jueves, 17 de enero de 2013

Del Libro “90 respuestas a 90 preguntas” de Martha Alicia Chávez




¿Necesitas una píldora de “ubicatex”?

  
La vi caminando en un centro comercial.  Sus marchitas piernas de más de 70 años  se asomaban por debajo de su mini  minifalda.  Sus implantes de senos surgían rebosantes de la escotada blusa y sus inquietos ojos, enmarcados por largas pestañas postizas y mucho maquillaje, se movían de un lado a otro en busca de una presa a quien cazar.
Por fin encontró una:  un hombre de mediana edad sentado en una banca, quien se levantó como resorte cuando la cazadora se sentó a su lado, muy cerca, moviendo coquetamente sus pestañas y mostrándole sus encantos.
La imaginé regresando a casa…. Desilusionada, sola, quitándose el maquillaje y los múltiples accesorios dorados rogando que la débil llama de la esperanza siguiera viva hasta el día siguiente:  “Tal vez mañana….”
Sentí una respetuosa compasión por ella;  imaginé su dolor y su impotencia ante la cruda realidad que le muestra a gritos que ya se fue la edad para andar arrancando suspiros.  Y de los archivos de mi mente surgió el recuerdo de varias mujeres que conozco, que aunque más jóvenes que la susodicha, también luchan por retener una juventud que se está yendo, odiando al tiempo por las huellas que va dejando en sus cuerpos.
Recordé a la que, cuando le preguntan cuántos hijos tiene, sólo menciona al de 10 años, porque si habla de la de 22 podrían saber que tiene más de 40.  Y por supuesto, la de 22 está desarrollando toda clase de síntomas patológicos con el objetivo inconsciente de que su madre “la vea”;  de hacerse presente y dejar de ser “la excluida”.
También vino a mi mente la que en su intento por retener a un atractivo treintañero le mintió respecto a su edad y obligó a sus hijas adolescentes a hacer lo mismo para que las fechas coincidieran.  Hizo uso de sus habilidades matemáticas alterando fechas importantes de su vida para no “echarse de cabeza” durante alguna conversación, y las anotó en un papel que escondió en un lugar secreto; no fuera a ser que las olvidara y metiera la pata.  Recordé la ocasión en que ella me habló de su insomnio y de que todo el día se siente ansiosa y angustiada.  “¡Y cómo no habrías de estarlo – le dije –, si vas por la vida sosteniendo semejante mentira!”

Otra mujer obliga a su nieto a llamarle “tía” para que crean que es más joven, porque se avergüenza de ser abuela.
Y una más esconde a tal punto su edad, que ni siquiera sus hijos veinteañeros la conocen con exactitud.
¿Qué estás haciendo quitándote los años de tu bendita vida para que crean que eres más joven?  ¡Quitarte los años es como escupirle a la vida!  ¿Cuántos estás despreciando?  ¿Cuáles de ellos le vas a aventar a Dios de regreso?  Tal vez los años en que diste a luz a tus hijos, o quizá ese año difícil en el que lloraste mucho y aprendiste tanto.  O quizá sea mejor borrar de tu historia algunos años de tu infancia.
Mujer…. Querida compañera de vida…. Déjate de ridiculeces y acepta con gozo cada día, cada año, cada década de tu sagrada existencia.  Deja de alimentar la absurda ilusión de que si niegas algunos años, de veras se van a borrar de tu cuerpo, de tu rostro y de tu historia.  Acepta la realidad de que no importa cuántas cirugías plásticas te hagas, no te ves joven, te ves madura con cirugía.  Nunca más te verás joven, porque cuando la juventud se va, se va.  ¿Y quién te dijo que eso es una tragedia?
Tómate esta píldora de “ubicatex” para que te cure esa obsesión por la juventud, te permita bendecir, honrar y agradecer tu vida y encontrar la belleza y el encanto de la madurez.


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