Bueno – dijo Pía, cuando sientes que algo
falta, cuando las cosas no van bien en tu vida, cuando estás ansiosa,
deprimida, cuando tienes un vacío en tu corazón, es muy probable que algo
tengas que recordar.
No entiendo.
No siempre somos lo que somos, en ocasiones
somos lo que alguna vez fuimos. Cuéntame
tu historia, lo que recuerdes.
Pues no hay mucho que contar en realidad, he
vivido mi vida encerrada en una torre, custodiada por el Dragón del Miedo.
Mmmmm – Pía se rascó la barbilla. Eso es muy común.
¿De verdad?
Así es, muchas
personas se encierran en el castillo del miedo. Primero porque ahí se
sienten seguras de alguna manera y después acaban por olvidar que ellos mismos
se encerraron ahí y les cuesta mucho trabajo salir. Pero como tú estás aquí y como te has comido
cuatro platos de sopa, debo suponer que has vencido al Dragón negro del Miedo….
¿es él? – preguntó Pía señalando al Dragón.
Así es.
Pía dio vueltas mirando al Dragón que estaba
sentado con las patas abiertas y con cara de inocente.
Es un Dragón muy grande, lo has de haber
alimentado por mucho tiempo. ¿Te
costó mucho trabajo vencerlo?
En realidad no, pensé que sería difícil pero
ya en el momento fue muy fácil.
También eso es normal, los negros dragones del
miedo vociferan más de lo que deberían.
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