sábado, 20 de diciembre de 2025
jueves, 18 de diciembre de 2025
Del libro “Por el placer de vivir” de César Lozano - Decisiones
Del libro “Por el placer de vivir” de César Lozano
El peor momento que podemos elegir para tomar decisiones es
precisamente cuando se está enojado.
Al respecto, recordé una historia que me compartieron.
Un hombre tenía que tomar una decisión importante. Acudió
con un sabio a quien él respetaba y admiraba por su forma inteligente de
solucionar los problemas. Le expresó su preocupación sobre decir sí o no a un
ofrecimiento.
El sabio le dijo: “Sube a lo alto de aquella montaña. Al
llegar a la cumbre encontrarás una piedra. La tomas y la lanzas con fuerza
hacia arriba. Si la piedra cae a tu derecha, haz lo que se te propuso. Si la
piedra cae a tu izquierda, la respuesta es no. No lo hagas.”
El hombre subió feliz a la montaña con la seguridad de que
el sabio le había dado el mejor consejo. Al llegar a la cumbre, se encontró la
piedra, tal y como el hombre se lo había dicho. La agarró y la lanzó con fuerza
hacia arriba, y de pronto, ¡la piedra le cayó en la cabeza! Con mucha rabia y
dolor el hombre bajó de la montaña a buscar al sabio.
Entró a su casa abruptamente y le dijo: “¡Me mentiste!”
“¿Por qué me dices eso?”, preguntó el sabio.
“¡Porque la piedra la lancé como me dijiste, pero me cayó
en la cabeza!”
A lo que el sabio le contestó: “¡Y después de que cayó en
tu cabeza, a dónde fue a parar, a tu derecha o a tu izquierda?”
“Pues no sé” dijo el hombre sobándose todavía del
dolor. “No me fijé,”
“Ah, dijo el sabio.
Así son las decisiones. El
peor momento para tomarlas es cuando se encuentra uno enojado por el dolor.”
Moraleja:
nunca tomemos una decisión importante o trascendente cuando estemos
enojados.
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jueves, 11 de diciembre de 2025
Errores comunes al cuidar a un adulto mayor
ERRORES COMUNES AL CUIDAR A UN
ADULTO MAYOR
Autora: Alicia
Campos Vera
Aunque no existe un manual sobre el cuidado de los hijos, afortunadamente
en México ya hay programas de apoyo – conocidos como “Escuela para padres” –
donde se orienta a los papás sobre formas de cuidar y criar a los hijos de manera
sana. Lo que no existe es una “Escuela para hijos”,
donde se informe a los descendientes sobre el cuidado de los padres en la vejez.
Tanto los familiares como algunos cuidadores externos pueden
cometer errores que, en vez de ayudar al adulto mayor, lo perjudican. Aquí
comparto los más comunes:
1.- Es un ERROR
creer que el adulto mayor ya solo se entretiene comiendo, durmiendo y viendo
televisión. Mientras no padezcan una enfermedad incapacitante, las personas
mayores pueden y DEBEN mantenerse activos y estimulados. No hace mucho
atendí a una mujer de 80 años en duelo por la muerte de su esposo. La
reportaron con depresión y principios de demencia, cuando en realidad solo
tenía tristeza y aburrimiento. La familia centraba sus atenciones en que
estuviera segura en el hogar, por ello la mujer rara vez salía de casa, solo
cocinaba, veía televisión y dormía la mayor parte del día. En cuanto supo que
existían grupos y asociaciones para el Adulto Mayor, sus ojos se
iluminaron, sobre todo cuando escuchó que había clases de baile y que algunas
agrupaciones organizaban viajes y excursiones.
2.- Es un ERROR
creer que vuelven a ser niños y, por ello, hay que ordenarles lo que
deben hacer. Para empezar, la persona
mayor sigue siendo un adulto y merece respeto. Es importante
respetar sus ideas, sus opiniones y, en general, su autonomía; eso genera
bienestar físico y mental, aumenta la autoestima y previene deterioro
funcional. Veamos el caso de Lily: su hijo
la obligaba a quitarse el abrigo en verano, aunque ella con ese abrigo se
sentía cómoda. Lo que el hijo desconocía es que con la edad la capa de grasa subcutánea,
que ayuda a retener el calor corporal, se adelgaza, y la persona puede sentir
frío aun en lugares cálidos. Por favor: mientras el adulto mayor clínicamente
no tenga diagnosticado un deterioro cognitivo, escúchenlo con atención,
sean empáticos y lleguen a acuerdos, sin imponer voluntades.
