domingo, 18 de septiembre de 2016

Del Libro “La Rueda de la Vida” de Elisabeth Kubler-Ross




Según los relatos de las personas entrevistadas que compilé, la muerte ocurre en varias fases distintas.

Segunda fase:

Las personas que ya habían salido de sus cuerpos decían haberse encontrado en un estado después de la muerte que sólo se puede definir como espíritu y energía.  Las consolaba descubrir que ningún ser humano muere solo.  Fuera cual fuese el lugar o la forma en que habían muerto, eran capaces de ir a cualquier parte a la velocidad del pensamiento.  Algunas, al pensar en lo apenados que se iban a sentir sus familiares por su muerte, en un instante se desplazaban al lugar donde estaban éstos, aunque fuera al otro lado del mundo.  Otros recordaban que mientras los llevaban en ambulancia habían visitado a amigos en sus lugares de trabajo.
Me pareció que esta fase es la más consoladora para las personas que lloran la muerte de un ser querido, sobre todo cuando éste ha tenido una muerte trágica y repentina.  Cuando una persona se va marchitando poco a poco durante un período largo de tiempo, enferma de cáncer, por ejemplo, todos, tanto el enfermo como sus familiares, tienen tiempo para prepararse para su muerte.  Cuando la persona muere en un accidente de avión no es tan fácil.  La persona que muere está tan confundida como sus familiares, y en esta fase tiene tiempo para comprender lo ocurrido.  Por ejemplo, estoy segura de que aquellos que murieron en el vuelo 800 de la TWA estuvieron junto a sus familiares en el servicio fúnebre que se celebró en la playa.

Todas las personas entrevistadas recordaban que en esta fase se encontraban también con sus  ángeles guardianes, o guías, o compañeros de juego, como los llamaban los niños.  Explicaban que los ángeles eran una especie de guías, que las consolaban con amor y las llevaban a la presencia de familiares o amigos muertos anteriormente.  Lo recordaban como momentos de alegre reunión, conversación, puesta al día y abrazos. 

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