viernes, 23 de junio de 2023

Del libro “Hijos tiranos o débiles dependientes” de Martha Alicia Chávez - molestados por un adulto

 

Del libro “Hijos tiranos o débiles dependientes”  de  Martha Alicia Chávez

 

 

¿HAY QUE DEFENDER A LOS NIÑOS?

 



 

¿Qué hacer cuando nuestro hijo es molestado, agredido o humillado por un familiar, un compañero o un maestro de la escuela?

Unos padres me llevaron a consulta a su hijo de 9 años, quien era constantemente molestado por su “gracioso” tío, quien siempre que lo encontraba en casa de la abuela y desde el principio hasta el final del encuentro se la pasaba haciendo bromas pesadas sobre el niño: sus piernas regordetas, sus lentes, su cara redonda, su pelo, sus dientes y toda su persona.  El niño estaba ciscado a tal punto que ya no quería ir a casa de la abuela por el temor a encontrarse con el tío.  Los padres nunca lo habían defendido, porque se encontraban confundidos sobre la manera en que debían actuar ante tal situación.

El hermano de 22 años, de un niño de 7, lo molestaba constantemente burlándose  de él, inventándole humillantes sobrenombres y ridiculizándolo en público.  Sus padres lo permitían para que el niño aprendiera a defenderse.

Una niña de cuarto grado de primaria recibía sin motivo alguno constantes regaños, críticas y desaprobación sobre prácticamente todo lo que hacía por parte de la amargada monja que era su maestra.  Con frecuencia sus “llamadas de atención” eran burlas humillantes que lanzaba con toda la intención de que todo el grupo se riera de ella.  ¡Quién sabe qué proyecciones inconscientes reflejaba esa maestra sobre su alumna!, pero se estaba pasando de la raya y todas las compañeritas de la niña coincidían en que la maestra “la traía” contra ella.  Los padres eran muy conservadores y creían que de ninguna manera debían intervenir con la autoridad de la maestra, mucho menos por tratarse de una moja.

Cuando un niño es molestado, humillado, ridiculizado o agredido  POR UN ADULTO, los padres debemos intervenir.  Los niños por lo general no se atreven, y por tanto, no disponen de los recursos para defenderse solos de un adulto, sobre todo si es una figura de autoridad.  Si bien no se trata de que a la primera corramos a defender a nuestro cachorro, sí hay que hacerlo cuando se ha establecido un patrón de abuso emocional hacia el niño, como en los casos que he mencionado.

En el primer caso, los padres hablaron con el tío y le dijeron que bastaba ya de tratar así a su hijo, que la próxima vez que lo hiciera se irían de inmediato porque ya no estaban dispuestos a permitirlo.  Le explicaron cómo lo estaba traumatizando con todas esas burlas  sobre su aspecto físico.  El tío primero se hizo el ofendido y amenazó con no volver a pararse en las reuniones familiares – es común que los abusadores reaccionen así cuando se les ponen límites –, pero tres semanas después volvió a integrarse a las reuniones, habló con el sobrino y le ofreció disculpas. Su actitud hacia el niño cambió drásticamente desde entonces.

En el segundo caso, los padres entendieron que la diferencia de edades entre sus hijos era enorme y, aunque fueran hermanos, se trataba de un adulto contra un niño, el hijo adulto no tenía derecho a tratar así al niño.  El padre habló con el hijo de 22 y le puso las cosas bien claras.  También le explicó la gran influencia que un hermano mayor tiene sobre la autoestima de su hermano menor y cómo él se la estaba afectando con sus burlas y horribles sobrenombres.  El hijo adulto comprendió la situación y, ante los claros y determinantes límites que le puso el padre, dejó de molestar a su hermano.

En el caso de la maestra amargada, los padres pidieron una cita con ella y le preguntaron qué era lo que hacía tan mal su hija para que constantemente fuera regañada.  La monja negó todo, pero los padres creían en su hija, lo cual es hermoso, porque a veces los padres no creen en lo que sus hijos les dicen sobre alguna persona que de alguna manera los está molestando.  Como no encontraron apertura ni disposición en la monja, hablaron directamente con la directora, quien no estaba enterada de la situación y enfrentó a la monja en privado.  Quién sabe que descubriría y que acciones tomaría en esa entrevista con ella, pero a partir de entonces la situación cambió.


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