sábado, 24 de septiembre de 2016

Del Libro “La Rueda de la Vida” de Elisabeth Kubler-Ross






Según los relatos de las personas entrevistadas que compilé, la muerte ocurre en varias fases distintas.

Tercera fase: 

Guiadas por sus ángeles de la guarda, estas personas pasaban a la tercera fase, entrando en lo que por lo general describían como un túnel o una puerta de paso, aunque también con otras diversas imágenes, por ejemplo un puente, un paso de montaña, un hermoso riachuelo, en fin lo que a ellas les resultaba más agradable; lo creaban con su energía psíquica.  Al final veían una luz brillante.
Cuando su guía las acercaba más a la luz, veían que ésta irradiaba un intenso y agradable calor, energía y espíritu, de una fuerza arrolladora.  Allí sentían entusiasmo, paz, tranquilidad y la expectación de llegar por fin a casa.  La luz, decían, era la fuente última de la energía del Universo.  Algunos la llamaban Dios, otros decían que era Cristo o Buda.  Pero todos estaban de acuerdo en una cosa:  se hallaban envueltos por un amor arrollador, la forma más pura de amor, el amor incondicional.  Después de escuchar a millares y millares de personas explicar este mismo viaje, comprendí por qué ninguna quería volver a su cuerpo físico.

Pero estas personas que volvieron decían que esa experiencia había influido profundamente en sus vidas.  Algunas habían recibido un gran conocimiento, algunas habían vuelto con advertencias proféticas, otras con nuevas percepciones.  Pero todas habían hecho el mismo descubrimiento:  ver  la luz les había hecho comprender que sólo hay una explicación del sentido de la vida, y ésa es el amor


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