FACTORES FAMILIARES DETERMINANTES
Uno de los principales factores que influyen en la
victimización y el acoso escolar, es la intimidación
en la familia (hermanos, padres, abuelos, trabajadores domésticos), en la
guardería o en el barrio. Es decir, los
niños que son testigos o víctimas de amenazas, gritos, golpes, castigos omnipresentes,
injurias, mensajes despreciativos, críticas frecuentes, exigencias desmesuradas,
amenazas de abandono, etc., suelen afrontar el miedo que esta violencia les
causa de diferentes maneras, ya sea identificándose con el agresor o la
víctima. Así, algunos niños reaccionan
atacando; y otros, replegándose sobre sí mismos para protegerse. Muchos de
ellos presentan en la escuela reacciones hostiles o de ansiedad, y los más
sensibles son generalmente los más afectados.
Otro de los factores importantes de riesgo es la sobreprotección; los padres que supervisan a sus hijos de
manera exagerada y no les permiten tomar iniciativas o riesgos propios de su
edad, o los padres que no dan ninguna responsabilidad a sus hijos para
evitarles esfuerzos. Estos niños estarán
a menudo en espera de aprobación y dependerán de la ayuda de otras personas
para actuar. Esta pasividad y
dependencia pueden constituir un obstáculo mayor para la afirmación de sí
mismo, uno de los motivos por el cual el niño no aprende a defenderse, o un
irritante en la relación con los otros niños y profesores.
Desafortunadamente se encuentran con frecuencia la
sobreprotección y la intimidación juntas en un mismo ámbito familiar. Uno de los padres se muestra exigente,
crítico, inflexible y poco compasivo, mientras que el otro se muestra poco
firme, servicial y permisivo. Uno de los
padres duro y el otro blando, y hasta se podría decir que uno compensa las
carencias del otro. En esta dinámica
familiar, los hijos pueden inhibir cualquier acción en espera de aprobación,
igualmente pueden mostrarse angustiados, agresivos o intolerantes. ¿Es falta de comprensión o demasiada? ¿Es un
marco rígido o demasiado permisivo? Lo
que sí es, es un contexto incoherente en el interior de la familia.
Incluso si los padres están de acuerdo, la falta de constancia en la aplicación de las
reglas de funcionamiento y en la realización de las responsabilidades es
otro de los factores que influyen en la adaptación social de los niños en la
escuela. La constancia puede verse
afectada por el estado de ánimo de los padres.
Si están de buen humor, exigen menos, pero si están de mal humor, exigen
más. O bien, cuando el niño muestra un
buen funcionamiento, los padres abandonan los límites, pero cuando las cosas
van mal, recrudecen los castigos. Esta
manera de funcionar crea patrones de comportamiento inestable de tipo montaña
rusa.
La falta de límites
claros respecto a la expresión del enojo y la falta de habilidades sociales
de los padres para manejar esta emoción se refleja igualmente en el
comportamiento de los niños en la escuela.
Las tensiones
familiares, como peleas, separación, divorcio, dificultades laborales,
desempleo, deudas y problemas económicos, pueden provocar gran irritabilidad de
los padres y poca disponibilidad para mantener la constancia y coherencia en el
marco de referencia.
Los niños que viven en la
pobreza muestran un rendimiento escolar, una capacidad de adaptación
emotiva y un desarrollo de competencias sociales menores que los niños de clase
media.
Como se puede ver, el contexto familiar puede tener una
influencia en el acontecer de la intimidación entre alumnos, pero hay que
ser prudentes para no atribuir toda la responsabilidad a la familia. Existen
niños que tienen un entorno familiar muy adecuado y, sin embargo, se comportan
como verdaderos verdugos solamente para sentirse superiores o mejores, ya sea
física o psicológicamente hablando.
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