3.- Es un ERROR
creer que se vuelven berrinchudos como niños. Las personas mayores están
conscientes de su deterioro físico y, a veces mental; saben que ya no pueden
saltar ni correr como cuando eran jóvenes y que empiezan a olvidar cosas o que
les cuesta trabajo recordar. Por ello desarrollan sus propias estrategias.
Por ejemplo: don Paco tenía un lugar para cada cosa y, si alguien movía las
cosas, se molestaba y solicitaba insistentemente que se dejaran todo tal como
él lo organizaba. Lo que su familia no sabía era que, cada vez que no
encontraba algo en su sitio, se preguntaba si su memoria se estaba deteriorando
y eso le preocupaba.
Los adultos mayores se adaptan al entorno en función de
sus capacidades, y si ese entorno se modifica sin su consentimiento, pueden
irritarse. Por ejemplo: la hija de una mujer de 78 años se quejaba de
que su madre hizo “el berrinche de su vida” cuando le quitaron la tina de baño,
y la reemplazaron por una silla y varias barras de apoyo; la madre pidió que dejaran
todo como estaba. Aunque la hija le explicó que el cambio se realizó por su
seguridad – para que no tuviera que levantar tanto los pies para entrar a la
tina, y para evitar caídas– la madre le explicó lo cómodo que le resultaba
sentarse en la tina, pasar primero una pierna y luego la otra, y apoyarse en la
hendidura de la jabonera para sentarse. Aunque ambas soluciones pueden ser
seguras, el error aquí fue no hablarlo con la madre antes de
realizar la modificación. Los llamados “berrinches”, siempre tienen una razón
de ser, hay que analizarlos y no solo juzgarlos.
En
conclusión, hay que ser pacientes con los adultos mayores, escucharlos,
dialogar con ellos y llegar a acuerdos; pero, sobre todo, hay que RESPETARLOS
como los adultos que son.
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lunes, 8 de diciembre de 2025
El genio de la lampara (en el duelo)
Autora:
Alicia Campos Vera
Una mujer lloraba desconsoladamente por la muerte de su
esposo y su hijo en un accidente automovilístico. Caminaba distraída, sin
rumbo fijo ni dirección, cuando de repente tropezó con una piedra. Al
caer, su mano derecha rozó accidentalmente una lámpara mágica, y entonces
apareció un genio
- Puedo concederte tres deseos - dijo el genio en un tono
amable y sincero.
La mujer confundida y un tanto desconfiada solo dijo:
- Mi hijo y mi esposo murieron, así que solo deseo morir.
- Lo siento, pero no puedo cumplir esa
clase de deseos, ya hay alguien más que se encarga de los
decesos.
La mujer empezó a llorar intensamente y después de algunos
minutos, entre suspiros, expresó lo siguiente:
- Solo deseo que mi esposo y mi hijo estén vivos otra
vez.
- No puedo
devolverle la vida a nadie que haya muerto, por la misma razón que te mencioné anteriormente,
pero sí puedo cumplir deseos que te den felicidad a ti.
La mujer molesta agregó: - Sin ellos la felicidad ya no
existe para mí y solo deseo estar sola, encerrada en mi
casa, sin hablar con nadie. – Cruzó los brazos, frunció el ceño y se quedó
mirando al suelo.
El genio, extrañado y conmovido por la mujer, le concedió
“su primer deseo”. Pasaron los días y ella permanecía encerrada en casa:
lloraba, comía poco, dormía mal y su salud comenzó a deteriorarse.
Varias semanas después, abrumada por tanto dolor y consumida
por la impotencia de no poder hablar con nadie, decidió escribirle una nota al
genio:
—Está bien, genio, ya entendí. Este aislamiento que me
encierra en mí misma, y el no poder comunicarme con nadie, me está haciendo
mucho daño. Por lo tanto, mi “segundo” deseo es recuperar el habla.
La mujer marcó entre comillas “segundo”, pues su primer
deseo había sido solo una expresión que el genio interpretó como una
instrucción. Aun así, no tenía ánimos para debatirlo.
El genio sonrió. No solo le devolvió la voz de inmediato,
sino que además la invitó a caminar por el parque donde se habían encontrado
por primera vez, y después la invitó a tomar un café.
