jueves, 18 de diciembre de 2025

Del libro “Por el placer de vivir” de César Lozano - Decisiones

 

Del libro “Por el placer de vivir”  de César Lozano

 


El peor momento que podemos elegir para tomar decisiones es precisamente cuando se está enojado.

Al respecto, recordé una historia que me compartieron.

Un hombre tenía que tomar una decisión importante. Acudió con un sabio a quien él respetaba y admiraba por su forma inteligente de solucionar los problemas. Le expresó su preocupación sobre decir sí o no a un ofrecimiento.

El sabio le dijo: “Sube a lo alto de aquella montaña. Al llegar a la cumbre encontrarás una piedra. La tomas y la lanzas con fuerza hacia arriba. Si la piedra cae a tu derecha, haz lo que se te propuso. Si la piedra cae a tu izquierda, la respuesta es no. No lo hagas.”

El hombre subió feliz a la montaña con la seguridad de que el sabio le había dado el mejor consejo. Al llegar a la cumbre, se encontró la piedra, tal y como el hombre se lo había dicho. La agarró y la lanzó con fuerza hacia arriba, y de pronto, ¡la piedra le cayó en la cabeza! Con mucha rabia y dolor el hombre bajó de la montaña a buscar al sabio.

Entró a su casa abruptamente y le dijo: “¡Me mentiste!”

“¿Por qué me dices eso?”, preguntó el sabio. 

“¡Porque la piedra la lancé como me dijiste, pero me cayó en la cabeza!”

A lo que el sabio le contestó: “¡Y después de que cayó en tu cabeza, a dónde fue a parar, a tu derecha o a tu izquierda?” 

Pues no sé” dijo el hombre sobándose todavía del dolor. “No me fijé,” 

Ah, dijo el sabio.  Así son las decisiones.  El peor momento para tomarlas es cuando se encuentra uno enojado por el dolor.”

 

Moraleja:  nunca tomemos una decisión importante o trascendente cuando estemos enojados.


.

jueves, 11 de diciembre de 2025

Errores comunes al cuidar a un adulto mayor

 

ERRORES COMUNES AL CUIDAR A UN ADULTO MAYOR

Autora:  Alicia Campos Vera

 



Aunque no existe un manual sobre el cuidado de los hijos, afortunadamente en México ya hay programas de apoyo – conocidos como “Escuela para padres” – donde se orienta a los papás sobre formas de cuidar y criar a los hijos de manera sana. Lo que no existe es una Escuela para hijos, donde se informe a los descendientes sobre el cuidado de los padres en la vejez.

Tanto los familiares como algunos cuidadores externos pueden cometer errores que, en vez de ayudar al adulto mayor, lo perjudican. Aquí comparto los más comunes:

1.-  Es un ERROR creer que el adulto mayor ya solo se entretiene comiendo, durmiendo y viendo televisión. Mientras no padezcan una enfermedad incapacitante, las personas mayores pueden y DEBEN mantenerse activos y estimulados. No hace mucho atendí a una mujer de 80 años en duelo por la muerte de su esposo. La reportaron con depresión y principios de demencia, cuando en realidad solo tenía tristeza y aburrimiento. La familia centraba sus atenciones en que estuviera segura en el hogar, por ello la mujer rara vez salía de casa, solo cocinaba, veía televisión y dormía la mayor parte del día. En cuanto supo que existían grupos y asociaciones para el Adulto Mayor, sus ojos se iluminaron, sobre todo cuando escuchó que había clases de baile y que algunas agrupaciones organizaban viajes y excursiones.

2.-  Es un ERROR creer que vuelven a ser niños y, por ello, hay que ordenarles lo que deben hacer.  Para empezar, la persona mayor sigue siendo un adulto y merece respeto. Es importante respetar sus ideas, sus opiniones y, en general, su autonomía; eso genera bienestar físico y mental, aumenta la autoestima y previene deterioro funcional. Veamos el caso de Lily:  su hijo la obligaba a quitarse el abrigo en verano, aunque ella con ese abrigo se sentía cómoda. Lo que el hijo desconocía es que con la edad la capa de grasa subcutánea, que ayuda a retener el calor corporal, se adelgaza, y la persona puede sentir frío aun en lugares cálidos. Por favor: mientras el adulto mayor clínicamente no tenga diagnosticado un deterioro cognitivo, escúchenlo con atención, sean empáticos y lleguen a acuerdos, sin imponer voluntades.

