Del libro “Educar
el carácter” de Alfonso Aguiló
Desconfiados y resentidos
Muchas personas
tienen un profundo convencimiento de que en el mundo todo es egoísmo y mezquino
interés.
Y como ellos así
lo piensan, les parece que lo normal y lo corriente es que todos los humanos
sean también egoístas de muchísimo cuidado.
Viven así una
vida empobrecida, parece como que miran siempre de reojo. Son desconfiados. Es algo casi enfermizo.
No hace falta
insistir en lo negativo de ese planteamiento para la educación del carácter de
los hijos. La familia debe vivir en un clima de generosidad y confianza, de
prestar ayuda siempre, de no llevar
cuenta de los favores, de no pensar en si alguien es merecedor de un
servicio, de no tener en cuenta si
nos lo va a devolver o agradecer.
Hay padres y
educadores que empujan habitualmente a desconfiar, y cometen un grave error.
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Bueno,
pero tampoco hay que pensar por el otro extremo, porque pueden efectivamente
hacerles unos ingenuos y que todo el mundo les engañe y nunca espabilen…
Tendríamos que
volver a hablar del equilibrio
famoso… Ese peligro también existe, pero creo que es bastante menor que su
contrario y, además, es más fácil de corregir.
Repasemos algunas ideas para
facilitar un clima de confianza en la familia.
·
Más
vale ser engañados alguna vez por los hijos que educarlos en un clima de
desconfianza o de control policíaco.
·
Yo
perdono, pero no olvido, dicen algunos.
En muchos casos, eso probablemente no sea perdonar, sino un refinado
sucedáneo de resentimiento.
·
Las listas de agravios que guardan
celosamente algunas personas, esclavas de sus viejos rencores. En lugar de dedicarse a vivir, parece que se
recrean en recordar lo malo de sus vidas para sufrir doblemente.
·
Se
dice que para quien tiene miedo todo son
ruidos, y es verdad: para el que
desconfía, todo son maniobras para aprovecharse de él. Sin embargo, las más de las veces son fruto
de su imaginación; y es su miedo quien les angustia: no han logrado descubrir la maravilla de la
confianza, son hombres solitarios de espíritu.
·
Confianza
en los demás, para poder perdonar: perdonar es ser generoso en conceder
oportunidades de enmendarse.
·
A
veces somos rígidos porque estamos inseguros, porque no nos lanzamos a educar
en la confianza. Y la confianza es un gran medio de unidad y de educación.
La desconfianza está detrás de los resentidos que, después de recibir una
herida, están decididos a no volver a confiar.
Detrás de los solitarios, de
los desamorados. De los viejos que se esconden desconfiados
porque piensan que ya no valen para nada
y todos les desprecian. De los enfermos
que temen que nadie les comprende. De los jóvenes que ven a los mayores como
gente que jamás les podrán entender. De
los tímidos, que se encierran dentro
del propio corazón por miedo a abrirse.
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