* Alguna vez
tus compañeros de clase se burlaron injustamente de ti, o fuiste el blanco de
crueles comentarios o chismes maliciosos debido a que en algún aspecto eras
diferente de la mayoría?
* En tu círculo de amigos, parientes, compañeros
de trabajo o colegas, ¿alguna vez te sientes incómodo porque alguien habla de
más o le gusta difundir rumores o anécdotas despectivas acerca de ti u otros?
* ¿Has estado alguna vez en una situación de
trabajo o social en la que un adversario o rival se propuso perjudicarte con
una anécdota exagerada o falsa?
* ¿Alguna
vez te has sentido ofendido o traicionado porque un amigo íntimo, compañero de
cuarto, pareja romántica o miembro de la familia divulgó algo embarazosamente
personal sobre ti a gente a quien no le incumbía oír cosas tan privadas?
Como plumas en el viento
Hay una
famosa historia hasídica que describe perfectamente lo difícil que es reparar el daño resultante de las habladurías y
rumores sobre una buena persona.
En este relato un alumno ha estado diciendo cosas dañinas y difundiendo
chismes acerca de su maestro, pero termina por sentirse culpable, va a ver al
maestro y le pide perdón.
El maestro
le sugiere: “Si quieres reparar lo que hiciste,
recomiendo que tomes varias almohadas de plumas, las cortes para abrirlas y
dejes que el viento disperse las plumas”.
El alumno
hace lo que se le dijo y regresa a ver al maestro, quien le dice con
calma: “Hay un paso más. Ve afuera y junta todas las plumas.”
El alumno
contesta: “¿Pero cómo lo haré? Es imposible.
Los vientos las desparramaron en todas direcciones.”
El maestro
explica: “Ahora estás comenzando a
enterarte del poder de las palabras. Una
vez que has dado inicio o has repetido un rumor dañino, y éste se desparrama en
todas direcciones, es muy difícil tratar de deshacer todo el daño”.
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