viernes, 24 de agosto de 2018

Del Libro “Los cinco ladrones de la felicidad” de John Izzo




Primer ladrón:       El control
Segundo ladrón:   La arrogancia
Tercer ladrón:       La codicia
Cuarto ladrón:      El consumismo
Quinto ladrón:      La comodidad




El cuarto ladrón es el consumismo, el que un día nos dice que allí afuera hay algo que necesitamos para ser felices y que intenta ocultarnos la verdad de que en cualquier momento somos libres para elegir.  Intuitivamente, todos sabemos que la felicidad no se consigue obteniendo algo, por supuesto, porque todos conocemos a personas que parece que lo “tienen todo”, pero que siempre están descontentas, así como otras que “apenas tienen nada” y se las ve bastante felices.  Este ladrón es como una persona sedienta que tiene una gran botella de agua fresca, pero un agujero en la garganta. En la tradición budista existe el concepto de los “espíritus hambrientos”, que son aquellas que siempre están buscando algo, y que por más que encuentren siempre quieren más.

Este ladrón está siempre susurrando a nuestro oído un insidioso mantra que es algo así como:  “Cuando tengas ___________, serás feliz”.  Puedes rellenar el espacio en blanco: sería verdaderamente feliz si tuviera…. Una casa más bonita, una pareja mejor, más éxito en el mundo, otro cuerpo, escribiera un superventas, más amigos en Facebook, mi casa reformada, más seguidores en Twitter, más o menos fama, más tiempo libre o más trabajo, etcétera.

No pienses que todo esto sólo está relacionado con el consumismo de la forma en que normalmente lo concebimos.  Por lo general, pensamos en el consumismo con el equivalente a comprar cosas.  Este ladrón es mucho más astuto que todo eso.  Nos dice que la felicidad está allí afuera.

La felicidad es una elección.  Ésta es la verdad que este ladrón intenta ocultarnos a toda costa.



El hombre que perdió la llave
Hay un cuento maravilloso en la tradición sufí que nos demuestra claramente quién es este ladrón.
Un hombre regresaba a su casa por la noche y se encontré a un mulá amigo suyo agachado en el suelo bajo la luz de una farola;  era evidente que estaba buscando algo.
-  Mulá, ¿qué has perdido?  -  le preguntó.
-  Las llaves de mi casa.
-  Te ayudaré a buscarlas -  le dijo a su amigo -.  ¿Dónde se te han caído exactamente?
- Por allí, dentro de mi casa.
-  Entonces, ¿por qué las buscas aquí?
- Porque hay más luz.

Este cuento que roza lo absurdo cuando lo lees por primera vez, parece un viejo chiste de comedia, hasta que colocas al ladrón como protagonista.  El mulá nos representa a todos nosotros buscando fuera de nuestra casa aquello que no se puede encontrar allí.  Buscamos la felicidad fuera porque el ladrón nos ha hecho creer que es más fácil encontrarla allí.  El trabajo dentro de casa es más duro, pero como es donde reside la felicidad, es donde debemos estar.

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