Un nuevo enfoque para manejar la ira
Estás en la apertura de un nuevo centro comercial a las
orillas de la ciudad. Como todas las
tiendas ofrecen ventas y saldos de gran inauguración, la mitad de la ciudad
está ahí. Has buscado un lugar para
estacionarte durante diez minutos. Por
fin, justo frente a ti, unas luces traseras se prenden. Enciendes las luces direccionales y esperas a
que el auto se salga en reversa justo frente a ti. Del lado contrario viene un Jeep que se
estaciona en ese lugar. No sólo eso,
sino que cuando le tocas el claxon, el conductor sale, sonríe burlonamente y te
hace una seña obscena. ¿Estás enfadado?
¡Seguro que sí! ¿Qué te gustaría hacer
en ese momento?
- Chocar su auto.
-Desinflarle los neumáticos.
- Rayarle el auto con tus llaves.
- Sacar un lápiz labial y escribir “idiota” en su
parabrisas.
Sin duda, todos hemos fantaseado al menos con alguna de
estas opciones o con todas. Se han hecho
películas enteras acerca de los resultados inesperados y adversos, incluido el
asesinato, de esos intentos tan tontos de revancha. Tal vez imagines que expresar tu enojo –
chocar el auto agresor, etcétera – pueda ayudar a que desaparezca. Pero veamos los costos específicos de estas
diversas opciones.
- Chocar su auto probablemente dañe el tuyo, y si te ve un
guardia de seguridad podría levantarte un cargo criminal. Cuando menos, el
guardia de seguridad anotará el número de tu licencia y lo pondrá bajo los
limpiadores del parabrisas del Jeep para que lo encuentre el dueño. No le importará en lo absoluto que creas
haber tenido una buena razón.
- Desinflar las llantas del culpable requiere de mucho
valor. ¿Puedes imaginar la tensión que
sentirías al pensar, mientras el aire sale poco a poco, qué ocurriría si el
conductor regresara al auto por algo que olvidó? Como en el primer escenario, el guardia que
pasaba por ahí podría no verle la gracia a la situación.
- La opción de lápiz labial es más benigna, pero incluso un
garabato rápido lleva tiempo y seguramente arruinarás el cosmético. Pero esto es vandalismo y no vale la pena
arriesgarte a que un policía te vea.
Pero el costo principal podría ser que sigas cargando ese
enojo contigo durante días o semanas y que se reactive cada vez que buscas un
lugar para estacionarte.
… Ahora imagina un
escenario distinto. La misma escena con
luces traseras y el auto que sale en reversa frente a ti. Sin embargo, en lugar de nuestro joven
burlón, una vaca llega desde la dirección contraria y se echa justo en el lugar
que esperabas para estacionarte.
Recuerda que estás a fueras de la ciudad. Da la casualidad de que la vaca ha pasado
cada tarde justo en ese espacio durante años.
Cuando tocas el claxon, te mira y muge, pero no se mueve. ¿Estás furioso? La respuesta para casi todos es “No, no estoy furioso; me hace gracia”. Entonces la pregunta es” “¿Cuál es la diferencia?”
Este libro espera convencerte de que no hay tal
diferencia.
… Empecé con la parábola de la vaca en el estacionamiento
para ilustrar algunos aspectos del enfoque de este libro en relación con la
ira. La ira suele ser una reacción
inmediata pero irracional basada en una idea que tenemos. Lo que sentimos se funda en gran medida en lo
que pensamos. Nuestra visión fantaseada
sobre las intenciones del conductor del Jeep afecta cómo vemos la “realidad” y,
por lo tanto, nuestra reacción ante ella.
En este caso, creemos que el conductor del Jeep ha intentado ofendernos,
y a la vez, sabemos que la vaca no tiene rencillas contra nosotros; tan sólo se comporta como una vaca. Es un ejemplo sencillo de cómo creamos
nuestra realidad – y por ende, nuestra ira – con la mente.
Como dice Buda:
Somos lo que pensamos.
Todo lo que somos
surge con nuestros pensamientos.
Con nuestros
pensamientos construimos el mundo.
Mucho de lo que hay en nuestra cabeza es resultado de
nuestro condicionamiento temprano. A
esas creencias la psicología occidental suele llamarlas “bagaje”. Por ejemplo, estamos condicionados a creer
que ciertas cosas nos harían felices, y cuando no las obtenemos, nos
enojamos. Estamos condicionados a creer
que nuestro honor está en juego si alguien nos “falta al respeto”. Estamos programados para pensar que alcanzar
cierta meta en el futuro, más que vivir en el presente, nos hará felices. Y estamos condicionados para creer que la ira
es una herramienta útil para conseguir lo que queremos.
… Si podemos estar
del todo presentes en el momento y observar lo que experimentamos directamente
sin sobreponer interpretaciones o creencias basadas en experiencias anteriores,
eso es conciencia. Ver el mundo de esta
manera hace nuestra vida más vívida e inmediata, facilita la flexibilidad de
respuesta en cada momento y crea la posibilidad de cambio.
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