jueves, 22 de marzo de 2012

Del libro “Consejos para padres divorciados” de Martha Alicia Chávez


EL MIEDO

No es de extrañar que ante el divorcio de sus padres los hijos sientan incertidumbre y miedo al futuro, a la pérdida, a los cambios, a lo desconocido. Dentro de sí mismos les surgen numerosos cuestionamientos que contribuyen a generar ese sentimiento de temor a ¿cómo va a ser la vida ahora?, ¿con quién voy a vivir?, ¿voy a perder a uno de mis padres?, ¿me van a cambiar de escuela?, ¿nos vamos a cambiar de casa?, ¿quién me va a cuidar?

Los miedos se disfrazan de maneras extrañas; se pueden mostrar de una forma que no tiene nada que ver con el miedo real. Por ejemplo, el niño comienza a sentir temor de ir al baño solo; quizás empieza a mostrar pavor a los perros o a ciertos insectos, pero en realidad no es a eso a lo que teme; el verdadero temor es otro. Puede tratarse de un miedo a quedar desprotegido.

También es común que los hijos hablen de sus miedos de manera directa al preguntar acerca de las dudas que tienen y expresándolos abiertamente.

Sea como sea, no es necesario ser psicólogos expertos ni tampoco ponernos a interpretar el significado real de los miedos que nuestros hijos puedan comenzar a presentar ante el divorcio. Lo importante es saber cómo apoyarlos para que lo superen. He aquí algunas herramientas para lograrlo.

1.- Es muy importante que motives a tu hijo a hablar de sus dudas y las respondas de manera clara y simple. Por ejemplo, puede estar experimentando mucho miedo por la incertidumbre acerca de si al divorciarse lo van a cambiar de escuela y va a perder a sus amigos. Al saber que no será así, el miedo puede desaparecer de inmediato. Podría estar preocupado porque piensa que al irse de la casa su papi va a dormir en la calle. Al explicarle claramente que vivirá en tal lugar, el niño ya no tendrá motivos para inquietarse.

Asimismo, es muy importante que les expliquemos de manera muy clara cómo será la vida ahora; por ejemplo, qué días van a dormir con su papá, quién los va a recoger de la escuela, etc. Es recomendable que hagamos los menos cambios posibles, porque el que el divorcio trae en sí mismo es ya enorme como para agregar otros. Mientras sea viable es preciso no mudarlos de escuela o de casa, y en caso de que esto tenga que ser así, hay que hacerlos parte del proceso: diseñar juntos la decoración de la nueva casa y la distribución de los espacios, explorar juntos el nuevo vecindario, etc. Proporcionar a nuestros hijos información clara y concisa les ayuda de manera muy eficaz a superar el miedo que la falta de la misma les acarrea, lo cual los lleva a imaginar historias y situaciones que aunque no tienen nada que ver con la realidad, los llenan de temor.

2.- Pide a tu hijo que te hable de manera detallada acerca de su miedo. Sin criticarlo, sin burlarte, sin minimizarlo, pero sin hacer drama como si fuera la cosa más espantosa del mundo. Escucha con atención y pregúntale todos los detalles posibles. El simple hecho de verbalizar el miedo lo modifica. Mientras tanto, transmítele confianza y tranquilidad con el tono de tu voz y con tu lenguaje corporal.

3.- Acompáñalo en el proceso de “enfrentar” el miedo. Por ejemplo, ve con él al baño, enciende la luz, muéstrale que no hay nada de qué preocuparse y utiliza todos los recursos que se te ocurran para hacer de esa ida al sanitario algo diferente, incluso agradable. Yo recuerdo que cuando era niña, en cuanto oscurecía me producía muchísimo pánico ir al baño sola y siempre estaba buscando a alguien para que me acompañara. Un día, tal vez por enésima vez, le tocó a mi hermana mayor, María de la Luz. Me acuerdo que me dijo: “El miedo está en tus pensamientos; para que ya no tengas miedo de venir al baño sola, empieza a cantar desde que empiezas a caminar hacia acá y no dejes de cantar hasta que salgas y regreses a donde estabas, y así no pensarás en el miedo”. Y nos fuimos juntas al baño… cantando… Ese día algo se modificó. Recuerdo haberme sentido sorprendida de ver que funcionaba. No sé si seguí cantando cada vez que fui al baño sola o si siquiera lo hice una vez más, lo único que sé es que ese “el miedo esté en tus pensamientos” me dio una sensación de tranquilidad que es difícil explicar, algo así como saber que si cambiaba mis pensamientos de miedo se iría, o como si eso significara que “afuera” no había en realidad nada que temer.

4.- Si tu hijo no se atreve a hablarte de sus miedos, no lo presiones; en su lugar cuéntale acerca de los miedos que tú tenías en tu infancia y cómo los superaste. Esto puede motivarlo a hablar de los suyos, y si no, le dejará un sanador mensaje: no soy el único, no soy tonto, no soy malo por sentir esto… ¡y es posible superarlo!

5.- En la medida en que veas que va superando ese miedo, alaba su valentía y su esfuerzo para que vaya adquiriendo más confianza.

Propuesta clave

Hija/o, me puedes contar todas las dudas que tengas, que te causan miedo y preocupación. Yo te las voy a aclarar y te voy a responder todas las preguntas que quieras hacer.

Siempre contéstale con la verdad. De acuerdo con su edad, respóndele y explícale en detalle lo que pregunta sin caer en el extremo de platicarle intimidades o cosas que pueden causarle shock y empeorar las cosas. Cuida que tu respuesta sea clara, verdadera, detallada, pero no vayas más allá, no proporciones información extra que pueda confundir. En pocas palabras, contesta sólo lo que se te pregunta. Así de simple.

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