LA FURIA Y
LA TRISTEZA
A un estanque mágico llegaron una vez a bañarse haciéndose
mutua compañía la tristeza y la furia.
Llegaron junto al agua, se sacaron las ropas, y desnudas
entraron a bañarse.
La furia, apurada, como siempre, inquieta sin saber por qué,
se bañó y rápidamente salió del estanque.
Pero como la furia es casi ciega se puso la primera ropa que
manoteó, que no era la suya, sino la de la tristeza.
Vestida de tristeza, la furia se fue como si nada
pasara.
La tristeza, tranquila y serena, tomándose el tiempo del
tiempo, como si no tuviera ningún apuro, porque nunca lo tiene, mansamente se
quedó en el agua bañándose mucho rato y cuando terminó, quizá aburrida del
agua, salió y se dio cuenta de que no estaba su ropa.
Si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al
desnudo, así que para no estar así, al descubierto, se puso la única ropa que
había, la ropa de la furia. Y así
vestida de furia siguió su camino.
Cuentan que a veces cuando uno ve a otro furioso, cruel,
despiadado y ciego de furia, parece que estuviera enojado, pero si uno se fija
con cuidado se da cuenta de que la furia es un disfraz y que
detrás de la furia está escondida la tristeza.
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