jueves, 26 de marzo de 2015

Del Libro “El Quinto Acuerdo” de Don Miguel Ruiz y Don José Ruiz....






Utilicemos el poder d nuestra imaginación para crear un sueño juntos, sabiendo que se trata de un sueño.  Imagina que estás en un centro comercial gigante en el que hay cientos de salas de cine.  Consultas la programación para ver qué están poniendo y adviertes que hay una película que lleva tu nombre.  ¡Increíble!  Entras en la sala y está casi vacía, salvo por una persona.  Para no interrumpir, te sientas muy silenciosamente detrás de esa persona que ni siquiera advierte tu presencia;  toda la atención de esa persona está centrada en la película.
Miras a la pantalla ¡y qué gran sorpresa!  Reconoces a todos los personajes de la película:  tu madre, tu padre, tus hermanos y hermanas, tu persona amada,  tus hijos y tus amigos.  Entonces ves al protagonista de la película ¡y eres tú!  Eres la estrella de la película y es tu historia.  Y la persona que está sentada delante de ti, ¡vaya!, también eres tú viéndote actuar en la película.  Por supuesto, el protagonista es exactamente como tú crees que eres, igual que todos los personajes secundarios, porque tú conoces tu historia.  Transcurrido un tiempo, empiezas a sentiré un poco abrumado por todo lo que acabas de presenciar y decides ir a otra sala. 

En esta sala también hay una sola persona viendo una película y ni siquiera advierte que te sientas a su lado.  Empiezas a ver la película y reconoces a todos los personajes, pero ahora sólo eres un personaje secundario.  Esta es la historia de la vida de tu madre y ella es la persona que está viendo la película con toda su atención.  Entonces comprendes que tu madre no es la misma persona que aparecía en tu película.  El modo en el que ella se proyecta es completamente distinto en su película.  Es la manera en la que tu madre quiere que todos la perciban.  Tú sabes que no es auténtico, sólo está actuando, pero entonces empiezas a comprender que es el modo en el que ella se percibe a sí misma y esto te provoca una especia de conmoción.
Entonces adviertes que el personaje que tiene tu rostro no es la misma persona que salía en tu película.  Te dices:  “Ah, éste no soy yo”,  pero ahora ves cómo te percibe tu madre, lo que cree sobre ti y está muy lejos de ser lo que tú crees sobre ti mismo.  Entonces ves al personaje de tu padre, el modo en que tu madre lo percibe y no se parece en nada al modo en el que lo percibes tú.  Está completamente distorsionado, igual que su percepción del resto de los personajes.  Ves de qué modo percibe tu madre a tu persona amada e incluso llegas a disgustarte un poco con tu madre.  “¡Cómo se atreve!” Te levantas y abandonas la sala.

Entras en la siguiente sala y ahí está la historia de tu persona amada.  Ahora puedes ver el modo en que te percibe tu persona amada y el personaje es completamente diferente del que aparecía en tu película y en la película de tu madre.  Puedes ver el modo en que tu persona amada percibe a tus hijos, a tu familia, a tus amigos.  Puedes ver el modo en que tu persona amada quiere proyectarse a sí mismo o a sí misma, y no se parece en nada a la manera en que tú percibes a tu persona amada.  Entonces decides abandonar la sala y vas a ver la película de tus hijos.  Ves el modo en el que tus hijos te ven a ti, el modo en el que ven al abuelo, a la abuela, y apenas puedes creértelo.  Entonces ves las películas de tus hermanos y hermanas, de tus amigos, y descubres que todos distorsionan a todos los personajes en sus películas. 

Tras ver todas estas películas, decides regresar a la primera sala para ver tu propia película otra vez.  Te ves a ti mismo actuar en tu película, pero ya no te crees nada de lo que estás viendo;  ya no te crees tu propia historia porque ves que es sólo un cuento.  Ahora sabes que toda la actuación que hiciste a lo largo de tu vida entera fue inútil, porque nadie te percibe como tú quieres ser percibido.  Ves que todo el drama que ocurre en tu película en realidad no es advertido por las personas que te rodean.  Resulta obvio que la atención de los demás está centrada en su propia película.  ¡Ni siquiera se han dado cuenta de que te has sentado a su lado en su sala!  Los actores centran toda su atención en su historia y ésa es la única realidad que viven.  Su atención está tan absorbida por su propia creación que ni siquiera advierten su propia presencia:  la persona que está observando su película.
En ese momento, todo cambia para ti.  Ya nada es lo mismo porque ahora ves lo que realmente está sucediendo.  La gente vive en su propio mundo, en su propia película, en su propia historia.  Deposita toda su fe en esa historia, y esa historia es verdadera para cada uno de ellos, pero es una verdad relativa, porque no es verdad para ti.  Ahora puedes ver que todas sus opiniones sobre ti realmente conciernen al personaje que vive en su película, no en la tuya.  La persona a la que están juzgando en tu nombre es un personaje creado por ellos.  Cualquier cosa que la gente piense de ti está relacionada realmente con la imagen que tienen de ti y esa imagen no eres tú.

