jueves, 15 de junio de 2023

Del libro “Nadie da lo que no tiene” de Dres. Arturo y Silvana Rohana - Manejando el castigo

 

Del libro “Nadie da lo que no tiene” de Dres. Arturo y Silvana Rohana

 

Manejando el castigo:  principios básicos

 


Ningún niño es perfecto.  Aun con las mejores reglas, los niños no cumplirán todas sus responsabilidades.  Cuando esto sucede, deben responsabilizarse, aceptando las consecuencias de su conducta.  Si los niños se van a convertir en adultos responsables, es necesario que comprendan que todas sus acciones, buenas o malas, tendrán consecuencias.

Cuando ellos han tenido experiencia suficiente con esta idea, y han vivido con un sistema disciplinario justo pero firme, los niños se convierten en personas que se disciplinan a sí mismas.

Los castigos son más efectivos cuando se administran en el momento correcto, por un padre que está calmado y mantiene las cosas en perspectiva.  Estos principios parecen ser de sentido común, pero pueden ser difíciles de recordar en el momento en que un niño se está portando mal.

Elegir el tiempo correcto es a menudo la clave del castigo, ya que éste no tiene sentido a menos que siga inmediatamente después de la conducta negativa.  Pero con frecuencia las madres dicen cosas como éstas:

-         - Verás lo que te pasará cuando llegue tu padre a casa. 

Entonces, cuando el padre llega a la casa, se convierte en el “ogro”, castigando al niño por una travesura que ya pasó.  Es mucho más efectivo para la madre castigar al niño de inmediato.  O bien ella puede discutir alternativamente la conducta con el niño justo en ese momento y en ese lugar.

La segunda regla de una buena disciplina es permanecer calmados.  Los padres a menudo encuentran difícil apegarse a un sistema cuando sus hijos reaccionan enojados al castigo.  Los padres necesitan recordarles a los niños las alternativas que están disponibles y el hecho de que este castigo es la consecuencia de la elección hecha por ellos.

-         -  Eres muy malo.  No me dejas salir.  Ya les había dicho a mis amigos que tenía permiso.

-          -  Mmm, pero no hiciste lo que acordamos. ¿O sí? Dijimos que si terminabas tu tarea podrías salir, si no, no podrías.

-          -  Sí, pero mis amigos se van ahorita; no me pueden esperar.

-          -  ¡Eres muy malo!

La clave para poder tener una conversación como ésta es la disciplina personal: los padres tienen que detenerse, tratar de relajarse, pensar cuidadosamente y después proseguir, aplicando una penitencia de acuerdo a la seriedad de la acción.

Un padre que muestra autocontrol en los momentos de ira es un excelente modelo de conducta para el niño, y también enseñará los conceptos de justicia y propiedad al mantener las cosas en perspectiva.

Además de permanecer calmados y razonables, los padres deben tener una perspectiva cuando están castigando a sus hijos.  Nada puede enojar tanto a un padre que ver que su hijo se porta mal: este sentimiento a menudo viene de las experiencias no resueltas dela niñez.

Pero esta conducta a menudo sólo es un inocente error de parte del niño y los padres tienen que aprender a verlo de esta manera.  Sólo en la mente de los padres existe otra razón, la cual puede enviar las cosas fuera de proporción.  La clave es recordar todo esto en un momento de ira y ver la conducta tal cual es.

El siguiente paso es hacer que el castigo se adapte a la falta.  Por ejemplo, cuando una madre regresa a casa después del trabajo, cansada e irritada, su hijo puede ir llegando justo del parque de diversiones. Cuando su mamá se ha dado cuenta que no ha terminado su tarea, puede perder el control y empezar a gritar:

-        -   ¡Estoy trabajando a muerte y tú te la pasas todo el día jugando¡ ¡Apuesto a que ni siquiera has empezado tu tarea¡

En lugar de explotar, podría resultarle mejor tomar un minuto para calmarse y pensar, recordando que sus padres siempre le presionaban para hacer su tarea en lugar de darle suficiente tiempo para divertirse.  Después ella puede actuar apropiadamente de acuerdo a la situación.  Un enfoque más efectivo para el niño podría ser relajarse un poco y luego explicarle:

-         -   Sé que necesitas tiempo para jugar, Bobby, pero tú sabes que tienes que cumplir con tus obligaciones.  Tienes una hora antes de la cena, aprovéchala y haz tu tarea.

Así, el castigo apropiado es suficiente. Dramatizar no ayuda.  De hecho, los padres que hablan mucho sobre castigos o los que los aplican excesivamente, encuentran que sus hijos empiezan a mostrar signos de marcada rebeldía.

 

EN  SINTESIS

Para que un castigo sea efectivo, siempre se debe aplicar en el momento adecuado, firme, calmado, y apropiado.  Para regresar al punto que tratamos al principio del capítulo, es más efectivo reforzar la conducta positiva que castigar la negativa: más que nada, los niños requieren afecto y atención de sus padres.

Todos los niños prefieren mil veces más un beso que un manazo, pero a menudo quieren llamar la atención tanto que hacen que sus padres los golpeen.  En momentos como estos, desafortunadamente los padres se ven a sí mismos siguiendo a lo que el niño los conduce, en lugar de hacer lo que ellos saben que es lo mejor.

Cuando el niño se tira sobre el suelo a hacer berrinche, puede ser duro de recordar ofrecerle una atención positiva en lugar de una negativa.  Pero en el largo plazo, la atención positiva para una buena conducta hace a todos más felices que una reacción negativa para un mal comportamiento.

Además, toda la atención positiva que los padres le dan a sus hijos hará que se sientan importantes y amados. Los hijos que se sienten así, no necesitan portarse mal.

 

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