

87.-  Censurar es tabú, es políticamente incorrecto, pero no dar límites a la libertad de expresión es una de las paradojas más reveladoras de la fragilidad de la democracia.

 

88.- Aun en las circunstancias más negras de la vida, siempre hay atajos de crecimiento que se pueden aprovechar si hay inteligencia, creatividad, optimismo y capacidad de análisis.

 

89.-  Cuando necesitaba un aliado para alguna causa, siempre buscaba a colegas que estuvieran ocupados, muy atareados.  Quien ha logrado cumplir metas, sabe organizarse con disciplina, trabajo, liderazgo y creatividad, es gente que puede volver a emprender sin dificultad.

 

90.-  El éxito no lo coloca a uno en una cumbre, hay que temerle.


.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

 



71.-  En tiempos de crisis, más de una vez he dicho en broma, sólo hay de dos sopas:  o nos levantamos en armas o nos levantamos más temprano.  Así es que jóvenes, les recomiendo madrugar.  Siempre madrugar.

 

72.-  Con el paso de los años, me he convencido de que en política, deberíamos involucrarnos todos con un necio sentido del deber, desde empresarios hasta amas de casa.  Es nuestra obligación estar informados, participar y escrutar el quehacer de los gobiernos.

 

73.-  Los empresarios deberíamos tener el coraje y la valentía de transparentar nuestros apoyos y militancias, comprometernos abiertamente en materia política a fin de evitar el mal uso de favores y chantajes que, eventualmente, sólo generan prebendas y desestabilización.

 

74.-  No pierde quien pierde, sino quien no es capaz de luchar.

 

75.-  Nuestro problema como sociedad es la falta de verdaderos líderes que sean capaces de conseguir resultados extraordinarios con hombres ordinarios.

 

76.-  Es momento de desacralizar los tabúes.  Revolucionario o liberal, un buen gobernante debe tener objetivos claros para aumentar la riqueza y el bienestar, lograr el crecimiento, alcanzar una mayor equidad en la distribución del ingreso, salvaguardar la paz social y mantener el clima de libertades sin confrontaciones estériles.

 

77.-  Debemos exigirle enérgicamente al gobierno que sea productivo, como lo hacemos quienes estamos en la iniciativa privada.  Cuando una empresa es ineficiente, quiebra.  El gobierno, con nuestra complicidad, ha sido ineficiente y le hemos permitido darse el lujo de no rendir cuentas claras.

 

78.-  Quien se encierra, quien no sale a dialogar para aprender cómo otros resuelven problemas, quien no busca alianzas, se condena a una soledad inútil, infructuosa e innecesaria.

 

79.-  Un negocio no se hace pensando en venderlo, se lucha y se construye para toda la vida.  Venderlo es cómo perder a un hijo.

 

80.-  En un negocio familiar, un hijo no debe de ser jefe por el simple hecho de ser descendiente.  Los negocios familiares entran en crisis cuando se asignan los puestos directivos por solidaridad, más que por aptitud.

 

.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Del Libro “Perdonar” de Robin Casarjian

 

Del Libro “Perdonar”  de Robin Casarjian

 




Disculparse

 

En muchos casos, la mejor manera de abordar a una persona a la que hemos hecho daño o hemos tratado con insensibilidad es reconocer la verdad francamente y pedirle disculpas.  Algunas personas sienten alivio y acogen con gusto la oportunidad de sanar la relación.  Eso no significa necesariamente que uno o la otra persona vayan a reanudar una relación activa.  Pero sí quiere decir que uno comienza a descargarse de un pasado doloroso.

Disculparse puede ser muy liberador, pero sólo cuando se hace de corazón y sin expectativas.  Esperar que la disculpa sea aceptada con alegría es predisponerse a enfadarse si no es así.  Recordemos que, pese a las disculpas, el verdadero remordimiento y los cambios positivos de comportamiento, como dejar de hacer las cosas que provocaron la rabia, es posible que la otra persona no esté todavía preparada para perdonar o dispuesta a hacerlo. Es importante tener cuidado de no imponer la necesidad de conclusión a alguien que no la desea.  También lo es no permitir que la rabia o el temor de otra persona aticen el fuego de la propia culpa.  No permitamos que el perdón de nosotros mismo dependa de la disposición a perdonarnos de otra persona, que quizá se aferre a la rabia porque obtiene algo que aún no está dispuesta a dejar marchar.  Puede ser que le resulte demasiado terrible o doloroso dejar marchar la rabia, que tal vez en ese momento sea una parte importante de su propio proceso de curación. 