En este punto está claro que las personas a las que más quieres no te conocen realmente y tú tampoco las conoces a ellas.  Lo único que conoces de ellas es lo que crees sobre ellas.  Sólo conoces la imagen que creaste para ellas y esa imagen no tiene nada que ver con las personas reales.  Creías que conocías muy bien a tus padres, a tu cónyuge, a tus hijos, a tus amigos.  La verdad es que no tienes ni idea de lo que ocurre en su mundo:  lo que están pensando, lo que están sintiendo, lo que están soñando.  Pero lo que resulta incluso más sorprendente es que creías que te conocías a ti mismo.  Entonces llegas a la conclusión de que ni siquiera te conoces a ti mismo, porque has estado actuando durante tanto tiempo que te has convertido en un maestro del fingimiento de ser lo que no eres.
Con esta conciencia, comprendes cuán ridículo resulta decir  “Mis seres queridos no me comprenden.  Nadie me comprende”.  Por supuesto que no te comprenden.  Ni siquiera te comprendes tú mismo.  Tu personalidad está cambiando constantemente, entre un momento y el siguiente, según el papel que estés representando, según los personajes secundarios de tu historia, según el modo en el que estás soñando en ese momento.  En casa, tienes un tipo de personalidad.  En el trabajo, tu personalidad es completamente diferente.  Con tus amistades femeninas es de una manera;  con tus amistades masculinas es de otra manera.  Pero durante toda tu vida has hecho la suposición de que la gente te conocía muy bien y cuando no hacía lo que tú esperabas que hiciese, te lo tomabas personalmente, reaccionabas con enfado y utilizabas la palabra para crear muchos conflictos y dramas por nada.

Ahora resulta fácil comprender la razón por la que existen tantos conflictos entre los seres humanos.  El mundo está poblado por billones de soñadores que no tienen conciencia de que la gente vive en su propio mundo y que sueña su propio sueño.  Desde el punto de vista del personaje principal, que es su único punto de vista, todo trata sólo sobre ellos.  Cuando los personajes secundarios dicen algo que está en desacuerdo con su punto de vista, se enfadan e intentan defender su postura.  Quieren que los personajes secundarios sean como ellos quieren que sean, y si no lo son, se sienten muy heridos.  Se lo toman todo personalmente.  Con esta conciencia también tu puedes entender la solución y se trata de algo muy simple y muy lógico:  no te tomes nada personalmente.
Ahora el significado del segundo acuerdo está profundamente claro.  Este acuerdo te proporciona la inmunidad en la interacción con los personajes secundarios de tu historia.  No tienes que preocuparte por los puntos de vista de otras personas.  Una vez que comprendes que nada de lo que los demás digan o hagan tiene que ver contigo, no importa quién chismorrea sobre ti, quién te culpa, quien te rechaza, quien está en desacuerdo con tu punto de vista.  Todos esos chismes no te afectan.  Ni siquiera te molestas en defender tu punto de vista.  Sencillamente dejas que los perros ladren y seguro que ladrarán y ladrarán y ladrarán.  ¿Y qué?  Cualquier cosa que diga la gente no te afecta, porque eres inmune a sus opiniones y a su veneno emocional.  Eres inmune a los depredadores, los que utilizan los chismes para herir a otras personas, los que quieren utilizar a otras personas para herirse a sí mismos.

No te tomes nada personalmente es una preciosa herramienta de interacción con tu propia especie, de ser  humano a ser humano.  Y proporciona una gran entrada para alcanzar la libertad personal, porque ya no tienes que regir tu vida según la opinión de otras personas.  ¡Esto te libera realmente!   Puedes hacer cualquier cosa que quieras hacer sabiendo que, hagas lo que hagas, no tiene nada que ver con nadie más que contigo.  La única persona que necesita preocuparse de tu historia eres tú.  Esta conciencia lo cambia todo.  Recuerda, la conciencia de la verdad constituye el primer paso para la maestría personal y eso es lo que estás haciendo ahora mismo.  Te están recordando la verdad.

Ahora que comprendes esa verdad, ahora que has cobrado conciencia,  ¿cómo puedes seguir tomándote las cosas personalmente?  Una vez que comprendes que todos los seres humanos viven en su propio mundo, en su propia película, en su propio sueño, el segundo acuerdo es puro sentido común;  no te tomes nada personalmente.

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