3.-  Es un ERROR creer que se vuelven berrinchudos como niños. Las personas mayores están conscientes de su deterioro físico y, a veces mental; saben que ya no pueden saltar ni correr como cuando eran jóvenes y que empiezan a olvidar cosas o que les cuesta trabajo recordar. Por ello desarrollan sus propias estrategias. Por ejemplo: don Paco tenía un lugar para cada cosa y, si alguien movía las cosas, se molestaba y solicitaba insistentemente que se dejaran todo tal como él lo organizaba. Lo que su familia no sabía era que, cada vez que no encontraba algo en su sitio, se preguntaba si su memoria se estaba deteriorando y eso le preocupaba.

Los adultos mayores se adaptan al entorno en función de sus capacidades, y si ese entorno se modifica sin su consentimiento, pueden irritarse.  Por ejemplo:  la hija de una mujer de 78 años se quejaba de que su madre hizo “el berrinche de su vida” cuando le quitaron la tina de baño, y la reemplazaron por una silla y varias barras de apoyo; la madre pidió que dejaran todo como estaba. Aunque la hija le explicó que el cambio se realizó por su seguridad – para que no tuviera que levantar tanto los pies para entrar a la tina, y para evitar caídas– la madre le explicó lo cómodo que le resultaba sentarse en la tina, pasar primero una pierna y luego la otra, y apoyarse en la hendidura de la jabonera para sentarse. Aunque ambas soluciones pueden ser seguras, el error aquí fue no hablarlo con la madre antes de realizar la modificación. Los llamados “berrinches”, siempre tienen una razón de ser, hay que analizarlos y no solo juzgarlos.

En conclusión, hay que ser pacientes con los adultos mayores, escucharlos, dialogar con ellos y llegar a acuerdos; pero, sobre todo, hay que RESPETARLOS como los adultos que son.

.

lunes, 8 de diciembre de 2025

 

El genio de la lampara (en el duelo)

Autora:  Alicia Campos Vera

 




Una mujer lloraba desconsoladamente por la muerte de su esposo y su hijo en un accidente automovilístico. Caminaba distraída, sin rumbo fijo ni dirección, cuando de repente tropezó con una piedra. Al caer, su mano derecha rozó accidentalmente una lámpara mágica, y entonces apareció un genio

- Puedo concederte tres deseos - dijo el genio en un tono amable y sincero. 

La mujer confundida y un tanto desconfiada solo dijo:

- Mi hijo y mi esposo murieron, así que solo deseo morir.

- Lo siento, pero no puedo cumplir esa clase de deseos, ya hay alguien más que se encarga de los decesos. 

La mujer empezó a llorar intensamente y después de algunos minutos, entre suspiros, expresó lo siguiente:

- Solo deseo que mi esposo y mi hijo estén vivos otra vez.

 - No puedo devolverle la vida a nadie que haya muerto, por la misma razón que te mencioné anteriormente, pero sí puedo cumplir deseos que te den felicidad a ti. 

La mujer molesta agregó: - Sin ellos la felicidad ya no existe para mí y solo deseo estar sola, encerrada en mi casa, sin hablar con nadie. – Cruzó los brazos, frunció el ceño y se quedó mirando al suelo.

El genio, extrañado y conmovido por la mujer, le concedió “su primer deseo”. Pasaron los días y ella permanecía encerrada en casa: lloraba, comía poco, dormía mal y su salud comenzó a deteriorarse.

Varias semanas después, abrumada por tanto dolor y consumida por la impotencia de no poder hablar con nadie, decidió escribirle una nota al genio:

—Está bien, genio, ya entendí. Este aislamiento que me encierra en mí misma, y el no poder comunicarme con nadie, me está haciendo mucho daño. Por lo tanto, mi “segundo” deseo es recuperar el habla.

La mujer marcó entre comillas “segundo”, pues su primer deseo había sido solo una expresión que el genio interpretó como una instrucción. Aun así, no tenía ánimos para debatirlo.

El genio sonrió. No solo le devolvió la voz de inmediato, sino que además la invitó a caminar por el parque donde se habían encontrado por primera vez, y después la invitó a tomar un café.