Aceptemos que los demás estén donde están.  Respetemos su derecho a sentir de la manera que sienten.  Sólo así nos podremos perdonar a nosotros mismos.  Evidentemente, podemos desear que esa persona nos perdone y reaccione de otra manera, pero limitémonos a reconocer el deseo y ya está.  Cuando nos quedamos atrapados en el deseo de que otra persona cambie, nos separamos de nuestro Yo y volvemos a sentir rabia y culpa.


.

Del Libro “El Feo” de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

 

Del Libro  “El Feo”  de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

 


 -Hoy, ustedes verán cuánta pobreza y necesidad hay en el poblado que visitaremos.  Notarán niños enfermos, descalzos, sin ropa;  verán familias enteras haciendo artesanías para vender a los escasos turistas.  Sean amables con ellos.  Si pueden, cómprenles lo que producen;  si no, convivan con ellos y ámenlos.  No los juzguen por su apariencia.  Los indígenas de esta zona han sido muy discriminados y castigados;  algunos han escapado de la esclavitud laboral más infame.  Conviértanse hoy en sus amigos y servidores.  

Dense cuenta de que hay belleza en la mirada dulce de un ser humano que necesita ayuda.  Por otro lado,  observen también cómo la corrupción de las modas y tradiciones de “belleza”, igual que en la ciudad, esclavizan aquí.  Las mujeres de esta tribu se arrancan algunos dientes para verse bellas.  ¡Ese es otro punto de reflexión para hoy!  Dicen que de la moda lo que te acomoda, ¡pero muchas modas no le acomodan a nadie y hasta son nocivas!  Entre nosotros, hay quienes, por ejemplo, tatúan su cuerpo o se ponen aretes en la lengua, nariz, párpados, estómago y genitales, a la usanza de las mujeres jirafa de Birmania que se alargan su cuello insertando anillos de metal hasta ocasionarse luxaciones vertebrales.  Otros gastan todo su dinero en prendas que parecen viejas sólo porque tienen un logotipo de boga.  La humanidad ha sido y continúa siendo manipulada por estándares de belleza inventados.  Voy a leerles un escrito fabuloso de Ikram Antaki;  disfrútenlo:

 

Las mujeres del Renacimiento no querían ser delgadas: mostrar los huesos por debajo de la piel era vergonzoso para ellas, por eso, comían cinco veces al día un puré de arañas para engordar rápido.

El famoso médico francés, Jean Liebault escribió en su libro Sobre la verdadera belleza de la mujer: “Los ojos deben ser saltones, la boca aplastada, las mejillas rojizas, la barbilla corta y adelantada, tan grasa y carnosa que descienda hasta el pecho como una segunda barbilla”.

En el año 58 de nuestra era, Popea luchó por conquistar la cama de Nerón.  Para ser bella, se zambullía en baños de leche tibia de burra, una esclava le traía nueve cacas de liebre en una copa de oro y Popea las tragaba una a una; era una receta infalible para conservar los senos firmes.  Luego le blanqueaban el cutis con un extracto de excremento de cocodrilo para atenuar las arrugas.  Un cosmetólogo procedía a maquillarla: le pintaba las cejas con una cocción de hormigas machacadas con moscas muertas, le sombreaba los párpados con antimonio y le enrojecía los pómulos con una mezcla de azufre y mercurio.  Después le cepillaban los dientes con un polvo de piedra pómez diluida en orina de adolescente.

 

Las mujeres se han encerrado en sus corsés hasta perder la respiración, trepadas sobre tacones de ocho centímetros, cargando faldas de cinco metros de ancho, aplastadas bajo peinados enormes, devoradas por pulgas y piojos.  Pintadas de blanco, rojo, negro, azul, hasta perder los dientes y la salud.

