viernes, 24 de agosto de 2018

Del Libro “Los cinco ladrones de la felicidad” de John Izzo



Primer ladrón:       El control
Segundo ladrón:   La arrogancia
Tercer ladrón:       La codicia
Cuarto ladrón:      El consumismo
Quinto ladrón:      La comodidad





El yogi en la playa

Hace algunos años, mientras estaba de vacaciones en Jamaica, fui a clases de yoga diariamente con un gran maestro.  Al final de cada sesión nos pedía que visualizáramos un lugar hermoso, real o imaginario.  Teníamos que elegir un entorno hermoso, real o imaginario.  Teníamos que elegir un entorno donde nos sintiéramos tranquilos, felices y contentos.  Podía ser una playa, una habitación silenciosa, un templo o la cima de una montaña.  Yo elegí un claro en el bosque, rodeado de grandes árboles centenarios, que dejaban pasar la suficiente luz solar para calentarme donde estaba sentado.  Los pájaros cantaban; el cielo estaba despejado.
Nos pedía que fuéramos a ese lugar y que experimentáramos un profundo sentimiento de satisfacción.
“Éste – nos decía – es vuestro lugar.  Está en vuestro interior.  En cualquier momento, cualquier día, pase lo que pase a vuestro alrededor;  éste será vuestro refugio.  Nadie habrá de guiaros hasta él;  nadie deberá daros permiso;  y cuando estéis allí, nadie os podrá arrebatar la satisfacción.  No olvidéis nunca que podéis ir a este lugar siempre que lo deseéis y que el único que puede impediros ir sois vosotros mismos”.
Esto me hizo reflexionar sobre algunas historias que había leído de personas que habían sobrevivido a circunstancias espeluznantes, como secuestros o como prisioneras de guerra.  Muchas de ellas, especialmente las que consiguieron mantener una paz relativa, escribieron de un modo u otro sobre esta misma idea.  Afortunadamente, para la mayoría de nosotros nuestras dificultades diarias para lograr la felicidad son mucho más llevaderas.  Recuerda que el ladrón quiere que pienses que necesitas algo ajeno a ti para elegir la felicidad.  Este ladrón no es tu amigo.  Hay un lugar donde mora la satisfacción y se encuentra en tu interior.


Cuatro formas de alejar al cuarto ladrón

      ·          Medita diariamente empezando por repetir el mantra:  “Elijo la satisfacción”.  Busca la forma de recordar que la felicidad no está fuera.

      ·          Siempre que te des cuenta de que estás pensando:  “Seré feliz cuando….”  O  “Sería feliz si…”,  detén estos pensamientos y regresa a la morada interior donde se encuentra la felicidad.  Concéntrate en la elección de ser feliz ahora.

      ·         Plántale cara al consumista que hay en ti.  Siempre que sientas la tentación de comprar algo, pregúntate si te aportará verdadera felicidad.  El problema no está en el objeto en sí, sino en creer que te hará feliz.

      ·         En la sociedad, hagámonos esta pregunta más profunda:  ¿cómo podemos crear un sistema que permita la vida humana sin esclavizarnos a los objetos y al consumismo incesante que causa estragos en el planeta?  Elige empezar a caminar con menos peso en tu mochila.  Comparte cosas, compra menos y deshazte de aquellas que restan valor más que aportarlo.


Mantra
Puedo elegir la felicidad y la satisfacción ahora mismo.  Son un producto de mi mente, no el resultado de lo que me está sucediendo.  Elijo la felicidad en este momento,



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Del Libro “Los cinco ladrones de la felicidad” de John Izzo




Primer ladrón:       El control
Segundo ladrón:   La arrogancia
Tercer ladrón:       La codicia
Cuarto ladrón:      El consumismo
Quinto ladrón:      La comodidad




El cuarto ladrón es el consumismo, el que un día nos dice que allí afuera hay algo que necesitamos para ser felices y que intenta ocultarnos la verdad de que en cualquier momento somos libres para elegir.  Intuitivamente, todos sabemos que la felicidad no se consigue obteniendo algo, por supuesto, porque todos conocemos a personas que parece que lo “tienen todo”, pero que siempre están descontentas, así como otras que “apenas tienen nada” y se las ve bastante felices.  Este ladrón es como una persona sedienta que tiene una gran botella de agua fresca, pero un agujero en la garganta. En la tradición budista existe el concepto de los “espíritus hambrientos”, que son aquellas que siempre están buscando algo, y que por más que encuentren siempre quieren más.

