Del Libro “Comunícate Cautiva y Convence” de Gaby Vargas
Un código de barras en la frente
“¿Por qué las
mujeres son tan difíciles de entender?” Con las cejas arqueadas y los brazos
abiertos, me pregunta un señor al término de mi conferencia sobre
comunicación. Y continúa: “Me gustaría que las mujeres, especialmente
mi esposa y mi hija, tuvieran un código de barras en la frente para poder leer
, saber y descifrar ¡qué es lo que quieren!”
Lo que en
realidad me quiere decir es: “Estoy
desorientado y necesito que alguien me guíe” , y ¡tiene razón! Honestamente, las mujeres podemos ser un
poco, o un mucho, más complicadas, enigmáticas, sofisticadas y contradictorias
que los hombres, quienes están acostumbrados a un estilo de comunicación más
directo, más al grano y más simple. Y
estoy segura que la mayoría de los hombres quiere hacer lo correcto pero, la
verdad, es que a veces no saben ni cómo.
El señor
continúa: “Fíjate, un día, mi esposa
llega a la casa y me hace esa pregunta que siempre me pone a temblar: ¨Mi amor, ¿Qué me notas diferente?¨ Yo la veo
de arriba abajo y, ¡no noto nada! ¿Qué era?
¿Un vestido nuevo? ¿Se pintó el pelo? ¿Traía aretes nuevos? Vi sus
zapatos pero me acordé que ya se los había visto la semana pasada. Pensé:
¿Ahora qué le digo? Para salir
del atolladero, le contesté: “te ves muy
bonita, mi amor”. Pero mi esposa
continuó presionando. “No, dime bien,
¿qué me notas diferente? Como no le pude
decir qué era, ella se sintió ofendida ¡y me hizo un tango que no te imaginas! Resulta que la habían maquillado en una
tienda y, dime tú… ¡cómo voy a adivinar!”
Me dio risa porque, estoy segura, esa pregunta la hemos hecho todas las
mujeres. Por eso no es de extrañar que
cuando las mujeres se juntan su queja sea:
“¡Es que los hombre nomás no captan!”
Afortunadamente,
¡somos diferentes! Sabemos que los
hombres tienen muchas fortalezas; sin
embargo, en el terreno interpersonal, nosotras les sacamos ventaja. Muchas veces sabemos que “sabemos cosas”,
aunque no estemos seguras de por qué las sabemos.
El estudio más
importante que existe sobre las diferencias entre los sexos para decodificar
los comportamientos no verbales, lo condujo el psicólogo Robert Rosenthal, de
la Universidad de Harvard. La prueba que
desarrolló se llama PONS (Profile of
Nonverbal Sensitivity). El PONS consiste
en una serie de emociones como amor maternal, gratitud, búsqueda del perdón,
seducción, ataques de celos y odio. En
cada videoclip, se encubren las palabras y se oculta, por lo menos, uno de los
canales no verbales; en algunos, sólo es evidente; la expresión facial, en
otros, nada más el lenguaje corporal y los gestos. Esta prueba incluyó desde niños y niñas de
tercer año de primaria hasta universitarios.
Los resultados de
Rosenthal y su equipo revelan que, en 77 por ciento de los casos, las mujeres
decodificaron con mayor exactitud los mensajes no verbales. Otros estudios confirman que esta habilidad,
tanto de percepción como de expresión femenina, es un atributo universal que
sobrepasa la cultura a la que pertenezca el grupo analizado.
Lo paradójico es
que las mujeres, al expresarse, no monitorean su conducta, a diferencia de los hombres;
y es aquí donde pueden meterse en
aprietos. Imagina a Laura en una junta
de trabajo, un lunes por la mañana.
Ella, muy entusiasmada, presenta un plan que le encanta, le apasiona y
cree que es el mejor para el grupo. Al
exponerlo, Laura sonríe, gesticula, mueve brazos y manos y su voz refleja gran
emoción.
Es probable que
los hombres presentes en la junta, con las cejas encontradas, cuestionen su
fervor y credibilidad y piensen “¿qué le
pasa a ésta?”, incluso puede que uno se le acerque, la toque en el hombro y le
diga, “Calma, Laura. ¿Por qué estás tan
emocionada?” En el mundo de los hombres,
si entras al terreno de lo emocional, significa que has perdido el control, que
eres vulnerable y la señal que perciben es de inestabilidad. Por lo tanto, ellos tienden a enmascarar sus
emociones.
Para los hombres,
el control está relacionado con el poder:
entre más control de sí mismo tienen, demuestran más don de mando. Además, sus mensajes no verbales exigen
atención y manifiestan mayor dominio.
Ellos saben cómo dirigir y controlar estas señales. Aquí está su dilema. Su gran reto surge cuando se enfrentan cara a
cara en el terreno de las relaciones interpersonales, donde se topan con un
mundo lleno de mensajes que se dicen sin palabras. Por ejemplo, a la pregunta “¿qué te pasa?”,
una mujer contesta de forma verbal “nada”, mientras que todo su lenguaje
corporal manifiesta lo contrario. El hombre,
satisfecho y tranquilo con la respuesta, se da la media vuelta para después
sorpresivamente ser víctima de un gran reclamo.
Es por eso que no me extraña la urgencia del señor mencionado, en cuanto
a que las mujeres nos pongamos un código de barras en la frente. ¿Tú que opinas?
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario