lunes, 30 de agosto de 2021

Del Libro “¡Ya supéralo! Te adaptas, te amargas o te vas” de César Lozano

 

Del Libro  “¡Ya supéralo!  Te adaptas, te amargas o te vas”  de   César Lozano

 



EL  ANCIANO   AMARGADO

 

Este relato lo leí hace muchos años y me dejó una gran enseñanza:

Un anciano vivía en un pueblo.  Todo el pueblo estaba cansado de él, siempre estaba triste, se quejaba constantemente y siempre lo encontraban de mal humor.  Cuanto más vivía, más vil era y más venenosas se hicieron sus palabras.  Entonces la gente hizo todo lo posible para evitarlo porque su desgracia era contagiosa.   Creaba la sensación de infelicidad en los demás.

Pero un día, cuando cumplió  80 años,  sucedió algo increíble.   De la nada todos comenzaron a escuchar el rumor: 

“El viejo está feliz hoy,  no se queja de nada, sonríe, incluso su rostro parece iluminado.”

Toda la aldea se reunió alrededor del hombre y le preguntó:  “¿Qué te ha pasado?”

El viejo respondió:   “Nada especial.  Ochenta años perseguí la felicidad pero fue inútil.  Ahora decido vivir sin felicidad y simplemente esforzarme en disfrutar la vida.  ¡Y así he alcanzado la felicidad!”

La moraleja de esta historia es muy clara:  no persigas la felicidad,  ¡disfruta la vida!

 

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sábado, 21 de agosto de 2021

Del Libro “No te preocupes, ¡enfádate si quieres!” de Ajahn Brahm

 

Del Libro “No te preocupes, ¡enfádate si quieres!” de  Ajahn Brahm

 

No soy bastante bueno

 


La mayoría de los matones tienen una baja autoestima.  Tratan de compensar su falta de valoración propia dominando a los demás.  Se sienten superiores cuando intimidan a otro.

El Buda reveló que existen tres formas de vanidad:

1.-  Penar que uno es mejor que cualquier otro.

2.-  Pensar que uno es peor que cualquier otro.

3.-  Pensar que uno es igual que cualquier otro.

La segunda forma de vanidad, a menudo no reconocida como tal, es la principal causa de intimidación.  Si pudiéramos dejar de juzgarnos unos a otros, entonces podríamos dejar de juzgarnos a nosotros mismos.  En consecuencia, la necesidad de intimidar, verbal o físicamente, sería mucho más reducida.

En una recepción, un invitado bien vestido se presentó orgullosamente al anfitrión como médico.

-  También yo soy médico – dijo efusivamente el anfitrión -. Me dedico a la  medicina general.

-  Ah, solo médico de cabecera… Yo soy cirujano del cerebro – dijo el invitado, levantando la nariz –. ¡Ser médico de cabecera y ser cirujano cerebral son cosas muy distintas!

- También yo soy médico – dijo la esposa del anfitrión –.  Trabajo para médicos sin Fronteras y acabo de volver de una estancia de seis meses en una región de Oriente Medio, tratando a niños heridos en la guerra.  Era un trabajo peligroso, pero alguien tiene que ayudar a esos pobres chicos…

- Debe ser difícil hacer trabajo caritativo – replicó el engreído invitado, levantando aún más la nariz-, ¡pero debe usted admitir, que no es en absoluto tan difícil como ser cirujano del cerebro!

- También yo soy doctor – interrumpió el hijo del anfitrión –. Tengo un doctorado en Física, y trabajo para la NASA construyendo satélites.  Debe usted admitir, doctor, ¡que la cirugía cerebral no es en absoluto tan complicada como la ciencia de los satélites!

Entonces, la nariz del bien vestido invitado se cayó, junto con su vanidad.

Si te sientes bien pensando que eres mejor que algún otro, entonces sufrirás en igual proporción cuando encuentres a alguien mejor que tú.  Es mejor que no te compares.  



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sábado, 14 de agosto de 2021

Del Libro “Fracasos exitosos” de Bernardo Stamateas

 

Del Libro “Fracasos exitosos” de  Bernardo Stamateas

 

 


“Se cuenta que  en una selva en África  vivían tres leones muy fieros, jóvenes y de aspecto regio.

Un día, el mono, representante elegido por los animales, convocó a una reunión a todos los habitantes de la zona  para plantearles una importante cuestión:

- Queridos amigos – dijo el mono ceremoniosamente – , todos sabemos que el león es el rey de los animales, pero hay una duda en nuestro territorio:  actualmente tenemos tres leones, los tres son muy fuertes y jóvenes.  ¿A cuál de ellos le debemos obediencia?;

¿cuál deberá sustituir al viejo rey muerto?

 

Los tres leones se enteraron de esta reunión

y se decían a sí mismos:

 

-En verdad tienen razón los animales.

¿Seré yo el futuro rey?

 

Una selva no puede tener tres reyes.  Los tres leones

no deseaban luchar entre sí, puesto que habían

crecido juntos y eran amigos.  ¿Cómo descubrir

quien era el sucesor más adecuado?

 

Los animales se volvieron a reunir y después de mucho deliberar; llegaron a una decisión que comunicaron

a los tres leones:

 

- Decidimos que los tres van a tener que escalar hasta

la cima de la Montaña Difícil.  El que llegue primero

a la cima, será reconocido como rey.

 

 

La Montaña Difícil era la más alta y complicada de

escalar de toda la selva.  El reto era realmente importante, pero los tres leones aceptaron el desafío, y todos los animales de la zona fueron a despedirlos en su aventura.

 

El primer león intentó escalar la montaña y no pudo llegar: El segundo empezó con muchas ganas, pero también  fue derrotado por la montaña.  El tercer león tampoco

lo pudo seguir.