-Sabes genio, ya no quiero malgastar mis deseos, lo he
pensado muy bien y mi tercer deseo es dejar de sufrir por la
pérdida de mis seres queridos.
El genio le explicó que ese tipo de deseos no ocurrían de un
día para otro, que debería atravesar por la etapa de negación, ira,
negociación, dolor y finalmente la aceptación y resolución
de su duelo, pero que él estaría con ella todo el tiempo que necesitara para
completar su proceso.
Pasaron varios meses en los que la mujer compartió su sentir
con el genio, y él la escuchó con empatía. Ella liberó todo su enojo, aprendió
a perdonar, a agradecer el tiempo de convivir con su esposo e hijo y,
finalmente, aceptó lo ocurrido como algo destinado a suceder.
Al final, la mujer dijo:
—Ya acepté la muerte de mi esposo e hijo. El dolor ya no es
tan agudo, pero los sigo extrañando. ¿Crees que puedas concederme un cuarto
deseo? Quisiera volver a ser feliz como antes.
El genio respondió:
—Ya no puedes ser feliz como antes, porque eso quedó en el
pasado. Pero sí puedes ser feliz en el presente, con tu nueva
realidad. Valora lo que tienes y honra la memoria de tu esposo e hijo
demostrando que puedes ser feliz, como ellos desearían. Haz una mejor versión
de ti y siéntete orgullosa de ello. Eso no solo te dará felicidad, también te
dará paz interior.
—¡Tienes razón! Ahora sé que puedo lograrlo.
El genio regresó a la lámpara, y la mujer la dejó de nuevo
en el camino donde había tropezado con ella, con la esperanza de que algún día
pudiera ayudar a alguien más.
jueves, 4 de diciembre de 2025
Del libro “Como liberarse del miedo” de Sergio Ulloa Arreola - Los pensamientos
Del libro
“Como liberarse del miedo” de Sergio Ulloa Arreola
Se cuenta
que, un día, un viajero se perdió, llegó al paraíso y se durmió bajo el “árbol
de los deseos”. Al despertar, se dio cuenta de que tenía hambre y pensó:
“Cuánto me gustaría tener algo que comer”.
Inmediatamente aparecieron ante él deliciosos bocados. Tan hambriento
que estaba, no se dio cuenta de dónde provenían. Comió y, una vez saciado,
pensó: “Ojalá tuviera algo que beber”. Dicho y hecho, las bebidas aparecieron
también ante él.
Una vez que se sintió harto y feliz, se preguntó: “¿Qué habrá pasado? ¿Estoy soñando o hay fantasmas que me están jugando una mala pasada? Entonces, aparecieron unos fantasmas feroces, horribles y espantosos. El viajero se puso a temblar y arrastrado por sus pensamientos, se dijo: “¡Ya está! ¡Ya está! ¡Van a matarme!” y los fantasmas lo mataron.
Los fantasmas
de la historia son los pensamientos, y las consecuencias son tan sólo una parte de lo
que una idea bien cimentada puede ocasionar.
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jueves, 27 de noviembre de 2025
Del libro "EXHALA" de Gaby Vargas - Cuando todo está bien.
Del libro "EXHALA" de Gaby Vargas
CUANDO TODO ESTÁ BIEN
Un mes antes de conocer tu enfermedad, salí en bicicleta a
dar una vuelta al campo. En el camino vi los árboles, las flores
silvestres, escuché los pájaros, vi las nubes en un cielo claro,
tantas cosas por las que me sentí agradecida.
"Gracias Dios por mi vida, por mi
familia, por mi trabajo, por estar viva" clamaba por
dentro. Todo era perfecto a pesar de las nimiedades cotidianas que la mente
suele amplificar. Hasta que la muerte ronda por tus territorios, te percatas de
que todas las tonterías por las que antes te quejabas son ridículas e
irrelevantes.
Dos meses después, enterada ya de tu cáncer, recorrí ese
mismo camino montada en mi bicicleta. Me detuve a la mitad, me bajé para
sentarme en la tierra. Un dolor profundo exigía salir de mi cuerpo. Por primera
vez, me doblé del llanto, de ese que sale del estómago. Intuía que era el
principio del final. Lloré como hacía mucho no lo hacía, comencé a sentir
nostalgia anticipada. Era el inicio de la pérdida de nuestras vidas, pues ya no
serían igual que antes; pérdida de algo tan valioso y que nunca valoramos lo
suficiente: la salud; perdida del "nosotros" ante la
separación inminente de los dos, idea que me quitaba de la mente como un mal
pensamiento.
