domingo, 8 de marzo de 2020

Del Libro “Comunícate Cautiva y Convence” de Gaby Vargas


Del Libro “Comunícate  Cautiva y Convence” de Gaby Vargas




Un código de barras en la frente



“¿Por qué las mujeres son tan difíciles de entender?” Con las cejas arqueadas y los brazos abiertos, me pregunta un señor al término de mi conferencia sobre comunicación.  Y continúa:  “Me gustaría que las mujeres, especialmente mi esposa y mi hija, tuvieran un código de barras en la frente para poder leer , saber y descifrar ¡qué es lo que quieren!”
Lo que en realidad me quiere decir es:  “Estoy desorientado y necesito que alguien me guíe” , y ¡tiene razón!  Honestamente, las mujeres podemos ser un poco, o un mucho, más complicadas, enigmáticas, sofisticadas y contradictorias que los hombres, quienes están acostumbrados a un estilo de comunicación más directo, más al grano y más simple.  Y estoy segura que la mayoría de los hombres quiere hacer lo correcto pero, la verdad, es que a veces no saben ni cómo.
El señor continúa:  “Fíjate, un día, mi esposa llega a la casa y me hace esa pregunta que siempre me pone a temblar:  ¨Mi amor, ¿Qué me notas diferente?¨ Yo la veo de arriba abajo y, ¡no noto nada! ¿Qué era?  ¿Un vestido nuevo? ¿Se pintó el pelo? ¿Traía aretes nuevos? Vi sus zapatos pero me acordé que ya se los había visto la semana pasada.  Pensé:  ¿Ahora qué le digo?  Para salir del atolladero, le contesté:  “te ves muy bonita, mi amor”.  Pero mi esposa continuó presionando.  “No, dime bien, ¿qué me notas diferente?  Como no le pude decir qué era, ella se sintió ofendida ¡y me hizo un tango que no te imaginas!  Resulta que la habían maquillado en una tienda y, dime tú… ¡cómo voy a adivinar!”  Me dio risa porque, estoy segura, esa pregunta la hemos hecho todas las mujeres.  Por eso no es de extrañar que cuando las mujeres se juntan su queja sea:  “¡Es que los hombre nomás no captan!”  
Afortunadamente, ¡somos diferentes!  Sabemos que los hombres tienen muchas fortalezas;  sin embargo, en el terreno interpersonal, nosotras les sacamos ventaja.  Muchas veces sabemos que “sabemos cosas”, aunque no estemos seguras de por qué las sabemos.
El estudio más importante que existe sobre las diferencias entre los sexos para decodificar los comportamientos no verbales, lo condujo el psicólogo Robert Rosenthal, de la Universidad de Harvard.  La prueba que desarrolló se llama PONS  (Profile of Nonverbal Sensitivity).  El PONS consiste en una serie de emociones como amor maternal, gratitud, búsqueda del perdón, seducción, ataques de celos y odio.  En cada videoclip, se encubren las palabras y se oculta, por lo menos, uno de los canales no verbales; en algunos, sólo es evidente; la expresión facial, en otros, nada más el lenguaje corporal y los gestos.  Esta prueba incluyó desde niños y niñas de tercer año de primaria hasta universitarios.
Los resultados de Rosenthal y su equipo revelan que, en 77 por ciento de los casos, las mujeres decodificaron con mayor exactitud los mensajes no verbales.  Otros estudios confirman que esta habilidad, tanto de percepción como de expresión femenina, es un atributo universal que sobrepasa la cultura a la que pertenezca el grupo analizado.
Lo paradójico es que las mujeres, al expresarse, no monitorean su conducta, a diferencia de los hombres;  y es aquí donde pueden meterse en aprietos.  Imagina a Laura en una junta de trabajo, un lunes por la mañana.  Ella, muy entusiasmada, presenta un plan que le encanta, le apasiona y cree que es el mejor para el grupo.  Al exponerlo, Laura sonríe, gesticula, mueve brazos y manos y su voz refleja gran emoción.
Es probable que los hombres presentes en la junta, con las cejas encontradas, cuestionen su fervor y credibilidad y piensen  “¿qué le pasa a ésta?”, incluso puede que uno se le acerque, la toque en el hombro y le diga, “Calma, Laura.  ¿Por qué estás tan emocionada?”  En el mundo de los hombres, si entras al terreno de lo emocional, significa que has perdido el control, que eres vulnerable y la señal que perciben es de inestabilidad.  Por lo tanto, ellos tienden a enmascarar sus emociones.
Para los hombres, el control está relacionado con el poder:  entre más control de sí mismo tienen, demuestran más don de mando.  Además, sus mensajes no verbales exigen atención y manifiestan mayor dominio.  Ellos saben cómo dirigir y controlar estas señales.  Aquí está su dilema.  Su gran reto surge cuando se enfrentan cara a cara en el terreno de las relaciones interpersonales, donde se topan con un mundo lleno de mensajes que se dicen sin palabras.  Por ejemplo, a la pregunta “¿qué te pasa?”, una mujer contesta de forma verbal “nada”, mientras que todo su lenguaje corporal manifiesta lo contrario.  El hombre, satisfecho y tranquilo con la respuesta, se da la media vuelta para después sorpresivamente ser víctima de un gran reclamo.  Es por eso que no me extraña la urgencia del señor mencionado, en cuanto a que las mujeres nos pongamos un código de barras en la frente.  ¿Tú que opinas?      


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