Del libro
“¡Póngase a trabajar!” de Frank McNair
Dentro de veinte años, el
único que recordará que no tomó vacaciones será usted (¡y su familia!)
Usted las ha visto, y yo también; esas personas que están casadas con su trabajo. Están pegadas a su escritorio, sin dejarlo nunca para tomar vacaciones o por cualquier otra razón. No sé por qué lo hacen. Tal vez tengan la esperanza, no expresada, de una gran recompensa basada en esas horas extras. ¡No sea usted uno de ellos!
Una
organización no es una entidad viva: no tiene memoria. En cambio, la familia de usted sí la tiene. Todos
recordarán las vacaciones perdidas cuando usted se quedó trabajando para “terminar ese último informe”. Cada
miembro de la familia recordará los encuentros deportivos que se perdió, las
vacaciones familiares a las que no pudo asistir y las mil maneras como fueron
perjudicados por la devoción de usted a la empresa. Y no valdrá la pena.
Como sin
duda ha usted escuchado, pocas personas dicen en su lecho de muerte: “Me agradaría haber pasado más tiempo
trabajando.” Así pues, no deje de
tomarse esas vacaciones. Deje su teléfono celular en casa, y recree con su
familia y con usted mismo esa sensación de paz y de alegría que proviene del
tiempo libre bien aprovechado.
El tiempo
pasado lejos de su oficina le refrescará
la mente. Volverá a trabajar con una nueva
perspectiva, con la energía
necesaria para abordar un proyecto que en otro momento le pareció horrible y
tendrá la paciencia de tratar con un
empleado irritante.
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