Lloré hasta encontrar alivio. Me percaté de cuánto mejor es
abrirle paso al dolor, permitir que fluya — a solas o acompañado. Reprimirlo,
como lo había hecho esos días, sólo me causaba insomnio y ansiedad.
Cuando todo está bien, deberíamos de agradecerlo de
rodillas. Cuando el resultado de tus análisis sale normal, cuando tu
hijo regresa con bien de la escuela, cuando te acuestas sin ningún dolor en el
cuerpo, cuando puedes hablarle a tu mamá por teléfono, cuando un amigo te
busca, cuando tus hijos te llaman para preguntar cómo estás, cuando tienes
trabajo, en fin, tantas y tantas cosas que en su momento no apreciamos, es
lo que hace que la vida valga la pena. ¿Por qué en su ausencia, es cuando
valoramos?
jueves, 20 de noviembre de 2025
Del libro “Tu hijo, tu espejo” de Martha Alicia Chávez - Cambiarlo
Del libro “Tu hijo, tu espejo” de Martha Alicia Chávez
Como ya comenté anteriormente, cuando un padre insiste con el hijo a tal punto que parece obsesionado por cambiarlo para que haga eso que “debe” hacer, no hay duda de que hay algo más, algo que el padre está proyectando en el hijo de manera inconsciente.
Y así era en el caso de Gina; su marido nunca la acompañaba
a los múltiples eventos sociales, casi todos organizados por ella misma; no
invitaban amigos a su casa y no visitaban a nadie porque al marido no le
gustaba socializar. Gina sufría por esta situación: ella deseaba que su esposo
fuera más sociable y él deseaba que ella lo fuera menos; pero lo interesante
del caso es que, al no poder cambiar a su marido, Gina inconscientemente se
esforzaba y se aferraba en cambiar a su hija (tan parecida a él por cierto).
Todo esto simbólicamente significaba: “
SI NO PUEDO CAMBIARLO A ÉL, TE CAMBIO A TI”.
En la relación padres-hijos esto es común: intentamos
cambiar en nuestro hijo lo que no podemos cambiar ya sea en otra persona
significativa para nosotros, o bien, lo que no podemos cambiar en nosotros
mismos.
Docenas de veces he escuchado en mi consultorio quejas de
hijos a quienes sus padres les piden que hagan o dejen de hacer cosas que ellos
mismos no pueden: que no fume, cuando el padre es un fumador
empedernido; que no diga “malas palabras”, cuando el padre las dice a
cada momento; que sea ordenado, cuando el padre es en extremo
desordenado; que no diga mentiras, cuando el padre sí las dice; que no
pase tanto tiempo en la computadora, cuando el padre lo hace en la
televisión; que no agreda verbal o físicamente a sus hermanos, cuando el
padre lo hace; que no grite, cuando el padre habla a gritos, y así hasta
el infinito. Y aquí va el mensaje implícito: “ESTO ES MÍO, NO ME GUSTA, NO
LO PUEDO CAMBIAR, CÁMBIALO TÚ POR MÍ”
No he conocido hasta el día de hoy un padre o una madre que
no esté genuinamente interesado en inculcar valores a sus hijos, todos lo
estamos, pero a menudo olvidamos que los hijos aprenden los valores de lo
que los padres SOMOS, no de los que DECIMOS. De manera que eso que
quieres que tu hijo SEA, DEBES SERLO tú primero. Si quieres que tu hijo
sea honesto, tú sé honesto; si quieres que tu hijo cuide su salud,
tú cuida la tuya; si quieres que tu hijo sea compasivo, tú sé compasivo;
si quieres que tu hijo sea generoso, tú sé generoso.
Nunca recuerdo haber escuchado a mi padre o a mi madre darme
sermones respecto a la honestidad, tal vez nunca siquiera hablaron del tema,
pero vi en ellos centenares de actos de honestidad y espontáneamente, sin darme
cuenta, sin ningún esfuerzo, introyecté de modo profundo ese valor.
Como siempre, la autoconciencia es necesaria para evitar
caer en este tipo de dinámicas o para detenerlas a tiempo si ya estamos metidos
en ellas. El para qué ya lo sabes: acepta lo que es tuyo y resuelve lo que a
ti te toca resolver, así contribuirás a una relación mas sana y amorosa con
tus hijos.

