sábado, 26 de marzo de 2022

Del Libro “Las 3 Promesas” de David J. Pollay - La ley del anfitrión

 

Del Libro “Las 3 Promesas”  de  David J. Pollay

 

1)       Disfruta cada día

2)       Haz lo que amas

3)       Da a los demás

 

La ley del anfitrión


 

¿Recuerdas esa sensación que te asalta cuando entras en una sala y no conoces a nadie? Se supone que vas a conocer gente nueva, pero no sabes por dónde empezar.  Te sientes como un niño pequeño en el patio de recreo que está esperando que alguien lo invite a jugar.  Aprendí que esto no tiene por qué ser así en una fiesta a la que acudí en la ciudad de Nueva York hace dieciocho años.

Un amigo me dijo que me encontrara con él allí.  El conocía al anfitrión y me aseguró que la fiesta sería divertida.  Así que me dio la dirección y tomé un taxi hacia el vecindario neoyorkino de East Village.

El taxi se detuvo, pagué al conductor, salí y caminé hasta la puerta de entrada.  Estaba parcialmente abierta y pude ver que había gente hablando y riendo dentro.  Abrí la puerta del todo y entré.  No había nadie para recibirme, de modo que me desabroché el abrigo y exploré la sala.  No vi a mi amigo.  Miré el reloj (mi amigo debía de llevar retraso) y caminé por ahí.

Eché un vistazo por la sala.  No conocía a nadie.  La música estaba alta, todos estaban reunidos en pequeños grupos y me sentí incómodo, fuera de lugar.  Justo entonces, una mujer joven se me acercó con una cálida sonrisa.  Estaba sujetando una gran bolsa de M&Ms.

- ¿Quieres? – dijo.

- Claro que sí – respondí, aliviado porque alguien estaba hablándome.

- Bien; abre la mano – dijo.  La mujer dejó caer varios M&Ms en mi mano.

- Gracias.

Me puse uno en la boca y moví suavemente los dedos entre el resto.  Ella dijo:

- Bienvenido a la fiesta.  Soy Susana.

-Yo, David.  Encantado de conocerte.  ¡Fantástico apartamento!

- Es un sitio estupendo, ¿verdad? – dijo Susana.

A continuación comenté:

-Gracias por celebrar esta fiesta.  Todos parecen estarse divirtiendo.

Ella se rio:

- La fiesta es genial; hay un montón de gente interesante.  Pero no es mi fiesta.

- ¡No me digas! Pensaba que lo era.

Sonrió:

- No; la única persona a quien conozco aquí es la amiga que me ha traído.  Está por ahí, en la cocina.

- ¿Y la gran bolsa de M&Ms y el saludo?

Respondió:

- solamente quería darte la bienvenida.

Entonces comprendí lo que llamo “la ley del anfitrión”.

 

Invitados y anfitriones

 

Podemos ser dos tipos de persona en la vida.  Podemos ser un invitado o un anfitrión.  Cuando nos vemos a nosotros mismos como invitados, esperamos.  Esperamos a ser recibidos.  Esperamos a que nos den la bienvenida.  Esperamos a ser presentados.  Los demás tienen que venir a nosotros.

Cuando nos vemos como anfitriones, somos quienes damos la bienvenida.  Vemos la vida como si se tratase de nuestro evento.  Nos acercamos a los demás.  Sonreímos.  Saludamos a la gente.  Le ayudamos.

Cuando adoptamos el papel de anfitrión, nos abrimos a nuevas personas y experiencias, actuamos con generosidad y les damos a quienes están a nuestro alrededor la oportunidad de sentirse incluidos, apreciados y queridos.

Tienes la posibilidad de elegir cómo te muestras en la vida.  Lo que importa es tu mentalidad.  Si te sientes como un invitado, actuarás como un invitado.  Si te sientes como un anfitrión, actuarás como un anfitrión.

Ser un buen anfitrión te hace sentir confiado y con energía; sabes que es tu responsabilidad, tu placer y tu derecho interactuar con todos.  Te acerca a las personas y te aseguras de que se sientan cómodas e incluidas.

 

La decisión es nuestra

 

Es fácil vivir la vida como un invitado.  Todo lo que tienes que hacer es dejar que los demás se acerquen a ti.  Esta actitud no es incorrecta.  No es intrusiva e incluso puede ser respetuosa, en algunos casos, pero es una actitud conservadora, una estrategia que te permite ser uno más y evitar el riesgo de destacar.

Dar un paso al frente para conocer gente puede conducir a la decepción: no todos te responderán como esperas o como te gustaría.  Pero cuando te ves a ti mismo como anfitrión, centras tu atención en los otros y llevas a cabo nuevas conexiones mientras les das la bienvenida a tu iglesia, sinagoga o donde sea que efectúes tu acto de culto, o bien adonde sea que acudas para relacionarte (una reunión de negocios, un congreso, el evento de un club o una fiesta).

Cuando actúas como un anfitrión, estás realmente vivo.  Y aguas a los demás a cobrar vida.

 

Acciones

 

Examina los distintos roles que desempeñas en el trabajo, en casa y en tu comunidad.  Actúa cada día, durante esta semana, como un anfitrión.  Haz que otros se sientan cómodos, incluso si esto implica que tienes que abandonar tu zona de confort.  Observa el impacto que tiene tu acogida en ellos.

Quedarás impresionado.

 

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