Ahora, se admira e idolatra a mujeres delgadísimas, que saben caminar sobre ocho metros de pasarela y mantener una sonrisa vacía frente al fotógrafo.  Esas top models, son ontológicamente huecas, sin ninguna personalidad, sin arrugas, sin fallas.   Un perchero de huesos, sin alma, ni acné, ni angustias, constituye  hoy nuestro concepto de belleza, pero la normatividad de lo bello es asunto subjetivo.

 

-          Comprendan, muchachos – termina exhortando el líder -,  que la verdadera belleza del ser humano está en la mirada, por que como bien dicen, “es la ventana del alma”. 


.

miércoles, 28 de octubre de 2020

 

Del Libro:  “Las Tres Promesas”  de  David J. Pollay

 

1.-  DISFRUTA

2.-  HAZ LO QUE AMAS HACER

3.-  HAZ LO QUE TIENE UN IMPACTO POSITIVO EN LOS DEMÁS

Las personas agradecidas experimentan niveles más altos de emociones positivas tales como alegría, entusiasmo, amor, felicidad y optimismo, y la práctica de la gratitud como disciplina las protege de los impulsos negativos de la envidia, el resentimiento, la codicia y la amargura.





Cadenas de gratitud

Así pues, el reto que tenemos es encontrar modos de ser más agradecidos.  Una manera poderosa en que puedes incrementar tu gratitud es aumentando la cantidad de lo que yo llamo “cadenas de gratitud” en tu vida. Las cadenas de gratitud están hechas de los eslabones de reconocimiento hacia las personas y cosas que nos importan.  Estas son las cuatro claves para construir cadenas de gratitud:

Cultivar la conciencia

Cada día, echa un vistazo a tu alrededor y toma nota de aquello que valoras.  ¿Qué y a quién aprecias en tu vida? Por ejemplo, tu mujer, tus hijos, tu trabajo, tus comidas diarias, tus amigos, tu país, tu coche, tu casa, el servicio de atención a cliente que recibes, el café que te tomas, etcétera.  Escribe lo que observes.  Haz que esto forme parte del cumplimiento de tu primera promesa.

Cultivar la curiosidad

Aprende más sobre cada persona o elemento de tu lista.  ¿Cómo hacen esas personas lo que hacen cada día? ¿Qué contribuye a que lo que es importante en tu vida sea una realidad? Formula preguntas, estudia e investiga.  Haz lo que tengas que hacer para comprender mejor aquello y a aquellos que valoras.

Cultivar el recuerdo

Tan solo nos sentimos agradecidos por lo que recordamos.  Practica el recuerdo de las personas que son más importantes para ti y de las cosas que valoras en la vida.  Enumera esas personas y esas cosas por la mañana.  Inclúyelas en tus oraciones.  Escribe sobre ellas.  Reflexiona sobre ellas cada día.  Dales las gracias.

Crear cadenas de gratitud

Las cadenas de gratitud tienen poder.  Cuanto más sepamos acerca de las personas y las cosas que nos importan en la vida, más probable será que nos sintamos agradecidos.  La gratitud que sientes infundirá energía a las actividades relacionadas con tus 3 Promesas.


.

Del Libro “Cuando digo NO me siento culpable” de Manuel J. Smith

 

Del Libro “Cuando digo NO me siento culpable”  de  Manuel J. Smith




Aprender a decir “NO” con persistencia

 

Vendedor:  Sin duda, usted d4esea que sus hijos aprendan más deprisa, ¿no?

Carlo:  Comprendo, pero no me interesa comprar el libro.

Vendedor: Sin duda, su esposa desearía que les comprara esta enciclopedia a sus hijos.

Carlo: Comprendo, pero no me interesa.

Vendedor:  Aquí fuera hace un calor espantoso.  ¿Puedo entrar y beber un vaso de agua?

Carlo:  Comprendo, pero no me interesa.

Vendedor:  No me diga que va a negarme un vaso de agua.

