domingo, 3 de julio de 2016

Hijo sin limites - autor desconocido









El hijo sin límites… Autor desconocido

Una mujer de 55 años visitaba, en la cárcel, a su hijo de 23. Él estaba ahí por homicidio culposo ya que había atropellado a un niño al entrar a alta velocidad en una calle en sentido contrario tratando de escapar de una patrulla que lo perseguía por haberse pasado un alto. Ingresó al penal completamente destrozado de los huesos y en silla de ruedas ya que el padre de la criatura lo golpeó sin que él pudiera defenderse, y el policía –que estaba justo detrás de ellos–, se hizo de la vista gorda y no lo detuvo hasta que casi lo mata. Para algunos ese hecho era bastante lógico.
El hijo decía a su madre:
– ¿Sabes mamá?, yo no soy un asesino ni un maldito desalmado. Llegué a la conclusión de que estoy aquí porque aprendí y me acostumbré a romper reglas y a no cumplirlas jamás sin ningún límite.
– ¡Ay hijo!, es que de chiquito te ponías tan difícil; cada vez que yo te daba una orden o una instrucción, me desafiabas y  hacías unos berrinches que yo no lo soportaba y te dejaba hacer y deshacer con tal de evitar conflictos y de que estuvieras calladito y complacido para que tu papá no me dijera: “¡Calla a ese niño!”. Desde que tenías 3 o 4 años, cuando yo te decía:
1. ¡Come tus verduras para que crezcas sano y fuerte!, respondías: “¡Yo no quiero ser sano ni fuerte, no me importa, déjame en paz!”.
2. ¡Recoge tu cuarto!, tú replicabas: “No voy a recoger nada, así estoy contento, ¡si quieres recógelo tú!”.
3. ¡No destruyas las cosas, cuídalas!, tú decías: “¡No me importa yo quiero jugar así, y si no me compras cosas nuevas gritaré y lloraré hasta que me las compres!”.
4. ¡En esta casa se hace lo que yo digo!, de inmediato gritabas: “¡No mamá, no lo haré, ya no te quiero y si me hablas así, me voy a ir a otra casa!”.
Y así siguió la lista interminable de instrucciones y respuestas a lo largo de la vida de este hijo rebelde y padres pasivos… flojos y blandengues.
El hijo interrumpió a su madre, gritándole:
– ¡Basta ya, mama! Sólo dime: ¿cómo fue que siendo adulto le creíste y obedeciste a un niño tan malcriado y sin autoridad? Hoy a mis 23 años estoy destrozado, soy infeliz y no tengo futuro, de nada sirvió que estudiara o que no hayamos sido pobres, le quité la vida a una criatura y de paso les arruiné el resto de la vida a ti y a mi padre. La vida en la cárcel es una miseria, la vida en la calle es una miseria, la vida en las drogas es una miseria, la vida sin reglas es una miseria…

Si tu hijo  estuviera a punto de caer en un precipicio y tú lo estuvieras sosteniendo de la mano: ¿apretarías con todas tus fuerzas o le detendrías la mano suavecito para que no le doliera? Lo mismo pasa con los valores, la disciplina y las reglas,  sé responsable y apriétalo fuerte y lo salvaras del precipicio de la vida en sociedad, porque nadie a quien él dañe con su indisciplina va a tener compasión de él. Si tú, que le diste la vida y lo amas,  no soportas sus berrinches, ¿qué te hace pensar que los demás lo harán?
Si los cuidas y los educas bien es porque los amas y no porque te importa más tu comodidad y tu tiempo libre; dedica y comparte con ellos ese tiempo y esa comodidad. Demuestra que así como platicas con tus amigos puedes platicar con ellos. Demuestra que puedes divertirte con ellos así como lo haces con tus amigos. Recuerda: es mejor que los hijos lloren porque los corregiste a que tú llores porque están en un problema y no los corregiste en su momento.

   

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