-Sabes genio, ya no quiero malgastar mis deseos, lo he pensado muy bien y mi tercer deseo es dejar de sufrir por la pérdida de mis seres queridos.  

El genio le explicó que ese tipo de deseos no ocurrían de un día para otro, que debería atravesar por la etapa de negación, ira, negociación, dolor y finalmente la aceptación y resolución de su duelo, pero que él estaría con ella todo el tiempo que necesitara para completar su proceso.

Pasaron varios meses en los que la mujer compartió su sentir con el genio, y él la escuchó con empatía. Ella liberó todo su enojo, aprendió a perdonar, a agradecer el tiempo de convivir con su esposo e hijo y, finalmente, aceptó lo ocurrido como algo destinado a suceder.

Al final, la mujer dijo:

—Ya acepté la muerte de mi esposo e hijo. El dolor ya no es tan agudo, pero los sigo extrañando. ¿Crees que puedas concederme un cuarto deseo? Quisiera volver a ser feliz como antes.

El genio respondió:

—Ya no puedes ser feliz como antes, porque eso quedó en el pasado. Pero sí puedes ser feliz en el presente, con tu nueva realidad. Valora lo que tienes y honra la memoria de tu esposo e hijo demostrando que puedes ser feliz, como ellos desearían. Haz una mejor versión de ti y siéntete orgullosa de ello. Eso no solo te dará felicidad, también te dará paz interior.

—¡Tienes razón! Ahora sé que puedo lograrlo.

El genio regresó a la lámpara, y la mujer la dejó de nuevo en el camino donde había tropezado con ella, con la esperanza de que algún día pudiera ayudar a alguien más.

 

 .

 

jueves, 4 de diciembre de 2025

Del libro “Como liberarse del miedo” de Sergio Ulloa Arreola - Los pensamientos

 

Del libro “Como liberarse del miedo” de Sergio Ulloa Arreola

 


Se cuenta que, un día, un viajero se perdió, llegó al paraíso y se durmió bajo el “árbol de los deseos”. Al despertar, se dio cuenta de que tenía hambre y pensó: “Cuánto me gustaría tener algo que comer”.  Inmediatamente aparecieron ante él deliciosos bocados. Tan hambriento que estaba, no se dio cuenta de dónde provenían. Comió y, una vez saciado, pensó: “Ojalá tuviera algo que beber”. Dicho y hecho, las bebidas aparecieron también ante él.

Una vez que se sintió harto y feliz, se preguntó: “¿Qué habrá pasado? ¿Estoy soñando o hay fantasmas que me están jugando una mala pasada? Entonces, aparecieron unos fantasmas feroces, horribles y espantosos. El viajero se puso a temblar y arrastrado por sus pensamientos, se dijo: “¡Ya está! ¡Ya está! ¡Van a matarme!” y los fantasmas lo mataron.

Los fantasmas de la historia son los pensamientos, y las consecuencias son tan sólo una parte de lo que una idea bien cimentada puede ocasionar.


.

jueves, 27 de noviembre de 2025

Del libro "EXHALA" de Gaby Vargas - Cuando todo está bien.

 

Del libro "EXHALA" de Gaby Vargas

 

CUANDO TODO ESTÁ BIEN

 



Un mes antes de conocer tu enfermedad, salí en bicicleta a dar una vuelta al campo. En el camino vi los árboles, las flores silvestres, escuché los pájaros, vi las nubes en un cielo claro, tantas cosas por las que me sentí agradecida. 

"Gracias Dios por mi vida, por mi familia, por mi trabajo, por estar viva" clamaba por dentro. Todo era perfecto a pesar de las nimiedades cotidianas que la mente suele amplificar. Hasta que la muerte ronda por tus territorios, te percatas de que todas las tonterías por las que antes te quejabas son ridículas e irrelevantes. 

Dos meses después, enterada ya de tu cáncer, recorrí ese mismo camino montada en mi bicicleta. Me detuve a la mitad, me bajé para sentarme en la tierra. Un dolor profundo exigía salir de mi cuerpo. Por primera vez, me doblé del llanto, de ese que sale del estómago. Intuía que era el principio del final. Lloré como hacía mucho no lo hacía, comencé a sentir nostalgia anticipada. Era el inicio de la pérdida de nuestras vidas, pues ya no serían igual que antes; pérdida de algo tan valioso y que nunca valoramos lo suficiente: la salud; perdida del "nosotros" ante la separación inminente de los dos, idea que me quitaba de la mente como un mal pensamiento. 

