jueves, 12 de noviembre de 2020

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

Del Libro “100 rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem

 

 



71.-  En tiempos de crisis, más de una vez he dicho en broma, sólo hay de dos sopas:  o nos levantamos en armas o nos levantamos más temprano.  Así es que jóvenes, les recomiendo madrugar.  Siempre madrugar.

 

72.-  Con el paso de los años, me he convencido de que en política, deberíamos involucrarnos todos con un necio sentido del deber, desde empresarios hasta amas de casa.  Es nuestra obligación estar informados, participar y escrutar el quehacer de los gobiernos.

 

73.-  Los empresarios deberíamos tener el coraje y la valentía de transparentar nuestros apoyos y militancias, comprometernos abiertamente en materia política a fin de evitar el mal uso de favores y chantajes que, eventualmente, sólo generan prebendas y desestabilización.

 

74.-  No pierde quien pierde, sino quien no es capaz de luchar.

 

75.-  Nuestro problema como sociedad es la falta de verdaderos líderes que sean capaces de conseguir resultados extraordinarios con hombres ordinarios.

 

76.-  Es momento de desacralizar los tabúes.  Revolucionario o liberal, un buen gobernante debe tener objetivos claros para aumentar la riqueza y el bienestar, lograr el crecimiento, alcanzar una mayor equidad en la distribución del ingreso, salvaguardar la paz social y mantener el clima de libertades sin confrontaciones estériles.

 

77.-  Debemos exigirle enérgicamente al gobierno que sea productivo, como lo hacemos quienes estamos en la iniciativa privada.  Cuando una empresa es ineficiente, quiebra.  El gobierno, con nuestra complicidad, ha sido ineficiente y le hemos permitido darse el lujo de no rendir cuentas claras.

 

78.-  Quien se encierra, quien no sale a dialogar para aprender cómo otros resuelven problemas, quien no busca alianzas, se condena a una soledad inútil, infructuosa e innecesaria.

 

79.-  Un negocio no se hace pensando en venderlo, se lucha y se construye para toda la vida.  Venderlo es cómo perder a un hijo.

 

80.-  En un negocio familiar, un hijo no debe de ser jefe por el simple hecho de ser descendiente.  Los negocios familiares entran en crisis cuando se asignan los puestos directivos por solidaridad, más que por aptitud.

 

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