Del libro: “¡Con golpes NO!
De Martha Alicia Chávez
Las fallas naturales en la comunicación
Mientras tengo más años, más me asombra lo difícil que es la
comunicación, los muchos bemoles y recovecos que tiene y, al mismo tiempo, lo
importante que es para el éxito de las relaciones. Hace poco leí esta frase de
George Bernard Shaw que me pareció simplemente ¡brillante!: “El mayor
problema con la comunicación es la ilusión de que tuvo lugar”. Es una expresión perfecta, verdadera y
profunda, que no necesita elaboración ni explicación.
Pues bien, haciendo lo más adecuado que podamos hacer para
mejorar nuestra forma de comunicarnos, hablemos de una de las fallas más
comunes en la comunicación entre las personas, que es el uso de un lenguaje
subjetivo y ambiguo. Mientras más lo sea, más se prestará a malas
interpretaciones y, en consecuencia, a confusión y conflictos. En mi práctica
profesional, constantemente lidio con este tipo de lenguaje, frente al cual
tengo que estar muy atenta para pedir aclaración y lograr un óptimo
entendimiento de la situación que me cuenta el paciente y una óptima
comunicación con este. Siempre me sorprende cómo la mayoría de las personas
se expresa de forma confusa y subjetiva y ni siquiera se da cuenta. Veamos
algunos ejemplos concretos que nos aclaren este punto.
Tu hijo adolescente te dice;
“Es que tú no me comprendes”, y tú le respondes como si
entendieras a la perfección a qué se refiere, diciéndole algo sí como: “Claro
que te comprendo” o “Tú eres el que no me comprende a mí”. O, si te
toma de malas, tal vez respondas: “Pues, ni modo, hago lo mejor que puedo”
o “sí, soy la peor madre (o padre) del mundo”.
Si tu niña se queja de que no la apoyas o no la ayudas, tu
respuesta será algo como: “Eso no es verdad, siempre te ayudo”, dando
por hecho que entiendes de qué está hablando.
Palabras subjetivas como esas significan algo diferente para
cada uno de nosotros. Qué pasaría si en lugar de las respuestas que das
normalmente, dijeras algo como lo siguiente:
·
¿Qué necesitas que haga para que sientas que te comprendo (apoyo,
ayudo, etcétera)?
·
¿Qué te haría sentir que te quiero mucho?
·
¿Cómo quieres que te diga las cosas para que no sientas que te estoy
regañando?
·
¿A qué te refieres cuando me dices que te ayude? Dime específicamente
cómo quieres que lo haga.
De la misma forma, cuando tú pides o expresas algo, hazlo
evitando la subjetividad y ambigüedad. Puede ser que le digas a tu hijo: “Hoy
te toca ordenar la cocina después de la cena”. Un rato después vas a
revisar y te pones furioso porque en tu opinión no lo hizo adecuadamente, pero
tu hijo jura y perjura que sí. Entonces le muestras que no limpió la estufa,
que no sacó ni acomodó los trastes en su lugar, que lo que sobró de comida no
lo puso en un recipiente dentro del refrigerador, etcétera.
Así también, puede ser que a tu niño le digas: “Si te
portas bien durante toda esta tarde, mañana te llevo al cine”.
Pasa la tarde, y a la mañana siguiente tu hijo te pregunta a qué hora irán al
cine, pero tú le responde que no irán porque le advertiste que lo harían sólo
si se portaba bien. Tu hijo llora desconsoladamente porque jura que se portó
bien y tú insistes en que no fue así.
La realidad es que para un niño o un adolescente “arreglar
la cocina” o “portarse bien” significa algo muy diferente a lo que
piensan sus padres. A veces, cuando son pequeños, ni siquiera entienden qué
rayos significan esas cosas exactamente.
Pero si eres una madre o un padre que saben comunicarse, dirás algo así:
“Cuando
te pido que arregles la cocina me refiero a que saques y guardes los
trastes que lavas, limpies las migajas de la mesa, limpies la estufa de esta
manera, guardes en un recipiente lo que sobró, etcétera.”
“Si toda esta tarde me haces caso a la primera cuando te
pido algo, por ejemplo, apagas la tele cuando te lo pido, te metes a bañar
cuando te digo, recoges todos los juguetes y los pones en el cesto, mañana te
llevo al cine.”
Nunca des por hecho que el otro entiende exactamente a qué
te refieres con lo que dices; créeme, no es así. Los niños, los adolescentes y los adultos
necesitamos lenguaje claro, concreto, específico. Desarrolla el
hábito de comunicarte de esa forma y evitarás muchos malentendidos y
conflictos:
-
Necesito que me ayudes a llevar las cajas al
closet.
-
Te quiero platicar algo, pero por favor no me
des consejos ni soluciones; solo escúchame.
-
Cuando te hablo y no me miras siento que no me
escuchas. Esto que te voy a comentar es
muy importante para mí y te pido que me veas a los ojos.
-
Me pediste que te ayude con tu proyecto. ¿Específicamente
qué quieres que haga?
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