Este ladrón está siempre susurrando a nuestro oído un insidioso mantra que es algo así como:  “Cuando tengas ___________, serás feliz”.  Puedes rellenar el espacio en blanco: sería verdaderamente feliz si tuviera…. Una casa más bonita, una pareja mejor, más éxito en el mundo, otro cuerpo, escribiera un superventas, más amigos en Facebook, mi casa reformada, más seguidores en Twitter, más o menos fama, más tiempo libre o más trabajo, etcétera.

No pienses que todo esto sólo está relacionado con el consumismo de la forma en que normalmente lo concebimos.  Por lo general, pensamos en el consumismo con el equivalente a comprar cosas.  Este ladrón es mucho más astuto que todo eso.  Nos dice que la felicidad está allí afuera.

La felicidad es una elección.  Ésta es la verdad que este ladrón intenta ocultarnos a toda costa.



El hombre que perdió la llave
Hay un cuento maravilloso en la tradición sufí que nos demuestra claramente quién es este ladrón.
Un hombre regresaba a su casa por la noche y se encontré a un mulá amigo suyo agachado en el suelo bajo la luz de una farola;  era evidente que estaba buscando algo.
-  Mulá, ¿qué has perdido?  -  le preguntó.
-  Las llaves de mi casa.
-  Te ayudaré a buscarlas -  le dijo a su amigo -.  ¿Dónde se te han caído exactamente?
- Por allí, dentro de mi casa.
-  Entonces, ¿por qué las buscas aquí?
- Porque hay más luz.

Este cuento que roza lo absurdo cuando lo lees por primera vez, parece un viejo chiste de comedia, hasta que colocas al ladrón como protagonista.  El mulá nos representa a todos nosotros buscando fuera de nuestra casa aquello que no se puede encontrar allí.  Buscamos la felicidad fuera porque el ladrón nos ha hecho creer que es más fácil encontrarla allí.  El trabajo dentro de casa es más duro, pero como es donde reside la felicidad, es donde debemos estar.

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sábado, 11 de agosto de 2018

Del Libro “Los cinco ladrones de la felicidad” de John Izzo




Primer ladrón:       El control
Segundo ladrón:   La arrogancia
Tercer ladrón:       La codicia
Cuarto ladrón:      El consumismo
Quinto ladrón:      La comodidad




La ambición es buena; la comparación es una ladrona
El tercer ladrón es sutil.  La ambición es buena, como lo es el deseo de ser mejores.  Pero cuando nuestra vida se basa en compararnos con los demás, pronto nos vemos involucrados en una búsqueda incesante de una felicidad que jamás hallaremos.  Siempre habrá alguien que tendrá más amigos, será más atractivo y poseerá aptitudes que nosotros desearíamos tener.  De este modo, no sólo seremos desgraciados, sino que también seremos incapaces de celebrar el éxito de los demás.  En lugar de preguntarle al espejo:  “¿Quién es la más hermosa?, deberíamos preguntarnos:  “¿Estoy siendo yo mismo?”, ¿he desarrollado todo mi potencial y he llegado a ser los que debía ser?”

Cuatro formas de alejar al tercer ladrón

·         Cuando te des cuenta de que le estás preguntando al espejo en la pared de tu subconsciente en qué te vas a comparar con los demás, recuerda que es el ladrón el que habla.  Te está mintiendo cuando te dice que la vida es una competición en lugar de un viaje.  Pregúntale en su lugar: “ ¿Soy la mejor versión de mí mismo?

·         Practica diariamente la gratitud escribiendo todos los días en un diario o simplemente dedicando unos minutos a identificar tres cosas por las que puedes dar las gracias ese día y una por la que estés agradecido en tu vida. Elige a una persona cada día y escribe tres cosas buenas que te gustaría que le pasaran y que pudieras celebrar con ella.

·         Cuando uses las redes sociales, concéntrate en dar más valor a tus interacciones con los demás, involúcrate con ellos y demuéstrales tu alegría por lo que les sucede.  Cuando hayas calentado este músculo, te darás cuenta de que la felicidad se origina así, no en la codicia.

·         Recuerda que nunca habrá una igualdad social completa en todos los aspectos.  Los demás rara vez son responsables de nuestra infelicidad.  Doma el espíritu de la codicia que hay en tu interior para mejorar el mundo que te rodea.  Siempre que tengas la oportunidad de ayudar a alguien que no es tan afortunado, concéntrate en tu gratitud para manifestar tu amabilidad.

Mantra
La vida no es una competición.  Seré agradecido por lo que tengo y por quien soy.  Celebraré el éxito de los demás, pues cuando me alegro por otros, soy feliz.