Carlo:  Comprendo lo que siente, pero no me interesa.

Vendedor: No, no lo comprende usted, porque si solo comprendiera compraría la enciclopedia para sus hijos.

Carlo: Comprendo lo que piensa, pero no me interesa.

Vendedor:  Usted no hace más que repetir que comprende.  ¿No sabe decir otra cosa?

Carlo: Comprendo, pero simplemente, no me interesa.

Vendedor:  Permítame que le haga una sola pregunta.  ¿Qué edad tienen sus hijos?

Carlo:  Comprendo, pero no me interesa comprar nada.

Vendedor: ¿Ni siquiera quiere decirme qué edad tienen sus hijos?

Carlo:  Comprendo lo que siente usted, pero no me interesa.

Vendedor:  Vamos a ver, ¿cuántos niños viven en esta manzana?

Carlo:  Comprendo, pero no me interesa.

Vendedor:  ¿O sea que no quiere contestar a lo que le pregunto?

Carlo:  comprendo, pero no me interesa.

Vendedor:  Si no quiere hablar conmigo, me voy.


.

sábado, 10 de octubre de 2020

 

 

Del Libro “FRANCESCO  -  El llamado”  de  Yohana García

 



Maestro:

Falleció mi esposa y me ha deja con un hijo discapacitado.

¿Usted cree que la vida puede ser justa?

Porque yo veo gente mala que se la pasa bien y gente buena que no tiene suerte.

 

El maestro le dijo a Agustín:

-          Te diré la verdad de la suerte.  Lo malo, duro y triste que hoy te pasa, no es precisamente porque te lo merezcas, muchas veces ser demasiado confiado tiene malas consecuencias.  Si eres una persona trabajadora y honesta y ves tu vida comparada con el que es deshonesto y vive bien, quizá te confundas.  Te contaré un cuento:

             Había una vez un joven que estaba preguntándose lo mismo que este señor y fue a ver a un maestro.  Cuando el maestro lo atendió, lo llevó a su ventana y le dijo:  “Ven, acompáñame.”  Le mostró dos hierbas que estaban creciendo y le preguntó cuál le parecía más fuerte y el alumno dijo que sería la que viviera más tiempo, ésa sería la que podría darle más satisfacciones al sembrador.

        Pero el maestro le dijo: Obsérvalas bien.  Una es alta y tiene mucho color y la otra tiene un tallo pequeño y no llama la atención”.  El alumno sin titubear dijo: “Esa, la grande”.

        Y el maestro que sabía que iba a obtener esa respuesta esbozó una sonrisa un poco burlona y le dijo:

        “Esa es la respuesta de la mayoría de los alumnos, eso quiere decir que les falta tiempo para diferenciar la verdad de la mentira.  La planta pequeña es la que tiene todas las bondades enunciadas anteriormente por ti.  La grande es una hierba que no sirve para nada.  Así es la verdad y la mentira, el poder y la pobreza.  Primero se ve lo reluciente, y lo pequeño y humilde no se ve.  Pero no te olvides que la vida da muchas vueltas y que el tallo pequeño siempre crecerá fuerte ante los ojos de quienes lo reconozcan”.

 

.

jueves, 1 de octubre de 2020

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

 


 

61.-  Si el gobierno se comprometiera a no impulsar políticas cambiantes sexenio tras sexenio, si destinara mayores recursos para educar y fomentar estrategias de desarrollo, si tuviera más visión, podríamos ser un país productivo y no un país productor de braceros.

 

62.-  No me he mordido la lengua para decir que los empresarios debemos pagar fielmente nuestros impuestos, debe haber una mayor equidad impositiva y el Estado debe pugnar por la eliminación del fraude fiscal.

 

63.-  En México, los empresarios con visión de futuro hemos sido como “lagartijas apedreadas”.  No nos desanimamos a la primera, sabemos correr, escondernos, defendernos de discursos socializantes por parte de los políticos en turno y estar alertas, como las lagartijas cuando las quieren apedrear.

