Del Libro “100
rebanadas de sabiduría empresarial” de Silvia Cherem
61.- Si el gobierno se comprometiera a no impulsar
políticas cambiantes sexenio tras sexenio, si
destinara mayores recursos para educar y fomentar estrategias de desarrollo,
si tuviera más visión, podríamos ser un país productivo y no un país productor
de braceros.
62.- No me he mordido la lengua para decir que los
empresarios debemos pagar fielmente nuestros impuestos, debe haber una mayor
equidad impositiva y el Estado debe pugnar por la eliminación del fraude
fiscal.
63.- En México, los empresarios con visión de
futuro hemos sido como “lagartijas apedreadas”.
No nos desanimamos a la primera, sabemos correr, escondernos,
defendernos de discursos socializantes por parte de los políticos en turno y
estar alertas, como las lagartijas cuando las quieren apedrear.
64.- No es una medida popular ajustarse el
cinturón, dejar de gastar, pero es necesaria para mantener una economía sana o
un negocio próspero. No hay que tenerles
miedo a las medicinas amargas, sirven para curar los problemas de raíz.
65.- De analfabetas económicos se ha poblado
América Latina. La gente ha olvidado los
alcances del populismo que hemos padecido, y aún hoy existe la tentación de
sucumbir ante las soluciones fáciles.
66.- Cuando somos autoridad, corremos el riesgo de
ser condescendientes y agravar los problemas.
Por capotear las situaciones, por temor a no asumir la toma de
decisiones, por tratar de privilegiar a todos, puede uno generar crisis más
profundas que las que tratamos de evitar.
67.- La
confianza es el ingrediente fundamental para construir un país, una empresa,
una familia. Como le decía un viejo
filósofo chino al emperador, en caso extremo se puede prescindir de armas y
alimento, pero, sin confianza, se pierde el imperio.
68.- Quien
rehúye al conflicto, acaba vencido por él.
69.- Conciliar,
sin doblarse ni ceder en lo fundamental, será siempre mejor que la añeja
cultura de la confrontación. Creo en el diálogo como el mejor recurso para
superar los conflictos.
70.- Los dioses se marean, creen tener más poder
del que ya gozan y cometen errores lamentables.
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