jueves, 24 de abril de 2025

Del libro “Inquebrantables” de Daniel Habif - El precio de ser diferente

 

Del libro “Inquebrantables” de Daniel Habif



 

¿Vas a seguir con tu cuerpo empotrado en el sofá? ¿Vas a estar 40 años así?

¿No te das cuenta de que nuestra existencia es lo más breve en esta tierra?

Supongamos que eres feliz con lo que tienes ahora; sientes paz y gozo. Pero si aún te consume un hambre voraz de crecer, explícame, ¿qué carajos esperas para ir a devorarte el mundo?

Cada vez que afirmas que estás bien, firmas tu acta de defunción. Y más aún si sabes que te quedan pasos por dar, cartas por jugar y canciones por bailar.

Te pregunto nuevamente: ¿qué carajos esperas?

Márcalo aquí, para yo saber:

___ El Momento perfecto

___ El millón de dólares

___ El socio soñado

___ El cazatalentos extraviado

___ El título universitario

___ La aprobación social

___ Una señal del cielo

___ Una epifanía angelical

Te aterra hacer tu voluntad. En este mundo importa mucho más cómo usamos los recursos que su cuantía; importa mas cuánto haces que cuánto sabes. Ya hemos dicho que estar dispuestos va antes que estar preparados. Puedes tener todos los conocimientos, pero si no tienes la disposición necesaria para enfocarte, y ponerte a hacer las cosas todos los días, de poco te servirán.

La procrastinación es autosabotaje puro, es una renuncia a enfrentar aquello que debes. Esta se manifiesta en las excusas que te inventas para aplazar un mañana que nunca llega.

Suelta lo que no es para llevar; no es que te falte tiempo, es que malgastas el que tienes. No confundas estar muy ocupado con ser muy productivo y por favor, observa estas pequeñas grietas en tu vida, ya que estas hendiduras generan los grandes derrumbes.

No te enfoques en comenzar sino en terminar. Pocas cosas dan más satisfacción que finalizar una tarea pendiente, por mas pequeño que sea este progreso hacia lo que queremos.

Toma una nueva dosis de inspiración. El estrés no viene por la reflexión en lo que no hemos comenzado sino por la angustiante presencia de aquellas tareas que debemos terminar.

Si quieres la vitoria, tendrás que ir a la guerra; hay que salir a la batalla, hay que dejar los pulmones en la trompeta, arriesgar trozos de piel, recibir zarpazos, perder algunos compañeros en el avance. ¿O es que acaso crees que la vida es un picnic?

Muchas veces tendrás que decir “si” a aquello que te causa temor, pero esta es la única manera de saber si “te ponchas o la sacas del estadio”. Hazlo de vez en cuando y verás que el precipicio tiene el objetivo de hacerte saltar o enseñarte a volar.

Aunque tu primer rugido suene como un graznido, debes de enseñar los colmillos desde ya. Todos necesitamos algo de ferocidad: en esta selva o ruges o te quedas como borrego.

¿Quién va a creer en ti si no lo haces tú? ¿No comprendes que ese es el precio de ser diferente? Un precio que puede ser sumamente alto, pero es el costo de la dignidad humana.

Es mejor ser un loco emprendedor que un empleado en sus cabales, pero amargado. Deja de repartir currículos y comienza a repartir volantes de tu propio negocio.

Cuando hagas las cosas, hazlas con amor, con pasión, con sapiencia, con visión, con enfoque, sin temor y sin mirar atrás. Y prepárate: no existe mejor inversión que la destinada a tu conocimiento. Estudia, entiende, enfócate, discierne cada palabra y cada tema. Pero aplica lo aprendido, porque el conocimiento cautivo en tu cabeza es tan infértil como en un libro cerrado.

Cada momento en tu vida debe ser un manjar y un aprendizaje. Que no pase un día del que puedes prescindir, uno del que digas: “Pude haber vivido sin el día de hoy”.

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