 

64.-  No es una medida popular ajustarse el cinturón, dejar de gastar, pero es necesaria para mantener una economía sana o un negocio próspero.  No hay que tenerles miedo a las medicinas amargas, sirven para curar los problemas de raíz.

 

65.-  De analfabetas económicos se ha poblado América Latina.  La gente ha olvidado los alcances del populismo que hemos padecido, y aún hoy existe la tentación de sucumbir ante las soluciones fáciles.

 

66.-  Cuando somos autoridad, corremos el riesgo de ser condescendientes y agravar los problemas.  Por capotear las situaciones, por temor a no asumir la toma de decisiones, por tratar de privilegiar a todos, puede uno generar crisis más profundas que las que tratamos de evitar.

 

67.-  La confianza es el ingrediente fundamental para construir un país, una empresa, una familia.  Como le decía un viejo filósofo chino al emperador, en caso extremo se puede prescindir de armas y alimento, pero, sin confianza, se pierde el imperio.

 

68.-   Quien rehúye al conflicto, acaba vencido por él.

 

69.-  Conciliar, sin doblarse ni ceder en lo fundamental, será siempre mejor que la añeja cultura de la confrontación.  Creo en el diálogo como el mejor recurso para superar los conflictos.

 

70.-  Los dioses se marean, creen tener más poder del que ya gozan y cometen errores lamentables.

 

 

Del Libro: “Las Tres Promesas” de David J. Pollay

 

Del Libro:  “Las Tres Promesas”  de  David J. Pollay

 

1.-  DISFRUTA

2.-  HAZ LO QUE AMAS HACER

3.-  HAZ LO QUE TIENE UN IMPACTO POSITIVO EN LOS DEMÁS

 



Más que feliz

 

Cuando descubrí las 3 promesas, me di cuenta de algo;  sentirse  infeliz  es malo pero NO sentirse realizado es aún peor.   A nadie le gusta sentirse infeliz, pero es mucho peor sentir que estás malgastando tus talentos naturales, desaprovechando las oportunidades de ayudar a los demás y perdiéndote ocasiones de ser feliz con aquellos a quienes amas y que te importan.  Pero esto no tiene por qué ser así.  Después de años ejerciendo la psicología positiva en grandes empresas y con particulares de más de cien países, he aprendido que implicarse en actividades gratificantes a diario es lo que verdaderamente conduce a la felicidad.

 

Ø  Disfruta.   La felicidad vendrá.

Ø  Haz lo que amas hacer.  La felicidad vendrá.

Ø  Haz lo que tiene un impacto positivo en los demás.  La felicidad vendrá.

 

Si vives una vida gratificante, serás feliz.  Esta es una noticia excelente, porque significa que la felicidad que tienes a tu alcance no es una felicidad limitada. No está predeterminada ni por tus genes ni por las restricciones del pasado.  Significa que no dependes del humor, la actitud y el comportamiento de las otras personas (ni de los tuyos propios, de hecho).  Tampoco eres víctima de las circunstancias.  Lo que significa que eres LIBRE,  LIBRE PARA VIVIR UNA VIDA PLENA.   “¿Cuándo?”,  puedes preguntarte.  La respuesta es :  “¡Ahora!”


.



domingo, 20 de septiembre de 2020

 

Del Libro “Comunícate  Cautiva y Convence” de Gaby Vargas

 

 

¿Ser o estar  ELEGANTE?

 


 

¿Qué es ser elegante?  Elegancia evoca muchas impresiones.  Es algo difuso, intangible y misterioso que logran determinadas personas y las hace especialmente atractivas.

¡Qué agradable es ver a una persona elegante! Alguien que nos dice todo sin decir nada y cuya personalidad es más importante que las cosas que posee.  Pero, ¿cómo se logra?  ¿En qué consiste?

Dice Miguel Ángel Martí, en Elegancia, el perfume del espíritu:  “El secreto de la elegancia es inaccesible, pero de alguna forma se pueden rastrear las huellas de donde emerge.”

Algunos puntos sobre cómo describir la elegancia

·          La elegancia,  más que una cualidad externa, tiene que ver con la riqueza interior de la persona.  Tal vez con el bien, la verdad y la belleza, más que con su clóset o con su coche.

