jueves, 19 de mayo de 2022

Del libro “¡Porque lo mando yo! 2” del Dr. John K.Rosemond. - Casa a prueba de niños

 

Del libro   “¡Porque lo mando yo! 2” del Dr.  John K.Rosemond.  

Casa a prueba de niños

 



P.  Nuestra hija de dieciséis meses empezó recientemente a escalar y a tocar cosas que consideramos que deben estar fuera de su alcance.  Hemos tratado de evitarlo, dándole un ligero manazo cada vez que toma algo que nosotros no queremos que toque, pero eso no parece desviar sus intenciones y comúnmente la hace más decidida a hacerlo.  ¿Qué nos sugiere para solucionar estas travesuras?

R.  El camino más efectivo para lograrlo es disminuir las probabilidades de que haga travesuras, con la fórmula “a prueba de niños”.  Una casa a prueba de niños protege al niño del peligro y evita los destrozos, al mismo tiempo en que proporciona al niño un medio ambiente abierto y lleno de estímulos en el que pueda explorar plenamente.

Haga un inventario, cuarto por cuarto, de las cosas peligrosas o de valor que estén al alcance de su hija.  Coloque cerrojos “a prueba de niños” en los gabinetes de poca altura, asegure los contactos eléctricos, y ponga puertas en las escaleras, y cualquier otra cosa que la pueda fascinar.  Si hace un buen trabajo, podrá dejar que su hija “circule” por toda la casa con mucha menos supervisión de la que ha tenido hasta ahora.

Cuando su hija tenga cerca de dos años y medio, puede empezar lentamente a reorganizar su casa y regresarla a su estado anterior.  Regrese las cosas que considere de valor a su lugar pero una por una.  Al principio deje que su hija vea  y toque el objeto;  después póngalo en el lugar que le corresponde y hágale saber que no se trata de una cosa para jugar.  La discriminación entre “poder tocar” es fácil de lograr a esta edad, siempre y cuando los padres no introduzcan demasiadas cosas interesantes al mismo tiempo.

Un consejo para los padres de los niños que empiezan a hacer sus “pininos”, es que cuando éste tome algún objeto de valor como sería una pieza de cristal cortado no pongan cara de horror, griten “Dame eso”, ni corran con exceso de velocidad hacia el niño, con los brazos extendidos y las manos abiertas como garras.  El pánico conduce al pánico.  Con esta actitud, lo más seguro es que el niño tire la pieza y ésta se rompa.  En vez de reaccionar de ésta forma, controle su miedo, acérquese tranquilamente, y agáchese para que sus ojos queden al nivel de los del niño; sonría, extienda su mano con la palma hacia arriba y diga “¡Huy!, qué bonito ¿lo pondrías en mi mano para que yo también lo pueda ver?”

Si usted resultó ser buen actor, el niño sonreirá y pondrá el objeto en la palma de su mano.  Haga que su hijo perciba que esto no fue un truco.  Ponga la pieza en su regazo y examínenla juntos por un minuto y antes de ponerse de pie dígale:  “Voy a poner esto aquí para que los dos podamos verlo.  ¿Verdad que es muy bonito?” Este procedimiento satisface la curiosidad del niño, le ahorra dinero y ayuda a construir una relación (entre usted y el niño) de cooperación en vez de una relación antagonista.


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