Lloré hasta encontrar alivio. Me percaté de cuánto mejor es abrirle paso al dolor, permitir que fluya — a solas o acompañado. Reprimirlo, como lo había hecho esos días, sólo me causaba insomnio y ansiedad. 

Cuando todo está bien, deberíamos de agradecerlo de rodillas. Cuando el resultado de tus análisis sale normal, cuando tu hijo regresa con bien de la escuela, cuando te acuestas sin ningún dolor en el cuerpo, cuando puedes hablarle a tu mamá por teléfono, cuando un amigo te busca, cuando tus hijos te llaman para preguntar cómo estás, cuando tienes trabajo, en fin, tantas y tantas cosas que en su momento no apreciamos, es lo que hace que la vida valga la pena. ¿Por qué en su ausencia, es cuando valoramos?

 .

 

jueves, 20 de noviembre de 2025

Del libro “Tu hijo, tu espejo” de Martha Alicia Chávez - Cambiarlo

 

Del libro “Tu hijo, tu espejo” de Martha Alicia Chávez

 



Como ya comenté anteriormente, cuando un padre insiste con el hijo a tal punto que parece obsesionado por cambiarlo para que haga eso que “debe” hacer, no hay duda de que hay algo más, algo que el padre está proyectando en el hijo de manera inconsciente.

Y así era en el caso de Gina; su marido nunca la acompañaba a los múltiples eventos sociales, casi todos organizados por ella misma; no invitaban amigos a su casa y no visitaban a nadie porque al marido no le gustaba socializar. Gina sufría por esta situación: ella deseaba que su esposo fuera más sociable y él deseaba que ella lo fuera menos; pero lo interesante del caso es que, al no poder cambiar a su marido, Gina inconscientemente se esforzaba y se aferraba en cambiar a su hija (tan parecida a él por cierto). Todo esto simbólicamente significaba:  “ SI NO PUEDO CAMBIARLO A ÉL, TE CAMBIO A TI”.

En la relación padres-hijos esto es común: intentamos cambiar en nuestro hijo lo que no podemos cambiar ya sea en otra persona significativa para nosotros, o bien, lo que no podemos cambiar en nosotros mismos.

Docenas de veces he escuchado en mi consultorio quejas de hijos a quienes sus padres les piden que hagan o dejen de hacer cosas que ellos mismos no pueden: que no fume, cuando el padre es un fumador empedernido; que no diga “malas palabras”, cuando el padre las dice a cada momento; que sea ordenado, cuando el padre es en extremo desordenado; que no diga mentiras, cuando el padre sí las dice; que no pase tanto tiempo en la computadora, cuando el padre lo hace en la televisión; que no agreda verbal o físicamente a sus hermanos, cuando el padre lo hace; que no grite, cuando el padre habla a gritos, y así hasta el infinito. Y aquí va el mensaje implícito: “ESTO ES MÍO, NO ME GUSTA, NO LO PUEDO CAMBIAR, CÁMBIALO TÚ POR MÍ

No he conocido hasta el día de hoy un padre o una madre que no esté genuinamente interesado en inculcar valores a sus hijos, todos lo estamos, pero a menudo olvidamos que los hijos aprenden los valores de lo que los padres SOMOS, no de los que DECIMOS. De manera que eso que quieres que tu hijo SEA, DEBES SERLO tú primero. Si quieres que tu hijo sea honesto, tú sé honesto; si quieres que tu hijo cuide su salud, tú cuida la tuya; si quieres que tu hijo sea compasivo, tú sé compasivo; si quieres que tu hijo sea generoso, tú sé generoso.

Nunca recuerdo haber escuchado a mi padre o a mi madre darme sermones respecto a la honestidad, tal vez nunca siquiera hablaron del tema, pero vi en ellos centenares de actos de honestidad y espontáneamente, sin darme cuenta, sin ningún esfuerzo, introyecté de modo profundo ese valor.

Como siempre, la autoconciencia es necesaria para evitar caer en este tipo de dinámicas o para detenerlas a tiempo si ya estamos metidos en ellas. El para qué ya lo sabes: acepta lo que es tuyo y resuelve lo que a ti te toca resolver, así contribuirás a una relación mas sana y amorosa con tus hijos.