·         Lo que somos por dentro lo manifestamos por fuera.  La elegancia muestra nuestra forma de ser y, por eso, tiene algo de irrepetible.

·         La elegancia conlleva una fuerte carga de humanidad, de delicadeza y de cariño, que, después de todo, es lo que nos hace la vida agradable.  Ahora que, al tratar de “estar elegante”, corremos el riesgo de actuar con frialdad.

·         Existen muchas personas que, por su educación, pueden “portarse” elegantes, pero carecen absolutamente de esa calidez.

·         Dice Martí que hablamos de lo que pensamos y pensamos en función de lo que somos:  elegantes o vulgares.  Lo que de bello o elegante pueda haber en las personas, es una presión de belleza que anida en el espíritu.

·         La elegancia no es una cualidad que se dé de vez en cuando o en una circunstancia determinada porque, en realidad, más que “estar elegante”, de lo que se trata es de “ser elegante”.

·         La ropa y los cosméticos no logran ocultar la vulgaridad que puede albergar el alma.

·         La elegancia no se improvisa, como un vestido, sino que se adquiere en un largo proceso de elecciones personales.  La palabra elegancia viene de “elegir” De ahí su valor.

·         La elegancia es exigente, y fácilmente se puede perder.  El abandono, la pereza y el desinterés pueden producir auténticos estragos.

·         Como la elegancia no es una virtud cómoda, exige que el alma esté alerta para evitar concesiones que la dañen.

·         Detrás de un comportamiento elegante hay inteligencia y voluntad. La inteligencia nos ayuda a escoger lo mejor y la voluntad favorece que lo llevemos a la práctica.

La elegancia en el vestir.

·         Decía Coco Chanel que la elegancia es eterna mientras que la moda es pasajera.

·         Cada época tiene cánones de elegancia que responden a la sensibilidad estética del momento.  Sin embargo, una persona anticuada nunca es elegante, porque la elegancia siempre tiene un toque de vanguardismo.

·         Aunque la moda no sea una garantía de belleza, tampoco lo clásico tiene ese privilegio

·         Lo más llamativo o lo más ostentoso, nunca será lo más elegante.

·         La elegancia se crea en torno a un sello personal, a un estilo particular en el que puede estar presente la moda, pero en forma discreta.

·         Hay que evitar los estereotipos, lo muy común o popular, porque siempre despersonalizan.

·         Sólo las cosas se pueden hacer en serie, por eso son tan fáciles de manejar y terminan siendo aburridas.  Recuerde el dicho:  "conocido uno, conocidos todos”.

·         La elegancia es un bien adquirido, una conquista personal.

·         Es la cualidad humana que consiste en elegir lo mejor con base en la inteligencia y el conocimiento.  Lo paradójico es que cuando nos empeñamos en que el atuendo personal sea el centro de nuestras ocupaciones y preocupaciones, por lo general conseguimos el efecto contrario y la frivolidad nos delata como personas poco inteligentes.

·         Ser esclavo de la moda no es sinónimo de elegancia, por lo que el interés por vestir elegante no debe rebasar los límites de lo razonable.

La elegancia como actitud.

·         La elegancia se asocia al silencio, al saber escuchar y callar.

·         La persona elegante cuida lo que dice para no apabullar a los demás con palabrería exagerada y para no caer en comentarios inoportunos.

·         La elegancia también está presente en el modo de llevar la conversación, en los temas que se tratan, en los que se omiten y, por supuesto, en el vocabulario que se utiliza.

·         La forma de hablar de una persona dice más que su vestuario.

A manera de conclusión:  en la manera de hablar, de moverse, en la expresión del rostro, en el vocabulario que utilizamos, en las prendas que elegimos, en los temas de conversación, en el modo como resolvemos las situaciones conflictivas, en el tono de la voz, en el respeto que manifestamos y en los detalles de educación está la elegancia  ¡Y, por supuesto, todo esto debe rodearse con sencillez y naturalidad!  Así que, como ves, ser elegante es algo más que estar elegante.


.