lunes, 24 de septiembre de 2018

Del Libro “Cómo curar un corazón roto” de Gaby Pérez Islas


Del Libro  “Cómo curar un corazón roto”  de Gaby Pérez  Islas




De 5 a 8 años

Es increíble lo que los niños han avanzado a esta edad, son adorables.  Los berrinches  (si se han manejado bien) desaparecen y cada vez son más cooperativos, inquietos y activos miembros de la familia.  Son sumamente perceptibles a los mensajes no verbales que solemos transmitirles.  Si por ejemplo decimos:  “No, mi vida, estoy tranquila de que tu abuelito ya murió, porque ya no va a sufrir”, pero nos ven llorar, ausentarnos emocionalmente y cambiar toda nuestra rutina familiar de manera inexplicable y dolorosa, no nos lo van a creer.  “La muerte es algo natural, pero vente a dormir a mi cama para que no me sienta solita” transmite el mensaje de que la muerte es dolorosa, separa y  además es algo de lo que no puede hablarse mucho.  Debemos ayudarles a comprender que las separaciones duelen, que existe un binomio amor-sufrimiento porque quien ama se compromete y eso es dar una parte de ti al otro que, cuando se va, te va a hacer mucha falta.  La ausencia duele.

Al final de esta etapa de desarrollo aparecen en casa los videojuegos y todos esos pasatiempos electrónicos que dan una idea equivocada a los niños de lo que es la muerte.  En primera se juega a matar, lo cual debería de cuestionarse por el nivel de agresión en nuestra sociedad y en segunda se le da un carácter de reversible a la muerte.  Acabé contigo, pero el siguiente encuentro lo empiezo de nuevo y ahí estás.  En la vida real no puede simplemente reiniciarse el juego.  La muerte es definitiva e irreversible.
Los medios de comunicación son otra vía por la cual los niños se enteran de la muerte.  Los noticieros están llenos de ella y es imposible tratar de protegerlos de cualquier noticia que implique muerte o destrucción.  Es mejor escuchar sus dudas e inquietudes, darles definiciones de las palabras que ellos escucharán y que tal vez son nuevas en su vocabulario:  secuestro, abuso, crimen organizado, etcétera.

Un niño que guarda silencio ante la muerte de un familiar no es que no le haya afectado el acontecimiento, es tal vez que está asustado y que hay que invitarlo a hablar al respecto.
Existen muchas técnicas para que el niño o la niña se sienta en confianza y pueda ir hablando de lo que le preocupa o duele.  Esto generalmente se hace por medio del juego, el dibujo o usando títeres o muñecos que representen a los personajes de su propia familia.
No conviene presionar, alzar la voz o condicionar regalos o paseos para conseguir que el niño ventile sus emociones.  Se debe ir paso a paso, ganándose su confianza y mostrándole verdadero interés en su situación.



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