Del libro “Nadie
da lo que no tiene” de Dres. Arturo y Silvana Rohana
Los puntos básicos de la buena comunicación
Es vital aprender
a comunicarse, no sólo con los hijos, sino con todas las personas alrededor de
nuestras vidas. Existen tres reglas de oro de
la buena comunicación: escuchar los hechos, hacer
buenas preguntas y responder honestamente.
Primero, quien quiera que esté hablando, debe referir lo
que realmente está sucediendo en ese momento. Ya sea estableciendo los hechos o haciendo una pregunta, la persona que
habla está creando un lazo de comunicación y debe ser por lo tanto, lo más claro y preciso posible.
La segunda regla es dar
respuestas correctas, adecuándolas lo más fielmente a las preguntas, y a la
persona que las hace. Esto puede no
ser tan fácil como parece: por ejemplo, lo que para una persona es simple de
comprender, para otra puede resultar muy complicado. Además, lo que es
trascendental para alguien, puede parecer trivial a otro; y lo que una persona
toma con indiferencia, a otra le puede representar una carga abrumadora.
Por estas
razones, los comunicadores generalmente verifican cómo la otra persona está
entendiendo lo que se está preguntando y estableciendo. Dicho de otro modo, la
mejor manera de evitar problemas es que el emisor decida anticipadamente lo que quiere decir, y cómo va a decirlo,
tomando en cuenta qué efecto quiere producir y cuál va a ser la reacción del
receptor.
La tercera regla de la buena comunicación es que deberíamos estar conscientes de cuáles son nuestras
emociones presentes, con el fin de no mezclarlas accidentalmente en el
mensaje que queremos hacer llegar. Una comunicación efectiva ocurre cuando una
persona está dispuesta a dirigirse directamente a otra, sin ser agobiada por
otros problemas escondidos. Por
ejemplo, un padre que está desesperado porque no encuentra las llaves de su
auto puede aparentemente sin ningún motivo, explotar fácilmente si su hijo le
hace una pregunta.
Esta clase de
comunicación fallida es lo que lastima
– y hasta puedes destruir – una relación. Por lo tanto, la disciplina de
escuchar cuidadosamente, de cuestionar, y de mantener claridad emocional es
crucial para todo aquel que desea comunicarse clara y efectivamente.
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