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Del Libro “Los cinco ladrones de la felicidad” de John Izzo



Primer ladrón:       El control
Segundo ladrón:   La arrogancia
Tercer ladrón:       La codicia
Cuarto ladrón:      El consumismo
Quinto ladrón:      La comodidad




La codicia es otro de los poderosos ladrones.  Es engañosa porque usa muchos disfraces, que pueden darle  una apariencia inofensiva o incluso de ambiciosa, pero de un modo productivo.  ¿Qué hay de malo en desear algo que todavía no tienes?  ¿No es acaso desear algo el origen del progreso en la vida? Pero si la analizamos detenidamente, pronto nos daremos cuenta de por qué nos roba tan hábilmente nuestra felicidad.
La codicia no es sólo desear algo, pues combina varios elementos que nos van sustrayendo nuestra felicidad. La codicia no es un deseo cualquiera, es esa parte de nosotros que mira hacia afuera y se fija en lo que tienen los demás, o en algo que no tenemos, y vuelve a nosotros en forma de envidia.  La envidia es el sentimiento de descontento o incluso el anhelo con resentimiento que nos despiertan las cualidades, posesiones o la suerte de otros.  Cuando nos damos cuenta de que la codicia es tanto lo que sentimos en nuestro interior como el objeto de nuestro deseo externo, es fácil ver cómo puede robarnos la felicidad.
Pensemos en todas las cosas que codiciamos y que no tenemos:  más dinero, mejor posición social, tener otros dones naturales diferentes a los que poseemos, otras parejas, un cabello con otra textura, ser más altos o más bajos, más jóvenes o mayores, y la lista sigue.  El ladrón siempre nos está diciendo que deberíamos estar en un estado de carencia, decepción y envidia. En esencia, lo que este ladrón nos está diciendo constantemente es que nuestro sentido de identidad depende de una referencia del mundo exterior, que se centra en la pregunta:  ¿Con quién me comparo?

La gratitud:  la fuerza opuesta
La fuerza opuesta a la codicia es la gratitud.  Investigaciones recientes han demostrado el increíble poder que tiene la gratitud para incrementar nuestra sensación de bienestar y felicidad, mejorar nuestra salud, ayudarnos a envejecer bien e incluso para promover una conducta pro social
Robert Emmons, un profesor de la Universidad de California en Davis, es pionero en la investigación sobre la gratitud.  En algunos de sus estudios más influyentes, él y sus colaboradores colocaron personas al azar en una de estas tres situaciones.  A cada persona del primer grupo se le pidió que anotara cinco cosas por las que estuviera agradecido y que le hubieran sucedido la semana anterior; a los componentes del segundo grupo se les pidió que anotaran cinco cosas que les hubieran molestado la semana anterior y a los del tercer, que anotaran cinco acontecimientos de la semana anterior sin más especificaciones.  La investigación  demostró al final del estudio que las personas que escribieron sobre la gratitud estaban menos estresadas, eran más optimistas y, en general, se sentían un 25 por ciento más felices que el resto de los participantes.  También coincidió con que hacían más ejercicio y tenían menos problemas de salud.  Con el tiempo, la investigación se amplió a gente enferma, y los investigadores pudieron demostrar que aunque las personas se encuentren en situaciones difíciles en su vida, son mucho más felices, optimistas y sufren menos dolor gracias al sencillo acto de escribir sobre la gratitud.  Curiosamente, los que practicaban este tipo de escritura también eran más amables y solidarios con los demás.
Es un estudio especialmente revelador, Emmons identificó a personas con una fuerte predisposición hacia la gratitud.  Entonces los investigadores pidieron a las amistades de estas personas que respondieran a una encuesta respecto a ellas, y compararon dichas respuestas con otras similares de amistades de personas menos agradecidas.  Según los amigos, las personas agradecidas tenían conductas más solidarias, amables y serviciales (por ejemplo, prestar dinero o ser compasivas, ser solidarias y apoyar emocionalmente) que las que son menos agradecidas.
El número de investigaciones sobre los beneficios de la gratitud ha ido en aumento desde que Emmons y sus colaboradores iniciaron esta línea de investigación.  En un blog de Psycology Today, la autora Ann Morin resumió una gran parte de las investigaciones e identificó siete beneficios.  Entre los beneficios ya probados que obtienen las personas agradecidas, dice la autora, se cuentan:  padecer menos achaques, tener más tendencia a hacer ejercicio, ser más felices y estar menos deprimidas, tener más probabilidades de que su forma de actuar sea pro social, dormir mejor, tener la autoestima más alta y mostrar más resiliencia frente a las situaciones de estrés.  También es menos probable que las personas agradecidas sean vengativas o agresivas con los demás cuando reciben una respuesta negativa.  ¡Incluso se ha demostrado que la gratitud refuerza el sistema inmunitario!



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