 

Todos los animales estaban impacientes y curiosos.  Si los tres leones fueron derrotados.  ¿cómo elegirían a su rey?

En este momento un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra en la asamblea:

 

- ¡Yo sé quién debe ser nuestro rey!- afirmó con firmeza.

- ¿Cómo puedes saberlo tú con tal seguridad?

- preguntaron los animales.

 

- Es fácil – dijo el águila – . Yo estaba volando

cerca de ellos cuando volvían derrotados de la escalada

a la Montaña Difícil, y oí lo que cada uno de ellos

le dijo a la montaña:

El primer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!

El segundo león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!

El tercer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido… por ahora!   ¡Tú ya llegaste a tu tamaño final, pero yo aún estoy creciendo!

La diferencia  – afirmó el águila – es que el tercer león  tuvo una actitud de vencedor y,  cuando sintió la derrota en aquel momento, no desistió.  Para quien piensa así, su persona es más grande que su problema:  ¡él es el rey de sí mismo y está preparado para ser rey de los demás!”



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Del Libro “Libérate del estrés” de Toni Battison

 

Del Libro “Libérate del estrés”  de  Toni Battison

 


RELAJACIÓN DE TODO EL CUERPO

 

Relajar todo el cuerpo es una técnica neuromuscular muy fácil de aprender.

La técnica progresiva consiste en relajar los músculos del tronco y de las extremidades por separado.  Debes concederte el tiempo necesario, alrededor de unos veinte minutos, sin embargo, a medida que aprendas a identificar cómo se siente tu cuerpo cuando está relajado, puedes reducir el tiempo de cada fase.

TÉCNICA PASO A PASO

Elige un lugar tranquilo y cómodo y tiéndete sobre una alfombra o manta.

Elimina todas las distracciones y asegúrate de que estás cómodo.  Viste prendas holgadas y quítate las gafas y los zapatos.

 

1)      1)   Flexiona los pies en dirección al cuerpo.  Ténsalos y mantente en esa posición. Relaja el músculo y nota cómo se ha reducido la tensión.

2)     2)    Estira la punta de los pies y siente la tensión de los músculos de las pantorrillas.  Mantén la posición unos segundos y después relájate.

3)      3)  Junta las piernas con fuerza.  Mantén la posición y después vuelve a adoptar una postura relajada.

4)     4)   Tensa las nalgas apretando los músculos de esta zona con fuerza.  Mantente así unos  instantes y relájate.

5)      5)  Tensa el abdomen manteniéndolo elevado.  Al cabo de unos segundos, deja que los músculos se aflojen.  (Comprueba si la parte inferior de tu cuerpo continúa relajada y empieza otra vez si adviertes que vuelves a estar tenso).

6)       6)  Separa la columna del suelo sin despegar los hombros.  Ténsala y luego relájate.  (Si tienes problemas de espalda, no realices este ejercicio).

7)       7)  Retira los hombros hacia atrás para expandir la caja torácica.  Tensa y después relaja.  Tensa los hombros levantando los brazos y llevándolos hasta los hombros.  Mantén la posición.  Con los brazos en el suelo, intenta tocar las orejas con los hombros.  Acto seguido, relájalos apoyando suavemente los omóplatos en el suelo.

8)       8) Aprieta os puños con fuerza.  Mantén las manos en tensión y a continuación deja los dedos muertos.  Mientras aprietas los puños por segunda vez, separa ligeramente los brazos del suelo y siente la tensión en los antebrazos.  Mantén y relaja.

9)       9) Ahora céntrate en la parte superior de los brazos.  Para ello coloca los brazos sobre el cuerpo, junto al pecho.  Mantén y relaja, dejándolos seguidamente sobre el suelo con las palmas hacia arriba.

10   10)   Relaja el cuello y la nuca con suaves movimientos de cabeza de un lado a otro y apretando la barbilla contra el pecho.  Tensa y relaja.

11   11)   A continuación, tensa la mandíbula apretando los dientes con fuerza.  Mantente así y luego relaja, dejando la boca ligeramente abierta.  Ahora trabaja los músculos faciales.  Aprieta los labios.  Mantén y relaja.  Presiona la lengua contra el techo del paladar.  Mantenla así y vuelve a dejarla relajada.

12   12)   Sin abrir los ojos, muévelos en círculos y relaja los párpados.

13   13)   Destensa la frente y el cuero cabelludo.  Frunce el ceño con tanta fuerza como puedas.  Mantenlo tenso y relájalo para sentir los músculos del rostro distendidos.

 

COMO TERMINAR UNA SESIÓN DE RELAJACIÓN

 

En este momento deberías sentir que tu cuerpo se ha liberado de toda la tensión.  Para finalizar la sesión, respira suavemente y deja la mente en blanco.  Descarta los pensamientos estresantes, pero si se entromete alguno, piensa en algo agradable.

Es posible que te sientas un poco aturdido.  El objetivo de la relajación no es inducir al sueño aunque, si padeces insomnio, también puedes utilizar esta técnica para combatirlo.

Quédate tumbado durante unos minutos, disfrutando de la sensación de paz a la que has llegado.  Seguidamente empieza a contar hacia atrás desde el 5.  Aprieta los puños con fuerza, suéltalos y frota las manos.  Incorpórate sobre un lado del cuerpo, tápate los ojos y ábrelos de modo que se vayan acostumbrando a la luz.  Levántate muy despacio.  No hagas movimientos bruscos ni te apresures a realizar alguna actividad estresante.

Si lo consideras apropiado, también puedes escuchar música durante la sesión, así como practicarla junto con otra persona.  Cuando adquieras más experiencia para “desconectar” intenta que la sesión sea más corta y recrea esa relajación sintiendo que tu cuerpo es pesado sin necesidad de seguir todos los pasos.

 

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