- Estoy cansada, harta y aburrida de hacer dieta y que no
sirva de nada. He llevado la dieta de
los carbohidratos a los extremos. Con
decirte que ni comulgo, para que mejor me entiendas, y así no le meto al cuerpo
la harinita de la hostia. Y sigo igual.
- Es que hasta en eso la iglesia está atrasada. Deberían tener hostias integrales o bajas en
calorías.
- ¿Tendré problemas de tiroides?
- No te extrañe, a lo mejor esa también se cansó.
- Para colmo de males, resulta que todo lo que como no sólo
se deposita inmediatamente en mi trasero, sino que además, me están saliendo
gorditos por todos lados. Ya ni se cuál
me preocupa más, si el de la cadera o el de la espalda.
-Pues yo he llegado a la conclusión de que esos no se van ni
con dieta. Por lo que me han dicho la
única solución es la liposucción. Y como
que duele y mucho.
- ¿Será que la solución es hacernos la lipo en los gordos,
las nalgas y la barriga?
- ¡Uta madre! ¿Te imaginas una lipo en mi trasero? Eso sí
que sería un sunami que acabaría con todo en la sala de operaciones. No, yo prefiero seguir aguantando hambre y
hacer ejercicio. Si algo vamos a comer
en esta época es hierro, mi reina, porque con los aeróbicos ya no es
suficiente. La cuestión es de pesas.
- ¿Cómo que no?
¿Entonces para qué tanta bicicleta, elíptica, Zumba y Samba?
- Para mantener el peso, pero corres el riesgo de
convertirte en pésimo público.
- ¿Qué tiene qué ver que sea buen público con el ejercicio?
- Que al paso que vamos, ni vamos a ser capaces de aplaudir
sin que el gordo debajo del brazo parezca bandera ondeando durante tormenta
tropical. Así que, o nos levantamos a
punta de hierro, y no del tomado precisamente, o seremos un público moderado y
reprimido.
Creo que voy camino a convertirme en un zoológico ambulante. Y esa canción infantil que decía “vamos al
zoológico, lógico, a ver animales cuáles, cuáles” se refiere a mí. Eso según una revista que dice que “debido a
la baja de los estrógenos durante el período del climaterio se suelen tener
alteraciones en la piel que van desde la formación de arrugas, pérdida de
tonicidad muscular, aumento del vello en el mentón y en el labio superior y
resequedad”. En poco tiempo no voy a
tener que ir al zoológico para ver unos animales que se me han acomodado en el
cuerpo. Está el gallinero alrededor de
mis ojos y la cresta de gallo posicionada en mis axilas, tendré el pavo en mi
barbilla, las ojeras de mapache, la pancita de canguro, la cara manchada como
si fuera un puma, la piel seca y acartonada de un elefante, el pelo blanco de
un oso polar y Dios me libre de los bigotes de gato. Nunca he sido muy peluda, pero tengo
entendido que con el desbalance hormonal cabe la posibilidad de que tenga que
empezar a depilarme los bigotes y hasta uno que otro pelito en la barba que me
convertirán además en descendiente directa de las cabras.