jueves, 18 de abril de 2024

 

La tortuga y la hormiga…. Autora:  Alicia Campos

 

 





Betty, una niña de nueve años, muy bajita de estatura y de complexión delgada, llegó a casa después de un día muy difícil en la escuela, subió directamente a su habitación y se puso a llorar. Su abuela que estaba de visita se acercó a ella y le preguntó el motivo de su llanto.

- ¡No sirvo para nada!, nadie me quiere en el equipo de baloncesto por mi estatura. 

-  Eso no significa que no sirvas para nada, tienes demasiadas cualidades como para que te expreses así.

La abuela la abrazó y Betty poco a poco dejó de llorar.    

- Sabes, hay una historia muy bonita de la tortuga y la hormiga, ¿quieres que te la cuente?

- Si abuela, suena interesante.

Había una vez una tortuga que transitaba lentamente por un colorido camino cubierto de hojas amarillas, verdes, anaranjadas, rojas y otras con matices impresionantes que indicaban la llegada del otoño.  Observaba con detenimiento cada hoja, cada piedra, y se deleitaba con el trinar de los pájaros y el sonido del río que corría muy cerca de donde ella estaba.

De pronto, escuchó el llanto de una diminuta criatura, le costó mucho trabajo identificar su ubicación y cuando por fin la localizó, apresuró un poco su paso para ver que ocurría.  Se trataba de una hormiga que lloraba desconsolada.  La tortuga no quería ser imprudente, así que solo se quedó quieta muy cerca de ella hasta notar que su llanto se había convertido en sollozo y que la hormiga la observaba con detenimiento, en ese momento se apresuró a decir:

- Hola, mi nombre es Lily, salí un rato a caminar y escuché que llorabas, me pregunto si hay algo en lo que te pueda ayudar.

- No, nadie me puede ayudar.  Soy una insignificante hormiga y eso nadie lo puede cambiar.

- ¿Insignificante?

- Si, todos quieren tener perros, gatos, peces y tortugas en sus hogares, pero nadie quiere tener hormigas

- Pero eso no quiere decir que seas insignificante.

- A mí me gustaría tener un caparazón como el tuyo para protegerme, y poder nadar en el rio como tú lo haces, y aunque sea lentamente quisiera poder recorrer distancias más largas.

- Creo que te estás enfocando más en ver las cualidades de otros, que en ver las tuyas.

- ¿Cuáles cualidades? ¡Soy tan pequeña!

- Si, pero aun con ese tamaño logras levantar cosas de 10 a 15 veces tu peso y arrastrar otras que son 30 veces tu peso.

- Sí, he escuchado que solo eso reconocen de mí, una sola cualidad.

- Eso es porque no se han dado el tiempo de conocerte a fondo.  Yo si he visto todo lo que haces y te admiro.

- Que, ¿qué? ¿Me admiras?

- Sí, tu función es crucial para un buen ecosistema.  Dentro de las funciones que realizas es la aeración de la tierra, la incorporación de nutrientes a ésta, la dispersión de semillas, la descomposición de algunas plantas, y todo ello ayuda para tener tierra fértil para plantas y árboles que también tienen su función en este planeta.

- ¿En serio? Nunca lo había visto así.

- ¡Y eso no es todo!  Me has dado lecciones de perseverancia al verte vencer los obstáculos que se ponen en tu camino con tal de conseguir tu objetivo. Además, en comunidad he visto el compromiso total con el equipo, realizando arduos trabajos para un beneficio mutuo.  ¡Son lo máximo!

- ¡Tienes razón! ¡Soy lo máximo! Gracias por ayudarme a ver mis cualidades.

La hormiga se acercó a la pata frontal derecha de la tortuga y a su manera le dio un fuerte abrazo, se despidió y partió alegremente saludando a cada hoja que encontraba en su camino.

Cuando la tortuga perdió de vista a la hormiga, suspiro con satisfacción y dijo en voz alta.

He logrado ayudar a una hormiga, ¡yo también soy lo máximo!

 

Al terminar la historia, la niña se había quedado muy pensativa con la mirada en un rincón de la habitación; entonces la abuela aprovechó para acercar una silla y sentarse de frente a su nieta, la tomó de las manos, la miró fijamente con esa mirada dulce y tierna que por lo general tienen las abuelas y le dijo con voz suave:

- Cuando me dijiste no sirvo para nada, me recordaste a la hormiga y la verdad es que yo, al igual que la tortuga que vio muchas cualidades en la hormiga, veo muchas cualidades en ti.  Eres muy inteligente, amable, respetuosa, muy organizada, obediente, servicial, alegre, creativa y muchas cosas más.  Así que, ante cualquier situación desagradable como la de hoy, siempre busca en tu interior esas cualidades que te definen como un ser único y valioso. Es muy común que nos enfoquemos en ver nuestros defectos, pero en realidad todos tenemos muchas cualidades.  ¡Ah, y por favor, nunca te compares!

-Tienes razón abuela, tal vez no tenga la estatura o requisitos para el baloncesto, pero puedo jugar futbol rápido, o algún otro deporte, hay tantos para escoger. Gracias abuela, ¡eres lo máximo!

- ¡Somos lo máximo! - contestó la abuela y ambas rieron felizmente.



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