Del libro “Dios nunca parpadea” de Regina Brett
No compares tu vida…
Puedes ser cualquier cosa – doctor, abogado, trabajador social, alcalde, presidente, columnista –, ¿pero por qué no descubrir tu llamado?
No importa lo que te ha sucedido, importa lo que haces con
los que te ha sucedido. La vida es como un juego de póquer. No puedes elegir
las cartas, pero depende de ti totalmente cómo juegas tu mano. Una de mis
líneas favoritas en la película Harry Potter y la cámara de los secretos
es cuando el gran sabio Dumbledore le dice a Harry: “No son nuestras
habilidades las que muestran quiénes somos realmente. Son nuestras decisiones”.
La elección, no la casualidad, es lo que determina tu
destino. Depende de ti decidir lo que vales y cómo eres significativo para el
mundo. Nadie más tiene tus dones, tu
serie de talentos, ideas, intereses. Eres un original, una obra maestra.
Muéstrale al mundo el milagro de tu ser. Fíngelo hasta
lograrlo. Todos fingimos. Los más grandes escritores se levantan todos los días
sobrecogidos por el temor de no poder volver a escribir otra palabra
interesante. Los líderes de negocios más importantes se levantan preguntándose
si hoy es el día en el que el mundo descubrirá la gran farsa que representan.
Los lideres religiosos más importantes luchan diariamente con la fe. Los
grandes líderes políticos se preocupan de que cada decisión les cueste la
siguiente elección.
Nadie se siente con una confianza o una seguridad absoluta. Obtenemos
sólo pequeños destellos de ello. Todos tenemos miedo de cometer el error que
arruine nuestras vidas. Probablemente no haya tal cosa. Incluso si cometiéramos
cada uno de los errores que, según nosotros, nos arruinarían, nuestra vida no
se vendría abajo. Sólo cambiaría.
Todos tenemos miedo de estar haciendo mal las cosas, de no
agradarle a la gente, de no ser lo suficientemente listos, lo suficientemente buenos,
lo suficientemente exitosos, lo suficientemente atractivos. No luches contra ello. Conviértelo en un miedo como de montaña rusa.
Disfruta los saltos, las curvas pronunciadas, las subidas y las bajadas, las
sacudidas que casi te hacen sacar el almuerzo. La vida te pateará como si
fueras el balón del Mundial de futbol. Mantén tu rebote. Disfruta el paseo. El
miedo y la emoción se llevan muy bien.
No intentes ocupar el lugar de nadie más. El mundo no necesita que seas la Madre Teresa, Gandhi, Martin Luther King, Michael Jordan, Maya Angelou o Bill Gates. El mundo necesita que seas tú.
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