Del libro “¡Porque lo mando yo! 2” del Dr. John K.Rosemond.
BERRINCHES
Si el sentido
común indica que la Vitamina N es esencial para el bienestar de nuestros niños,
¿por qué nos esforzamos tanto para proporcionarles no sólo más de lo que
requieren en objetos materiales sino muchísimo más de lo podrán obtener como
adultos? Es indudable que gran parte del problema tiene sus raíces en la idea
de que “quiero que mis hijos tengan todo lo que a mí me faltó”. Pero también tiene relación con que muchos
padres quieren eludir las consecuencias de rehusarse a las exigencias de sus
hijos. Me refiero a berrinches de varios
tipos, desde el nene de dos años que se tira pataleando al suelo y echando
espuma por la boca, hasta el del adolescente de dieciséis años que sale,
furioso, azotando la puerta y murmurando toda clase de cosas horribles. Muchos padres se sienten intimidados y hasta
muy asustados por las pataletas y ceden.
Muchos ceden antes de que el berrinche se desate en todo su
esplendor. Cuando se les pregunta por
qué ceden, la mayoría responde: “Porque es más fácil doblar las manos que
enfrentarse a una tromba”.
Es cierto… pero a
muy corto plazo. Darse por vencido resuelve el problema inmediato cancelando gritos,
patadas, portazos y malas razones.
Infortunadamente, entre más ceden los padres a los berrinches, hay más
rabietas y cada vez de mayor intensidad.
Cada vez que los padres damos el brazo a torcer ante una pataleta,
garantizamos la aparición de no menos de cincuenta más. Si se permite que el niño elija entre una
forma fácil y una difícil para obtener algo, siempre escogerá la forma
sencilla. Para el niño, trabajar y
esperar por algo (para no mencionar la horrible posibilidad de no obtenerlo),
siempre parece “difícil”. Le parece mucho más simple acabar con la
resistencia de sus padres mediante pataleos, gritos y maldiciones. Lo que el pequeño ignora y lo que muchos padres no parecen comprender
es que darse por vencido ante un
berrinche bloquea el desarrollo de la iniciativa, la motivación, y los propios
recursos. Con todas esas armas
de supervivencia, el niño está destinado a tener menos éxito y por lo tanto, a
ser menos feliz como adulto.
Los sentimientos de culpa
son otra razón por la que los padres ceden ante las pataletas.
Para los padres que piensan que su medida de éxito como tales es tener
un hijo feliz, el berrinche demuestra:
“No están funcionando bien”. Y
parecen razonar de la forma siguiente: (a) Los buenos padres tienen niños
felices, (b) Los berrinches son señales de desdicha, por lo tanto, (c) Si
nuestro nene tira un berrinche, seguramente hicimos algo malo. Pensar de esa manera no tiene sentido, pero
es sumamente común. Pensemos por ejemplo
en el peque de cinco años que pide galletas media hora antes de comer. Cuando mamita
dice “NO”, se abren las puertas del infierno: el niño comienza patalear por toda la cocina
y a manifestar cosas tales como “¡Nunca me dejas comer nada cuando tengo
hambre!” En respuesta mamá razona que el berrinche es resultado de una mala
decisión que puede resultar en que se sienta inseguro o poco amado o (¡Dios nos
libre!) resentido. De modo que le da las
galletas sabiendo perfectamente que, como resultado, el peque no comerá su
almuerzo. Cuando comprueba que no come,
mamita piensa que la experiencia hará que la próxima vez, el niño sea más
razonable. La que tiene mucho que
aprender es… mamita.
Es indiscutible que no hay chico que no haga
berrinches. Por una parte, los niños llegan al mundo
carentes de tolerancia para la frustración.
Por otra parte, su punto de vista natural está centrado en sí mismo (es
egocéntrico). Creen que merecen todo lo
que se les ocurre desear. Parte de nuestra labor como padres es
ayudarles a desmantelar lenta y suavemente su egocentrismo reemplazándolo con
un sentido de responsabilidad social… por una buena disposición de hacer a
un lado los intereses personales por el bien de la familia, la amistad y la
sociedad. Podría decirse que esta es una de las funciones más importantes de los
padres, ya que es la esencia del proceso de socialización… e incluye cierto grado de incomodidad para
ambas partes. La reacción normal del
niño ante esa incomodidad, se llama pataleta.
Considerado desde esta perspectiva, el
berrinche es la forma en que el pequeñito se deshace de su egocentrismo y
madura para convertirse en una persona que comprende cómo funciona el mundo. Por lo tanto, ES
ESENCIAL que los padres aprendan a decir NO a sus niños, y que lo hagan con convicción.
El hecho de que
los padres actuales no le ofrezcan a sus hijos suficiente vitamina N, no sólo
debilita el carácter de los niños, sino que erosiona a toda la sociedad
futura. Por todas las razones anteriores, la próxima vez que le dé al crío su
tiamina N y se azote en el suelo pataleando y maldiciendo, ¡considere que ha
hecho usted un buen trabajo!
¡AQUÍ ESTA LA RECETA!
Puede comenzar a
administrar la vitamina N a sus hijos de la siguiente forma:
1)
Voltéeles el mundo al derecho dándoles todo lo
que realmente necesitan, pero NO MAS DEL
veinticinco por ciento de lo que simplemente desean. A esto lo llamo “El Principio de la Privación Benévola”.
2)
No haga por sus hijos lo que ellos pueden
hacer por sí mismo. “Eso puedes hacerlo tú”, empuja al desarrollo
de la perseverancia y la autosuficiencia.
Y cuando el peque declara “No puedo”, no discuta con él, simplemente dígale
“Pues yo no lo hago”. Le sorprenderá
cuán creativos y llenos de recursos son los pequeñitos ante las circunstancias
adecuadas.
3)
No los rescate invariablemente del fracaso
y/o la desilusión. Recuerde que irse de bruces puede ser una
experiencia invalorable para el aprendizaje.
4)
Tenga
presente que el simple hecho de que al
niño no le guste algo, no significa que no deba suceder o existir ese
algo. Por ejemplo, el hecho de que el
nene no quiera quedarse con la nana, la tía o la abuela mientras ustedes salen,
no significa que no deban dejarlo. Que
el niño madure exige que sus padres resistan la tentación de protegerlo
constantemente de la incomodidad de tener que deshacerse de la dependencia.
5)
Que
no les preocupe tratarlo con verdadera
justicia. Recuerden que el concepto
que el niño tiene sobre la justicia es
“PRIMERO YO. TODO YO. ME TOCA LO MEJOR Y LO MAS GRANDE”.
6)
Recuerden
que el hecho de que ustedes tengan una buna posición económica no significa que
sus hijos sean sus socios. La vitamina N les da a los chicos algo por
qué luchar y las armas para obtener sus fines.
7)
No le den a los nenes sobredosis
emocionales ofreciéndoles demasiada atención o alabanzas.
Si ustedes les prestan demasiada atención, ellos no tienen razones para
prestarles atención a ustedes.
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