Primer
ladrón: El control
Segundo
ladrón: La arrogancia
Tercer
ladrón: La codicia
Cuarto ladrón: El consumismo
Quinto
ladrón: La comodidad
El cuarto ladrón es el consumismo, el que un día nos dice
que allí afuera hay algo que necesitamos para ser felices y que intenta
ocultarnos la verdad de que en cualquier momento somos libres para elegir. Intuitivamente, todos sabemos que la
felicidad no se consigue obteniendo algo, por supuesto, porque todos conocemos
a personas que parece que lo “tienen todo”, pero que siempre están
descontentas, así como otras que “apenas tienen nada” y se las ve bastante
felices. Este ladrón es como una persona
sedienta que tiene una gran botella de agua fresca, pero un agujero en la
garganta. En la tradición budista existe el concepto de los “espíritus
hambrientos”, que son aquellas que siempre están buscando algo, y que por más
que encuentren siempre quieren más.
Este ladrón está siempre susurrando a nuestro oído un
insidioso mantra que es algo así como:
“Cuando tengas ___________, serás feliz”. Puedes rellenar el espacio en blanco: sería
verdaderamente feliz si tuviera…. Una casa más bonita, una pareja mejor, más
éxito en el mundo, otro cuerpo, escribiera un superventas, más amigos en
Facebook, mi casa reformada, más seguidores en Twitter, más o menos fama, más
tiempo libre o más trabajo, etcétera.
No pienses que todo esto sólo está relacionado con el
consumismo de la forma en que normalmente lo concebimos. Por lo general, pensamos en el consumismo con
el equivalente a comprar cosas. Este
ladrón es mucho más astuto que todo eso.
Nos dice que la felicidad está allí afuera.
La felicidad es una elección. Ésta es la verdad que este ladrón intenta
ocultarnos a toda costa.
El hombre que perdió la llave
Hay un cuento maravilloso en la tradición sufí que nos
demuestra claramente quién es este ladrón.
Un hombre regresaba a
su casa por la noche y se encontré a un mulá amigo suyo agachado en el suelo
bajo la luz de una farola; era evidente
que estaba buscando algo.
- Mulá, ¿qué has perdido? - le
preguntó.
- Las llaves de mi casa.
- Te ayudaré a buscarlas - le dijo a su amigo -. ¿Dónde se te han caído exactamente?
- Por allí, dentro de
mi casa.
- Entonces, ¿por qué las buscas aquí?
- Porque hay más luz.
Este cuento que roza lo absurdo cuando lo lees por primera
vez, parece un viejo chiste de comedia, hasta que colocas al ladrón como
protagonista. El mulá nos representa a
todos nosotros buscando fuera de nuestra casa aquello que no se puede encontrar
allí. Buscamos la felicidad fuera porque
el ladrón nos ha hecho creer que es más fácil encontrarla allí. El trabajo dentro de casa es más duro, pero
como es donde reside la felicidad, es donde debemos estar.
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